A veces el pasado se vislumbra como un vórtice que succiona todo a su paso: momentos, recuerdos, sentimientos y el futuro mismo. Cada elección que tomamos nos lleva a donde estamos en el momento presente, pero siempre ligado a un capítulo atrás que no podemos rebobinar, si tomamos un camino erróneo jamás regresaremos a ese entronque con la esperanza de elegir otro. Si dijimos un adiós, no podemos deshacerlo con un hola, si herimos a una persona, no podemos curarla con un perdón. Pero... ¿Qué pasa si nunca te despediste de alguien? ¿Qué pasa si no tuviste oportunidad de pedirle perdón? Si ni siquiera tuvimos esa elección en nuestras manos por haber tomado un camino equivocado tiempo atrás.
-¿Alden? -llamó mi madre- despierta que llegaras tarde a...
Volteo hacia la puerta, en el marco de la misma está mi madre congelada viéndome sorprendida.
-¿Qué haces Alden? -pregunta de nuevo- ¿hace cuánto despertaste?
Regreso a lo que estaba haciendo, después de pensarlo le muestro mi trabajo.
-no dormí en toda la noche -respondo montando mi pequeño proyecto- estuve construyendo este telescopio casero.
Mi madre vuelve a sorprenderse, pero también parece preocupada, después de pensarlo unos minutos sacude su cabeza y me pregunta.
-¿tú lo construiste?
-sí, estuve reuniendo los componentes desde hace unos días.
Se acerca y observa, termina mirándome asombrada, su mirada destella aquel brillo al descubrir algo, en su caso, el talento de su pequeño hijo a punto de cumplir 4 años.
-¡vaya! -exclama emocionada- qué sorpresa... ¿Cómo lo aprendiste?, acaso tu padre... no, espera ¿Cómo que no dormiste en toda la noche?
Después de regañarme me felicita y llama a mi padre (quien está en su turno nocturno) para contarle lo que había hecho. Después de media hora me llama hacia la cocina y me prepara el desayuno. Al terminar se acerca a mí y me mira, después de sonreírme comienza acomodar mi cabello y mis lentes, acomoda mi camisa y continúa buscando otra cosa que arreglar.
-¿y qué tal tu telescopio? -pregunta mi madre- ¿se ve bien?
-no -respondo- necesito otra lente más grande, la que conseguí no tiene suficiente aumento.
Después de terminar de ayudarme se para y sonríe, mira el calendario y se percata de que mi cumpleaños está cerca.
-bueno creo que no será necesario -dice mi madre- tu papá y yo hablamos hace unos minutos y decidimos regalarte un telescopio para tu cumpleaños ¿Qué te parece?
Después de escucharla me emociono y corro a abrazarla. En ese momento no lo noto, tampoco lo recordaré 19 años en el futuro, pero quien hizo despegar mi fascinación por el universo, es mi madre.
-gracias mamá -digo contento.
Pero la sorpresa no terminaría aún, mientras la abrazaba pude sentir cómo algo se movía en su vientre, me aparto y la miro, más ella con una tierna mirada me responde lo que ya había deducido.
-no es toda la sorpresa Alden -dice mi madre- no pensaba decírselo ni a ti ni a tu padre hasta después, pero... tendrás una pequeña hermana...
En ocasiones como esta, especialmente esta semana, quisiera con todas mis fuerzas creer que... los cuentos, las fantasías, los mitos y todos los cuentos de niños son mínimamente posibles, así podría creer en la magia que una estrella fugaz puede brindar, de esa manera, podría desear regresar el tiempo y arreglarlo todo. Pero es mi maldición saber que nada de eso es posible y ahora solo seré capaz de volver en mis sueños... hoy frente a mí no queda camino por recorrer, tampoco un retorno para regresar, solo un punto muerto, uno en donde cada recuerdo que llega por más efímero que sea, produce un eterno e inaudito dolor.
Comienzo abrir los ojos, estoy en... ¿casa?, me levanto, pero aún estoy aturdido por lo que pasó la noche anterior.
-al fin despiertas -dice una voz.
Después de saltar del susto miro hacia enfrente, hay alguien sentado en aquella silla, parece ser...
-¿James? -pregunto intentando enfocar mi mirada. Pero sin mis lentes y con esta jaqueca no puedo ver con claridad.
-ten -dice James poniendo frente a mí un par de lentes- son el repuesto del repuesto, debes dejar de romperlos ¿sabías?
No es que no quisiera verlo o saber de él antes de... pero, no dejo de preguntarme porque parece haberme ayudado. Me coloco mis lentes y lo miro, cuatro años pasaron y él se sigue viendo igual que aquel día.
-debe dolerte solo un poco -dice James- te di unos calmantes y analgésicos anoche cuando recobraste un poco la conciencia, te revisé y no pareces tener ningún tipo de problema.
-¿Cómo lo sabes? -pregunto aun confundido- como sabes si...
-no te preocupes -me interrumpe James- sé que no lo sabes, pero casi obtengo mi título de médico, estoy haciendo residencia en el hospital desde hace algún tiempo.
Me sorprendo, hacerlo se volvió común en esta semana. Pareciera que el tiempo indomable avanza para todos, pero no para mí, mi reloj se detuvo hace mucho tiempo.
-felicidades -digo a James- me alegro mucho por ti.
James me invita a salir de casa y respirar un poco. Se recarga en uno de los pilares del pórtico y yo me siento en las escaleras con una bolsa en mi rostro, una bolsa llena de llena de hielos que James tenía preparados. Nubes tapan parcialmente el cielo, es probable que llueva el día de hoy. Después de un largo silencio miro al suelo y pienso en lo que pasó ayer...
-¿así que ya lo sabes? -me pregunta James.
Asiento con mi cabeza lentamente indicando lo que era obvio.
-¿Cómo supiste donde estaba? -pregunto a James.
-Cristal me dijo que te trajera a casa -responde James- iba a reunirme con ella y con su ex novio para hablar.
