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Chapter 2 - Capítulo 2: aroma atrayente

Capitulo 2

⟨aroma atrayente⟩

•Hillary Cooper:

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—Hillary ¿ya desempacaste esas? —Mi hermano entre a mi cuarto del hotel con más valijas. A la próxima no me emocionaré tanto, dos valijas van a ser más que suficiente.

—Si, ya casi termino con estas.  —Contesté mientras doblaba un traje de baño.

—Emm ¿Hillary?... Si sabes que estamos a menos cero grados ¿verdad?

—Lo sé,  solo pensé que tal vez el hotel tenia piscina o iríamos a unas termas.

—Sabes que yo estaré todo el tiempo trabajando, si quieres ir a algún lado pídele a Fred y Tom que te acompañan. —Miró la hora en su reloj de muñeca— ya es hora de que me vaya yendo, nos vemos en la cena.

—Adiós, cuidate. ¡No dejes que ningún alfa creído se quiera hacer el listo contigo!

—¡No lo haré! —Gritó ya estando fuera de mi cuarto.

—Casi lo olvido —Mikel volvió a entrar y rebuscó algo en su billetera— te dejo mi tarjeta de crédito.

Mis ojos se iluminaron y salté sobre el para abrazarlo fuertemente.

—¡Muchas gracias! Prometo gastarlo sabiamente.

—De nada, diviértete mucho hoy —Me dió un último beso en la coronilla y esta vez si se fué definitivamente.

Miré las cinco maletas que había traído y solté un suspiré.

— Rayos...

Cuando finalmente terminé de guardar y organizar todas mis cosas decidí salir sola a tomar un poco se aire fresco.  Estaba a punto de pedirles a Tom y Fred que me acompañaran pero estaban jugando a las cartas y no los queria interrumpir cuando se veían tan concentrados en eso—Son demasiado competitivos—, además, esa es una buena escusa para salir sola e ir hacia donde quiera sin importar nada.

Agarré la tarjeta que me había prestado Mikel y le di un beso.

¡Te aprovecharé al máximo!

Estábamos en "tierra de nadie", un lugar que no le pertenecía a nadie en el cuál todas las especies sobrenaturales podían vivir pacíficamente y estar sin algún problema.

A lo primero que entré fue a una heladería donde pedí un helado sabor banana con chispas de chocolate y salsa de frutilla, mientras lo comí recorrí algunas tiendas de ropa pero no compré nada, luego solo caminé por la plaza principal del pueblo.

Ya habían pasado unas horas desde que salí del hotel y comenzaba a ponerse frío. Me crucé de brazos para darme calor a mi misma mientras caminaba de regreso al hotel.

Cuando de repente y sin previo aviso un gato blanco saltó hacia mi mano y me quitó la tarjeta.

Me alarmé y corrí atrás de él.

—¡gata! ¡Gatita, detente! —Le pedí, obviamente el gato me ignoró por completo y siguió corriendo, dirigiéndose hacia el comienzo del bosque. — Por ahí no, es muy peligrosa para ti.

Volví a correr tras él sin importarme lo peligroso que podría ser para mi también entrar sola a ese bosque, lo ignoraba, mejor dicho.

Llegamos a una especie de un pequeño claro en el bosque y el gato blanco se pasó sobre un tronco.  Se giró hacia mi y clavó sus grandes ojos bí color en mi, uno era amarillo y el otro celeste. Me estaba analizando, incluso podría decir que me desafiaba.

Yo me quedé parada a unos pasos de él esperando alguna movimiento de su parte, pero solo se quedó quieto por unos largos minutos hasta que sentí unos ruidos atrás de mi, voltee y me dió algo de miedo ver que no había nada ahí así que volví a ver al gato para quitarle la tarjeta e irme de ahí lo más rápido posible, pero ya no sé encontraba ahí. En su su lugar estaba la tarjeta con una Rosa y una pequeña nota a su lado.

Había un leve aroma exquisito en la carta muy parecido al olor que desprendía la rosa.

"iré a sacarte de esa jaula en la que te encuentras, mi pajarito.

Nos veremos muy pronto, espero ansioso poder conocerte en persona, Hillary.

Siempre tuyo, tu guardián nocturno

Pd: ya deja esas pastillas"

Al final de la nota estaba la marca de un beso.

