Chapter 3 - Capítulo 3

Piggy no se lo puede creer, "que hipócritas" piensa, su padre que apenas le ha hablado durante casi veinte años, miente como un lobo.Una ira la invade por dentro, pero lo que más alberga su corazón es tristeza, desesperación, ahogamiento.

_Di algo hija - la incita su madre con un pequeño empujón.

_Sí, puedo hacer lo que usted me pida - dice tímidamente sin mirarle a los ojos.

Hay un silencio incómodo durantes un minuto largo, la mirada del joven apuesto parece perdida en pensamientos ocultos.

_¿Y... bien, qué le parece señor? ¿Hay algún puesto para ella? - pregunta el padre.

_Se la compro - dice el hombre nuevo.

_¿Qué? - suelta Alis sorprendida junto a su madre, quien se ha quedado boquiabierta. Sus hermanos y su padre estan confundidos.

_¿Cómo señor...? - dice el padre- No queríamos eso... sólo...

_Quinientas liras de oro - continúa el joven galán.

En cambio Piggy se encuentra en shock después de haber escuchado aquello, nada más que sonido sordo zumba en su cabeza, siente que sus piernas fallan y en cualquier momento se va a caer.

_Mi hermana no se vende señor - suelta Matilda furiosa y ofendida - No nos interesa su oferta, es repugnante.

_Matilda - dice el hermano mayor para callar a su hermana.

_Ochocientas - continúa el hombre. Ve cómo los padres de la chica se miran de ojo a ojo. Y la madre está a punto de contestar asintiendo con la cabeza.

_Mil liras de oro y se la queda - responde Leya con frialdad y malicia, su hija no le importa - Total, nadie la quiere en este pueblo, todos la llaman bruja, desde que nació no hizó más que estropearme la vida, siempre hemos de escondernos y quedarnos callados porque la bruja vive con nosotros. Mil liras y se la queda.

_¡Mamá! - reprocha Matilda, el resto se queda en silencio porque no pueden hacer nada, en el fondo todos querían desacerse de Piggy.

_Mil liras o nada - añade el padre, mientras que el apuesto joven la observa, ella paralizada ante las respuestas de su familia.

_Trato hecho - dice el joven sacando dos bolsas de liras dándoselas al padre - Me agrada haber hecho buen trato, estoy seguro de que su hija vale más que esas liras. Saben que ya no va a volver jamás, ¿verdar?

_No es justo - añade Matilda - Cómo podéis vender a vuestra propia hija, qué clase de humanos sois - Matilda sale corriendo dejando sola a Piggy que casi se cae pero mantiene el equilibrio.

_Ningún problema señor - dice Leya - No queremos que nos la devuelva, si quiere véndala nuevamente.

_Vamos Piggy - el hombre le tiende la mano y esta la rechaza - Ya pueden irse, gracias. Sígueme Piggy - le muestra el carro y el cochero le abre la puerta.

La pobre muchaha quieta no puede pronunciar ni una palabra, sin expresion ninguna en su rostro, manan lágrimas, pero lágrimas secas, porque ya nada le queda dentro. Sin poder sentir las piernas, estas caminan hacia la puerta del carro.