-¿ex novio? -pregunto confundido.
James me mira y sacude su cabeza mientras ríe.
-escucha Alden, Cristal tiene demasiados resentimientos contra ti, las abandonaste, a ella y a tu madre, pero sigue siendo tu hermana.
-y me odia...
-te ama -dice James interrumpiendo de nuevo- no lo acepta, pero así es, tal vez nunca pueda perdonarte, pero eso no quiere decir que no le importes, por eso ayer al ver a Jean golpeándote de esa manera... simplemente no pudo soportarlo.
Me quedo sin palabras, no sé qué más decir acerca de Cristal. A pesar de que tal vez tenga razón, ella no debe querer verme de nuevo, pero otra cosa llamó mi atención.
-¿tú lo sabías? -preguntó a James- lo de mamá.
Después de un largo suspiro James se sienta a mi lado en las escaleras con su mirada hacia enfrente.
-si -dice James- hace dos años comencé a practicar en el hospital, allí fue donde lo supe.
-¿hospital? ... ¿mi madre estaba enferma?
-si.
Miro hacia el piso y pienso, siempre odie a los ignorantes, pero ahora dentro de mí, siento esa desagradable sensación al saber que durante años ignoré ese hecho.
-después de que te fuiste -siguió contando James- ella intentó rehacer su vida, al irte entendió que no quería perder a Cristal, así como perdió a tu padre, así como te perdió a ti.
-pero ella jamás me...
-¿entonces por qué nunca volviste?
Intento responder, pero sin nada que decir me quedo callado.
-a pesar de vivir en esta zona -continúa James- está a solo 3 o 4 horas caminando o en autobús, jamás regresaste ni siquiera a verlas.
Bajo la mirada, James tiene toda la razón, no tengo excusas sobre esto.
-¿Qué tenía? -le pregunto después de tallar mi cabeza.
-tenía leucemia -responde James- fue diagnosticada hace poco más de 4 años, cuando todo aquello pasó entre nosotros, yo me entere hace dos años cuando entre al hospital.
-¿Por qué no me lo dijo? -pregunto desesperado- en ocasiones hablábamos por teléfono cuando ella necesitaba dinero, yo pensé que...
-Alden -dice James mirándome serio- ¿Qué pensabas que tu madre hacía con ese dinero que te pedía?
De nuevo me quedo callado, sé que si le digo en que pensaba que gastaba el dinero se enojara.
-jamás lo pensaste bien ¿verdad Alden? ... déjame aclararlo un poco. Ella pagaba los tratamientos, los cuales no eran nada baratos, incluso vendió la casa, por eso y por tantos recuerdos que había dentro.
Vaya revelación... ahora me siento como un estúpido. James me mira con aquella mirada decepcionante, suspira profundamente y después de pensarlo unos momentos comienza a contarme.
-tu madre había conseguido un buen empleo al otro lado de la ciudad por eso se mudó aquí, Cristal entró a la escuela e hizo muchas malas amistades como ya lo sabías, pero cuando tu madre fue diagnosticada comenzó a cuidarla y dejó todo eso. La razón de porque no te lo dijo fue que al mudarse vio en lo que te habías convertido, un joven prodigio haciendo un doctorado a tan corta edad, después un importante profesor, ella estaba orgullosa de todo lo que lograste. Salías en periódicos, recibías premios, becas y viajes lejos de aquí, eras aquel hombre en el que tu padre y ella querían que te convirtieras, por eso no quiso distraerte diciéndote que estaba enferma y que moriría, primero hizo prometerlo a Cristal, después a mí, ella no quería que te distrajeras de tu vida tan "perfecta", al parecer pensaba que sufrirías si llegabas a saberlo.
Es una broma, trago saliva, rio encarecidamente mientras lágrimas escapan de mis ojos y recorren mi rostro hasta caer al suelo, vaya sensación... es como si algo en mi pecho se quemara, esto es...
-¡no lo entiendo! -digo mientras intento limpiar mi rostro- en todo este tiempo ni tu ni ella me lo dijeron, y yo... hubiera preferido no saberlo, ¡¿Por qué me lo dijiste?!
-¿no querías saberlo todo acerca de todo? ... pero es fácil -dice James mientras me mira con una sonrisa- quiero que sufras, aunque llores en este momento no quiere decir que piense que te importe.
Esto es casi justicia poética, pareciera que en la voz satisfactoria de James hubiera malicia, pero no es así. Después de intentar limpiar mi rostro por unos minutos por fin puedo recuperar la poca cordura que me queda.
-¿hace cuánto murió? -pregunto mirando al suelo.
-hace unas semanas, Cristal no quería decírtelo, la convencí de hacerlo, después de todo también era tu madre, pero al parecer no respondiste a sus llamadas.
-yo...
-no importan las excusas Alden -dice James parándose- escucha, normalmente diría que todo esto, todo lo malo que te pasa es porque nunca supiste mostrar lo que sentías, pero me equivocaría... lo hiciste con Meriel ¿y donde esta ella en este momento?, incluso ella se alejó de ti, aun amándote como te amaba... al parecer había otras prioridades para ti.
Una vez de pie James comienza alejarse de este descuidado jardín, solo puedo ver su espalda mientras lo hace, parase que no tiene intenciones de mirarme de nuevo
-entonces... ¿para ti también soy un extraño? -pregunto a James antes de que se marche. Se detiene y comienza a decir unas palabras.
-es verdad que hace años fuimos mejores amigos, pero después de todo lo que ha pasado... no creo que podamos serlo de nuevo, no solo tú te equivocaste, yo también fallé como tu amigo, es por eso que no podemos, Adi��s Alden.
James comienza a caminar, poco a poco su silueta se pierde a lo lejos... esta será la última vez que nos veamos. En muchos escritos, se dice que sin importar lo lejos que te vayas, todos miran atrás en algún momento, pero James... él no volvió para mirar ni siquiera de reojo.
