Nuevo día, nuevo entrenamiento. O eso diría si fuera optimista.
– Arriba, Carbón, que el sol ya salió. – prácticamente gritó Arthur. Gruñí hastiado, ¿Qué este hombre no dormía o qué? A duras penas se veían los primeros rayos de sol en medio de la penumbra del amanecer. Dioses, que no había dormido ni tres horas, seguramente. – Anda, vamos, ve cambiándote si no quieres quedarte sin desayuno que luego andas muriéndote de hambre como ayer. No creas que no me di cuenta como mirabas las sobras del restaurante del día anterior. Si tienes hambre, solo dímelo y pararemos el entrenamiento para comer algo, que yo tampoco soy de piedra.
Chisté por lo bajo y volví a cubrirme la cabeza con las sábanas, odiaba tener que pedirle que gastara en mí. Lo peor de todo es que tenía razón, ayer no comí nada aparte del desayuno y estuvimos entrenando todo el día. Claramente necesitaba sacar energía de alguna parte y, con tanta repulsiva pócima, mi estómago exigía alimento sólido que no forzara mi cuerpo a curar.
– Ahora voy. – me quejé por lo bajo.
– Carbón, no tenemos todo el día. – mandó.
– ¡Joder, que ya voy! – me incorporé de golpe y lo miré harto de oír su insoportable y mandona voz. – Me cambio y bajo. Así que, adiós. – prácticamente lo eché sin siquiera moverme, puesto que Arthur captó la indirecta muy directa y se marchó sin agregar nada más.
Me cambié lo más perezosamente que pude y, cuando bajé las escaleras, saludé a lo lejos a Amber, quien se hallaba aburrida secando algunas tazas, antes de tumbarme sobre el acolchonado asiento de la mesa que habíamos usado ayer frente a Arthur.
El desayuno fue tranquilo y estuvo relativamente delicioso. Ensalada de frutas, cereales, un batido y unas tostadas con jamón y queso derretido. Amber también me ofreció una tableta de chocolate que acepté por mera presión de Arthur, quien me miraba tan intensamente que me sentí tentado encajarme las uñas en la palma de las manos, pero él pareció preverlo porque dejó de mirarme para concentrarse en la libreta que había olvidado que tenía.
Decidí guardarme el chocolate para cuando me estuviese digiriendo a mí mismo luego del entrenamiento como ayer, que no tenía ganas de vivir de pociones.
– Bueno, hoy practicaremos algo menos doloroso que lo de ayer, pero no menos demandante. – habló el caballero, una vez volvimos al claro. – Comenzaremos tu entrenamiento con el Qi.
Yo me limité a mirarlo interrogante por un breve segundo, antes de, casi inmediatamente, dar tres pasos atrás casi tropezándome del susto.
La misma aura blanca de ayer rodeaba por completo el cuerpo de Arthur, ondeándose furiosamente en todas direcciones, casi parecía que se volvería en su contra y tragaría al caballero, pero, a juzgar por su expresión calmada, supe que no llegaría a más.
– Me encanta. – rio por lo bajo, casi como un niño pequeño que sabe cometió una travesura. – Eres el primero que conozco capaz de ver el aura del Qi sin haber sido entrenado antes o al menos conocer el concepto. Sin duda alguna, eres especial Carbón.
Chisté por lo bajo, seguía siendo raro que me dijera eso. A pesar de que lo sabía y todo por este estúpido sistema.
«Agradecería que te abstuvieses de nombrarme si no es para algo práctico, Carbón. Permanecí callada solo porque considero innecesario repetir mi advertencia previa, pero, últimamente, pareces querer sabotear cualquier progreso»
"Joder, ¿Es qué ahora no puedo ni pensar en paz sin tener a alguien amenazándome? Mi cabeza era lo único que nadie podía llegar a dañar, al menos no tanto, pero ahora te tengo a ti haciendo el trabajo de Lance y su mierda. ¿No hay algo que pueda hacer para separar mis cosas de las tuyas? Tengo bastante con lo que estoy pasando ya."
«No puedes, así que aconsejo que vayas acostumbrándote»
– Joder con mi suerte.
