El aire golpeaba con fuerza; cargaba consigo la ráfaga pesada de nieve que representaba a ese poblado. La temperatura había descendido debajo de los catorce grados Celsius, por lo que el clima no era bueno en ese día en particular. Los demonios mercenarios cubrían sus cuerpos con capuchas y otros abrigos para resistir el frío hostil; caminaban por el sendero que conducía hasta el castillo. Ya habían pasado casi ocho horas desde el inicio de su misión, pero ahora se encontraba en la siguiente etapa.
Su visita a Exilia había sido una orden directa del Lord de la Piedra Gris; habían sido requeridos para la recolección de información sumamente importante para su señor. Aunque Sadim no había recriminado, sí había sentido molestia al cumplir aquella misión; no era el hecho de cruzar las fronteras para abandonar el reino, sino que se había reunido con un ángel: Gabriel. Sadim respetaba a su nuevo amo y estaba orgulloso de ser parte de su equipo de elegidos; empero tenía una pésima relación con uno de sus camaradas.
Al arribar hasta la entrada principal del castillo, los dos demonios élite encontraron la puerta metálica de un tono dorado que era característica de la construcción. Afuera los esperaba un demonio regordete que cubría, en esta ocasión, su cuerpo con una túnica rojiza y alargada; ese demonio enano era Swan, el súbdito más cercano al Lord de la Piedra Gris. Sadim y Jolgrazog ya estaban acostumbrados a tratar con Swan, a pesar de que el súbdito obeso solía ser cortante con ellos.
—Pasen, por favor. El Señor los está esperando —anunció Swan con su voz chillona y rasposa.
Las puertas del castillo se abrieron con lentitud y por fin los mercenarios fueron recibidos.
***
El grupo de tres demonios caminó por los pasillos adornados y arribó hasta un comedor para invitados. La sala estaba completa con una mesa grande y redonda, y unos muebles en los costados que servían como apoyo de la servidumbre. Sobre la mesa se apreciaba comidas variadas y estaba atiborrada de postres elegantes y casi de ensueño.
Una vez Sadim y Jolgrazog tomaron asiento, fueron atendidos por los meseros. Ambos no esperaron y comenzaron a comer como si no hubiera un mañana; sin embargo, su acción se detuvo al contemplar a un demonio entrar al comedor de invitados. Astaroth portaba su máscara teatral con detalles negros y rojos que hacían juego con su abrigo extravagante de plumas de colores rojas y azules ennegrecidas. El demonio Lord se sentó en el lado contrario de sus súbditos y ordenó a la servidumbre abandonar el comedor.
—Por favor, caballeros, continúen con sus alimentos —la voz de Astaroth resonó como un eco pesado en toda la habitación. Ya había sujetado una botella de vino tinto y se había servido un poco en una copa de cristal—. Sé que ha sido largo su viaje desde Exilia, así que comprendo que estén cansados y con un apetito alto. De verdad preferiría dejarlos descansar, pero deben comprender que la información es urgente y una pieza clave para nosotros.
—Sí, milord —Sadim replicó al pasar los alimentos; dio un sorbo a su bebida preparada y aclaró su garganta—. Comprendo la urgencia de la información. Estamos listos para contar todo lo que nos pida.
—Bien, perfecto. Necesito saber todo lo que Lord Gabriel les dijo —aseguró Astaroth.
—Gabriel habló sobre un ángel de nombre Luzbel; dijo que usted está muy interesado en el desarrollo de este joven.
—Milord —interrumpió Jolgrazog casi escupiendo la comida—, el ángel Gabriel afirmó que él habló con el niño y lo aconsejó bajo su sugerencia.
—Sí, es verdad. Yo le hice la petición de que influenciara un poco a Luzbel. Sin embargo, todavía no termino de comprender la relación que guarda con el rey; ni tampoco comprendo el afán de mantenerlo fuera de las guerras —opinó Astaroth con cotidianeidad.
Astaroth desconocía casi todo de Luzbel, pero creía que era posible influir en su vida y hacerlo actuar bajo sentimientos confusos. No tenía muy en claro cómo conseguiría su objetivo, por eso mismo había solicitado la ayuda de sus propios guerreros más leales. Sadim, al ser un mercenario, podía salir del reino con mucha más libertad que él, así que había sido la mejor opción para reunirse con Gabriel en Exilia. Por otro lado, estaba consciente de la mala relación que esos dos tenían; empero le satisfacía la forma de actuar con profesionalismo de ambos.
—De acuerdo a Gabriel, Luzbel desea ser reconocido como un igual que el rey; pero no lo desea únicamente como si se convirtiera en una figura para el Cielo, sino que prefiere ser posicionado justo como el rey —explicó Sadim con cautela—, es como si quisiera esa misma posición.
