Les contare algo que me ocurrió hace unos días, en serio, no sé cómo contarlo sin parecer un completo loco; si bien he repasado minuciosamente todo lo ocurrido en mi mente, temo mucho decir, que sí, estoy completamente loco; pese a que antes de unos días, era una persona completamente normal; es en serio, no puedo parar de hablar como un loco; pero estoy completamente seguro que ocurrió y lo más curioso de todo, es, que solo fue por una carta, así es, como lo están leyendo, por una carta, una carta tan misteriosa y maravillosa, y al mismo tiempo tan horrorosa y escalofriante, antes de unos días pensar en algo maravilloso y aterrador, era imposible, pero ahora se que se pueden mezclar, mas cuando esta carta no fue escrita por un ser vivo.
Como les cuento, yo era una persona completamente normal, incluso me pasaba de normalidad, siempre salía con tanta puntualidad de mi casa hacia el trabajo, con mis zapatos perfectamente lustrados, unos calcetines cafés, siempre con mi camisa blanca y mi corbata azul con lunares en tonos azules, mis lentes trifocales y unos bolígrafos en la bolsa de mi camisa. Salía de casa exactamente a las 5:30 de la mañana, ni un minuto más, ni uno menos. Mi trabajo quedaba a unas cuantas cuadras de mi casa, y siempre iba caminando. El trayecto de mi casa al trabajo era de alrededor de unos 15 minutos. Ya había pasado la primer cuadra y mis manos comenzaron a congelarse, mi quijada a moverse en forma rítmica a una velocidad increíble y mis oídos comenzaron a dolerme intensamente. La neblina estaba mas densa de lo normal, incluso las finas gotas de agua que se encontraban suspendidas en el aire chocaban violentamente en mi rostro, era como si un montón de agujas chocaran al mismo tiempo en mi rostro; continúe caminando y antes de una cuadra para llegar a mi trabajo, algo llamo mi atención, me encontraba justamente en la calle Septiembre, una de las calles más descuidadas y peligrosas, ya hace tiempo que no le daban mantenimiento, las guarniciones se encontraban casi destruidas y de las banquetas apenas quedaban trozos de concreto; al final de un gran trozo de concreto brillaba un objeto muy curioso, era bastante extraño porque apenas la luz de la calle traspasaba la densa neblina, al acercarme logre descubrir que se trataba de una hoja doblada en cuatro partes, sin tomarle importancia, continúe caminando, pasando por encima de la hoja, pisándola tan sutilmente, como si me llenara de un placer tan extraño, pero mientras la pisaba, algo llamo mi atención, un sonido crujiente, como cuando pisas algún cristal, el sonido llego tan finamente a mis oídos, que mi atención se posiciono nuevamente a la hoja, sin esperar más, me agache para tomar la hoja; era una hoja muy blanca, perfectamente doblada y en el centro abultaba algo un tanto curioso, cuando la desdoble, encontré un pedazo de tiza en el centro, una tiza no muy gruesa, con su punta perfectamente afilada, se encontraba dividida en tres partes irregulares, posiblemente por la presión que ejerció mi zapato, la hoja estaba ligeramente manchada por trazos irregulares que la tiza había hecho al fracturarse, observe con más detalle aquella hoja, y pude percatarme que se trataba del inicio de una carta; tenía escrito lo siguiente, "Hola espero que…" y era todo lo que tenía, en ese momento quede cautivado por la letra, era perfecta, no había visto nada parecido, con el solo hecho de observarla, me llenaba de un placer incontrolable, la letra parecía haber sido escrita por un ángel, sabía que los trazos eran de mujer, es algo que aprendí a deducir de mi trabajo, de ello no podía estar equivocado, no dejaba de imaginar a la persona que lo escribió, pasaron muchos minutos; cuando me di cuenta, ya eran las 6:30 y yo entraba a las 6:00, era la primera vez que iba llegar tarde a mi trabajo, pero no me importaba, continúe y continúe observando la letra, era maravillosa, fantástica, fabulosa, irreal, ideal, estupenda, extraordinaria, prodigiosa, fenomenal y si conociera más adjetivos, seguramente continuaría escribiéndolos, me temo mucho, que solo yo puedo comprender la perfección de esas letras; por un momento más, las observe, después vi el pedazo de tiza, el que tenia la punta, y quise imitar la letra, se que fue un error, no se como me atreví a manchar una hoja en donde había escrito un ángel, mi letra era simplemente vulgar, no se comparaba en absoluto, quise borrarla pero lo único que logre fue manchar aún más la hoja, y mi letra se había quedado bien impregnada, en un acto de espanto, arroje la hoja al piso, no podía creer que algo tan insignificante me hubiera atrapado, no sabía cómo había logrado hipnotizarme; menospreciando la hoja que yacía en el piso, continúe mi camino, y como pude, llegue a mi trabajo, no tuve ningún problema, pues era la primera vez en 10 años que llegaba tarde. El resto del día fue normal, aunque no dejaba de pensar en esa maravillosa letra, en la perfección de sus trazos, en la elocuencia de sus palabras, no dejaba de imaginar a la persona que lo había escrito; sin saberlo me estaba enamorando de alguien que no conocía, y solo por unas cuantas letras; el tiempo paso tan rápido, que no recuerdo haber pasado un momento sin recordar esas letras; cuando vi mi reloj, ya eran las 5:00 de la tarde, la hora en la que salía, en un acto de histeria y fascinación, salí de mi trabajo con esperanzas de encontrar la hoja y llevarla a mi casa para atesorarla, pero entonces paso algo sumamente curioso, me encontraba nuevamente en la calle Septiembre, y no había ningún rastro de aquella majestuosa hoja, pensé en tres cosas, primero pensé que alguien la había levantado posiblemente algún curioso loco como yo que se obsesionaría con la letra, lo segundo fue, que la persona que la escribió, la encontró y se la llevo, y la tercer cosa, fue la que más me convenció, creí que de alguna forma, nunca existió tal carta, con desilusión regrese a mi casa, y durante toda la noche no deje de pensar en la carta.