– ¡Carbón! – me regañó Arthur. Bufé por lo bajo, yo y mi bocota. – Como sea, acércate y siéntate de espaldas a mí. – se acomodó en medio del pasto. – Necesito mantener mis manos en tu espalda, ¿O prefieres que toque tu estómago? – chisté por lo bajo al comprender su maniobra.
– Mas te vale no hacer nada estúpido. – me tensé nada más lo sentí apoyar sus manos sobre mi espalda, aún sin atreverme a mirarlo.
– No es nada malo, solo te daré un empujón para que comprendas mejor a esencia del Qi. - habló pacientemente mientras sentía como la energía de su cuerpo se concentraba en sus manos y, lentamente, se abría paso en mí.
La sensación era cálida, pero incómoda. Como si mis músculos estuviesen tirantes y me hallara bañándome con agua caliente, cosa que no tenía mucho sentido. Aún así, llegué a reconocer una resistencia inconsciente en mi cuerpo que, rápidamente, fue explicada.
«Una energía extraña intenta invadir tu cuerpo, ¿Desea permitir la entrada?»
«Permitir la entrada puede afectar o dañar de forma irreparable el sistema»
"Como sea, sí."
Rápidamente sentí como una ola de calor arrasó con gran parte de mi cuerpo y mi cabeza se embotó un poco al ser barrida por una extraña y densa energía. Me sentía pesado, pero extrañamente enérgico.
– Verás, el Qi es la energía vital que todo ser vivo posee en su cuerpo. Las plantas, los animales y, por lo tanto, los seres humanos, poseemos Qi al nacer, pero este siempre se halla dormido y crece a una velocidad tan lenta como imperceptible. – la extraña energía continuó recorriendo cada pequeño recoveco en mi cuerpo, pasando por mis músculos y piel, adentrándose a mis órganos y filtrándose en mis huesos de forma más lenta que con el resto. – Gracias al Qi es que nuestro cuerpo tiene la energía suficiente como para moverse e interactuar con el mundo que nos rodea, pero tiene un límite, por lo que necesitamos recuperarlo ingiriendo alimentos.
– No veo como saber eso me ayuda a ser más fuerte. – chisté por lo bajo, si bien me sentía lleno de energía, eso no cambiaba la pesadez que embargaba mi cuerpo. Y cada vez se volvía más difícil respirar.
– Paciencia, chico. Aún no termino. – sin voltear a mirarlo, supuse que sonreía con esa típica expresión burlona. – Si se entrena diariamente, el Qi es capaz de lograr hazañas inhumanas.
– ¿Cómo el golpe de Maddox? – recordaba que me mandó a volar varios metros con solo un puñetazo. Eso no era ni medio normal.
– Exacto. Fuerza sobrehumana, resistencia imbatible y velocidad inigualable. Cosas como lo que hizo Maddox son meros juegos, en comparación con lo que puedes llegar a lograr si te esfuerzas. – otra vez con lo mismo, tanto Lu como Arthur me repetían incansablemente que me esforzara, pero yo ya sabía eso, así que no veía cual era el punto en seguir con lo mismo hasta el hartazgo. Que con reiterarlo como cotorras hacía que se me quitarán las ganas hasta de existir. – Creo que estás listo, ¿Cómo te sientes?
– ¿Siendo sincero? Como si tuviese una bolsa de cemento atada a cada extremidad. – comenté una vez comencé a dar los primeros pasos. – Lo que sea que me hiciste me volvió más lento, no veo como eso me beneficie en una pelea.
– No tiene porque hacerlo. El punto del peso extra es ayudarte a entrenar y estirar tus límites en tu Qi latente. Llamémoslo como un entrenamiento intensivo. – estiré mis brazos e hice sonar mis muñecas, tratando vagamente de quitarme la sensación de hormigueo que me causaba estar mucho tiempo quieto y tan cargado de energía. – Puedes sentirlo, ¿No es así? – inquirió un tenso Arthur.
– ¿La energía extraña? – asintió. – Sí, pero no sé cómo hacer que se me quite. Es molesto.
– Trata de controlarla, concéntrate. Necesito que cierres los ojos y trates de visualizarla y darle forma, como si estuviese viva. – como odiaba hacerle caso, pero, por mi bien, necesitaba terminar de una vez esta lección. No creía que Arthur fuese malo, pero no me agradaba la idea de poner mi confianza en él tan seguido. Aun así, cerré los ojos y lo intenté. – Céntrate en la sensación cálida, en esa corriente densa de energía que viaja por tu cuerpo como la sangre en tus venas y sostenla firmemente, pero como si quisieras acariciarla.
