Chapter 36 - V

Los presentes estallaron en alabanzas y aplausos emotivos; se podía apreciar gente de toda clase social, desde demonios comunes sin puestos influyentes hasta demonios élites pertenecientes a la milicia. La masa estaba reunida como en una aglomeración sin orden; frente a ellos el estrado mostraba una figura sombría y sonriente. Había sido un discurso armónico y poderoso, capaz de convencer al pueblo de que el Lord de la Piedra Gris no toleraría las acciones del Lord de la Piedra Negra. Aquél tipo de ceremonia se había hecho algo muy común y significaba que los Señores Infernales trabajan por convertirse en el próximo rey.

De entre la imagen pintoresca, un demonio obeso subió por los escalones hacia el estrado; caminaba con presura y tenía en su mano una especie de tabloide lleno de papales. Astaroth se movió un poco y asintió con la cabeza al reconocer la señal de su súbdito. Otra vez encaró a la multitud y agradeció por su presencia y atención. Esa escena era atípica en el Inferno y parecía más un circo que el Cielo acostumbraba a realizar; empero, ahora era un método para provocar a Samael.

Cuando Astaroth se despidió, acompaño a Swan hacia el interior del castillo y anduvo por los pasillos. Los dos demonios mantenían un paso firme, pero no decían nada. El Lord de la Piedra Gris confiaba en las excelentes habilidades que Swan tenía para lo gubernamental, por lo que no le preocupaban mucho los detalles respecto a la carrera política que debía seguir en estos momentos. De forma pronta, Swan abrió la puerta cercana a un cuadro majestuoso de las montañas y pidió a su amo entrar.

La habitación era una sala acogedora con chimenea, había cinco estantes llenos de libros, una mesa, dos sofás y un sillón alargado. Astaroth se acercó a uno de los sofás y tomó asiento; en el otro sofá se encontraba el Lord de la Piedra Blanca, quien mostraba una sonrisa de satisfacción. Astaroth notó que ya había una charola sobre la mesa con tazas de té y dulces esponjosos y rellenos de una crema acaramelada. El demonio de máscara teatral se sintió orgulloso de la influencia y buen trabajo por parte de Swan.

—Hermoso discurso —Mammon rompió los pensamientos de su homólogo—, de verdad que tienes un don para convencer con tu cara de aburrimiento y tus palabras de falsedad.

El Lord de la Piedra Gris no replicó; no le había causado molestia ni satisfacción aquél comentario. Lo único que hizo al tomar asiento fue servir un poco de té en una de las tacitas libres; no pudo evitar observar los detalles. Había cuatro tazas en total con la que Mammon utilizaba. A pesar de que él había solicitado la presencia de dos de sus súbditos, esta ocasión era la primera en que Mammon estaría presente en una reunión de alta influencia.

Durante unos minutos, Astaroth permitió al demonio joven expresar sus opiniones sobre el último discurso. Él se encontraba concentrado en otro asunto, en verdad en muchas otras preocupaciones, pero le calmaba el hecho de escuchar la voz de Mammon. Por una parte, Astaroth no podía ignorar la última carta que el reino había recibido, no por su contenido únicamente, sino que había corroborado que el Cielo también había recibido aquella información. Ahora sus dudas se enfrascaban en la opción de considerar al Consejo A Cargo como los responsables de ese comunicado. En la otra mano, todavía no recibía ninguna noticia sobre Baphomet. Su investigación respecto al rey del Cielo estaba en cero, ya que la última carta de Gabriel no había proporcionado nada que él no supiera ya.

—Astaroth, ¿me escuchas? —inquirió Mammon al no obtener respuesta en su duda pasada.

Astaroth movió su rostro con rapidez y contempló a su homólogo con seriedad e incertidumbre. Bebió un poco de té y dejó la taza sobre el platito blanco. Su mente estaba cargada de tantas preocupaciones que había ignorado a Mammon por unos minutos prolongados.

—¿Estás bien? —insistió Mammon casi con convalecencia.

—Sí —replicó vagamente el Lord de la Piedra Gris. A continuación se puso de pie y se acercó a la chimenea; otra vez su mirada se quedó perdida—. ¿Tú crees que el Creador busque informarnos de algo así?

—¿De qué hablas?

—De la última carta anónima que recibimos. Sobre eso de que el Creador planea un cambio importantísimo en el Balance. ¿Crees que él nos informaría de algo así?, ¿sobre la creación de una raza nueva e igual de poderosa e influyente que nosotros y los ángeles? —sonó la voz de Astaroth llena de profundidad.

La respuesta de Mammon se redujo a un respiro hondo y pesado. Astaroth volteó su mirada y contempló al demonio joven; se percató de su rostro sombrío y comprendió que Mammon estaba tan preocupando como él.

