Chapter 2 - 01: El inicio

País: Estados Unidos.

Fecha: 5 de octubre de 1985.

Narradora: Kaitlyn Verónica Cruz.

Una noche lluviosa, húmeda, las gotas caían fuerte sobre el techo de nuestra casita deslinzándose por las ventanas haciéndome sentir feliz y calientita, me avía puesto el abrigo de mi padre.

Lo saqué de su armario y me lo puse; una bata de laboratorio me quedaba mejor, era enorme, ahí cabían cuatro niñas como yo y quedaba espacio. Me abrazaba a mí misma aferrada al abrigo caliente.

Que lloviera de día era deprimente, frío y solitario, te dan ganas de llorar y comer algo caliente meterte en tu cama cobijado con tu colcha favorita, ver TV solo o acompañado y quedarte dormido hasta que pase todo pase... es triste.

Pero cuándo llueve de noche es muy diferente, el olor a tierra mojada y caliente sube en un leve vapor que se impregna en tu naríz, primero da calor y luego se dispersa dejando que el frío se sienta.

Da un frío que al menos a mí me pone muy feliz y contenta. Amo que llueva de noche eso equivaldría a una noche de chocolate caliente, películas, y unas buenas sábanas para dormir acurrucado.

Me acerqué a ver la lluvía caer con intencidad sobre la desolada calle, unas densas nubes grises pintaban el cielo, no podía quitar la sonrrisa de mi cara.

Estaba perdida en la belleza de esa noche, sumida en mis pensamientos.

—Verónica.—- exclamó la voz de mi padre.

En un sobre salto desperté de mi sueño despierta y fui a él que estaba en la cocina.

—-Dígame.-— respondí parándome junto a él.

—-No te acérques tanto.-— dijo echándome a un lado para qué no me quemara con la estufa.

-—¿Qué haces?.

No pude evitar preguntarle, olía muy rico.

-—Sopa de pollo.

Esa fue la cereza que coronó el pastel, toda esa noche era perfecta.

El olor al caldo llegó a mi naríz, ya la estaba saboreando, el olor era tan rico que mi estómago crujió.

-—Por qué no vas y te bañas así cuando sirva la cena solo será comer e irnos a la cama.

Lo miré y asentí ante su propuesta.

-—Esta bien... pero el agua está fría...¿me calientas un poco?

-—Verónica...

-—Por favor, esa agua debe de estar fría, muy fría, calientame un poco, no quieres que me valla a dar un resfriado o una mala gripe solo por no querer calentarme un poco de agua ¿verdad papi lindo?.

Dije lo último con la esperanza de que me hiciera caso, así como una especie de soborno, además el agua del ártico debía de estar más caliente que la del baño.

Mi padre me dió una mírada de tú no tienes caso y prosiguió a tomar una olla para calentarme el agua.

Mi sonrisa triunfante se hizo precente al ver que logré lo que quería.

-—Ve y pon a llenar una cubeta en el baño.

Asentí y fuí dando brinquitos hasta el baño para poner la cubeta a llenar, me senté sobre la tapa del escusado batiendo mis piés de un lado a otro esperando con ansías que se llenara.

Después de que se lleno mi padre vino con el agua caliente y la vertió en la cubeta.

Me bañé, me puse una de mis pijamas favoritas y bajé a degustar la sopa que me estaba haciendo agua la boca.

Después de dar las gracias comenzamos a comer. Al terminar nos fuimos a dormir, mi padre estaba muy cansado.

Bueno él se fue a dormir yo por otro lado no podía conciliar el sueño por nada en el mundo, me puse de lado con vista a la ventana.

Una vista hermosa. Las nubes le abrieron paso a la luna llena y las estrellas, aún lloviendo a cántaros, la luz de la luna se colaba por la gotas haciendo ver la ilusión de que caían cristales del cielo, parecía fantasía, sencillamente hermoso, me senti mirando otro mundo.

La naturaleza es hermosa.

Adorando la belleza de esa noche logré dormirme.

***

Lluvía. Ella me avía regalado unos perfectos charcos de agua donde saltar mientras volvía del colegio con mi papá.

