Durante todo el caluroso verano Harry no solo tuvo que enfrentarse a la compañia de la loca de Bellatrix en el tiempo que visito la casa Black, sino que también tuvo que soportar las cartas constantes por parte del profesor Dumbledore que deseaba tenerlo en su maravilloso bando de la luz.
El primero de septiembre de 1975 era un día cálido, aunque habían pequeñas ventiscas que calmaban el abrazador calor. Este año prometía ser realmente interesante gracias a la llegada de Harry Peverell.
El chico aprovechaba la calidad del clima para vestir con ropa muggle, pero sin perder la formalidad. Unos pantalones y camisa negra. La Muerte se había reido sobre su elección de ropa por un largo rato.
Las túnicas eran la vestimenta normal entre los magos, principalmente los sangre pura, por lo que desde que llegó a este tiempo vestía siempre túnicas negras, principalmente en sus visitas a la familia Black o el Callejon Diagón
Cuando paso la barrera entre el mundo muggle y el andén 9 3/4 Harry levito su baúl. El lugar era muy parecido a dentro de unos años. Todos se despedían y gritaban porque algo se les había quedado. Algunos gatos corrían entre las piernas de las personas y las lechuzas ululaban felices. También estaban los de primer año que lloraban fuertemente por alejarse de su familia. Harry extrañaría entrar y oír la inconfundible voz de Neville preguntando por su sapo.
Entro el tren evitando el contacto con algunos padres y niños que estaban llenos de chocolate y sustancias de procedencia dudosa. Ni siquiera le dio una simple mirada a ninguno de los demás compartimientos buscando en el que siempre se sentaba con Hermione y Ron, uno de los del fondo. Lamentablemente, cuando abrio la puerta, los Merodeadores se encontraban ocupándolo
-¿Puedo sentarme con ustedes? No me agrada mucho el bullicio de los compartimientos de al frente.
Harry paso su mirada sobre ellos. En la tienda de túnicas no le había prestado mayor atención a su apariencia.
Sirius tenía el pelo largo y lacio, de un color negro y ojos grises. Peter era bajito y un poco regordete con una piel pálida. Su pelo era corto y de un color marrón con unos ojos azul acuoso. Su rostro parecía mucho el de una pequeña rata. Tal vez tantas transformaciones cambio su cuerpo. Pensó, casi riendose por sus propias ideas. Remus tenía el pelo de un color arenoso y unos ojos mieles. Su piel estaba enmarcadas por varias cicatrices. James...él no se parecía tanto a James como siempre decían. Este Potter tenía el pelo largo y ondulado, pero no parecía tanto una enredadera, como el suyo. Sus ojos eran castaños y su piel de un color avellana
Remus parecía ser el unico que le había prestado un poco de atención a las palabras de Harry, así que, sin apartar la vista de su libro de Defensa, se encongio de hombros. Harry se sento junto a la ventana frente a Sirius.
-Creo que no nos presentamos correctamente...Harry Peverell
-Sirius Black
-James Potter
-Peter Petigrew
-Remus Lupin- dijo el licántropo, aún sin apartar la vista de su libro.
-¿Cómo es Gryffindor? - preguntó con una sonrisa.
- Bueno, ahí no se permiten puristas de la sangre.
-No soy un...
-Pero claro, que más se podría esperar de alguien perteneciente a una familia tan ancestral y poderosa.
-Sin ofender joven Black, pero usted es la persona más desagradable que he tenido que conocer...Hasta su prima Bellatrix que le falta más de un tornillo es mucho más agradable.
Sirius hizo una mueca ante la comparación con su prima. Ella era la peor de todas, y, al parecer, los Merodeadores lo sabían porque comenzaron a reirse.
Cuando el tren ya se había puesto en marcha, y la conversación había girado hacia el Quidditch, la puerta del compartimiento volvio a ser abierta. Lily entró como un tornado arrasador con su pelo rojo fuego hasta sentarse junto a Harry.
-Hola Harry - dijo con una sonrisa.
-Hola Lily. ¿Cómo estas?
-Bien...¿Has visto a Sev?