Por unos minutos, Astaroth analizó con rapidez. Sí, era verdad que había una posibilidad alta de que ese joven ángel deseara ser catalogado como una figura superior; no sólo sus poderes le permitían demostrar de lo que era capaz, también sus acciones.
—Además —agregó Jolgrazog—, Gabriel asegura que el rey y ese mocoso tienen una relación muy cercana, casi como amantes.
—¿Casi? —interrumpió Sadim con sorpresa—, el ángel dijo que era un hecho. Dijo que Luzbel y el rey estaban en una relación muy personal y bastante profunda. Especificó que él mismo habló con Luzbel y lo corroboró.
—¿Desde cuándo tienen esta relación? —inquirió Astaroth con severidad.
—Gabriel dice que desde un tiempo atrás, pero que él había notado los sentimientos de Luzbel desde hace muchos años antes —replicó Sadim con un tono solemne.
—¡Ah, los ángeles y su hipocresía! —Jolgrazog se atrevió a expresarse en voz alta—. Se quejan de nosotros como si fuéramos repugnantes, y aquí hay un ejemplo claro donde el mismísimo soberano actúa de esa manera al ilusionar a un pobre chaval.
Mientras Sadim y Jolgrazog se enfrascaron en una conversación para juzgar y desvirtuar a los ángeles, Astaroth se cuestionó en silencio. No estaba seguro de cuántos años tenía Luzbel, pero le parecía todavía muy joven en comparación con él mismo, incluso con los otros demonios presentes. Quizás, deducía el Lord de la Piedra Gris, estaba entre sus años tardíos de adolescencia, casi por convertirse en un adulto joven. Si era así, ¿por qué el rey había optado por entablar una relación con un niño? Astaroth sabía que el rey del Cielo no era un sujeto muy viejo, de hecho, tal vez, era de la misma edad que él. Sin embargo, le parecía misterioso lo que hacía con Luzbel.
—Sadim —la voz de Astaroth fue suficiente para detener la conversación de los otros dos demonios—, ¿pero, Gabriel no les informó del estatus de esa relación?
—Sí —respondieron los dos mercenarios a la par. Luego se miraron el uno al otro como si iniciaran una competencia por revelar información.
—Gabriel nos especificó que no ha sido muy buena, que Luzbel no está satisfecho con lo que el rey le ofrece —expresó Sadim con prontitud.
—¿Y qué es lo que ofrece el rey?
—Amor incondicional, pero nada más —ahora resolvió Jolgrazog.
—Comprendo. Es normal que Luzbel no esté satisfecho. Después de todo, al ser un ente tan poderoso es normal que busque el respeto que se merece; es casi como si el mismísimo rey le obligara a alejarse de él. La verdadera cuestión es si esto podrá sernos útil o no.
—Milord, hay algo que debe saber. Ese crío no va a participar en las guerras, esto fue un anuncio público —dijo Sadim con inquietud—, Gabriel nos aseguró de que el rey le prohibió a Abaddon y al resto de los altos Generales volver a involucrar a Luzbel en una pelea. No estoy seguro de lo que pasó con ese mocoso en la última batalla contra nosotros, pero el rey estaba muy molesto.
Por supuesto que lo estaría, se replicó Astaroth en silencio. Si el rey desea proteger a Luzbel, es normal que lo aleje del peligro, incluso de su propio poder; volvió a pensar el Lord de la Piedra Gris.
—Mi Señor, Gabriel mencionó otra cosa de importancia —agregó Jolgrazog con una sonrisa de triunfo—, Luzbel va a participar, sin aprobación del rey, como un posible candidato para convertirse en el Campeó del Cielo.
Aquella noticia era una excelente revelación. Astaroth tenía conocimientos de los Campeones del Cielo; cada determinado tiempo se elegía a un ángel de poder casi como el de los arcángeles y se le otorgaba un puesto superior a cualquier General de las legiones celestiales. El Campeón del Cielo era una figura de poder y control sobre otros, un peón que se posicionaba como un trofeo en la Guardia Infernal. Sin embargo, si Luzbel se convertía en Campeón, habría una posibilidad de que el Cielo usara esto a su favor contra el Infierno.
—¿Gabriel está seguro del acontecimiento? —preguntó Astaroth con pasividad; había escondido su tono de consternación.
—Sí. Gabriel y Luzbel son amigos, milord —Sadim explicó con respeto.
Sí, sí, era de esperarse, pensó Astaroth. Si Gabriel mantenía una relación cercana a Luzbel, entonces era más fácil recopilar la información. Empero, Astaroth tenía sus manos atadas en este problema, y era debido a que en el Infierno las cosas no marchaban bien. De pronto, el demonio Lord bebió todo el vino de la copa de un trago; lo único que podía hacer era confiar en la suerte aunque no le gustase esa idea.