Al siguiente día solo esperaba la hora de salir de casa, no había dormido absolutamente nada; toda la noche y madrugada intente reproducir esas palabras, llenaba plantillas enteras, por donde se mirara, solo se encontraban hojas arrugadas, cada una con cientos de intentos; mis manos estaban entumidas, pero mi mente no descansaría hasta conseguir ver de nuevo aquellas maravillosas letras. Ya eran las cinco y media, estaba completamente listo, tenía la loca obsesión por siempre vestirme de la misma forma. El clima era exactamente como el de ayer, era un tanto curioso porque llegue a pensar que el día de ayer se estaba repitiendo, entre mis tantas alucinaciones, creí que de alguna forma, había visto el futuro, quizás en un sueño, o en una de mis tantas alucinaciones que tenía al día. No solo estaba convencido, estaba cien por ciento seguro que había visto el futuro, estaba tan emocionado, tan desesperado, que caminaba tan aprisa como podía, cuando ya me encontraba en la entrada de la calle Septiembre, a lo lejos y con lo poco que me dejaba ver la neblina, pude ver un objeto blanco brillando en el piso, exactamente donde recordaba que estaba la carta el día anterior, comencé a correr y no tarde ni un minuto en llegar hasta la carta. Estaba allí, como la recordaba, tan blanca, con sus pliegues perfectos, tan llamativa que no quise esperar, me abalance hacia ella como si se tratara de algo único, de algo especial, de algo etéreo. Comencé a contemplarla con más detalle, la sostenía delicadamente como si se tratara de algo que se pudiera romper con el más mínimo esfuerzo, comencé a desplegarla lentamente, y que sorpresa me lleve cuando vi que se trataba de la misma carta, no lo había soñado, no había visto el futuro, de alguna forma el clima se encontraba exactamente igual que el día de ayer, no podía creerlo, las palabras seguían ahí, también mi réplica de la letra, y unos cuantas manchas de tiza en el medio de la hoja de cuando pise la hoja, lo que llamo mi atención, es que por fuera estaba completamente blanca, no estaba húmeda ni manchada, la tierra de la calle estaba húmeda y cuando la pise debí haberla manchado, pero se encontraba como si recién la hubieran tirado, en el interior tenía una nueva tiza, con su punta perfectamente afilada, pero había algo más, algo aterrador, algo que me dejo helado. Debajo de las palabras, habían otras más, escritas de la misma forma, con sus trazos tan perfectos, líneas, curvas y círculos meticulosamente plasmados, "No vuelvas a escribir nada en esta carta, la arruinaste, no debiste haberla manchado, te arrepentirás, si vuelves a escribir o mancharla ten por seguro que te matare, y para que veas que se quién eres, te diré que aborrezco tu estúpida corbata azul.". Que horrible frase escrita con una maravillosa letra, estaba feliz y al mismo tiempo temblando de miedo, era una sensación tan extraña.
A pesar de sentir miedo y emoción, mis deseos por saber quién había escrito esa carta aumentaron. Lo que más me emocionaba era el hecho de saber que ella sabía quién era, me conocía, o por lo menos me había visto. Comencé a voltear por todos lados, quizás encontraría a alguien, pero no fue así, no podía ver absolutamente nada por la densa neblina.
Retando a mi propio destino, decidí escribir en la carta, tome la tiza y escribí "Descuida no lo haré", con una sonrisa histérica en mi cara, doble nuevamente la carta y la coloque justo donde la encontré, me daba gracia el hecho de haber escrito que no lo haría, cuando en realidad ya lo había hecho, esperaba, que ella tuviera sentido del humor, porque si no, estaba firmando la autorización de mi muerte.