-Creo que lo he visto unos compartimientos adelantes junto a Reg y Lucius.
Harry realmente no le presto mucha atención a donde ellos se sentaban. Había tenido la oportunidad de conocer a su madre y a Severus por carta, escribiendose todos los días, mientras que a los Black y los Malfoys los conocio cuando fue de visita a su casa o de paseo por el Callejon Diagón. Ahora queria conocer a su padre y amigos.
La cara de Sirius era todo un poema. Ese niño tenía la suficiente confianza con su hermano como para llamarlo por un diminutivo, pero aún asi no es un purista de la sangre si se encuentra hablando con Lily Evans.
-No se por qué se junta con ellos - dijo con una mirada de dolor.
-Exacto - gritó Sirius, dando un salto en su asiento - Son futuros mortífagos..De eso estoy seguro. Toda la casa de Slytherin lo será.
Harry casi se rie por la ironía del asunto. Albus Dumbledore, el mago de la luz, el guía de todas las personas, es más oscuro que Voldemort. Aunque sea Voldemort no juega de una manera tan sucia, si va a matarte estate seguro que lo sabrás.
-Bueno, la casa no define el tipo de persona que eres. Merlín estuvo en Slytherin y el fue un mago de la "luz" - ninguno de ellos oyó el rencor con que Harry menciono la última palabra.
La conversación comenzo a girar en torno a Voldemort y sus seguidores. Sirius más de una vez esclareció que lo más seguro es que toda su familia tomara la marca. Harry comenzaba a aburrirse del tema de conversación. Pensó que los Merodeadores serían más divertidos.
La puerta del compartimiento fue abierta con un movimiento fluido y Regulus entro ondeando su túnica con colores verde y plata. Miro seriamente a los Merodeadores antes de hacerle una seña a Harry para que lo acompañara. El ojiverde se despidió con una sonrisa de las personas del compartimiento y comenzo a seguir a Regulus por el extenso pasillo.
Cuando abrio una de las puertas, casi al principio del tren, estaba la mayoría de la casa de Slytherin y futuros mortífagos. Regulus se sento junto a Lucius frente a Narcissa y alguien que Harry reconoció rapidamente como Andromeda. El compartimiento parecía tener algun encantamiento agrandador para que todos estuvieran allá adentro.
-Harry, ella es Andromeda Black, mi prima.
-Señoritas.
Harry hizo una reverencia antes de sentarse junto a Regulus y que el lugar fuera sellado con un muffliato. Reconoció el hechizo por ser creación de Severus, aunque el resto del compartimiento no conocía el hechizo parecían confiar completamente en el pelinegro.
La conversación se centro, principalmente, a la casa que el ojiverde pudiera asistir.
-Creo que podría entrar perfectamente en cualquier casa. Soy inteligente como los Ravenclaw, valiente y leal como los Gryffindor, trabajador como un Hufflepuff y ambicioso y astuto como un Slytherin.
Harry se encogio de hombros intentando no profundizar más en el tema. Tomo una rana de chocolate que Regulus le brindaba. Al abrirlo se encontró con el rostro de Dumbledore, sonriente y guiñandole un ojo, así que le prendio fuego, asustando a todos.
-Merlín...¿Qué te hizo el cromo? - dijo Regulus mirandolo como si otra cabeza le hubiera salido.
El ojiverde no respondio porque miraba el cromo con el ceño fuertemente fruncido, y más aun al ver que seguia intacto y que Dumbledore le sonreia gentilmente mientras le seguía guiñando un ojo.
-Dumbledore - dijo Lucius - ¿Qué tienes contra él?
-Es un...- gruño mientras sentía un toque suave en su hombro - Nada...olvidenlo.
Las serpientes solo asintieron, haciendole creer que el tema había terminado, pero todas ellas guardaron esa información para preguntar al chico en otro momento. Regulus paso su brazo sobre el hombro de Harry haciendole cosquillas al chico al sentir el pelo largo y rizado de su amigo en su cuello y hombro.
-Respecto a la casa Harry...Donde quedes seguiremos siendo amigos, ¿cierto Severus?
