Cansado y soñoliento fausto salió como de costumbre rumbo a la oficina, iba con la preocupación de lo revelador del sueño. Dejó olvidada la carta escrita para alondra en la mesa de noche, pero no sería problema regresaría en cuanto pudiera. No dejaba de pensar y en tratar de hablar lo más pronto sobre lo que escribió, pero parecía un niño cuando toma algo escondido y tiene la certeza que lo descubrirán. Debía tomar la decisión de hablar con alondra y contarle cosas que tenía que haberle expresado desde un comienzo. El temor por la reacción que ella tomaría era lo más importante, sus dudas no dejaban de atormentarlo pero debía solucionarlo tan pronto se vieran.
Alondra, inquieta por el sueño, se fue a tomar la ruta para la universidad, la cual pasaba bien temprano, no le dio tiempo de acercarse por la oficina para saludar a fausto y pensó que la carta mejor la dejaría de regreso en los autobuses que supervisaría fausto. No dejaba de pensar en el sueño y darle la interpretación correcta sería lo más lógico, pero en su cabeza parecía estar pasando el tiempo a velocidad máxima y a devolverse con la misma intensidad. Trató de calmarse y ordenar las ideas para poder concentrarse en las clases del día. Al salir de la universidad, pensaba llegar a donde su amiga sámara y desahogarse un poco. Tal vez ella le ayudaría a encontrar calma en medio de la tormenta que sentía se vendría. Las clases no ayudaron mucho, fueron extenuantes y no pudo encontrar la manera de escaparse antes. Por fin pudo salir y se dirigió a tomar el autobús, no veía la hora de llegar, recordó la carta y se fue hasta el sitio donde la dejaba normalmente y la colocó sin despertar ninguna sospecha. Se le hizo eterno el trayecto en el autobús, hasta que pudo llegar. Bajó y llegó lo más rápido que le dieron sus fuerzas hasta donde su incondicional amiga y esta le abrió rápidamente.
-¿cómo estás?-Le preguntó sámara intrigada y al notarla un poco decaída su gesto cambió - ¿paso algo?
-Estoy bien, no te preocupes.-Le dijo alondra tratando de estar calmada mientras que preguntaba.- ¿Crees que fausto tenga alguna otra mujer?- preguntó tomando a Samara por sorpresa.
-No lo sé, ¿acaso te ha dado motivos para que pienses eso?-Contestó sámara.
- Anoche tuve un sueño sobre eso, pero se sintió tan real, parecía más bien una pesadilla. Y no he podido quitarme este mal presentimiento desde que desperté.-
-Lo mejor es que lo enfrentes para así salir de dudas si, de verdad te ama y te respeta, te dirá la verdad.-
-Ciertamente es lo más sensato, pero tengo miedo de su respuesta.
- Quedarte con la duda es peor, si es verdad, te enteraras tarde o temprano y lo mejor para ti es que sea temprano.
-Tienes razón, debo hablar con él-Alondra sosegada por la conversación y por la comprensión de su amiga pensó que lo mejor sería ir a buscarlo. Se despidió de sámara, no sin antes darle un abrazo y las gracias por escucharla. Caminó lo más rápido que pudo para llegar a la oficina de fausto, desafortunadamente no estaba. El encargado le dijo que le había dejado una nota y se la entregó. La leyó….no regresaría, había viajado con el presidente de la empresa a solucionar lo de los autobuses que no llegaron, se marchó a casa olvidando que la carta en el autobús hoy no la encontró. Lloró desconsolada en su habitación por las circunstancias que pasaban y no podía tener la certeza de que fausto la quisiera realmente como ella lo sentía, como ella lo amaba. Las dudas se apoderaban de su mente y la llenaban de más incertidumbre que le penetraba el alma y la desbocaba a un universo de ilusiones al que solo ella tenía acceso. Rebuscaba en lo más profundo de las emociones y se encontraba solitaria y apartada tratando de superar sus propios miedos, que la seguían inundando por las rendijas incurables de un amor indefenso, ante las tormentas impredecibles que arrastran los desechos inútiles de penas pasadas. Anduvo entre sueños por los recónditos caminos del alma, que la llevaron a perderse en inverosímiles verdades a medias, apareciéndole siempre la figura incorpórea, idealizada en su amado fausto. Lo sacudía hasta estremecerle los cimientos de sus castillos encantados, agrietándole las columnas y sus paredes inestables por los materiales falsos de una autoconstrucción pobre y efímera que la había hecho perderse en el espacio y en el tiempo, amargos y disimulados por las ilusiones de cartas que no tienen memoria.