—El Cielo también fue informado de lo mismo.

—Espera, ¿cómo lo sa—ah? No, no respondas. Es obvio que lo sepas. ¿Te lo dijo el ángel?

—Sí —afirmó con seriedad Astaroth.

—Entonces debemos analizar con más insistencia la posibilidad de que así sea. Es probable de que el Consejo A Cargo sea el responsable de esto y lo haya hecho por algún motivo que no todavía no logramos ver por completo —Mammon opinó con desilusión.

Astaroth regresó el interés al fuego danzante de la chimenea. Mammon tenía un punto importante. Si el Consejo A Cargo había enviado eso, entonces existía la posibilidad de que hubiera sido una advertencia. La sala quedó en silencio y la atmósfera se intensificó con cada minuto que pasaba. Astaroth admitía que este hecho se tornaba en un obstáculo en su plan mayor, y con ello su decisión parecía distante y poco asertiva.

Sin previo aviso, Mammon se puso de pie y se acercó a su homólogo; luego tocó con suavidad la mano de Astaroth y capturó su atención. Los ojos rojos del Lord de la Piedra Gris se clavaron en el rostro jovial de Mammon. Casi como un estruendo, Mammon tocó con cautela el rostro del otro demonio y, por primera vez, descubrió una mueca honesta en Astaroth. Mammon se maldijo en silencio, pero optó por aceptar aquella reacción.

—Somos demonios y confío en que ésta es nuestra mejor oportunidad para encontrar a un rey. Estoy contigo en esta decisión, así que no te atrevas a creer que ese cambio nos va a afectar —dijo Mammon con un tono suave y casi inocente.

De manera tersa, Astaroth recorrió el hombro izquierdo del otro demonio y lo acercó más a él. Se sorprendió de sí mismo al percatarse de su propio deseo; un deseo de proteger a ese joven demonio. Incluso se percató de que, por primera vez, no tenía necesidad de seducirlo, humillarlo o lastimarlo.Hasta este instante se percató de que la relación entre ellos dos había cambiado verdaderamente.

De pronto, Mammon movió con lentitud su cabeza y buscó los labios de Astaroth; empero se detuvo al escuchar que la puerta se abría. Ambos demonios Lores se alejaron y retomaron sus respectivos lugares en los sofás. Por la puerta dos demonios élite entraron; uno con aspecto desaliñado y con ropajes gastados; y el otro con una hermosa armadura de color plateada.

—Sadim, Ashmedish, bienvenidos —Astaroth habló con rapidez y elegancia—, por favor, entren. Tomen asiento, ya que esta reunión nos tomará más de los diez minutos usuales.

Los dos súbditos obedecieron y eligieron un lugar en el sillón alargado de tono azul; ambos mantuvieron su distancia, pero no reprocharon por la presencia del otro.

—Lord Mammon nos acompañará hoy, ya que él nos ayudará con algo de suma importancia.

—Milord —Sadim se atrevió a expresar con su tono usual—, con todo el respeto que se merece Lord Mammon, pero su presencia me parece contradictoria. Él siempre se ha opuesto a la destrucción del tráfico de esclavos, y nosotros ya hemos identificado a Beelzebub.

—¿Beelzebub? —dudó Ashmedish con cautela—, ¿usted ha solicitado una investigación sobre ese demonio, mi Lord?

—Veo que tus peones son más obedientes que yo —Mammon replicó antes de que Astaroth pudiera hablar—, además de que convenciste a un mercenario de trabajar para ti. No es tu estilo, pero es algo que me intriga.

—Lord Mammon ha decidido cambiar las reglas del tráfico de esclavos, Sadim —Astaroth se expresó con calma. Prosiguió al dirigirse al otro demonio súbdito—: y sí, Ashmedish, Sadim ha hecho contacto con Beelzebub. Su influencia es una pieza clave para asegurar el bienestar de Luzbel una vez entre al Infierno.

—Milord, yo sé que usted dice ahora y aquí que Lord Mammon ha accedido a cooperar —volvió a decir Sadim con un tono cauto—, pero Beelzebub no está convencido de que ni Lord Mammon ni Lord Leviathan vayan a cambiar sus posturas. Las demandas de Beelzebub son extensas y desea destruir la imagen de ambos demonios. Además, más de la mitad de los híbridos y caídos le han jurado lealtad.

—Es por eso que Ashmedish está aquí, Sadim —reiteró Astaroth.

—¿Mi Señor? —Ashmedish mostró un rostro cargado de confusión—. ¿Qué desea de mi parte?

