Habíamos llegado, yo todavía estaba dormido pero me despertó mi padre.
-- Michael, hijo despierta -- murmuraba mi padre.
-- ¿Ya llegamos?--dije levantándome del asiento y tomando mis cosas.
--si, tu madre nos esta esperando afuera del avión-- dijo.
-- oh, esta bien-- le dije algo entusiasmado por conocer nuestro nuevo hogar.
Bajamos del avión con las cosas faltantes y fuimos a reunirnos con mi madre que estaba esperando en la puerta de entrada del aeropuerto.
--Se demoraron demasiado, ¿Qué estaban haciendo?--dijo mi madre.
--Estábamos recogiendo las cosas que nos faltaban y tratando de despertarlo--dijo mi padre señalándome.
--Esta bien, no nos retrasemos tenemos que llegar antes de que anochezca-- dijo ella.
--Si, es cierto, vamos-- dijo mi padre.
Entramos al aeropuerto y fuimos a la zona de desembarque para entregar los pasaportes de identidad; mientras yo esperaba, mi padre estaba buscando un taxi para irnos directamente en camino de nuestro nuevo hogar.
--Ya encontré un taxi, vamos-- dijo mi padre.
--Que rápido, bueno en marcha-- dijo mi madre.
Entramos al taxi que nos llevaría a la cabaña, según yo duramos unos 11 o 12 minutos que parecían una eternidad; en el camino pasamos un gran bosque de pinos con una espesa nieve en cada una de sus gruesas y delgadas ramas.
Cuando llegamos me dio una sensación de que algo o alguien estaba observándome; el aspecto de la cabaña era algo escalofriante, estaba rodeada por altos pinos que a diferencia de los otros no tenían ni un solo copo de nieve y su color no era un verde opaco sino un negro muy oscuro y como era época de invierno había una gran niebla que no dejaba ver los alrededores a simple vista, recogimos las maletas del taxi y unos pasos mas adelante noté que había alguien mirándome por la ventana, voltee y no vi nada, comencé a asustarme pero no le dije nada a mis padres porque dirían que eran tonterias de mi imaginación. Entramos, había telarañas y polvo por todas partes; la verdad, estaba muy oscuro y casi no se veía nada pero mi padre encontró los interruptores y las luces se encendieron y me alivie porque no quería mas sorpresas en el día.
Nos pusimos a arreglar la cabaña, todo era un completo desastre, duramos varias horas recogiendo basura, quitando telarañas y limpiando los muebles hasta que terminamos y pudimos descansar; esa noche dormimos como nunca de lo cansados que estábamos del viaje y del arreglo de nuestro nuevo hogar. Y pude dormir tranquilamente a pesar de lo que vi cuando llegamos; pero tampoco me esperaría lo que me esperaba al día siguiente.