Fausto no aparecía y lo único que se sabía era que estaba en la capital con el presidente de la empresa en una negociación para comprar autobuses para una nueva ruta que habían adquirido. No podía seguir con la incertidumbre de no tener noticia de fausto, se alistó al poco tiempo de llegar de la universidad, era viernes por la tarde, su madre no llegaría hasta pasada las nueve de la noche.
Llegó a casa de sámara, pero no estaba. Una vecina le dijo que la podía conseguir en el salón de belleza de las mellizas pelirrojas, eran muy conocidas, por qué además de arreglar cabellos entretenían a sus clientes con el marcado acento italiano que no perdían a pesar de haber venido bien pequeñas y también por los concejos que daban a las más jóvenes. Oriana y ornella eran sus nombres. Se acercó alondra a la puerta del salón y divisó donde estaba sámara, le hizo señas y se acercó, ornella la vio y la detuvo.
-Allodola, ciao bei Capelli….Jaja…-Alondra le sonrió y la saludo.
-¿qué dijo?-Sámara rio y le tradujo-Hola alondra, hermoso cabello-
-¿es italiana?-
-Sí, vinieron pequeñas, pero les gusta bromear con los clientes hablando en italiano pero también hablan español. Son chéveres, a veces una habla y la otra termina de decir lo que la una empezó.-
-¿Estás en turno para arreglarte el cabello?-
-Sí, esta noche voy a un coctel que tiene dany, así que vine a arreglarme para la ocasión.-
-Me alegro por ti, te dejo entonces no quiero dañarte tú salida con mi drama.-
-No te preocupes, ¿para qué son las amigas? quédate y nos divertimos un rato con las italianas locas y de paso te arreglas el cabello y te relajas un poco.-
-buena idea, a ver si dejo de pensar tonterías.-
-Ya llegó mi turno y hablo con Oriana para que te arregle a ti.-Alondra asintió y esperó el llamado un poco más tranquila, la italiana que la sorprendió cuando llegó le hizo seña que se sentara en la silla que habían desocupado frente al espejo, el cuál ocupaba todo el espacio desde la entrada hasta el final del salón y hacía ver más bonitas las personas, tenía como un toque mágico.
-Tienes un hermoso Capelli neri-Le dijo nuevamente ornella.
-Gracias, pero no sé qué corte me conviene más.-Dijo alondra.
-No te preocupes mia ragazza.-Alondra no entendió, pero igual sonrió y se dejó llevar por lo que hacía ornella con su cabello y por lo que decía sin parar, la hermana, Oriana le contestaba y como dijo Samara hasta terminaba las frases. En una de esa alondra alcanzó a escuchar más detenidamente cuando la una dijo.-Hasta para deprimirse. Hay que tener tiempo.-Dijo la otra. Y continuaron.-El no hacer nada.-dijo ornella y Oriana completó.-Provoca muchos conflictos.-Parecía que estaban conectadas, como si hablara una sola, por qué hasta el timbre de voz era el mismo. Le llamó la atención todo lo que las italianas hablaban y meditaba que no eran tan locas como sámara decía, sino más bien, muy centradas en sus conjeturas. Terminó alondra convencida por toda la labia utilizada por las italianas supuestamente locas y por el corte de cabello, parecía otra chica. Ornella le dijo.