Todos esos errores vienen a confrontarme en esta semana, pareciera que lo tenían planeado. Miro al cielo nublado y comienzo a pensar, es el quinto día y esa decisión que intentaba cambiar ahora parece ser más clara. Ahora solo quedan dos aspectos por terminar de contar, podría parecer que lo más duro ha pasado, pero aún falta un error más que me trajo hasta este innegable punto muerto.
Subo a mi habitación y me cambio, me lavo la cara y me miro al espejo... mi ojo y mi mejilla tienen un tenue color morado, gracias a los analgésicos que me dio James no me duele. Ahora parezco rudo, comienzo a reír mientras me miro y me pongo mis lentes. Salgo de casa, a pesar de que para esta hora del día las nubes cubrieron por completo el cielo no tuve deseos de empacar mi paraguas, yo... espero con ansias que la lluvia caiga sobre mí.
Tomé un autobús y llegué al otro lado de la ciudad. Es una zona rural en donde grandes baldíos abundan, casi no hay casas construidas, pero en un futuro cercano apuesto que este lugar estará repleto. Caminaré desde aquí sin detenerme mientras cuento ese grave error que cometí.
Esta mañana James dijo algo en lo que tenía mucha razón.
-normalmente diría que todo esto, todo lo malo que te pasa es porque nunca supiste mostrar tus sentimientos, pero me equivocaría... lo hiciste con Meriel ¿y donde esta ella en este momento?, incluso ella se alejó de ti, aun amándote como te amaba.
Pero no solo en esa parte.
-al parecer había otras prioridades para ti.
Es justo esa parte en la que James tiene toda la razón. El cómo llegué a perder a alguien como ella. Para contarlo debo remontarme a hace tres años, cuando Meriel se había mudado a mi casa. Era un sueño hecho realidad, la chica que amaba viviría conmigo. Al llegar le mostré su habitación, la cual parecía haberle gustado, el toque rústico de la pequeña casa que había adquirido gracias a mis estudios le encantaba. Pero desde el primer día ella hizo lo posible por dormir conmigo debatiendo que no le gustaba dormir sola, claro que pensaba en la ironía de haber vivido mucho tiempo sola en su casa, pero no iba a debatir por eso. Un par de meses pasaron, Meriel entró a la universidad y yo obtuve mi doctorado, convirtiéndome en profesor de tiempo completo en esa misma universidad. Aunque me hubiera gustado ser profesor de Meriel, sus sueños y aspiraciones estaban lejos de la facultad de astronomía. Su sueño era convertirse en escritora, por lo que la facultad de literatura tuvo el privilegio de tenerla.
-Bonjour professeur, avez-vous un moment ? -me llamó Meriel fuera de mi salón de clases.
En una de las materias tenía que llevar un curso de algún idioma, en su caso aquel romántico idioma francés. Dos meses después de iniciarse el curso su conocimiento acerca del idioma era por encima del promedio.
-oui j'ai un moment mademoiselle -respondí haciendo uso de mi muy limitada habla en francés.
-nada mal profesor -dijo Meriel mientras corría abrazarme.
-oye -respondí nervioso- una alumna con un profesor, no está bien.
-no tengo la culpa de que mi novio sea un genio y ahora sea profesor ¿verdad?
Por "casualidad" nos encontrábamos siempre en la universidad y eso pasaba. Después de que las clases terminaban llegaba a casa solo un par de horas después de Meriel. Una vez en casa conversábamos hasta altas horas de la noche.
En una ocasión me preguntó algo que quería desde hacía mucho tiempo, pero que no tenía el valor para hacerlo. Llegué a casa, Meriel estaba en el sofá leyendo un libro, había sido un día duro para ella, la universidad para nada era como la preparatoria, pero no se dejaría vencer por eso. Había tomado una ducha y se había puesto unos shorts de tela azules al ras de su cuerpo y una camisa sin mangas, ropa cómoda para descansar. Después de quitarme la corbata que me había puesto ese día, fui y me senté a su lado. Dejó su libro y se acercó a recibirme con un beso.
-¿Cómo te fue? -preguntó Meriel.
-fue un largo día -le respondí.
-ya veo... deberías tomar una ducha y descansar un poco.
-eso haré.
Después de tomar una ducha y ponerme algo cómodo volví hacia donde Meriel. Seguía en el sofá leyendo su libro, iba a dejarla leyéndolo e irme a la habitación a preparar clases, pero entonces...
-Alden -llamó Meriel antes de dar media vuelta- ven conmigo.
Me acerqué a ella y me senté en el otro extremo del sofá, Meriel dejo su libro y se acercó a mí, recostó su cabeza sobre mi pecho mientras me rodeaba con sus brazos, la abracé y la miré con una sonrisa. Pero su intrigosa mirada me llamó la atención.
-¿Qué pasa? -pregunté a Meriel.
-hemos estado juntos más de un año -dijo Meriel- jamás me has hablado de tu familia, tu padre, tu madre o hermanos. No había preguntado porque no estaba segura si era un tema del que no te guste hablar.
Para ese momento de mi vida, todos los acontecimientos presentes habían hecho que no pensara en ese asunto, al recordarlo mi mirada cambio. Es penoso decir que no había pensado en mi madre y en mi hermana, mi mente estaba distraída por tener una relación con esa hermosa chica, atenta y sensible. Además, era profesor en una gran universidad sin mencionar mis logros académicos, pero aun así Meriel sabía que mis ojos siempre estaban tristes.
-lo supe cuando reaccionaste en el parque al querer contarte lo de mis padres -continúo Meriel- pensé que tal vez ese tema también era difícil para ti.
-no... es solo que, no te quiero agobiar con esas cosas.
Meriel solo sonrió y se acercó abrazándome gentilmente.
-puedes hablar conmigo -susurró Meriel- ¿recuerdas? ... incluso si no estoy presente aquí contigo, si quieres hablar... puedes llamar.