Esta vez no tarde mucho contemplando la carta, pues había llegado con cinco minutos de sobra al trabajo. El día de ayer no había hecho mi trabajo como debía, había dejado muchos pendientes, todo por culpa de la maravillosa y horrorosa carta, durante todo mi turno no deje de trabajar, apenas y tuve tiempo de respirar y por supuesto que no tuve tiempo de alucinar con la carta. Faltando media hora para salir, deje todo lo que estaba haciendo y me retire. De vuelta a mi casa, pase por la calle Septiembre, y como lo esperaba, no encontré ni rastro de esa carta. Esperaba una respuesta de la carta, pero no como la que ocurrió. Cuando estaba a punto de salir de la calle, sentí como si alguien me hubiera aventado desde la espalda, y antes de caer al piso, un balazo impacto mi hombro. Como pude me incorpore, y comencé a correr frenéticamente hacia mi casa, no quise voltear, me espantaba tanto todo, que lo único que quería hacer, era llegar a salvo.
Al llegar a casa, entre tan rápido como pude, cerré puertas y ventanas, de vez en cuando fisgoneaba por la ventana, levantando un extremo de la cortina, tengo que decir que estaba realmente espantado, no dejaba de pensar, en que, tal vez iba a ser mi último día con vida, solo había algo que me animaba, si moría por fin estaría junto a mi amada, mi querida esposa, aun la recuerdo perfectamente, con sus ojos grandes de color miel, su cabello castaño y su hermosa sonrisa, nunca supe que fue lo que le ocurrió, fue algo tan terrible, que no quise averiguarlo. Pasaron unos minutos y comencé a tranquilizarme, después de asegurar todo con los muebles, me dirigí al baño y me quite la camisa, la sangre la había manchado por completo, humedecí una venda que tenía en el botiquín, con alcohol puro y me lo coloque con ayuda de unos vendoletes, fue bastante doloroso, pero tenía que hacerlo, tome una ducha y me fui directo a la cama. Por más que intentaba dormir, había algo que no me dejaba, sabía que el proyectil fue disparada por el ángel, pero lo que en realidad me atormentaba, era el hecho de haber caído antes del disparo, es como si alguien me hubieron salvado, la carta era muy amenazadora, era más que obvio que la bala estaba destinada a mi cabeza, o posiblemente a mi corazón, pero por la intervención del aventón, la bala solo impacto mi hombro, fue curioso porque el empujón no pareció ser de algo material, fue más, como un viento fuerte que me derribo.
Ya estaba listo para salir a trabajar, pero esta vez no me vestí de la misma forma, esta vez utilice ropa más casual, ropa en tonos oscuros, ropa que utilizaba cuando era joven, esa ropa que me identificaba como un darketo, Salí con dos propósitos, la primera era conocer a esa persona, a ese ángel de la muerte, y la segunda era morir. Comencé a caminar con tanta confianza, el clima seguía igual de extremo, pero esta vez mi valor no dejo que mis manos se congelaran, que mi quijada danzara al ritmo del miedo. Ya me encontraba en la entrada de la calle septiembre, y allí estaba la carta, la dulce y tétrica carta, en el mismo lugar, tan perfecta, tan blanca y perfecta, tomando mi último aliento, me agache y la tome, desdoblándola con cuidado, y allí estaba, la misma carta, con sus perfectos trazos, y con nuestra perversa conversación. Debajo de mi letra, a modo de respuesta, estaba un escrito más, de la misma persona, "no sé cómo te salvaste, eres desagradable, ten por seguro que esta vez ya estás muerto, y tengo que decirte, no eres el único al que la curiosidad lo mato", a pesar de estas terroríficas palabras, no sentía miedo y como prueba, tome la carta y la lleve a mi trabajo, nunca me sentí más tranquilo. Ya en el trabajo, me senté en mi aburrido escritorio y bajo la lámpara de mi escritorio, comencé a estudiar la carta con entretenimiento, cuando de la nada, la tiza que venia con la carta comenzó a moverse, y comenzó a escribir sutilmente, "me quieres conocer, cierto", ese era uno de mis propósitos, aunque debió haberme espantado el hecho de haberse movido sola la tiza, estaba completamente tranquilo, y con entusiasmo escribí "si".
Lentamente y con apariencia de sangre, comenzaron a aparecer las siguientes letras, "con gus", pero antes de terminar la palabra que parecía ser "con gusto" la carta se incendió, dejando cenizas en mi escritorio, eso puso mis nervios de punta, pues no daba lugar a lo que estaba pasando, y después de unos minutos de agónica espera, paso de nuevo, la tiza que se encontraba en el piso, comenzó a elevarse, hasta llegar lentamente al escritorio, y en una hoja blanca, comenzó a escribir y después de leerlo, me quede completamente helado, la frase decía "a hora todo está bien amor" era la letra de mi esposa.