La noche es dura, imposible de conciliar el sueño. Hay viento fresco y la niña sin qué taparse. La familia, apartada del pueblo, un poco más adentro del bosque, se ponen a descansar. La multitud se sigue escuchando a lo lejos. Tumbada ante sus padres a cinco metros de distancia, observa a su madre encima de su padre. Ve a su madre moverse rápido y a gritar. Su padre la toca y la pega, además de gritar. La pobre niña ya lo ha visto más de una ocasión. Se da la vuelta e intenta dormir. Cerrados los ojos, parece que el ruido lentamente desaparece. Una voz conocida le susurra al odio.
_Dasela a tus padres.
En su cabeza, aparece la imagen de la manzana dorada, la serpiente negra hablándole. Sin dejar de ver eso y pensar en ello, la niña poco a poco se queda dormida. Un sueño profundo en el cual no escucha nada. A pesar de la noche, la niña pudo descansar debido al sueño tan profundo. El sol se asoma entre los árboles y el aire es caluroso, aunque sigue haciendo fresco. Sus padres siguen durmiendo, por lo que la niña aprovecha para pasar a ver el pueblo. No es muy grande, y la gente parece amable. Los comerciantes comienzan a preparar sus puestos. Pan, hortalizas, frutas frescas, carne que huele delicioso, e incluso el olor del pescado le hace la boca agua. La pobre niña, apenas come y al ver todos los puestos, le rugen las tripas. Pero uno le llama la atención. Una mujer abriendo el puesto de golosinas y azúcar, todo tipo de dulce casero. La niña no puede evitar saborear el olor a lates delicias en los labios. La mujer la observa.
_Ohh, mi niña. ¿Quieres uno de mis dulces? - la voz de la mujer es dulce y risueña, no es ni joven ni demasiado mayor, sus ojos son hermosos. La pobre niña asiente con la cabeza - Pobrecita, seguro que eres de la calle - la mujer muestra piedad ante la niña- Ven anda - la mujer amable le da un trozo de pan dulce y una manzana roja fresca además de agua, la lleva dentro de la tienda del puesto donde la hace lavarse las manos y la cara y peinar su cabello.
_Gracias - la inocente niña, responde tímida.
_No lo des querida. He visto a muchos niños como tú , sé que el mundo es algo especial. Dime, ¿tienes padres? - la niña no sabe si responder o no, pero la mujer nota como empieza a temblar - ¿Tienes miedo de ellos, cierto? - la pobre niña la mira a los ojos llorosos - No te preocupes - se le acerca al odio y esta le susurra- Sólo tienes que darles la manzana a tus padres y todo acabará.
Escuchando esto de la señora, la niña decide irse. Por fin pudo desayunar algo decente. La gente empieza a despertarse y las calles comienzan a llenarse. Hay una pancarta donde hay soldados aguardando la. Debe ser la del padre Circus, todos están muy emocionados de verle y escucharle. Todos adoran al padre Circus.
La niña decide volver al lugar con sus padres. Nadie los conoce por los que no importa lo que hagan o no. Estos se despiertan y ya están hablando del plan. Parecen muy felices. La niña observa su mochila. Allí sigue la manzana, dorada y brillante, además de deliciosa. Es irresistible y por su mirada, no puede evitar pensar en probar un mordisco. Ve que sus padres se acercan.
_Niña, vamos, el plan se acerca - diciendo esto Run, la familia va rumbo al pueblo, a desayunar. Como siempre, la niña pan y agua. Al haber comido esta antes, se lo guarda para más tarde. El pueblo ya está en marcha y el padre Circus a punto de salir a dar el sermón de mañana.
Pequeños susurros en sus odios, de diferentes voces diciendo "la manzana". La niña pensando y dándole vueltas a ma cabeza. No sabe que hacer. "¿Qué va a pasar?"