La rutina era simple: de camino al trabajo me dejaba en el colegio, a la hora de salida uno de mis tíos me recogía y me llevaba a casa de mi abuela, de ahí me iba a la casa de la señora Claudette a tomar mis clases de arte, cundo él salía nos íbamos los dos de regreso a nuestra casa.

Tomada de su mano iba saltando de charco en charco tratando de no salpicarlo.

Mis medias estaban empapadas gracias a mi descuido infantil.

-—Verónica..

-—¿Si?.

-—Ya deja de hacer eso estás salpiacando a todo el que nos pasa cerca.

Lo dude por un rato y después hice caso a sus palabras y dejé de hacer aquello, miré su rostro y estába... ¿afligido?, ¿triste?, ¿preocupado?. Mi pecho se hundió al ver como estába, no me gustaba verlo de ese modo.

-—Perdón. Ya no lo vuelvo a hacer papi.

Sus cristalinos ojos azules se encontraron con los míos, una sonrisa de lado se formó bajo su pelirroja barba.

-—¿De que hablas?

-—Ya no volveré a brincar en charcos de la calle nunca más, no quiero que te entristezcas por mi culpa.

Él negó varias veces con la cabeza.

-—No éstoy así por eso Verónica.

-—Y por qué estás triste entonces.

-—Cosas de adultos.

—-¿Qué cosas?, ¿Qué tipo de cosas?, ¿Son malas?, ¿Te puedo ayudar?.

-—Cosas y ya Verónica... tranquila nada que tenga que ver contigo hermosa.—- hizo una pausa apretando mi manito en la suya —-Y cuéntame, cómo estuvo tu día con la señora Claudette.

—-¡Uy!-— solté en un chillido de alegría -—. Super bien, de hecho demaciado bien, comencé y terminé una pintura hoy mismo, se llama "En Busca de Otoño", quedó bien pero Claudette se molestó como siempre porque no usé los bocetos, ella dice que son importantes así no me arriesgo a dañar la pintura y puedo corregir errores—- torcí la boca -—, es que se me hace incómodo, además no creo que yo los necesite, lo hago bien sin ellos.

—-Verónica siempre te he dicho que sí alguien mayor te dice que hagas algo debés de hacerlo sin reprochar—- dijo de manera calmada pero firme -—, debés de llevarte de consejos, y con más razón si son de adultos, siempre. Es por tu bien y si Claudette te dijo que los uses debes de usarlos y ya. Si me entero de que te peleó por no usarlos tendremos problemas, ¿quedó claro?.

-—Si señor—- dije resignada.

No era de responderle a mi padre y menos cuándo sabía que él tenía razón sobre las cosas, me avía enseñado muchas cosas y entre ellas estaba el respeto, lo admiraba, él era mi ejemplo a seguir, para mí todo lo que el decía era verdad y necesario de escuchar.

Llegamos a la casa, subí directo a mi cuarto y me duché, ya me sentía incómoda y pegajosa.

Bajé las escaleras, fui a la oficina de mi padre, me recosté del marco de la puerta a mirarlo con los brazos cruzados.

Como siempre estába hundido en su tonelada de trabajo con papeles y carpetas por doquier. Aveses me daba pena el verlo así solo para que yo tuviera un buen futuro.

-—Verónica cariño.

-—Sí.

Él señaló el sillón en la esquina con su bolígrafo.

-—Puedes llevar mis cosas a mi habitación por favor, las iba a llevar yo pero éstoy demaciado ocupado.

-—Claro que si.

Las tomé acomodandolas para llevarlas.

—-Verónica.-— volvió a llamarme.

—-Dígame.

-—Por favor tráeme agua fría y ponte a hacer tus tareas.

-—Si señor.

Giré sobre mis pies y salí de la oficina, subí las escaleras y dejé todas sus cosas sobre su grande y desordenada cama, bajé de nuevo para buscar su maletín que era súper pesado, ¿qué era lo llevaba ahí dentro?, no podían ser solo papeles parecían rocas.

-—No, no cariño deja eso ahí, lo llevaré yo, está muy pesado para ti.