Sonreí, respiré profundo y comencé a contarle a Meriel. Claro que lo que le dije era la verdad distorsionada de cómo recordaba las cosas, yo era aquel héroe trágico, aquel que aseguraba que todos eran culpables excepto él. Meriel conoció a mi madre como una persona que tomaba alcohol sin detenerse y a Cristal como una chica rebelde que se alejó de mí... ella no pudo hacer más que compadecerse de una historia en donde la única verdad, era que mi padre se había marchado para siempre, y que ahora el único indicio físico que tenía de él, era una estrella bautizada con su nombre. Meriel me abrazó fuertemente acariciando mi cabello.
-lo siento Alden -dijo Meriel- pero de ahora en adelante puedes hablar conmigo, yo también quiero cuidar de ti.
Sonreí y la abracé con fuerza. Había dejado atrás muchas cosas, pero en mi presente había un pilar justificando mi vida.
En la escuela, a pesar de que cada chico en la universidad se acercaba a Meriel, era yo el afortunado chico que estaba dentro de su corazón. Se apartaba de aquellos que no buscaban una amistad, pero se hizo amiga de varios chicos y chicas con los que pasaba tiempo. En ocasiones salían, pero en rara ocasión podía acompañarla con sus amigos debido a mis investigaciones, de hecho, solo fue en una ocasión que asistí formalmente a una de sus reuniones.
Meriel me lo había pedido con mucho anhelo, una cena festejando una victoria de su club de literatura frente a otras universidades gracias a ella. Acepté ir ya que era especial. Cuando el esperado día llegó, intenté hacer lo posible por dejar todo listo en la universidad y no tener contratiempos, pero fallé, por lo que llegué tarde a la casa de su amiga. Cuando entre por la puerta Meriel fue a recibirme.
-perdón por la hora -dije a Meriel.
-no te preocupes -dijo Meriel- estás aquí y es lo que importa.
Pasamos al comedor en donde ya estaban todos sus amigos y amigas, cada uno con su pareja, ahora entendía porque era tan importante para Meriel que viniera, o eso pensaba. Después de la cena Meriel propuso un brindis, en el, ella iba a recitar aquel discurso que les había otorgado la victoria en aquel concurso, titulado "Unas Palabras de Despedida". Era importante para ella que yo escuchara atentamente, Meriel y todos se pararon alzando sus copas mientras ella comenzaba a recitar.
"no existen palabras, adverbios o verbos que puedan describir cuál dolorosa puede ser una despedida, no importa el lugar, no importa la hora... no importa el momento. No es fácil marcharse cuando solo has aprendido a quedarte, no es fácil reír cuando solo tienes motivos para llorar, no es fácil dejar ir a una persona con la que podrías pasar gustoso cada momento que la vida tiene para ofrecer. Pero acaso... ¿una despedida es el final de una historia? O solo es que no sabemos cómo elegir las palabras correctas. Acaso, ¿podemos usar unas palabras de despedida que dejen un capítulo abierto? De esa manera tendríamos esperanza de volver a vernos... ya que una verdad absoluta, es que estamos destinados a despedirnos de todo lo que amamos...".
Pero en medio de lo que era un hermoso discurso mi teléfono sonó, era de la universidad, tuve que contestar así que me levanté y fui hacia la puerta del comedor. Todos dirigieron sus miradas hacia mí, imagino que incluso Meriel. Sé que no era el momento para hacerlo, pero lo hice. Al girar de nuevo ya todos se habían sentado y Meriel había terminado.
-lo siento -dije a Meriel mientras me sentaba a su lado.
Pero ella con una sonrisa dijo que no había problema, dijo que ella entendía que era mi trabajo. Se que no es excusa, sobrepuse ese trabajo sobre ella, pero a excepción de eso, todo iba bien en nuestra relación. Intentaba siempre darme un tiempo para pasar a su lado, dábamos paseos, íbamos al parque y salíamos de la ciudad. A pesar de estar ausente ella no parecía molestarse.
Pero todo tiene un límite... todo comenzó cuando lo mejor de mi carrera llegó, un nuevo estudio sobre los neutrinos detectados por ANITA en la Antártida, un estudio que según científicos sería la prueba de un universo paralelo, pero que también, nos dice que la física como la conocemos no explica el funcionamiento del universo. Entonces, nuestra tarea era encontrar una teoría que explicara el fenómeno que llevó a científicos a creer que un universo paralelo existía. En pocas palabras era desmentir o confirmar algunas teorías, así como proponer una. Tarea extremadamente difícil, pero que de conseguirlo nos traería reconocimiento mundial por parte de la comunidad científica, tanto a nosotros como a la universidad. Por esa razón, este estudio fue encomendado al mejor profesor de la universidad, el profesor Michael, él tendría oportunidad de elegir a otros profesores para ayudarle en la tarea, me llevé una gran sorpresa cuando me eligió a mí para ayudarlo.
-entendemos que es lo que tenemos que hacer, ¿verdad Alden? -preguntó el profesor cuando me propuso ayudarle.
-sí, lo que no entiendo es porque este fenómeno no se puede explicar con la física actual, ¿será necesario una nueva física?
-puede ser, es por eso que nosotros debemos intentar explicarlo -respondió el profesor- pero antes de aceptar esta investigación, debo saber si estás seguro de querer hacerlo.
Reí de una forma algo arrogante cuando dijo eso.
-claro que estoy seguro profesor, ¿Por qué no lo estaría?
Pero entonces el profesor dijo algo que me haría pensarlo.
-porque además de largas horas de investigación aquí en la universidad, también tendremos que ir en persona a la Antártida para recabar información.
Al parecer la única forma de conseguir los datos que necesitábamos era ir en persona y recabarlos, esto debido al interés mundial por investigar ese enigma, todos querían hacerlo, era como una carrera en donde aquellos que estuvieran más cerca ganarían. Lo pensé un poco.
-¿Por cuánto tiempo nos iríamos? -pregunté al profesor.
