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Chapter 30 - Volubles deseos (Parte 1)

Rostros desconocidos fue lo que contempló Adeline al adentrarse con Gianluca en el Gran salón. A excepción de Eydrian, Bastian y André, ese trío dinámico no se perdía por ninguna parte.

Eydrian estaba reunido con Jean Paul y con un señor mayor que Adeline no pudo reconocer dentro de los integrantes ya conocidos en el grupo. Intuyó que posiblemente debía de tratarse sobre negocios pendientes vinculados con el Royal Empiere Sonobe.

Mientras que los otros dos, Bastian y André, se hallaban deglutiendo bocadillos en los diversos buffets que se encontraban esparcidos estratégicamente por la estancia. Parecían dos niños jubilosos por la cantidad exorbitante de distintas opciones de comida que tenían a su alcance. Por lo que cedieron de inmediato ante la vista y el aroma que brotaba del festín.

Aquellos ojos avellana de Jean Paul no tardaron en percatarse de la elegante presencia de Adeline. A pesar de que lo complacía verla aquí, su mirada se oscureció por completo al observar como sujetaba el antebrazo de su hermano menor. Aquel acto, lo puso frenético, ella no tenía que haber asistido con Gianluca, sino debió de ir con él. Era él el que tenía que estar sujetando su brazo, no su hermano, ni otro hombre más que no fuera él. Disculpándose, Jean Paul se alejó de sus acompañantes, esperando el momento para ir tras aquella chica que lo empezaba a enloquecer.

_ Nos traeré un cóctel, no te muevas. Volveré por ti Adeline Strange. _ Susurrando lo ultimo en su oído, sus manos bajaron hasta su cintura, para después sujetarla en modo de advertencia. Adeline observó como el menor de los Sonobe se encaminaba en dirección al puesto de bebidas. En donde un bartender lo recibió, tomando su pedido.

Desviando su mirada de Gianluca, buscó en cada rincón del sitio a Jean Pierre, pero el hermano del medio aún no había hecho acto de presencia en la velada. Sin embargo, sus ojos de tormenta se detuvieron en la inspección al reparar en la aparición de dos mujeres que comenzaron a enfilar para saludar al señor y a una señora que se mostró a su lado.

Arrugando el entrecejo, Adeline no pudo mirar detalladamente a los nuevos invitados, dado a que había sido arrastrada por el mayor de los Sonobe a una oficina alejada totalmente del salón.

Jean Paul la introdujo en el sitio, para seguidamente cerrar la puerta tras de él.

_ ¿Quién te crees para presentarte con otro hombre que no sea yo?. _ Su habitual tono autoritario emergió nuevamente con ella. Y es que le era imposible no usarlo cuando ella se abstenía de doblegarse ante él.

_ No tenía ni idea de que eso era una pauta que venía dentro del combo de ser tu asistente personal. ¿Qué más falta? ¿Una correa?. _ Y ahí iba nuevamente Adeline, retándolo con su sarcasmo y con una sonrisa ladeada.

_ No utilices ese tono conmigo, tú me tienes que obedecer y no tienes derecho a contradecirme. Y si te digo que no quiero verte con ningún otro hombre, entonces harás exactamente eso. Seguirás conmigo durante toda la velada, ¿está claro?. _ Jean Paul se acercó amenazante y lo que a los demás les hubiera resultado intimidante a Adeline le pareció divertido.

_ Sabes jefe, eso de hacerte el macho alfa con todo el mundo, no funciona conmigo. A mí no me puedes poner correa, así que no te esmeres en doblegar a algo indomable. Por mi parte, seguiré disfrutando de esta maravillosa noche, en tanto tú vas a domar a otra persona que esté interesada en ser un peón más en tu tablero de juegos. ¿Fui lo suficientemente clara?. _ En tanto Adeline acomodaba la corbata azulada de Jean Paul, volvió a sonreír. _ Ve buscándote otra bacante, renuncio. _ Diciendo esto último, le pasó por un lado, sin embargo, no pudo acercarse al cerrojo de la puerta, cuando Jean Paul la acorraló contra una pared.

Por un instante, ella se sintió sumisa ante la imponente e intimidante presencia de Jean Paul y es que no pudo siquiera hacer el intento de moverse de aquel encarcelamiento a la que fue sumida por el hijo mayor de los Sonobe. Aquellos ojos color avellana, de los cuales brotaban amor, la habían petrificado por completo.