-—Está bien-— lo solté y fuí a buscarle su agua.

Se la llevé, busqué mis cosas y empecé a hacer mis tareas en el comedor, justo cuándo me senté se oyeron unos toques firmes en la puerta principal.

Solté un resoplido molesto por la interrupción y me dirigí a ella murmurando cosas, la volvieron a tocar insistentemente.

-—Ya voy, traquilo-— dijé molestándome más.

La abrí, tuve que mirar hacia arriba para poder verlo, era altísimo o altísima, no lograba distinguir bien.

Era un hombre, uno alto, de unos cuarenta a cincuenta años, vestido de oficina muy elegante, traía un maletín y otros documentos en sus manos...

—-Buenas tardes.-—hablo él sacándome de mi confusa admiración -—Se encuentra...—- miró los papeles en su mano con los ojos entrecerrados intentando leer mejor -—¿el señor Fred Valentino Cruz?.

Asentí con mi entusiasta inocencia, el me sonrió amigablemente.

-—¿Eres su hija?

—-Ajá, la única, ¿por?—- dije, puse una de mis manos por mi espalda girando de un lado a otro sobre mi talón.

-—No por nada, puedes llamarmelo por favor, avísale que tiene visita del abogado Martín Santos.

-—Ajá, ya vuelvo, si quiere se puede sentar,—- señalé el mueble grande -—¿le ofrezco agua o algo?.

—-No linda, gracias.

Asentí y me fui de prisa a la oficina de mi papá para decirle.

—-Papi.

-—Si cariño.

Ni siquiera me estába viendo, estába hundido en esas páginas.

-—Te buscan, tienes visita.

—-¿A sí?, de quién, quién será ahora.-— dijo buscando en la gaveta del fondo de su escritorio.

—-Está en la sala-— señale el pasillo que daba a la misma -—dice que se llama "abogado Martín Santos", ¿lo conoces?.

De inmediato su semblante cambio mucho, fue soltando sus papeles lentamente y quitándose sus lentes poniéndolos en el bolsillo de su camisa.

—-Está en la sala dices.

-—Si, me dijo que te avisara.

Se levantó y caminó a toda marcha hacia la sala, mi pregunta era ¿y ahora que pasa?.

Lo seguí y llegué junto con él a la sala con el tal abogado Martín Santos, el hombre se levantó sin expreción alguna en su rostro cosa que me extraño muchísimo porque anteriormente me avía sonreído y tratado bien, al rato le reste importancia.

-—Señor Cruz-— le estrecho la mano a mi padre y él la tomó -— tenemos unos temas pendientes verdad.

-—Si claro-— mi padre le respondió cálidamente -—podemos hablarlos en privado, venga, acompañeme.

Y los dos se fueron a algún lugar de la casa qué por más que intenté encontrarlos no aparecieron, así que me fui a terminar mis clases, supuse que no eran cosas de mi incumbencia y que talvez al terminar la conversación mi padre me diría que pasaba.

Parte narrada por Fred Valentino Cruz:

Me dirigí a mi despacho con el abogado, sabía claramente cuáles eran esos "temas" que teníamos que hablar, y me volvían loco.

En primer lugar: cómo le digo esto a Verónica. Talvez para ella tenga una solución rápida y sencilla una como: "tranquilo papi juntos podemos solucionarlo, no crees que fuera peor si te dijeran Fred Cruz te vamos a quitar tu princesa y no volverás a verla nunca más, creo que esto es lo de menos" u otra respuesta optimista de su parte. Su mente infantil nunca entendería la gravedad del asunto.

Solo tiene cinco años para ella todo todavía es un juego, una fantasía, un sueño dónde todo es pocible y sin riesgos, dónde puede volar, ser invisible y dónde aún existen los unicornios.

Abrí la puerta del despacho y entré con el abogado le ofrecí asiento y él acepto seriamente.

Me latía rápido el corazón por la preocupación. Apoyé mis codos del escritorio y entrelace mis dedos nerviosos.

-—Señor Cruz, supongo que sabe claramente a lo vengo y por lo qué vengo.