El chico de pelo negro grasoso producto de las horas entre las pociones y nariz ganchuda le envio una mirada de indiferencia a ambos jovenes para luego encogerse de hombros y regresar a su libro.
-¿Como está tu prima Reg?
Se atrevio a preguntar Harry sabiendo a quien se había unico la loca de Bellatrix. Si el pelinegro se lo comentaba significaba que le tenían suficiente confianza.
-Se unió al señor Tenebroso. Se siente muy orgullosa de eso.
Nadie en la sala quería comentar nada respecto a su posición frente a la guerra. A pesar de que Harry se juntaba con ellos nunca comento de parte de quien estaba, aunque cuando quemo el cromo de Dumbledore dio mucho de que hablar.
-¿Te unirás a el Harry?
Pregunto Narcissa. Su voz le parecía tan relajante como la de Luna Lovegood. Una chica rubia con una mirada soñadora con la que había conversado muchas veces en la biblioteca. Era una chica con la que Harry se sentía bastante a gusto y confiaba plenamente en ella como para contarle hasta sus más oscuros secretos
-No
-¿A Dumbledore?
-Tampoco...No apoyo ni los ideales de Dumbledore ni los de Voldemort
El aire en el compartimiento se hizo pesado y ahora todos prestaban su atención a aquel chico lo suficientemente valiente para decir su nombre. Algunos, más inteligentes, miraban de un lado a otro esperando la llegada de los mortífagos, pero Lady Magia tenía el poder suficiente para protegerlos, por lo tanto, ningún mortífago sintio como alguien decia el nombre de su amo
-¿ A-a quién apoyas entonces?
Su cuerpo se impulso un poco hacia delante como si fuera a contarle un gran secreto. El resto del compartimiento se encontraba expectante ante lo que el ojiverde diria. Hasta los más estudiosos habían dejado sus libros a un lado.
-¿Sabías que mi madre es una hija de muggles?
Jadeos de horror se oyeron en todo el compartimiento. Severus intentaba perderse con el asiento dado que esa casa estaba llena de puristas a la sangre, los cuales ya tenían suficiente con un mestizo como para sumarle otro a la lista. Los que se encontraban en peor condición eran los Black y Lucius, que parecía tener un pequeño tic en su ojos derecho.
-Eso es imposible - salto Regulus - Nos mostraste los papeles de Gringotts, decían sangre pura.
Harry casi se rie al ver que muchos sangre puras tenían diferentes tic. Algunos le temblaba la mano, otros mordian fuertemente sus labios. El ojiverde asintió ante lo dicho por su mejor amigo.
- ¿Sabían que dos magos hijos de muggles podían tener hijos sangre pura?
Los jadeos de asombro se escucharon en toda la habitación. Las serpientes no eran de demostrar muchos sus sentimientos frente a otras personas, pero Harry se había integrado en el grupo facilmente. Hasta muchos de ellos empezaban a planear fines de compromisos si aquello resultaba ser cierto.
-El termino esta mal dicho. No es pureza de sangre sino de magia. Claro que nadie sabe esto porque los mestizos e hijos de muggles no prefieren las pruebas de sangre echas por Gringotts.
-Todo este tiempo hemos sido engañados - susurro un chico que reconocio como Raymond Nott.
-Otra cosa con la que estoy un poco de acuerdo con Voldemort es, ¿por qué tenemos que celebrar las costumbres muggles?
-Para que ellos se acostumbren
Narcissa comento con una sonrisa. Ella no se encontraba de acuerdo con celebrar las costumbres de alguien más, pero le gustaba la sonrisa que ponían los de primer año al sentirse en casa.
-¿Como el 31 de octubre? - todos asintieron - ¿Saben que los muggles celebran ese día por caza de brujas?
-Eso es imposible...Dumbledore no...- Harry lo miro con una ceja alzada - Si lo haría. - susurro Nott dejandose caer en el asiento.