¿Como sabía que tengo que tomar pastillas? Además de min solo mamá y Mikel lo saben. ¿Será algúna broma de ellos? No, no hacen bromas, y menos de este tipo.

Un escalofrío me recorrió, agarré la tarjeta y corrí lejos de ahí. No hablé sobre eso con nadie y procuré sacarlo de mi mente. >>

Mis ojos ardían indicando que en este momento los tenía amarillos y que mi loba estaba dando su primera aparición en mi, seguido de eso sentí como mis caninos se alargaron y como mis sentidos se agudizadan cada vez más.

El aroma no venia de él, como yo pensaba, el aroma solo estaba en él. Podría apostar que esto se debía a que tal vez tuvo algún tipo de contacto con mi mate.

La Rosa. Luis llevaba en el bolsillo delantero de su chaqueta una Rosa idéntica a la que ví aquel día. Eso explicaría muchas cosas.

¿Significaba que él estaba por venir?

Gritos, rugidos y disparos hicieron que volviera a mí, era solo yo en este momento.

—¡Corran!

—¡ Escondance!

—¡Cuidado, ahí vienen!

Miré a mi alrededor aún sin saber qué estaba pasando.

"Correr" ¿Hacia donde?

"Esconderme" ¿De qué?

"Ahí vienen" ¿Quienes?

La puerta principal es tirada al piso bruscamente haciendo un ruido sordo que provocó que todos quedaramos en silencio por un momento.

Hombres y mujeres de piel blanca como la sal, de ojos rojos brillantes como lava, largos colmillos que ansiaban perforar la piel, acompañado de su característico olor a muerte y pudrición. Vampiros, aunque no cualquier tipo, estos eran la élite de la élite.

Los gritos aumentaron.

En menos de un segundo ya habían comenzado a atacar a cualquiera que sus ojos viera, incluyendo a los  niños y ancianos.

No pude moverme, lágrimas salían como cascada de mis ojos y recorrían mi rostro hasta llegar al mentón.

Eran rápidos y presisos; los agarraban, morían sus cuellos y seguían con otro. No tomaban su sangre, parecía que solo los estaban dejando inconcientes, por ahora sólo hacían eso.

Ví como los míos luchaban, pero nos superaban en número. Me sentí inútil por no poder transformarme y ayudarlos.

—Hola, por fin te encuentro...

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, se me puso la piel de gallina y mi corazón comenzó a latir el triple de rápido.

Busqué una forma de huir. ¿Donde? ¿Dodne? ¡¿Donde?!

La cocina.

Lo empuje y corrí lo más rápido que mis temblorosas piernas me lo permitían hacia la cocina. Menos mal que me sabía el camino de memoria porque mi vista estaba demasiado borrosa a causa de las lágrimas como para distinguir hacia donde iba.

Entré y seque mis lágrimas,  fui a los muebles y abrí el cajón donde estaban los cubiertos. Agarré una cuchilla y apunte hacia la puerta.

Esperé temblando que a apareciera pero por alguna razón no venía y eso me alteraba aún más.

— Ten cuidado, podrías lástimar a alguien con un arma tan peligrosa como esa— aquella persona volvió a susurra en mi oído.

Gire mi cabeza y lo encaré.

Cuando nuestros ojos conectaron simplemente quedé sin habla, casi me atraganto con mi propia saliva. A pesar de todo lo que estaba sucediendo justo ahora afuera, me resultaba imposible ignorar su rostro peligrosamente atractivo, lo atrayente de sus ojos y los sentimientos con los que me miraba.

Al ver mi reacción él sonrió. Y a la vez aquel aroma volvió a invadirme. Él era al que buscaba.

Miré su pecho, al igual que Luis él también llevaba esa rosa en el bolsillo de su chaqueta.

— ¿tú...? —No pude terminar,  el cuchillo se me calló de tanto estar temblando, dejando un  corte en mi mano.

Comencé a respirar agitadamente, me dolía el pecho y se me estaba complicando inhalar profundo.

—Así es.

Sus ojos rojos comenzaron ponerse de un color más intenso. Agarró rápidamente pero de forma suave mi mano y pasó su lengua por mi herida.

— Que dulce...

Ví como su salida hacia que mi herida se cerrara en cuestión de un segundo.