_ No, sabes que soy yo el peón de tu juego. Y deseo ser el rey que gobierna a tu lado, no una simple ficha en tu tablero. _ El mayor de los Sonobe, fue acortando los metros que los separaba por centímetros que Adeline tuvo que alejar con su mano en el pecho. Aquel contacto, incitó en él, un deseo incontrolable por tomarla en ese preciso instante y demostrarle quien realmente era el amo ahí. Pero por más que se mostrara como todo un magnate, él sabía que estaba a su merced y no había nada ni nadie que pudiera desvanecer ese control que ya existía a causa de ella. Ni esa relación inusual de amor y odio que floreció desde hace mucho tiempo entre ambos. _ Eres mía y eso lo supiste desde el primer momento en el que me conociste. Sabías perfectamente que me iba apoderar de tu vida, como de ti. Y eso es lo que sucederá. _ Proclamó, estando a punto de rosar sus suaves labios contra los de ella, pero Adeline ladeó la cabeza justamente cuando el menor de los Sonobe, se adentraba furioso a la estancia con ambos cócteles en mano que dejó caer por haber apartado a Jean Paul, estampándolo con un fuerte golpe sobre el tapiz.

_ Vete y cierra la puerta. _ Ordenó exacerbado a Adeline. Su pecho le subía y le bajaba con ferocidad, sus nudillos se encontraban sellados y con salpicadas de sangre, su mandíbula tensa de la ira y de su cuello sobresalían sus venas.

Adeline abrió la boca para protestar, no obstante, Gianluca la espantó al vociferar las mismas palabras de antes. Miró a Jean Paul y se calmó cuando él, con un gesto de cabeza, le expresó que estaba bien.

Mirando a Gianluca y luego a Jean Paul, se marchó cerrando la puerta al salir.

_ Escúchame bien Jean Paul, te vuelvo a ver cerca de ella otra vez y te juro que te mato. ¿¡Me entendiste!?. _ Aún exaltado, sujetó el saco negro de Jean Paul con fuerza. Aunque, este lo detuvo con un prominente empujón alejándolo de él.

El mayor de los Sonobe se levantó, acomodando su saco y doblando sus mangas para posteriormente sacar un pañuelo de seda y limpiar los vestigios de sangre que brotaban de su nariz.

_ No retes a tu hermano mayor, puede que tengas ansias por querer jugar en contra de mí, pero se te olvida que tengo más experiencia que tú y para jugar hermanito no puedes olvidar la regla número uno: "Nunca juegues contra un versado", los novatos, tienden a perder por retar a quienes no deberían y créeme Gianluca cuando te digo que este duelo a muerte, lo ganaré yo. _ Guardando su pañuelo, acomodó su cabellera oscura para seguidamente pasarle por un lado y salir del sitio. Dejando a un iracundo Gianluca, dispuesto a todo con tal de que la joven Strange le perteneciera solo a él.

...

Adeline se había escondido del hijo mayor y menor de los Sonobe. Ciertamente no tenía ni la más remota idea de como podría siquiera pensar en lidiar con dos hombres Sonobe en estos momentos, de este modo, se dispuso a coger un cóctel de una bandeja contigua a un mesero que iba pasando por su lado.

Y precisamente cuando estaba a punto de bebérselo todo, el señor junto a la señora que Adeline captó como su mujer, le hicieron un ademán con la mano para que se aproximara. Ella lo dudó por dos sencillas razones, la pareja no estaba sola y la compañía no era exactamente la combinación que ella quería ver.

Ahí estaba el hijo del medio, con una hermosa mujer que le había provocado celos desde que la vio tan cerca de él. Sin embargo Adeline, aún manteniendo las esperanzas, previó de que podía tratarse de alguna prima lejana que estaba de visita en el país y que se marcharía para siempre tan pronto como se diera por finalizada la cena familiar de esa noche. Teniendo este pensamiento presente, comenzó a caminar hacia ellos, desplazándose con seguridad y elegancia, a pesar de que aquellos herméticos ojos dorados la ponían de nervios cada vez que la contemplaba de ese modo.

_ Así que tú eres la violinista de la que mis nietos tanto hablan. _ El señor fue el primero en hablar, había algo en su tono que a Adeline le resultó poco agradable, dado a que sus palabras eran dichas con un doble sentido.