-Nos estan haciendo celebrar algo que mato a miles de magos. Aunque la culpa no es en su totalidad de los hijos de muggles. Cuando llegan aquí y celebran lo mismo de siempre piensan que tenemos las mismas costumbres
-Maldito Dumbledore - gruño Lucius.
-Por eso no estoy completamente de acuerdo con ninguno de los dos. Ambos quieren mostrarnos al mundo muggle, pero de manera diferente.
-El solo esta siguiendo los pasos de su antepasado - dijo solemnemente un joven de séptimo.
-Salazar no quería mostrarse ante los muggles. Quería ocultar la magia de ellos, seres codiciosos y que acaban con todo aquello que no comprenden. Era Godric quien quería mostrarse ante los muggles.
Harry se recostó sobre su asiento leyendo su libro de Defensa Contra las Artes Oscuras y dejando que la bomba entrara en sus cerebros y comprendieran sus palabras. Um silencio incómodo se había implantado en el compartimiento y nadie se atrevía a decir ni una palabra.
Las pequeñas conversaciones en el lugar giraban a través de las clases y los partidos de Quidditch. Nadie parecía querer adentrarse nuevamente en el tema de la pureza de sangre, aún pensando en lo mencionado por Harry. Los más afectados de todos eran los Blacks y Malfoy. Nadie podía falsificar un documento de Gringotts por lo tanto, creían poco probable que el chico mintiera. Cada uno se prometió escribirle a sus padres urgentemente.
Faltaban cinco minutos para llegar a Hogsmeade y todos salieron del compartimiento dejando solo a Regulus, Severus y Harry para que se cambiaran. La túnica del último era completamente negra por no ser aún seleccionado a una casa y el ojiverde rezaba para no tener nuevamente los colores rojos y dorado.
Cuando llegaron a la estación de Hogsmeade todos incitaron a Harry para que fuera junto a los de primer año en el viaje en bote, la primera impresión del castillo era la que siempre quedaba en la memoria. El lago reflejando la luna, Hogwarts imponente con luces en sus ventanas dándole un tono cálido y deslumbrante. Pero Harry rechazo la idea, prefiriendo viajar en los carruajes.
El año pasado Luna Lovegood le había comentado acerca de diferentes criaturas mágicas que el desconocía y le parecían interesantes. Una de ellas fueron los thestrals que eran los que movían a los carruajes. Solo aquellos que habían visto la muerte podían percibir a los animales, aunque a Harry le recordaban mucho a la muerte de Cedric.
Su mano se coloco suavemente en el animal negro acariciandolo. Todos lo miraron extrañados por aquello dado que lo único que veian era aire, para ellos no había nada ahí.
-¿Peverell, sabes que estas tocando el aire? - dijo Lucius con una ceja levantada.
-¡Ya sabía yo que le faltaba un tornillo! - gritó Sirius seguido de las risas de muchos chicos que caminaban para tomar un carruaje.
-Cállate Black - gruñó Severus.
-Son criaturas invisibles para aquellos que no han presenciado la muerte - dijo - El año pasado murió mi madre frente a mis ojos, por eso es que puedo verlos. - aparto la mano del animal mientras se sentaba en el carruaje - Se llaman thestral, joven Black. Si lo buscaras en los libros sobre criaturas mágicas y dónde encontrarlas sabrías lo que es.
El carruaje comenzó a moverse entre el espeso bosque luego de que Severus y Lily se hubieran sentado junto a él leyendo un libro sobre pociones. Regulus y Narcissa se encontraban más callados pensando, seguramente, sobre lo que comentó Harry en el tren.
El camino hacia el castillo fue bastante tranquilo. Incluso Regulus inició una conversación con la pelirroja. Todos se mostraron algo sorprendidos ante aquello, pero aún así se adentraron en la plática sobre hechizos defensivos. Cuando llegaron al castillo los Merodeadores se encontraban en la gran puerta con una mirada de odio reflejada en sus ojos, excepto por Remus que aún seguía mirando su libro distraidamente
Cuando entraron en Hogwarts Harry sintió como algo lo envolvía. Era un tacto suave que lo hacia sentir como en casa. Aquella era su casa. Los pasillos y la organización del castillo era muy parecida a la del futuro, por lo que Harry esperaba no perderse.