Me concentré. Podía sentirlo, denso, cálido y vibrante, casi como si estuviese vivo. Creí que sería fácil tomarlo, pero me encontré con una sensación similar a la de mi mano traspasando una densa niebla, casi no se sentía.
Ignoré las palabras de aliento del caballero y me concentré aún más, tanto que me perdí prácticamente de cualquier interacción externa. Como si estuviese soñando.
Pero aquello, lejos de alterarme, me llenó de la paz suficiente como para casi dejar de lado todos mis problemas. Casi.
Traté de tocar nuevamente aquella masa de energía pura que recorría como sangre mi organismo, pero, irremediablemente, sucedió lo mismo. La sensación se escurrió por entre mis dedos como si de agua se tratase.
Frustrado a pesar de mi progreso, decidí intentarlo una vez más. Me encerré en la sensación cálida, en esa poderosa energía que vigorizaba cada célula en mi cuerpo y, así sin más, lo logré.
Empujé con mi mente la clara energía y logré moverla en dirección contraria. Inmediatamente, la volví a colocar en su lugar por miedo a dañarme algo. Hice lo que Arthur me había pedido y estiré el Qi en todas direcciones, probando mi límite.
Lo descubrí un tiempo después de torcer, extender y achicar el Qi residido en mis músculos e intenté hacer lo mismo con mis órganos. Claramente, aquello no salió bien porque, en cuanto tiré un poco de uno de mis pulmones, la certeza de haberme quedado sin aire me despertó de mi letargo tosiendo ahogadamente y desesperado por incorporar el oxígeno que creí perdido.
– ¿Estás bien? – me asaltó un preocupado Arthur.
Inhalando y exhalando desaforadamente, logré que el efecto de mi repentina falta de oxígeno se fuese disipando rápidamente. Una vez menos agitado, decidí recostarme en el pasto por unos minutos mientras, lo que sea que intenté hacerme, dejara de retorcerse y causarme náuseas y volver mi respiración tan dificultosa.
Solo cuando todo pasó fui consciente de que, por la tonalidad anaranjada en los rayos del sol, ya casi había anochecido.
– ¿Qué demonios pasó? ¿Por qué es tan tarde? – espeté anonadado. No podía creerme que hubiese pasado tanto tiempo solo concentrándome y jugando con el Qi.
– Es normal, es la primera vez que practicas con tu Qi. Pronto te costará menos concentrarte y manipularlo hasta que avances a la siguiente etapa.
– ¿Siguiente etapa?
– A diferencia de las habilidades mágicas, el Qi se divide por etapas, en lugar de niveles. – comenzó a explicar mientras yo me detenía a sacar la tableta de chocolate que me ofreció Amber y masticar tan silenciosamente como podía, prestándole tanta atención como el regusto delicioso del maravillosos dulce me lo permitió. Naturalmente, Arthur no dijo nada porque, un momento antes de yo hacerlo, él ya había sacado una naranja de su bolsillo sin fondo y se hallaba pelándola mientras se explicaba. – Públicamente, se hablan de tres etapas, pero, oficialmente, se conocen hasta cuatro. Aunque aún están investigando, ya que, de cierta manera, el Qi es similar al maná o energía elemental que usan los usuarios de habilidades...
Arthur continuó explicándome lo referente al estudio y la práctica del Qi mientras comíamos y, en un momento dado, colocó su mano en mi hombro e hizo que el exceso de Qi en mi sistema volviera al suyo, cosa que me explico es una habilidad combinada entre la etapa 1 y la etapa 3. Sin embargo, me permitió conservar una pequeña porción que mi sistema aceptó gustoso.
«La extraña energía ha sido asimilada exitosamente, se ha adquirido un carácter extra y una nueva habilidad»
«QP: 1/1»
«Calma mental: Respirando y concentrándose, permite un estado de absoluto control sobre el Qi residido dentro del cuerpo físico. Habilidad básica»
Esto era nuevo, pero no iba a carcomerme la cabeza si ya conocía que mis nuevas habilidades nacían de recién aprendido Qi.