A pesar de que tal afirmación era cierta, el abuelo de los Sonobe, tenía otra intención escondida tras aquellas palabras. No era una novedad de que los hermanos hablaban de ella siempre y no fue una sorpresa intuir sagazmente los sentimientos que le profesaban a la joven violinista. Entonces, sus tres nietos se encontraban enamorados de la misma mujer? Eso no se lo esperaba.

_ Soy Berom, el abuelo de los Sonobe. _ Sonriendo, le acercó su palma en modo de presentación.

_ Soy Adeline Strange, la violinista de la que tanto hablan. _ Replicó, estrechándole la mano con firmeza.

_ Es un placer Srta. Strange, déjeme presentarle a mi esposa Amelia, la abuela de estos jovencitos. _ Al hacer mención de la mujer junto a él, su voz cambió por una entonación más dulce y suave, al parecer aquella señora era la única capaz en desaparecer por un momento la altanería del viejo.

_ Me complace verla por aquí. Ansío ver su show después de la cena. _ Concediéndole una palmadita en la espalda a Adeline, sonrió con docilidad.

La señora tanto como el señor aparentaban estar en sus sesenta y cinco años de edad. Ambos poseían una complexión bastante atractiva, a pesar de que aquella reluciente piel blanca, se encontraba ya con varias arrugas. Sus cabellos eran casi blancos, a excepción de un par de mechones oscuros que los hacía verse exóticos. Adeline notó que ambos tenían los ojos verdosos, la señora de un verde más claro que el señor. Tal y como al papá de los Sonobe, Kalem, por lo que en efecto eran sus padres. De ahí viene el gran parecido que existe entre Gianluca y la extraña combinación de verdes con dorado que obtuvo Jean Paul, este ultimo color por parte de su madre. Pero Jean Pierre en definitiva era el hijo que tenía más similitudes físicas con la familia por parte de su madre, Erin, los Stronghold sin duda, se caracterizaban por esa tonalidad dorada en sus ojos y ese cabello negro azabache.

_ Será todo un honor tocar para ustedes. _ Sus ojos grises se dirigieron a Jean Pierre, para luego desviarse a la mujer sonriente a su lado. Sus expresivos ojos púrpura la observaban expectante. Cabía mencionar que la mujer era preciosa, su cabello café claro se hallaba recogido en un moño y su atuendo se conformaba por un vestido de seda morado con detalles extravagantes brillosos, en sus hombros descansaba un abrigo corto de piel, color blanco, que combinaba con la misma tonalidad de sus accesorios con perlas y sus zapatos. La mujer poseía un aire vivaz y bondadoso que Adeline envidió por un momento.

Jean Pierre por otro lado, no había retirado la vista de ella ni por un momento desde que llegó a ellos y es que se quedó hipnotizado por la belleza tan sombría que envolvía a Adeline esa noche. Ella, se diferenciaba de las demás por su aura profusa de misterio y oscuridad, aquello lo intrigaba como nunca nada ni nadie lo había hecho, pero aún seguía molesto por el suceso que percibió en la azotea con su hermano menor y ahora también el acontecimiento que surgió con Jean Paul en la oficina, todavía le ardía el pecho de celos y dolor.

_ Que malos modales tengo, te presento a mi nieto Jean Pierre, que ya conocías por supuesto y a su futura esposa Marion Thorn. _ Su voz volvió a retomar esa ambivalencia que Adeline había detectado desde un inicio. Provocando que esta se atragantara con el cóctel que se había terminado de beber, al escuchar que aquella mujer en definitiva no era una prima lejana de la familia.

Calmando su incesante tos, emitió un fuerte carraspeo para recomponerse.

_ Es un verdadero placer, he escuchado mucho sobre ti, tu música es asombrosa. _ Comentó Marion, con una sonrisa afectuosa.

Adeline no supo como responder al halago, a saber de la noticia dicha por el abuelo de los Sonobe.

_ Yo... creo que eso está muy bien. Felicidades. _ Al principio tartamudeó, pero logró culminar la frase con una sonrisa falsa.

Un recio dolor le impedía respirar bien y es que más allá de sentir exorbitantes celos, la lastimaba pensar siquiera en verlo con otra mujer que no fuera ella.

El segundo hermano de los Sonobe, no negó el hecho y no porque fuera cierto, sino, porque él quería que ella sintiera el mismo dolor que él siente cada vez que la ve con otro hombre. Sabía que las intenciones de su abuelo no eran del todo inocentes pero, su único comentario fue el silencio, no lo descartó ni lo validó, solo mortificó a Adeline con la duda.