Al entrar al Gran Comedor se dejo envolver por el maravilloso lugar. Las velas flotantes, las grandes ventanas, las mesas con colores brillantes y hermosos. El profesor Dumbledore, con su larga barba gris, esperaba al nuevo alumno donde se llevaba a cabo la selección y Harry se encaminó hacia él.
-Buenas noches mi muchacho.
-Profesor Dumbledore.
-¿No te parece precioso el cielo hoy?
Dijo mientras observaba el techo de la escuela, que, como le había dicho Hermione en su primer año, reflejaba el cielo.
-Bastante hermoso, profesor.
Los murmullos se detuvieron cuando las grandes puertas de más de dos metros se abrieron dando paso a la profesora McGonagall con su moño estirado y su gran sombrero, aunque con menos arrugas. Los niños de primer año iban detrás de ella en una fila, todos nerviosos y apretujados mirando todo con los ojos desorbitadamente abiertos.
La profesora McGonagall dejo a los alumnos sobre la pequeña tarima formando una fila delante de los otros alumnos y de espaldas a los profesores. A los cinco segundos trajo un taburete que coloco frente a los niños de primer año y sobre este al Sombrero Seleccionador, tan raído y sucio como en el futuro. Una rasgadura cerca del borde se abrió, tan ancha como una boca y el Sombrero comenzo a cantar. Aunque Harry no le presto demasiada atención, intentando analizar que casa sería mejor para sus planes y si tal vez amenazaba al Sombrero de quemarlo lo pondría en ella.
La profesora se adelanto con un gran rollo de pergamino y aún con su rostro serio.
-Cuando yo os llame, debereis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen.
Harry estaba tan concentrado en su análisis de cada cada casa que ni siquiera presto demasiada atención a la selección.
-¡Lockhart, Gilderoy! - gritó la profesora McGonagall
La cabeza de Harry se movio a una gran velocidad para ver al chico de ojos azules y pelo rubio sentarse en el taburete. El Sombrero fue colocado en su cabeza y luego de un tiempo dio su veredicto.
-¡Ravenclaw!
¿Cómo él terminó en Ravenclaw? Es una falta de respeto para la fundadora y los estudiantes. Lo único que hacia bien era robarse el trabajo de otros. Fue lo que pensó Harry cuando vio al chico caminar con aire de grandezas hacia le mesa de las águilas.
-Y ahora, antes de comenzar a comer, hay que hacer una selección más - dijo el Director con una sonrisa.
-Peverell, Harry! - gritó la profesora McGonagall.
Los murmullos se extendieron por todo el Gran Comedor. No era normal que un alumno entrara durante su quinto año y mucho menos aparecer durante la guerra que se estaba llevando. Enseguida los hijo de muggles lo calificaron como un sangre pura, y los pertenecientes a familias de magos se sorprendieron por el apellido que había sucumbido al olvido y que el ojiverde portaba.
La profesora McGonagall esperó a que el chico se sentara en el taburete para colocarle el viejo sombrero sobre su cabeza.
-Bueno...bueno...¿que tenemos aquí?...Así que Harry Potter - el sombrero soltó una risita, si es que aquello podía ser posible - ¿Dónde te pondré? Estoy seguro que harás un buen trabajo nuevamente en Gryffindor, pero...en Slytherin harás grandes cosas...
-Una casa donde el viejo piense que soy manipulable, pero que aún pueda mantener contacto con los Slytherin y Gryffindor.
-Ya entiendo...Si, si...No creo que esta sea tu casa, pero tienes una misión y yo no me opondré a los deseos de Lady Magia...¡HUFFLEPUFF!
Las mesas de los tejones estallo en aplausos por su nuevo estudiante. Las pocas personas que conocían al chico se mostraron bastante sorprendidas por el sorteamiento.
- ¡Bienvenidos! - dijo el profesor Dumbledore con una sonrisa y sus brazos extendidos - ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están. ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!...¡Muchas gracias!
