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Chapter 7 - CAPITULO VII

Hannah y Abel regresan juntos a la mansión, ella ha decidido suspender su viaje por ahora, ya luego se sentaran juntos y decidirán cuáles serán sus próximos planes. Ahora confrontarán uno de los principales obstáculos que tendrá su relación, Albert e Isabella. Entran juntos a la casa con las manos entrelazadas para animarse mutuamente. Sus tíos esperan en una de las salas de estar de la mansión, ambos guardan asiento, al notar su presencia, se ponen de pie de inmediato.

- Al verlos llegar así debo asumir que han decidido llevarnos la contraria después de todo.- Anuncia Albert haciendo alusión a la unión de sus manos.

- No es llevarles la contraria Albert, es luchar por lo que sentimos y defenderlo.- Aclara Abel en un tono firme.

Hannah lo mira satisfecha con su declaración.

- Lo que sienten no está bien.- Interrumpe Isabella.

- ¿Y quién lo dice mamá?, ¿Tu?- Agrega Abel con sarcasmo.

- Toda persona con dos dedos de frente Abel- Grita Albert perdiendo la diplomacia inicial.

- Amo a Hannah y ella a mí, y eso nadie lo va a cambiar.- Declara decidido.

Ella interviene.

- Es cierto tíos, hemos decidido estar juntos.- Anuncia Hannah quien se había mantenido callada.

- ¿Y no te da miedo que todo ese amor que te profesa sea una farsa y solo vaya tras tu imperio?, ser el nuevo magnate de los negocios White.- Grita él dirigiéndose esta vez a Hannah.

Abel suelta a Hannah y se coloca frente a Albert.

- No te permito que me ofendas de ese modo.- Le advierte, señalándolo con desdén.- Su dinero y posición no me interesan, tengo mi propio dinero.

- Todo el mundo pensará lo mismo, la prensa va a destrozarte.

- Me importa una mierda lo que vayan a pensar los demás, ella me cree a mí y eso basta.- Espeta furioso.

- No voy a cederte el control de sus bienes.- Declara.

Hannah decide intervenir acercándose al círculo.

- Nadie ha dicho que ceda el control de mis bienes tío, hasta ahora he confiado en usted y en el momento que no lo haga, si sucediera, introduciré un alegato para revocarle ese título.- Explica con determinación y audacia.

Albert se tensa ante la revelación de su sobrina, quedando enmudecido.

- Por otro lado, he cumplido la mayoría de edad, por lo que su titulo como mi tutor queda sin efecto, lo que hace que su estancia en mi casa no tenga lugar.- Hace una pausa para evaluar su reacción.- Así que les agradeceré a ambos que regresen a su casa, ya puedo vivir sola y eso haré de ahora en adelante.

Las palabras de Hannah golpean el ego de Albert, quien sale de inmediato de la estancia hecho una furia, seguido por Isabella que se ha limitado a ser espectadora.

Ambos jóvenes se miran complacidos con los resultados.

- No ha sido tan difícil después de todo.- Anuncia él en medio de una sonrisa.

- He tenido que acudir a salvarte, te iban a destrozar.- Agrega orgullosa.

Él la toma entre sus brazos y la besa.

*

La brisa de la tarde resopla alborotando su larga cabellera, ella yace de rodillas frente a la lápida de su padre, se ha atrevido por fin a ir a visitarlo. Con paciencia arregla el ramo de flores amarillas que le ha traído.

- Espero me perdones algún día papá, me encantaría pensar que estarías de acuerdo con esto al saber que realmente nos amamos… - Hace una pausa al sentir la presencia de Abel tras ella.

- Él sabe que voy a cuidarte siempre… - Agrega él.- Además era su sobrino preferido.- Comenta divertido.

- Resulta obvio cuando eras el único que tenía.- Dice ella entre risas.

Él tira de ella para hacerla levantarse.

- Lucharé todos los días para demostrarle al mundo que te merezco, Hannah.

- Que me lo demuestres solo a mí es suficiente.

- Entendido.

Asiente él, al tiempo que la acerca tomándola por la cintura y la besa.

*

El continuo chasquido de una cámara fotográfica profesional, captura a la heredera White dándose un beso con su primo Abel, precisamente en el panteón, donde reposan los restos de su padre.

- Dios, esto es oro puro…- Anuncia para sí mismo un periodista del principal periódico de la ciudad, al tiempo que dispara sin parar continuas fotografías, desde el otro lado de la acera, ocultándose en momentos tras un frondoso árbol.