—Ayuda y apoyo. Tú organizarás un programa de protección junto a la legión de la Piedra Blanca. Mammon ha ordenado a su General iniciar un programa de intervención. Para eso requiero tu presencia, Ashmedish. Necesito que trabajes de la mano con el General de la Legión Blanca y que ayudes a proteger a aquellos demonios caídos e híbridos que ya fueron aceptados como ciudadanos del Infierno —las palabras de Astaroth causaron silencio.

—Ya escucharon, muchachos. Necesitamos darle poder a Beelzebub y demostrarle que hay una posibilidad de un cambio —ahora Mammon prosiguió—, y justo como Lord Astaroth lo dice, yo estoy en la mejor disposición para ayudar a los caídos e híbridos. Sé que lentamente Beelzebub verá que, a diferencia de Lord Leviathan, yo sí pretendo cambiar a la nación para el bien de todos.

—Comprendo, milord. Le puedo informar que Beelzebub no se espera algo como esto, así que es probable de que dude sobre usted y Lord Astaroth —informó Sadim con prontitud.

—Para eso es necesario que continúes con las observaciones, Sadim —ordenó Astaroth con un tono suave.

—Mi Lord, si me permite —interrumpió Ashmedish—, no creo que requiera la ayuda continua de Sadim. Al hacer un programa de protección, mis soldados y los de la Legión Blanca estaremos en el territorio de la Piedra Verde. Yo puedo seguir con las observaciones y mandarle toda la información necesaria.

A pesar de que Sadim arrojó una mirada de enojo a su compañero no dijo nada. Astaroth había notado aquél comportamiento, y comprendía que Sadim se sentía degradado tanto por Gabriel así como por Ashmedish.

—No —aseguró Astaroth—, es muy importante de que sean los mercenarios los que tengan la cercanía con Beelzebub. A diferencia de las legiones, los mercenarios representan una presencia militar neutral, así que eso le dará a Beelzebub la oportunidad de considerarlos aliados. De hecho, eso es mejor, ya que Sadim tiene órdenes de ofrecer sus servicios al nuevo líder de los caídos e híbridos, de esta manera mantendremos bajo control al joven Beelzebub.

Después de la explicación de Astaroth, Mammon notó el cambio en el rostro del demonio adolescente. Estaba impresionado, ya que ambos demonios, el mercenario y el militar, eran capaces de dejarse influir por las frases y decisiones de Astaroth hasta un grado personal. Y, en realidad, él también era víctima del extraño encanto que Astaroth tenía.

—¿Queda claro? —cuestionó Astaroth con elegancia.

Los dos súbditos asintieron de manera afirmativa.

—Ashmedish, Lord Mammon se pondrá en contacto contigo con todas las especificaciones del programa, así que sistematiza a tus soldados para seguir las próximas indicaciones. Sadim, no tomes ningún trabajo que te obligue a salir del reino, ya que requiero de la presencia de tu grupo en el Infierno. Es necesario que pases más tiempo en la Piedra Verde y le demuestres a Beelzebub que estás de acuerdo con sus ideales; además hazle saber que estás disponible para lo que necesite.

—Mi Lord, yo esperaré a Lord Mammon. No se preocupe, le aseguro que todo saldrá como lo planea.

Antes de que Ashmedish pudiera proseguir, Astaroth mostró un objeto ennegrecido y esférico del tamaño de su palma. Lo colocó sobre la mesa en dirección al lugar de su General.

—De ahora en adelante vas a necesitar un arma de poderes míticos, Ashmedish. Pronto una guerra se va a desatar y necesito que puedas protegerte de los Generales de Samael y Belphegor —Astaroth ofreció una explicación simple.

Ashmedish tomó el objeto y agradeció con una ovación; por otra parte, Sadim sólo contempló la escena con cierto recelo. Aunque era obvio, no le parecía justo que él fuera considerado sólo como un mercenario rentable.

—Si les ha quedado claro, les pido que se retiren —volvió a resonar la voz del Lord de la Piedra Gris.

Ambos demonios élite ofrecieron una reverencia de respeto y abandonaron la habitación. Astaroth dio un suspiro pesado y bebió de su té con calma. Mammon lo único que hizo fue observar a su homólogo; estaba más que sorprendido por su forma de controlar y mantener a los dos demonios súbditos bajo su influencia.

—Mammon —de forma sorpresiva Astaroth rompió el silencio de la sala. Movió su cabeza y arrojó una mirada de emoción al otro demonio.

—¿Qué pasa?

—Necesito que te quedes un poco más. Hay algo que requiero discutir contigo.

—¿Es sobre los esclavos?

—No.

—¿O es sobre esa carta enviada por el desconocido?, ya sabes, la que habla sobre el Creador.

—No.

Mammon frunció el ceño; no estaba seguro de lo que Astaroth deseaba tratar.

—¿Entonces? —se atrevió a preguntar el Lord de la Piedra Blanca.

—Es sobre la sangre de Gilbert, el híbrido.