Disculpándose, Adeline se marchó en busca de más cócteles que la embriagaran lo suficiente como para sobrevivir el resto de la noche.

_ Te ves muy mal, supongo que eso de convivir con los Sonobe te está desquiciando. _ Eydrian hizo acto de aparición, tomando un Salvatore's Legacy servido para Adeline.

_ No sé porque estoy aquí Eydrian, no conozco a nadie y aparte de tus dos amigos y tú y claramente los hermanos, no conozco al resto. Así que no entiendo porque enviarme una invitación a mí. _ Con frustración, Adeline se bebió de un solo trago, la mayoría de cócteles servidos en la mesa.

_ No te preocupes cariño te pondré al tanto, en esta velada convives con la presencia de varias familias poderosas. Como representante de los Thorn, está Marion. Por allá, hay una pelirroja, con ojos negros que es la hermana de nuestro André, llamada Zafira, ellos son los Grey. Tenemos a Bastian que vino en nombre de los Petrova, estoy yo que figuro a los Salvatore. Seguidamente vienen los Sonobe que son nuestros más queridos y aclamados anfitriones y luego estás tú, que vienes en representación de los Strange. Estás aquí porque te ganaste un lugar en esta mansión y las demás familias poderosas que no asistieron esta noche, es porque no fueron invitadas, tú por otra parte sí. _ Quitándole el último cóctel, sonrió.

Adeline lo miró y por un momento sus palabras la tranquilizaron.

_ No sabía que André tenía una hermana. _ Mencionó dudosa, mirando a la mujer con ojos feroces que se encontraba charlando con los abuelos de los Sonobe.

_ Sí, no es tan agradable como nuestro André, así que es mejor que tengas cuidado con ella. _ Advirtió Eydrian, mirando nuevamente a Adeline.

_ ¿Por qué debería tener cuidado?. _ Frunciendo el ceño, Adeline la observó con más detenimiento. Su cabello rojizo se encontraba amarrado en una coleta alta, su atuendo constaba de un vestido crema, hecho de pedrería como sus zapatos. El vestido era corto, contiguo a la silueta y lo conformaba una cola que abría el vestido hacia atrás, dejando como única apertura el frente. Su aura estaba llena de ferocidad y sensualidad, resultaba ser una mujer bastante atractiva.

_ Su objetivo es amarrar a Jean Paul y odia la competencia. No es una mujer misericordiosa Strange, no le importa tener que aplastar a quien sea si se cruza en su camino y en estos momentos tú le estás estorbando en su objetivo. Ambos sabemos quien es la mujer que posee el corazón de Jean Paul y no es ella. _ Chasqueando los dedos, prosiguió. _ Bienvenida a la familia Strange._ Diciendo esto último, Eydrian se marchó. Dejando a una Adeline peor de como estaba anteriormente.

No estuvo mucho tiempo sola desde que Eydrian se esfumó, el menor de los Sonobe la había sorprendido por detrás sujetando su cintura.

_ ¿Ya terminamos de jugar a las escondidas?. _ Volteándola ante él, sin soltarla de su agarre, se remojó los labios. _ Donde quiera que vayas, te encontraré, así que mejor te vas conmigo para no dificultarme tanto el asunto de encontrarte, ¿entendido?.

Adeline asintió, mirándolo.

_ Muy bien Adeline Strange, es hora de ir a cenar. _ Sonriendo lúdicamente, le acercó su antebrazo, el cual fue tomado por ella. Ambos se dirigieron al comedor principal, como el resto de los invitados.

...

Las criadas adecuaron el comedor con las mismas candelas labradas de diamante naranja en honor a la familia Sonobe. Empezaron a servir la cena con una infinidad de diversas opciones de platillos exquisitos, habían varios bocadillos salados y dulces y distintos platos principales que Adeline percibió como pura extravagancia y capricho.

En tanto los invitados se servían un poco de todo, Jean Pierre no hacía intentos de querer servirse. Se la había pasado contemplando a Adeline desde que se sentó y es que no le importaba siquiera disimular, ya ella lo había notado, como varios presentes minuciosos por esa inmensa atención que el hijo del medio profesaba solamente sobre la joven Strange.

