Tras perder a sus padres, Darlis fue encontrada por un mercader y fue vendida para ejercer como esclava doméstica, hasta que su nuevo dueño, un anciano decrépito, presenció el don con el que había sido bendecida.
Su tacto, su cabello y su piel son curativos, un roce de sus dedos destruye cualquier mal en el cuerpo de alguien. Los animales parecen domados por ella para servirla siempre.
Y sus encantos, tan atrayentes como el canto de una sirena, desarmaban incluso al mejor de los soldados.
Duques de tierras lejanas visitan el hogar para conocer a la joven de cabellos plateados de la que tanto murmuran, y de quien tanto presumen los caballeros de haberla presenciado.
Una noche, una veintena de soldados del ejército real se presenta exigiendo su presencia ante el rey. Entonces Darlis se ve envuelta en un mundo de falsa elegancia que despierta una fiera que dormitaba en su interior y que ahora deberá conocer.