Asentí y él prosiguió.

—-Ya le hemos hecho muchas llamadas, recuerde que usted hizo un acuerdo de pago que ya se venció hace un mes y medio, a parte de eso se a portado de manera muy irresponsable ebadiendonos de todas las formas pocibles...-— me miró con desaprobación -usted sabe que tiene que hacer una de dos: pagar o irse de la casa.

Irse de la casa...

Tal ves no suene tan mal considerando que ya casi está la casa en Frankford, ese es el detalle... casi está.

Para ese casi falta mucho y aún no tengo todos lo recursos necesarios para abandonar éste sitió...

-—¿Pueden darme un poco más de tiempo?-— me removí en mi asiento -—solo unos días hasta que tenga el dinero completo, no me falta mucho.

—-Señor Cruz con todo respeto, eso fue lo mismo que nos dijo el mes pasado y el pasado, y el anterior a ése, ya nos a dado muchísimos pretextos y excusas.

-—Por favor, se lo imploro, si nos sacan de aquí yo y mi hija no tendremos a dónde ir.

-—Señor Cruz, yo...-— iba a seguir hablando pero lo interrumpí de inmediato.

-—Por favor abogado póngase en mis zapatos, hágase de cuenta que le está pasando a usted—- me miró de forma compasiva intentando hablar -—¿tiene esposa e hijos?.

El asintió.

-—Dígame que haría usted en esta situación, que lo estén sacando de su casa sin tener a dónde ir con todo y su familia, sin tener un lugar dónde refugiarse, sin tener nada, ni familia, ni dinero con que contar como apoyo... por favor abogado, se lo suplico, deme una semana para completar el dinero le prometo que ésta ves cumpliré, por favor...

-—Está bien señor Cruz, tranquilisese,—- dijo incorporándose en su asiento sacando unas facturas y recibos —-lo haré, le daré más tiempo, pero solo una semana si la agencia se da cuenta de lo que estoy haciendo podrían despedirme, ¿entiende?, tiene exactamente un semana y más nada.-— comenzó a firmar los papeles -—Lo hago por qué se lo que es eso, me pasó antes de tener éste trabajo, y le puedo decir que es un trago amargo.

Me entregó las facturas y recibos, no pude evitar sentirme mejor al instante como si me quitaran un gran peso de encima, sonreí ínconsciéntemente.

-—Con esto podrá ir y realizar su pago el miércoles que viene, que es cuando se le cumple la semana.

Los ojos me ardieron al borde de las lágrimas. Era un gran alivio.

-—No sabe cuánto le agradezco.

Él se levantó de su asiento al igual que yo, y nos estrechamos las manos.

-—No me agradezca a mí, agradezcale a Dios que permito que fuera yo quién le atendiera hoy.

Agradecí con el alma al de arriba por eso.

Al terminar lo acompañe a la salida, le volví a agradecer y estrechar la mano y luego él se marchó, entre y cerré la puerta con una chispa de esperanza ardiendo en mi interior.

—-Donde se supone qué se metieron, los busqué por todos lados. ¿Para dónde fue que se fueron?

Era Verónica, parada en medio de la sala con postura demandante, como sí ella fuera mi mujer o algo parecido.

-—Estuvimos en mi despacho linda.

—-Y más o menos sobre qué hablaron.

—-Cosas...

—-De esas qué me dijiste cuando veníamos de camino.

-—Talvez.

Caminé hasta ella y la cargué en un fuerte abrazo el cual ella respondió con un beso el la mejilla y un abrazo fuerte y tierno.

La amo. Es lo único que tengo, por lo único que respiro en éste mundo, por lo único que vale el esfuerzo luchar.

Mi hija. Mi lucero. Mi razón de ser. Lo único que vale los latidos de mi viejito corazón. La única que vale que me esfuerce hasta morir por ella.

Mi princesa.

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

N/A:

Gracias por leer y dedicar de tu valioso tiempo a mi historia espero que halla sido de tu agrado 😃. Estaré subiendo capítulos mensualmente 💕.

Gracias hermosura 😽❤️.