El hombre barbudo se volvió a sentar y el banquete apareció frente a sus ojos. Había carne asada y pollo asado, chuletas de cerdo, una gran variedad de ensalada, pudín (el cual le recordaba a Luna), puré de papa, tocinos y filetes. La mesa de Hufflepuff tenía comida mucho más saludable que la de Gryffindor.
-Está...un poquito loco, ¿no? - preguntó uno de primer añor y a Harry le recuerda a él cuando le hizo la misma pregunta a Percy.
- Él es un genio, el mejor mago del mundo...pero está un poco loco, sí.
El fantasma de la casa, Fraile Gordo, se paseo por la mesa saludando a los de primer año y teniendo una que otra conversación con los años mayores.
-¡Oh! Tú debes ser Harry Peverell. ¡Qué felicidad que éstes en mi casa!
La cena desapareció luego de varios minutos, y cuando todos habían terminado de comer, la comida había desaparecido, dejando los platos dorados completamente vacíos, igual que las copas.
- Ejem...sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año. Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos. Las pruebas de Quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
Todos murmuraron acerca del Quidditch, dado que casi todos los años algunos jugadores se iban de Hogwarts. Mientras que los de primer año temblaban, sin querer saber la razón del por qué el bosque está prohibido.
-¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio!
Las sonrisas de muchos profesores se habían vuelto falsas igual que la de Harry. Con un movimiento de varita una larga tira dorada aparecio y se transformó en palabras.
-¡Que cada uno elija su melodía favorita! ¡Y allá vamos!
Entonces, todo el colegio vociferó.
Hogwarts,Hogwarts,Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber,
haz que recordemos lo que olvidamos,
hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.
Cada persona terminó la canción en tiempos diferentes y Harry extrañó la melodía de los gemelos Wealeys que parecía una lenta marcha fúnebre.
-¡Ah, la música! ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote!
Harry hizo una mueca ante el discurso repetitivo de Dumbledore y abandonó el Gran Comedor siguiendo a los prefectos de Hufflepuff. El ojiverde, vestido con su túnica de color amarillo, bajo las escaleras hacia el sotano. Había que tocar una serie de barriles al ritmo de Helga Hufflepuff para darle paso a la sala común.
La sala común era de techo bajo, acogedor y cálido. Habían montones de colgantes amarillos, cobre bruñido, y sofá y sillones tapizados de amarillo y negro, los colores de la casa. Habían pequeñas ventanas circulares y una gran repisa de madera de color miel con tallas de tejones en ella. Sobre esta, un gran retrato de la fundadora de la casa, Helga Hufflepuff, se abría paso.
-Peverell - sintió el llamado de uno de los prefectos - acompañame.
Atraversaron unas puertas redondas que se encontraban en las paredes de la sala común y caminaron por el pasillo hasta la habitación que contenía su nombre. Las camas tenían edredones de cuadritos y habían calentadores. Algo realmente bueno, cuando recordaba las noches frías que pasaba en la torre de Gryffindor. En realidad, Harry amaba Hufflepuff y se pregunto porque el Sombrero Seleccionador no lo envio ahí en un primer lugar.
-Compartirás habitación con Adrian y Stebbins*. Mañana la profesora te dara tu horario con las clases opcionales que escogiste. Hay un grupo de estudio donde los años mayores ayudan a los demás en sus tareas. Los sábados no separamos en grupos para ayudar a la profesora Sprout en sus invernadores o a Hagrid con las criaturas. Que tengas una buena estancia Harry.
Harry escucho como le mostraban a los niños de primer año el himno de Hufflepuff. Parecía ser una tradición entre ellos. Aunque le molesto un poco la letra. Pensaba que Hufflepuff no tenía discordia con ninguna casa, pero al parecer, dentro de las paredes de tu sala común, muchas cosas suceden.
Harry se quedo dormido con una sonrisa, esperando el día siguiente. Estaba seguro que Dumbledore lo llamaría a su oficina para unirlo a su causa o conseguir información, pero cuando entendiera que sucedía sería muy tarde para hacer algo y tanto el como Voldemort caerían.