-no es seguro -dijo el profesor- tal vez meses, tal vez sea más de un viaje, de descubrir algo allá, sería el descubrimiento del siglo... por eso quiero saber que estás cien por ciento seguro, sé que debes verlo con Meriel.
No sabía que iba a pensar Meriel, pero estaba seguro de que iría. Esa noche llegué a casa, eran más de las 12 de la noche. Meriel me esperaba sentada en el pórtico abrazada de sus piernas. Cuando entre al jardín y escuchó mis pasos se levantó rápidamente, corrió hacia mí y me abrazó fuertemente.
-no respondiste mis mensajes -dijo Meriel- estaba preocupada por ti.
Era la primera vez que llegaba tan tarde, me pregunto cuál hubiera sido su reacción al saber que, a partir de ese momento, llegar a esa hora seria la costumbre.
-lo siento -respondí a Meriel-¿podemos hablar?
Meriel asentó con la cabeza y ambos entramos a la casa, preparó café y se sentó conmigo.
-escucha Meriel...
-¿te cansaste de mí? -preguntó Meriel mirando el café.
-¿Qué? No, claro que no, no es eso, de hecho, es una noticia fantástica.
-¿en serio? -preguntó Meriel aliviada.
-¡si! -exclamé emocionado- investigaremos algo realmente importante, será mi primera investigación de esta magnitud, el profesor y yo haremos historia.
Meriel parecía bastante entusiasmada y contenta por mí.
-¿de verdad? -exclamó Meriel- eso es asombroso, felicidades... ¿Por qué al principio lo dijiste tan serio? Me había asustado.
Había llegado el momento de decirle la parte que tal vez no le gustaría.
-bueno, es que, además de que terminare saliendo de la universidad a esta hora, para hacer esa investigación nos iremos por unos meses.
-¿A dónde? -preguntó Meriel.
-a la Antártida.
La hora de salida a altas horas de la noche no fue lo que hizo que Meriel cambiara de expresión, fue el hecho de saber que me iría lejos por meses enteros, sin mencionar que podría ser más de un viaje. después de pensarlo en silencio me miró de nuevo, intentó hablar, pero no pudo decir nada. Se levantó de la mesa y se fue hacia la habitación. Después de pensarlo subí con ella y me recosté a su lado, pero me daba la espalda.
-no iré -dije a Meriel- si no quieres que lo haga, no lo haré.
Meriel giró a verme y puso su mano sobre mi rostro.
-es la investigación más importante de tu vida, debes ir... no te preocupes por mí, yo te apoyo en lo que sea.
Entendí que, Meriel no se había molestado por el hecho de irme, sino el hecho de que ya lo había decidido sin antes decirle, lo decidí solo.
Después de hacer las preparaciones el profesor y yo partimos, era un lugar helado e inhóspito, pero innegablemente hermoso, durante tres meses nos encargamos de registrar los datos necesarios para la investigación. Nada parecía tener sentido, pero logramos recabar lo suficiente. Al llegar a casa fui recibido con un fuerte abrazo de Meriel.
-¿me extrañaste? -preguntó Meriel.
-claro -respondí- te extrañé.
Meriel me había extrañado demasiado, tanto como yo a ella, en realidad, mucho más que eso. Estábamos tan alejados que ni siquiera podíamos ver las mismas estrellas en el cielo, a pesar de que ella me dio a conocer todo lo que había anhelado verme de nuevo, yo no fui capaz de hacerlo.
El tiempo comenzó a pasar y mi estancia en la universidad se incrementaba cada vez más, paso de un horario de 12 horas a uno de 18, en ocasiones de 20. A pesar de ello, Meriel siempre me esperaba despierta hasta que llegaba a casa, siempre...
Entro a casa, el interior parece silencioso y las luces están apagadas, al cruzar la puerta alguien salta a mis brazos y comienza a besarme, es Meriel quien siempre me espera hasta tarde.
-¿Comment s'est passé ta journée mon amour ? -pregunta Meriel.
-cansado, pero estoy feliz de verte.
Meriel sonríe tiernamente y ambos comenzamos a subir las escaleras, Meriel parece tener sueño, pero no deja de esperarme hasta esta hora. Una vez arriba nos acostamos en la cama y nos quedamos profundamente dormidos.
No solo me esperaba por las noches, también cada amanecer despertaba antes que yo. Cuando sabía que estaba realmente cansado me dejaba dormir un poco más, en otras, me despertaba y al hacerlo podía ver ese par de ojos cafés mirándome con ternura. Después Meriel preparaba el desayuno junto a una taza de café.
Abro los ojos, al hacerlo noto que Meriel no está a mi lado. Miro el reloj, son más de las 4 y cuarto. Me levanto de la cama y me preparo para salir. Bajo las escaleras rápidamente, escucho ruidos en la cocina, sonrió sabiendo que es lo que pasa, me acerco y puedo ver a Meriel, está sonriendo positiva, como el día anterior y el anterior a ese.
-Buenos días -dice Meriel- siéntate, el desayuno está listo.
Siempre despertaba a las 4 de la mañana, incluso sabiendo que su entrada era cuatro horas después. Pero es debido a lo cotidiano que no notamos ciertos cambios, cuando plantamos una semilla, no notaremos que está creciendo hasta que ya es lo suficientemente grande. De esa misma manera jamás noté que al pasar de días, esa mágica sonrisa que la caracterizaba se iba apagando. Yo solo me concentraba en esa investigación que nos llevaría al éxito, era todo lo que me importaba. Por esa, mi "prioridad", cometí muchos errores, podría contarlos asegurando que serán demasiados.
Estamos en una fiesta organizada por la facultad de astronomía, es una semana de fiestas y celebraciones en la universidad, cada facultad tiene la suya. Meriel vino conmigo, pero sé que la fiesta no es de su agrado, no conoce a nadie, solo a mí. Pasaron 2 horas, unas amigas de Meriel llegaron, se acercan a nosotros y la invitan a la fiesta de su facultad. Pero Meriel parece dudar de hacerlo, me mira tímidamente.