Sobre todo Marion, quien se entristeció al observar como su amor de la infancia, no le concedió nunca ni el más ínfimo interés y por aquella mujer con ojos de tormenta, no solo le otorgaba toda su atención, sino, ella sabía que también podía tener el gélido corazón de Jean Pierre que tanto había ansiado desde pequeña.

Adeline se removió un tanto incómoda y ni eso hizo que él la dejara de observar, más bien se acomodó para seguirla admirando, cruzándose de brazos.

Ante la situación, ella dirigió su mirada a Gianluca, buscando entablar una conversación con él.

_¿Y quién es esa Marion Thorn?. _ Preguntó con disimulo a Gianluca.

_ ¿Esa de allá? ¿La loca obsesionada con Jean Pierre?. _ Pero claramente Gianluca nunca era para nada sutil.

Adeline se sonrojó y se cubrió el rostro como si con eso nadie la pudiera ver, luego asintió repetidamente.

_ Ella idolatra a Jean Pierre desde que éramos niños, en cambio para él, Marion siempre ha sido un cero a la izquierda, eso le pasa por intensa. _ Gianluca se rio escandalosamente al recordar como Marion de niña salía corriendo tras ver a Jean Pierre y este huía de ella encerrándose como todo un antisocial en su aposento. _ La personalidad de Jean Pierre siempre ha sido así, incluso pensamos que desde pequeño podía tener alguna clase de autismo, por aquellas peculiaridades sociales que tenía, pero resultó que el desgraciado no era defectuoso, solo era parte de su propia identidad ser un cubito de hielo andante. _ Metiéndose un gran bocado de camarones, sonrió con la boca cerrada. _ Volviendo al tema de la fanática esa, a mí en lo personal me cae demasiado mal. _ Negando con la cabeza, hizo un exagerado gesto de desagrado en su rostro.

Provocando una risita en Adeline.

_ Tú también eres muy intenso Gianluca. _ Comentó Adeline, enarcando una ceja divertida.

_ Es diferente, nosotros tenemos una conexión abismal, en cambio ellos es como ver a un gato hambriento y al pobre ratón que ni haciéndose grande se pudo librar, en este caso, de la gata que está sentada a su lado. Además ese no es el punto, me cae mal porque ella es... MUY buena. _ Dejando los cubiertos de un lado, chasqueó la lengua.

_ No sabía que lo malo era ser bueno y que lo bueno era ser malo. _ Manifestó Adeline, invalidando con su sarcasmo la razón por la que Gianluca no le agradaba la hija de los Thorn.

_ En los defectos, Adeline Strange, conoces más a la persona que por sus cualidades. Los defectos no se pueden fingir, las cualidades pueden ser solo actos enmascarados con malas intenciones. ¿Qué prefieres? ¿A una persona que se muestre tal y como es con todas y sus imperfecciones? ¿O alguien que disfrace su verdadera esencia con cualidades que simulan una perfección inexistente?. _ Aquellas palabras dichas por el menor de los Sonobe incentivaron en ella una profunda reflexión.

_ Vaya Gianluca, es lo más profundo que has podido decir hasta ahora, me impresionas. _ Rosando su hombro con el de él, lo molestó.

_ Yo siempre soy así de profundo. _ Poniéndose la mano en el pecho, dramatizó lo dicho. _ Solo recuerda esto, no hay extremos, no somos solo negro o solo blanco, existen tonalidades grises y eso es lo que realmente somos. _ Recalcó Gianluca, asintiendo como todo un sabio.

_ ¿Cuál será su tono gris?. _ Se preguntó más a ella misma que a Gianluca, pero la voz de la sabiduría hizo presencia.

_ ¿Acaso no es obvio? Es el egoísmo, ella sabe que Jean Pierre nunca la ha amado y no empezará por hacerlo ahora y de igual modo sigue ahí forzando el amor de él a través de un matrimonio arreglado para que el pobre Jean Pierre se quede con ella para siempre. Lo peor de todo es que juega a hacerse la mujer más benévola de todas, cuando es malvada. _ Rodando los ojos, emitió un bufido. _ Pero bueno siendo empáticos, yo haría lo mismo si tú no me amaras tampoco, es lo que hay. _ Lanzándole besos al aire, le guiñó un ojo, haciéndola reír nuevamente.

_ Eres un completo idiota Gianluca Sonobe. _ Negando con la cabeza, lo miró.

_ Soy tu idiota Adeline Strange. _ Sonriendo de un modo pícaro, bajó su mirada a esos labios que se moría tanto por probar...