Desconocido...
Sangre, no gritaron nunca lo iban a hacer, las drogas estaban metidas dentro de la cena, fue muy sencillo lo que hizo, los durmió, masacro y cocino.
Recuerda como lo hizo, no siente remordimiento o dolor alguno por matar a sus progenitores, siempre lo ignoraron, jamas le prestaron atención, así que el lo planeo todo para que fuera perfecto.
Uso guantes en sus manos para matarlos, en sus zapatillas puso goma eva, fingió después de la cena que se iba a dormir, unos días antes descompuso la cámara de su habitación, obviamente el deseaba quedar absuelto de toda pena, así que puso unas almohadas que disfrazo con su pijama usado ya por el, escapo por la ventana cuando noto que sus vecinos estaban en el mundo de los sueños, entro por la puerta principal sin hacer un solo ruido o forcejeo, trituro sus cuerpos con la trituradora de papel de su madre, después de despedazarlos, una vez echo eso, agarro la carne triturada, quito la sangre de esta, la cocino y se puso a armar un montón de tartas de carne con diferentes verduras o condimentos, mezclo los rellenos con drogas y luego después de terminar todo, solo relleno las pascualinas con aquel peculiar revoltijo.
Una vez cocinadas, dejo siete para enfriar y una de ellas se las comió el, le daba curiosidad como llegaría a ser el sabor de la carne humana, nunca espero que fuera tan exquisita, mucho mejor que la carne común, luego se puso a limpiar la escena de su "crimen", para el no era un crimen, era un camino hacia la libertad, ahora solo debía ocuparse de poder concluir su gran plan y para hacerlo, debería esperar cuarenta y ocho horas.
Las llaves...
La escuela era la menor de sus preocupaciones, hace cuatro meses podría decir que le importaba mucho, pero hace un mes y medio dejo de interesarle, tenia un plan maestro mucho mas genial que escuchar a viejos idiotas que lo único que quieren es que memorizara las formulas o que supiera como redactar un ensayo de veinte párrafos, ese día escolar fue la misma mierda de todos los días, las horas pasaban lentamente mientras viajaba de aula a aula, para solamente encontrarse con adultos anotando cosas en un pizarron o explicando como el Mercurio funcionaba para vaya a saber el diablo que cosa, si hubiese sido por el, ese día faltaba, pero si no iba, no podría tener un objeto vital para al día siguiente deleitarse del placer del gran espectáculo que le mostraría al mundo, antes de que cerraran la escuela, aprovecho para poner defectuosas las cámaras de seguridad, desde el centro de control, aunque antes de irse el director lo llamo, el joven se acerco hasta este.
-¿Como estas hijo?, tus padres no me atienden el teléfono, ¿Paso algo que desees decirme?
Tuvo que contener las fuertes carcajadas que querían escaparse de su garganta, también fingir que estaba serio, ya que por las comisuras de sus labios, se quería formar una vil y cruel sonrisa sedienta de sangre ante tan jugoso recuerdo.- Esta todo bien director, mi padre tiene un importante viaje de negocios, el cual podría beneficiarnos económicamente, por lo que mi madre se fue con el, pero al ser tan repentino, olvidaron sus celulares, mañana llevare ambos al correo para enviárselos.- Pronuncio esa mentira tan convincente, su padre había sido un gran científico, el cual estudiaba sobre drogas no toxicas que se podían usar para las enfermedades y esta no era la primera vez que lo dejaran "solo".
- Oh, que bueno hijo, vamos a mi auto así te llevo a casa, ya es tarde muchacho, espera que cierro la escuela con llave y nos vamos.-Dijo el buen hombre, que en esos momentos no sabia que meterse las llaves de la escuela en el bolsillo del lado derecho de su pantalón, seria su perdición e la de muchas vidas "inocentes".
Una vez estuvieron dentro de aquel destartalado y viejo auto, se pusieron a charlar sobre diversos temas, el anciano no se dio cuenta de como aquellas llaves eran retiradas lentamente de su pantalón e guardadas en uno de los bolsillos internos de la chaqueta de su acompañante, llegaron hasta la casa de su querido alumno, el joven se bajo del automóvil y se despidió con la mano de aquel hombre, entro en su casa, cuando escucho que el medio de transporte de ese señor estaba lo bastante alejado, comenzó a reír de la forma mas siniestra que pudieran ustedes imaginarse.
La muerte se lleva a cualquiera...
Nunca creyó que lo lograría, todos habían devorado sus tartas con aquel relleno de deliciosa carne humana, incluso les habían gustado, el solo se quedo observando como todos entraban en un profundo sueño, al día siguiente que robo las llaves, se organizaba el tan esperado festejo por el día del estudiante y su cumpleaños, así que las tartas junto con el pastel que se había dedicado a hornear e decorar el mismo, el cual contenía la sangre de sus procreadores en la crema, los rellenos de aquella torta contenían las drogas bien molidas, implemento casi la misma táctica que utilizo para asesinar a los humanos que le dieron la vida, se cambio de ropa en uno de los baños, se puso un par de guantes nuevos, unas zapatillas con goma eva pegada del lado de las suelas, en su cara se coloco una mascara, la cual, había creado hace tres semanas atrás, esta era totalmente negra con una sonrisa hecha con pintura blanca y que cubría totalmente su rostro a excepción de las dos cuentas que había hecho a la altura de los ojos para poder ver, tiro su ropa adentro de la escena de su crimen e se dedico a limpiar sus huellas tanto dactilares como echas por sus zapatillas anteriores, saco un bote de gasolina que había de emergencia por si algún profesor lo necesitaba, encerró a todos en el gimnasio, aquellos que seguían consientes, se encargo de cerrar con llave las puertas del corredor, después de hacer un pequeño camino de gasolina detrás de esta, las ventanas estaban todas cerradas con seguro y tenían barrotes, no saldrían fácilmente de allí, lleno de gasolina el cuarto en donde estaba la caldera y parte del gimnasio, unió los caminos de gasolina en la única salida que había quedado abierta, encendió un fósforo e lo tiro junto a la caja entera en aquel camino, después de hacer eso, se alejo unos cuantos metros de la institución corriendo para deleitarse viendo como explotaba aquel lugar, el cual ardía en llamas, escucho los gritos de todos, los alaridos de dolor y se deleito con el placer que estaba sintiendo gracias a la adrenalina la cual fluía fuertemente por todo su sistema, después solo se alejo, nunca nadie volvió a oír sobre Mihael, pero algo dejo muy en claro, un asesino es la muerte misma, puede ser cualquier persona sin importar el tipo que aparente ser, un psicópata puede ser hasta tu mejor amigo, un gran estudiante respetado por todos o incluso la persona mas dulce e amable del mundo y este muchacho de solo diecisiete años, también nos dio una gran lección, que la muerte le llega a cualquiera en el momento menos esperado.