-ve -le digo mirándola a los ojos- está bien.
-pero...
-no importa, diviértete.
-ya escuchaste Meriel -dijo su amiga- ¡vamos!
Su amiga toma su mano y comienza a llevarla con ella, pero no sé porque Meriel no deja de mirarme, no parece segura de querer irse, pero aun así me quedo parado viendo cómo se aleja cada vez más.
Primer error, Meriel no quería irse, ella solo quería estar conmigo. A pesar de que lo supe solo con ver esa mirada, dejé que se fuera y... no fui detrás de ella. Pasaron unos días, era mi día libre, después de dar clases podía irme, el profesor me había obligado a aceptarlo.
Salgo de mi oficina y me percato de que Meriel me espera, al verme corre hacia mí y me toma de la mano, ya sabe que hoy no tengo planes aquí. Comenzamos a caminar hacia la puerta, pero antes de salir uno de mis alumnos interfiere, es Richard, el más brillante de su clase.
-profesor, tengo una idea brillante para proyecto, me gustaría comentar.
Me emociono, cada palabra que ese chico dice me recuerda a mí.
-claro, dime.
Comienza a comentarme su idea, debido a lo complejo de su explicación pasan 5 minutos, Meriel se suelta de mi mano y comienza a caminar hacia la puerta, me percato de ello, pero antes de poder ir hacia ella, Richard pone un cuaderno con ecuaciones frente a mí, me impresiono y comienzo a mirarlas, después de ver la mitad de la hoja decidí invitarlo a mi oficina para hablar con más calma...
Segundo error, ese era uno de los pocos días libras que tenía y me quedé en la universidad, no con Meriel. Miré como se marchaba y yo... no fui detrás de ella.
Pero eso no es nada, el siguiente ocurrió unos meses después, El profesor y yo estábamos atrasados en la investigación, así que nos llevábamos el trabajo a nuestras casas incluso los fines de semana. Fue un sábado, había estado toda la noche y lo que iba del día intentando conectar piezas en la investigación. Al pasar las 8 de la noche mi desesperación comenzaba hacerse presente, no lograba ver el problema. Meriel entró a mi pequeña oficina a un lado de la sala y vio lo mal que la estaba pasando, ella tapó mis ojos intentando alegrarme.
-debes descansar, vamos a...
Pero enojado de no lograr encontrar el problema aparte sus manos de mi rostro.
-¿puedes dejarme tranquilo? -dije desesperado.
Meriel me miró preocupada... y triste.
-te preparare algo -dijo Meriel en un segundo intento- estas estresado, lo sé, pero vayamos...
-dije que me dejaras tranquilo -dije estúpidamente- tengo que terminar esto ¿entiendes?, debo terminar y no lo lograre con distracciones.
Nunca olvidaré la expresión en el rostro de Meriel, en ese momento conoció esa parte de mí que no quería que viera jamás.
-lo... lo siento -dijo Meriel- no te distraeré más, estaré en la cocina.
Meriel se alejó lentamente, había logrado tranquilizarme y me di cuenta de lo que había dicho.
-Meriel, no es eso, es solo que...
-no te preocupes -dijo Meriel mirándome desde la puerta- se lo importante que es para ti, no te preocupes por mí, en serio, yo...
Meriel se quedó callada y después de mirarme con una sonrisa salió por la puerta. A pesar de que pareció haberle sido increíblemente difícil sonreír para mí en esa ocasión, a pesar de que ocultó la tristeza de verme hablándole de esa manera por primera vez, yo... no fui detrás de ella y dejé que se fuera. Creo que con eso basta, podría seguir contando errores que cometí en un corto periodo de tiempo, pero todos pueden ser agrupados un único gran problema... sin importar lo que hiciera a Mariel, la solución siempre fue ir detrás de ella, detenerla y decirle lo importante que era, pero no lo hice.
Pero... apenas estoy comenzando. Pasaron unos meses más, íbamos muy atrasados en la investigación, así que nuevamente teníamos que regresar a la Antártida. Al decirle a Meriel que nuevamente tendría que irme, ella no reaccionó de la misma manera, solo me deseó buena suerte.
-¿qué dijo Meriel? -preguntó el profesor.
-nada -respondí- no pasa nada.
Pero el profesor me miró preocupado.
-Alden, ella es tu novia, tal vez sea tu pareja por el resto de tu vida, también debe tener prioridad en tu vida, de verdad, no es necesario que vayas, puedo recabar estos datos por mi cuenta, solo tardare un poco más.
Pero de nuevo, un Alden indolente y comprometido con lo que era su "prioridad" le respondió.
-debo ir, esta será la investigación más importante de nuestras vidas, terminarla es lo más importante para mí.
Nos fuimos de nuevo, pero debido a inclemencias en el tiempo nuestra instancia en aquel gélido continente se alargó mucho más de lo que esperábamos, llegando a permanecer en el inhóspito lugar por poco más de 4 meses. La peor parte era que en raras ocasiones podía comunicarme con Meriel y decirle que todo estaba bien.
Cuando regresamos, yo estaba realmente ansioso de volver a verla, quería ver sus ojos y sentir sus manos. Había enviado un mensaje avisando que ya estaba de vuelta, pero cuando llegué a casa nadie me recibió, busqué detrás de la puerta en donde se escondía en ocasiones, pero no estaba. Fui hacia la habitación, pero tampoco estaba allí. Inmediatamente llamé a su celular.
-¿Meriel? -pregunté por la bocina- ¿Dónde estás?
-Alden... lo siento, no había visto tu mensaje, estoy en casa de una amiga.
-iré por ti -respondí a Meriel- quiero verte en este momento.
-está bien, te enviare la dirección.