—Sadim, Jolgrazog, ha llegado el momento de que se infiltren en territorio enemigo —Astaroth parló con severidad. Después se puso de pie y caminó hacia los lugares de sus súbditos—. Quiero que vayan hasta el Cielo y abran un canal de comunicación con algún ángel; no importa su rango ni su posición. Lo único que necesitan es que desee cambiar las reglas del Cielo y salir de su zona de confort; luego lo usarán como conexión con Luzbel. Regresarán a su territorio, en la Piedra Verde y buscarán a un demonio de nombre Beelzebub.
—¿Beelzebub? —inquirió con asombro Jolgrazog.
—Beelzebub es un demonio que llegó originalmente como un esclavo; no es un híbrido, es un caído. Posee a un grupo de híbridos, caídos y algunos demonios que quieren cambiar las reglas. Se ha aliado a otros mercenarios, pero ha perdido mucho poder por los últimos acontecimientos contra el Cielo. Estoy seguro de que él nos podrá ayudar y que él podrá convertirse en el puente entre Luzbel y el Infierno.
La explicación de Astaroth dejó en claro dos cosas; la primera era que Sadim debía buscar un método de infiltración que no pusiera en riesgo a sus mejores soldados, y la segunda era que provocaría un movimiento más caótico en la Piedra Verde.
A diferencia de las Piedras gobernadas por los Señores del Infierno, la Piedra Verde era una especie de territorio neutral que servía como fortaleza para los mercenarios, mercantes, traficantes de esclavos y otras alimañas que no podrían vivir en cualquiera de las otras ciudades del territorio. Era una tierra de forajidos, donde la única ley que existía era la de sobrevivir. Sadim estaba acostumbrado a las hostilidades del sitio, pero no había comprendido por qué ninguno de los demonios Lores había tomado ese territorio bajo su jurisdicción.
Los demonios mercenarios entendieron que había llegado el momento de cambiar las leyes en la Piedra Verde, y, además, Astaroth había seleccionado a un potencial demonio para otorgarle poder como al resto de los Lores. Sadim no cuestionaba nada en absoluto, ya que tenía un código que respetar y estaba dispuesto a seguirlo.
—Espero tener noticias en los próximos meses, caballeros.
—Sí, milord, delo por hecho —aseguró Sadim.
Cuando la reunión terminó, los demonios mesnaderos se despidieron con cortesía de su Señor y agradecieron por la hospitalidad; se dirigieron al exterior de la habitación y abandonaron el castillo con prontitud. Astaroth ordenó a sus súbditos recoger el sitio y limpiar el comedor de invitados.
***
Una vez el Lord de la Piedra Gris arribó hasta la sala de comando, se dispuso a analizar toda la información. Estaba convencido de que aquél desconocido que había abierto el Edén durante la captura de su hermano ahora se encontraba más relacionado a los acontecimientos presentes. Sus pensamientos divagaron por varias conclusiones, y entre ellas el rostro del rey del Cielo había aparecido como una constante duda. Las cosas eran un tanto lógicas para el demonio enmascarado, pero la disparidad con la realidad era enorme.
El sello que mantenía al Edén protegido era tan poderoso que sólo el Creador y unos cuantos pocos podían manipularlo. De entre estos cuantos pocos el rey del Cielo era creído poseedor de esa magia; y no sólo eso, deducía el demonio Lord, también era aclamado por los ángeles como un descendiente directo del Creador. Y Astaroth había creído muy conveniente el momento exacto en que el sello del Edén había sido removido en dos ocasiones; casi como una coincidencia inevitable. Después de ello había conocido sobre la existencia de Luzbel, un ángel de capacidades superiores a cualquier otro de su especie, quizá exceptuando al rey.
Para el Lord de la Piedra Gris, el Cielo tenía todo para ganar; llegar al Infierno y destruir al reino así como a la raza de los demonios sería posible en cuestión de semanas… Especialmente si empleaban los poderes de un ángel como Luzbel; empero, el rey parecía frustrar al joven y mantenerlo en un estado de control que lo único que estaba por ocasionar era más desorden.
Por fin, Astaroth aceptó que necesitaba conocer más sobre el supremo soberano del Cielo antes de proseguir; aunque no lo creía del todo necesario, sí era una pieza de información que podría ayudarlo a tomar próximas decisiones en el curso del reino.
De forma abrupta, Astaroth recordó el rostro sombrío del ex Lord de la Piedra Púrpura; era, de acuerdo a él, su mejor contacto con ese misterioso soberano celestial.