Corrí. No podía dejar que me atraparan. Debía de huir de ellos. Sonreí al ver la salida del espantoso lugar del que me obligaban a llamar hogar.
De pronto, la puerta se cerró, pues mi tío fue el causante. Se pasó frente a mí muy cabreado.
—No podrás huir —oí a mi tía hablar a mis espaldas así que con cautela me gire hacia ella, viendo que aún cargaba con la soga desde que comenzó a perseguirme por toda la horrenda casa, pero que por su mal estado físico y yo con un cuerpo desnutrido no me alcanzó— Irás a ese psiquiátrico quieras o no.
—Mis padres no hubieran querido esto —solté, sintiendo dolor.
—Oh, mi querida Luz —volvió a hablar— Tus padres solo eran unos idiotas e inservibles.
—¡Cállate! —grité, sintiendo la rabia y repudio hacia ella— ¡Ella era tu hermana y él tu cuñado, monstruo!
Se acercó a mí y me escupió en los pies— Para que veas lo poco que me importa que sean familiares.
No podía retener las ganas de llorar pues de solo recordarlos me es imposibles contener el lloro.
—Tómala de los brazos y yo la amarro —demandó mi tía.
—¡No! ¡Sueltenme! —volví a gritar al sentir sus sudorosas manos sobre mí.
—¡Cierra la boca o te ganaras uno de mis castigos! —me escupió en la cara mi tía, dándome una bofetada.
—¡Perra! —fue lo que solté antes de encontrarme sentada y amarrada en la parte trasera del auto, sintiendo las lágrimas brotar de mis ojos hacia mi regazo.
¿Cuál sería el psiquiátrico al que me llevarían?