Después de enviarme la dirección acudí al lugar lo más rápido que pude, no estaba para nada cerca, pero había logrado llegar bastante rápido. Toqué la puerta, pero nadie atendía, escuché algo de ruido en la parte trasera, la puerta que conectaba con el jardín trasero estaba abierta, así que decidí ir hacia allá. Conforme me acercaba iba escuchando con más claridad, pero aquella platica no me gustaría ni un poco.
-¿Jacob ya habló contigo? -preguntó la Danielle la amiga de Meriel.
Me detuve en seco antes de salir por la esquina de la casa y comencé a escuchar esa platica.
-¿Quién? -preguntó Meriel.
-Jacob, mi amigo, hace unos días me dijo que le gustabas, dijo que te lo iba a decir.
Mi corazón comenzó a palpitar, no dejaba de preguntarme qué iba a responder Meriel.
-ah -dijo Meriel- sí, me lo dijo.
-¿entonces? -preguntó Danielle curiosa.
-le dije que no -respondió Meriel- Danielle, tú sabes que Alden lo es todo para mí...
Sonreí al saber que Meriel pensaba de esa manera, pero entonces.
-¿Alden? -preguntó Danielle junto a un par de carcajadas- por favor, a él no le importas en lo más mínimo.
-no digas eso...
-es verdad, ¿no recuerdas la cena?, era tan importante para ti que escuchara tu discurso y se fue a atender una llamada. además, no sale contigo, no te da obsequios, ah estado no se en donde por meses y no ha hecho nada por comunicarse contigo, vamos amiga, el no vale la pena.
-pero, lo quiero demasiado -dijo Meriel- no puedo hacerle eso, es solo por ahora, él tiene esta investigación, después volverá a ser el de antes.
-no puedes estar más ciega Meriel, la única obsesión de esos chicos es saber más y más, querrá más ya lo veras, realmente dudo que personas como él puedan sentir algo.
-pero...
-sé que lo quieres Meriel, pero él no te merece, mira, puedes hacer esto.
Ya no quería escuchar más, así que hui lejos como un cobarde. Danielle tenía toda la razón, solo pensaba en que, al terminar, otra importante investigación llegaría. Meriel parecía cada vez más convencida de eso. Pero decidí actuar como si nada hubiera pasado, como si no hubiera escuchado aquella platica, después de todo era Meriel.
Más tarde ese día, Meriel llegó sola a casa, yo la esperaba en pórtico como ella lo hacía cada noche. Pero esta vez, parecía que solo era yo el que estaba emocionado de verla. Cuando se acercó, solo sonrió levemente.
-hola -dije abrazándola- te extrañé.
-hola Alden.
Era ella quien siempre me recibía con palabras bonitas, yo no sabía hacer eso. Cuando me aparté, intenté besarla, pero ella se apartó de mí y caminó hacia el interior de la casa. La seguí y la tomé de la mano.
- ¿pasa algo? -pregunté.
Pero Meriel solo estaba luchando por soltarse de mi mano y seguir caminando. Tal vez había reconsiderado aquello que su amiga le dijo. Solté su mano, ella continuo su camino dispuesta a subir las escaleras y tal vez empacar sus cosas. Pero cuando llegó a las escaleras se quedó parada sosteniendo el barandal con fuerza. Bajó su mirada y se quedó allí parada por unos segundos.
-¿Meriel? ...
Reaccionó, limpio su rostro con ambas manos y comenzó a suspirar. Después de meditarlo tal vez unas mil veces se giró y corrió a mis brazos, chocó con tanta fuerza conmigo que ambos nos derrumbamos en el piso, se aferraba con tanta fuerza a mi camisa que parecía que no quería soltarme.
-no, no pasa nada -dijo Meriel.
Me miro a los ojos, los suyos brillaban debido a aquellas imprevistas lágrimas. Yo estaba aliviado y realmente feliz, después de todos esos meses de no ver esa sonrisa y luego pensar que la perdería yo... la abracé sin intención de soltarla.
-yo también te extrañé -dijo Meriel- no vuelvas a irte, por favor... no me vuelvas a dejar sola.
Era ese uno de esos momentos en los que mi mundo entero paró para disfrutarlo a su lado, encima de mi estaba la chica que jamás pensé que tendría, diciéndome en repetidas ocasiones...
-te amo...
Ese día Meriel me había dado una segunda oportunidad, había perdonado todos esos errores que cometí.
Pero durante los siguientes meses nada cambio de mi parte, seguía llegando a la misma hora y siendo igual de distante. Meriel seguía esperándome hasta tarde y también despertándose por las mañanas, pero sabía que las cosas estaban cambiando. En cuanto a ese estudio nada parecía avanzar, parecía un problema que jamás se resolvería. Mientras más nos estancábamos, más tiempo invertíamos en eso que no nos devolvería los momentos perdidos. El dinero y el conocimiento eran prescindibles, sé que suena estúpido, pero aún no lo sabía.
El tiempo paso y esos pequeños cambios que no eran notados dejaron de ser pequeños. Cada día era testigo de cómo Meriel se volvía más distante, ya no me esperaba en la universidad, ya no me esperaba por las noches, ya no se despertaba por las mañanas a preparar el desayuno. Me di cuenta que estaba tirando esa segunda oportunidad a la basura. Decidí hacer algo, había reservado una mesa en un restaurante lujoso, había comprado un gran ramo de girasoles, y... había comprado un anillo. Ya no quería seguir teniendo miedo de perderla, sí... me aterraba ese hecho tan simple. Sabía que la perdía y cada día solo daba razones para que se fuera, no podía permitirlo, pero una vez mas no dejé de honrar esa vieja tradición humana de hacerlo todo demasiado tarde.
El día llegó, había despertado y me di cuenta que en la cama solo estaba yo. Me cambié y bajé rápidamente las escaleras. Solo pensaba en que ese día debía ser perfecto. Entré a la cocina y me percaté de que allí estaba Meriel, preparando el desayuno y sirviendo café en nuestras tazas, tenía semanas de no presenciar aquella hermosa escena, ver a Meriel preparando todo, estaba contento por verla de nuevo.