-Molto bello, te quedó súper conquistaras piú di una.-Alondra de nuevo sonrió, no comprendía lo que le quería decir ornella, pero previendo eso ornella le tradujo.
-Te quise decir que te quedó muy bello el corte y conquistaras más de uno esta noche.-
-hahaha…no, no voy a la fiesta que va sámara.-
-Pensé que irían juntas, de todas formas disfruta tu corte y lúcelo es molto bello.-
-Gracias, parezco otra persona.-
-Es el toque de magia que le ponemos a nuestro salón y no incluimos la terapia oral.- Terminó riendo ornella, alondra reflexionó en todo lo que dijo y de verdad qué había sido una terapia como valor agregado. Se sentía en ese momento libre y no recordaba su preocupación por fausto. Sámara la sacó de sus pensamientos y le dijo.
-Ya llegó dany, vamos de paso te dejamos en tú casa.-
-No, yo me quedo hablando con ornella, ya está desocupada y luego me voy a casa no te preocupes. Vete tranquila y disfruta.-Sámara se despidió y se marchó con dany. Ornella como buena conversadora se sentó al lado de alondra empezando un dialogo más íntimo, le contó que tenía un hijo de 5 años recién cumplidos, qué además se había separado ya hacía 3 años. Junto con su hermana tenían el salón de belleza desde hacía 10 años atrás, con el cuál sostenían la familia. Alondra entró en más confianza sintiéndose cómoda para poder expresarse sin temor. Ornella la sorprendió cuando le dijo.
-Conozco un poco tú historia con fausto, él es muy conocido en la cuadra y por ser cliente nuestro, viene normalmente a cortarse el cabello y es molto loquace.-
-No me había contado, por lo general pasamos por esta calle cuando vamos a la oficina donde trabaja.-
-Sí, él pasa mucho por aquí y a rato entra no más a hacernos bromas. Dice que estamos locas, por qué cuando le hablamos una empieza y la otra termina.-Alondra pensó en preguntarle si sabía algo de su vida personal, pero no quiso exponer su situación, le parecía que la tomaría por tonta. Siguieron charlando hasta cuándo fue la hora de cerrar y Alondra se despidió y les agradeció por lo chévere de la estadía en el salón y por el corte de cabello qué la había hecho transformarse un poco, por lo alocada que andaba con su preocupación. Regresó a casa y su mamá no había llegado, se metió a la habitación con ganas de dormir y olvidarse de todo. Estaba convencida de poder escribir cuando despertara y no tenía claro si lo hizo entre sueños. Empezaba así:
Una madrugada del mes...no recuerdo…
He cambiado mi forma de ver los acontecimientos y no ser tan dura conmigo, tratando de sacar conclusiones sin escucharte. No sé a dónde te ha llevado el tiempo ni el espacio que compartes, pero tus razones tendrás y no soy Dios para juzgar, pero tengo claro que robarías mis días y mis noches, creo que no te olvidaría, ni aun queriendo, por qué cuando me miras todo vuelve a empezar y todo se me ilumina, por qué justo donde los sueños trasnochan, tu boca me besa cuando la marea sube y me arrastra en un mar de pasiones desenfrenadas. Sé que cuidaras del aire que respiro y no me abandonarías por mucha presión que la sociedad te daría. Me desboco cuando me miras en un vasto cielo de esperanzas removidas por la suciedad de esa misma sociedad hipócrita. La distancia se reduce cada día y la sangre alborotada trata de juntar nuestras bocas y no quiero estar sola, por qué en lo más profundo de mi ser sin ti no sé qué hacer. Solo te pido, quédate a un ladito donde yo te pueda ver y mis manos no se pierdan para poderte tocar y tu aliento me embriague del amor consentido y descomplicado que hemos podido vivir. No me dejes sola, por qué cualquier camino me serviría para vagar. Sí te descubro más al paraíso puedo llegar, pero siempre recostado a un ladito de mi ser.
Aun tuya sanya.