Las horas pasaban lento en la cocina. Había estudiado tres años pensando en el día que estuviese trabajando para alguna empresa importante, o un restaurante. Hacer comida era lo que más le importaba, lo que amaba. Pero ahora la pasión se volvió monótona. Cocinar no lo apasionaba, ya no tenía 20 años, la profesión le aburría. Cada día era igual, y a pesar de tener un buen sustento económico, seguía sintiéndose frustrado; Dante sentía que nunca cumplió con todos sus propósitos. Una parte de él se había roto, completamente, y ahí quedaron los sueños. Atascados, moribundos y abandonados entre partes rotas, sangre seca, y cicatrices que nunca cerraron del todo.
Un pedazo de su inconsciente sentía que yendo a esa reunión de ex alumnos, iba a poder recuperar esos trozos, o terminar incluso peor.
Un leve pensamiento lo hizo recordar un nombre que había estado guardado mucho tiempo. Al repasar en su cabeza cada silaba de ella, le hacía sentir cosquillas en el estómago, como cuando tenía 16 años, y no sabía nada de la vida, ni las obligaciones de una adultez. Su vida a los 16, completamente enamorado de Alba, pero siempre distante de ella, siempre rompiéndola un poco más. ¿Por qué? ¿Por qué siempre la lastimaba? porque era adolescente, porque era inmaduro, porque no sabía que el amor se agotaba, porque pensó que ella lo amaría eternamente.
Nunca más, después de Alba, volvió a sentir esa química, y ese amor profundo, pero oculto, por nadie.
Salió del trabajo temprano, a las 23:00 tenía la reunión, y los nervios a medida que pasaban las horas iban aumentando.
"¿Qué habrá sido de tu vida, Alba? ¿Te acordarás de mi?"
No dejaba de visualizarla tal cuál como ese día, como el último día que la vio; Ella estaba en su segundo año de carrera, se había enamorado de un estudiante de historia. Alba había cambiado, pero no solo físicamente, sino que había algo en ella que la hacía destacar. Su cuerpo era como el de una mujer en su máximo esplendor de juventud, pero su cara seguía siendo la de una nena inocente; Carita de ángel, de muñeca. Su sonrisa siempre impecable, y sus labios, que siempre estaban pintados de bordo, ahora eran un rosa suave. Nunca sus labios se había vuelto tan apetecible como en ese momento. Pero él no debía pensar en su pequeña y carnosa boca, porque se suponía que él también estaba enamorado, pero de una chica tierna, todo lo contrario a Alba, que conoció el año anterior mientras cursaba. Chica tierna que, 4 años después, lo engañaría con uno de sus amigos.
'Basta.' Pensó Dante, que llegó a su casa y empezó a desvestirse.
Trataba de hacer lo que siempre le funcionaba; esconder sus pensamientos e ignorarlos, actuar de la forma más fría que conocía. Pero, extrañamente, esta vez, no podía hacerlo.
Salió de la ducha, tratando de congelar sus sentimientos, y se empezó a afeitar. Cortada tras cortada de vellos, pelitos pequeños que salían, que crecían internamente, como cada sentimiento florecido por Alba, como cada sentimiento oculto, que empieza a crecer abruptamente después de años de haber desaparecido. ¿Así fue? ¿Los sentimientos desaparecieron? ¿O siempre estuvieron ahí, nada más que dormidos? ¿Puede desaparecer y reaparecer algo con tan solo nombrarlo? Pasaron como 19 años desde que no se veían. Ni si quiera se volvieron a ver. ¿Cómo es posible revivir a los muertos?
Ya estando en perfectas condiciones, perfumado y afeitado, salió de su casa, con las heridas reabiertas, intentando cerrarlas.