-buenos días -dijo Meriel.
-hola, buenos días -respondí.
Me sonrió y me dijo que esperara por unos minutos más en lo que estaba listo el desayuno. Caminé hacia la sala y comencé a mirar las fotografías, cada una de ellas me daba la seguridad para hacer lo que haría. De mi bolsa saque aquella caja con el anillo dentro que había comprado, no era muy presuntuoso, pero era un pequeño detalle. De pronto Meriel me llamó para desayunar, guardé la caja y fui hacia la cocina, me senté en la mesa y cuando me disponía hacerlo... ella se sentó a mi lado y se acercó a mí.
-cuando regreses ya no estaré -dijo Meriel abrazándome gentilmente- si quieres hablar puedes llamar, y no... no es tu culpa.
Me tomó por sorpresa, no podía asimilar aquello que había escuchado. El cubierto cayó de mis manos, estaba experimentando en carne propia lo que se sentía... las frías lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro y sentí como un hueco se abría en mi pecho.
-puedes irte -dije sin nada más que decir.
Al escucharme, Meriel bajo su mirada y sus labios comenzaron a temblar.
-solo quiero saber algo... ¿alguien más te hace sentir especial?
Meriel rompió en llanto, tapó su rostro con ambas manos. La estaba perdiendo en ese momento, pero no hacía nada para evitarlo. Después de ver mi irrevertible silencio, ella volvió a verme, se levantó y se paró frente a mí.
-no fue mi culpa -dijo Meriel, mirándome decepcionada.
Comenzó a caminar lejos de mí y subió las escaleras, seguramente para empacar sus cosas. No soy bueno en las despedidas, así que me fui sabiendo que la perdería para siempre.
Pero una de las cosas que hacen los humanos es arrepentirse. Después de llegar a la universidad, Meriel no salía de mi cabeza, comencé a pensar en todos esos momentos que me había regalado, hasta por fin lo entendí, era Meriel esa nueva fuente de felicidad que no sabía que tenía. Me paré de mi silla pensando en que ella tal vez seguía en casa, ahora estaba seguro que no quería perderla. Tomé el auto del profesor y volví rápidamente para detenerla.
Llegué a casa y abrí la puerta, primero busqué en la cocina, no estaba allí. Subí las escaleras y fui hacia la habitación con la esperanza de encontrarla, pero no fue así. Miré el armario solo para darme cuenta de que sus cosas ya no estaban. Un inmenso terror paralizó todo mi cuerpo, miré los cajones, la cómoda y el buro, todo estaba vacío, Meriel se había ido. Bajé lentamente las escaleras preguntándome desde cuando Meriel había decidido irse, desde cuando tenía preparadas sus cosas. Al estar abajo, noté que por un lado del teléfono había una nota, me acerqué y la leí.
"Si quieres hablar, puedes llamar".
Sin darme cuenta mis lágrimas comenzaron a empapar aquel pedazo de papel. No fui capaz de decir una sola palabra cuando la tenía enfrente, en cambio, Meriel me había dicho esas palabras para despedirse, palabras que estarán eternamente repitiéndose en mi cabeza.
Ha comenzó a llover, lo esperaba con ansias. Interminables gotas caen sobre mí, a falta de un paraguas que me proteja comienzo a empaparme rápidamente. Me gusta que sea así, solo de esa manera puedo caminar entre toda esta gente que me rodea, y ellas jamás sabrán que estoy llorando como nunca lo había hecho.
Pensaba en aquel impresionante discurso que Meriel dio en aquella cena, y pregunto... ¿alguna vez han pensado en algunas palabras de despedida?
"... ya que una verdad absoluta... es que estamos destinados a despedirnos de todo lo que amamos...".
... porque somos viajeros navegando hacia lo desconocido, y no sabemos cuándo será momento de irse. No debemos tener miedo, porque, es verdad, tal vez no sabemos hacia dónde vamos, pero llevamos tantos recuerdos en el equipaje que estamos seguros de dónde venimos. Somos viajeros, siempre en movimiento embarcados en una eterna travesía que jamás abandonaremos, porque incluso después de irnos, seremos convertidos en cuentos, epopeyas, mitos... o lo más importante, en recuerdos. Siempre dentro de los corazones de quienes amamos y de esa forma seremos inmortales. Nuestro destino es saber que indiscutiblemente terminaremos diciéndonos unas palabras de despedida. Pero nadie dijo que no podemos engañar al destino y decir las palabras adecuadas, porque pregunto, cómo te gustaría despedirte, ¿con un adiós? O tal vez, solo tal vez, seremos capaces de volver a vernos esperanzados en un hasta luego.
Meriel pensó en aquella ocasión que no escuché el discurso completo, pero lo que no escuché, fue el motivo de esa llamada que me obligó a levantarme de la mesa. No pude decirle nunca lo mucho que me gustó y las ganas que tuve de llorar en ese momento, justo como ahora, aquello que inspiró a Meriel a escribirlo fueron las inexistentes palabras de despedida de mi padre.
Se que inevitablemente toda historia termina con una despedida, pero en ocasiones... incluso al saber que palabras usar, no podemos despedirnos, así como no lo hice con mi padre, con mi madre... o con Meriel. Sí, desde ese momento no la volvería a ver, tampoco haría esa llamada a pesar de que muero por hacerlo y escuchar de nuevo su dulce voz. Nada de esto puede ser enmendado, aun así, me pregunto si alguna vez pensara en mí, así como yo lo hago. Me pregunto qué va a pensar después de esto, aunque es probable que ya me haya olvidado y en su corazón este alguien más... solo espero que sea feliz, ya que nunca lo fue conmigo.
Después de ese largo camino al fin llegué a casa, estoy totalmente empapado. Subo lasescaleras y llego a mi habitación, me lanzo sobre la cama y miro la lluvia porla ventana. Ni siquiera tengo ánimos de ponerme ropa seca, solo pienso en que serán solo dos días más... solo dos días.