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Chapter 23 - Capítulo 23: Lo que dijo el Oráculo

En la pantalla principal de la baticueva había diferentes imágenes del rostro del Joker. Asimismo, en las pequeñas pantallas de las demás computadoras también se alcanzaba a ver la misma cara pintada de blanco. En algunas sonreía a carcajadas, en otras tenía expresiones de furia descontrolada y en otras tenía una leve sonrisa siniestra.

Sin embargo, siempre era la misma cara, aunque no pudiera establecerse si era la faz de un criminal, un payaso, un comediante o los tres a la vez.

–Es la pesadilla de la que no puedo despertar –habló el Caballero de la Noche que se hallaba frente a la pantalla principal como desafiando a la desquiciada cara que tenía delante.

Alfred se hallaba a su lado de brazos cruzados sin decir nada.

–Deberías haber cambiado las cerraduras –una voz firme de mujer se coló en el lugar.

Batman giró encontrándose con una figura atlética de cabello castaño y vestida con una gabardina.

Bárbara Gordon. Comisionada de la policía de Gotham.

–¿Qué estás haciendo aquí? –le interrogó Batman acercándose.

–Había olvidado lo grande que era este lugar –comentó ella sin atender a la pregunta–, aunque un poco polvoriento.

El hombre bajó la máscara de murciélago comenzaba a impacientarse.

–Preguntaré de nuevo.

–No, Bruce–se apresuró a hablar Bárbara–. Yo estoy aquí para preguntarte.

De debajo del brazo sacó un periódico doblado y lo dejó encima de la mesa de una computadora a la vista del justiciero.

El titular rezaba: "Batman lucha contra el Joker. Caos de medianoche".

–Cuatro edificios destruidos en los últimos dos días –dijo ella con dureza–. Quince criminales en el hospital. Seis en la lista crítica.

Pero Batman no se hallaba conmovido por esas cifras.

–Más que nadie sabes de lo que son capaces esos monstruos.

Batman se refería a los días en los que Bárbara actuaba como Batgirl. De esa época ella conocía bien la brutalidad de ciertos criminales y especialmente no ignoraba de lo que era capaz el Joker. Sin embargo, ella se mantuvo firme en su posición.

–No son ellos los que me asustan.

–Ahórrame el melodrama –dijo Batman y le dio la espalda a la comisionada, dispuesto a regresar a sus quehaceres.

No obstante, Bárbara caminó tranquilamente por la baticueva: "Computadora, activa las luces de la pantalla".

A su orden Alfred respondió respetuosamente.

–Como diga.

Una serie de luces se encendieron revelando la colección de trajes de Batman y sus aliados existentes en la baticueva. A esto Batman le dirigió una mirada bastante evidente a Alfred.

–No te enfades con él –le señaló Bárbara al captar el gesto–. Lo programaste para que respondiera a mi voz. ¿Recuerdas que te gustaba mi voz?

Batman observó cuando Bárbara se acercó a su propio traje de Batgirl en ese museo a la batifamilia. Se mostraba reluciente detrás del cristal, de color azul oscuro y con el símbolo de color amarillo, ubicado entre las indumentarias de Batwing y La Señal.

–Me halaga que lo hayas guardado.

Y continuó avanzando observando los trajes de los diferentes robin, deteniéndose frente a un uniforme en negro y rojo.

El uniforme de Nightwing.

–¿Te acuerdas de lo feliz que estaba con este uniforme?

–Tienes razón –le habló fríamente el Caballero de la Noche.

Ella lo miró, incrédula de lo que escuchaba. Pero las siguientes palabras de Batman fueron como un golpe contundente.

–Debería haber cambiado las cerraduras.

Bárbara negó con la cabeza.

–Esto es exactamente lo que sucedió la última vez. Después de la muerte de Dick, ¿a cuántos de ellos casi matas? Si no te hubiera quitado a dos caras, ¿qué le habrías hecho? Te estabas convirtiendo en uno de ellos.

Batman había soportado en silencio esos reproches.

–¿Qué debo hacer, Bárbara? ¿Esperar que tus chicos de azul lo atrapen?

–Bruce.

–Él asesinó mi vida.

–Sí. Él hizo. Y lo siento mucho. Pero mírate. Allí abajo, en las sombras. Hablando con un fantasma –y su dedo apuntó a Alfred que observaba silente toda esa discusión–. Tramando venganza. Sé lo que hace la oscuridad. Dentro de uno. Ambos lo sabemos. Él también te está matando.

Batman respondió furioso.

–No entiendes lo que es perder.

–¿Con qué no lo sé? –le dijo Bárbara indignada– ¿Y mi padre? ¿Qué pasa contigo? –Batman trató de hablar, pero calló mientras Bárbara continuaba su diatriba– Esa máscara no te da derecho a matar. No abrirás un camino de sangre por mi ciudad.

–Mantente fuera de mi camino, Bárbara.

Ella se plantó frente a él, desafiante.

–¿O qué? –sus ojos se encontraron, había decisión en los ojos de ambos, ninguno estaba dispuesto a ceder–. Tal vez, estaba equivocada. Quizás esto es lo que quieres. Lo que siempre has querido. Otra excusa para lastimar a alguien. Otro llamado a la violencia, a provocar tanta sangre que no tengas que sentir la tuya.

"Quizás el monstruo esté aquí –y su dedo acusador apuntó en dirección al pecho de Batman, a la señal del murciélago.

–¿Eso es todo comisionada Gordon? –la voz el héroe había retomado su frialdad habitual– Porque si es así, tengo trabajo que hacer.

–Detente, Bruce. Antes de que alguien más tenga que hacerlo –fueron las palabras finales de la comisionada Gordon.

Después se marchó como había venido. Casi como un fantasma.

El Caballero Oscuro trató de retomar sus labores, pero se detuvo un momento sin saber qué hacer.

–¿Qué me está pasando, Alfred?

–Quizás, señor, ésa sea una pregunta mejor planteada a los vivos –le contestó la inteligencia artificial.

En ese instante una bandada de murciélagos surgió de la oscuridad y voló por diferentes partes de la cueva, chillando.

Cuando se dispersaron Batman ya estaba otra vez enfrascado en sus actividades. Había mucho trabajo por delante.