Debía concentrarme en lo que el hombre a cargo de mi me estaba enseñando.
Continuando con la "clase", Arthur explicó que, en la academia, las tres primeras semanas practicaban la concentración y el despertar propio del Qi. Que lo que hizo conmigo fue darme un primer impulso potente, pero no monstruoso. De lo contrario, me hubiese hecho más daño que bien el insertar Qi externo a un ser vivo que nunca fue expuesto a tal cosa.
Aparentemente, el requisito mínimo para convertirse en caballero de una Casa o Familia era comprender perfectamente al menos una habilidad del arsenal de la segunda etapa. Si solo conocías la primera, entonces no podías aspirar a ser más que un soldado corriente del montón.
Pero aquello, según él, era mejor que volverse un mercenario o guerrero sin licencia, ya que a ellos el gobierno no suele tratarlos con tanto respeto. Especialmente a los guerreros que, al no poseer una lealtad fija, van de pueblo en pueblo como perros callejeros sin nombre.
Aun así, él prefiere que no lo llamen caballero, ya que aquello es solo un título sin valor. Como un nombre de pila y que, de momento, se hallaba en el rango de Capitán, pero tampoco era algo de lo que alardear, ya que prácticamente no tenía tropas oficiales, solo una lista de nombres que ahora se desplegaban por toda la colonia al mando de una despiadada Bárbara que cazaba a todo el que se atreviera a mirar mal hasta a un simple mesero.
Aparentemente a Arthur le daba miedo esa mujer.
A pesar de ello, la mayoría de sus hombres le tenían el respeto suficiente como para hacer cumplir al pie de la letra sus órdenes, por ello, hasta el momento, ninguno de los carruajes que su grupo lideraba había caído presa de los "bandidos".
También me relató que, cuando pasaran dos años, Bárbara vendría de visita a mi academia y elegiría personalmente a diez aspirantes a caballeros que tomaría bajo su mando y que, si aprendía rápido y me destacaba, ella me tomaría como su discípulo. Algo de lo que estar orgulloso porque las familias Sanz y Justice tenían muchas conexiones y habilidades que él creía podrían ser compatibles con mi sistema.
Además de que, claramente, el resto de opciones estaban fuera de mi alcance o eran Familias a las que ni muerto me uniría, como los Golden y Prymer. Los Silk también estaban fuera de discusión, ya que solo tomaban mujeres guerreras como candidatas y del resto ni hablar, debías estar bañado en oro o y tener múltiples conexiones si querías tener algo que ver con ellos.
Además, Arthur mencionó que, si tenía suerte, podría obtener mi propio compañero animal si lograba impresionar a Bárbara, cosa que no sería difícil teniendo en cuenta que pude ver el aura que rodeaba a una persona con Qi sin siquiera haberlo practicado antes.
Cuando terminamos de comer, continuamos con el entrenamiento. La única diferencia fue que Arthur me obligó a volver a concentrarme y forzar a mi Qi a moverse ligeramente a mis brazos y piernas antes de comenzar un combate cuerpo a cuerpo como el de ayer. Me tomó más de una hora, pero logré manipular mínimamente mi Qi, lo que obligó a mis extremidades a sobre esforzarse hasta un límite que ni yo conocía.
No hace falta decir que acabé hecho trizas y Arthur tuvo que ayudarme a llegar al hotel muy entrada la noche, donde Amber nos había guardado en un cuenco aparte un par de panecillos rellenos de alguna crema dulce. La verdad, de postres no sé nada y menos logré distinguir algo del hambre que tenía.
Aunque no todo fue tan malo.
«Misión diaria: Permanece bajo los efectos del sol por más de dos horas»
«Recompensa: 5XP»
«Misión diaria: Realiza actividad física durante 60 minutos»
«Recompensa: 5XP»
«Misión diaria: Consume nutrientes esenciales»
«Recompensa: 2XP»
«EXP: 81/100»
«Se han excedido los límites de la resistencia física, se otorgará +1 punto adicional a resistencia»
«Resistencia: 10 puntos»
«Se han excedido los límites en el manejo del Qi, se otorgará +1 punto adicional a QP»
«QP: 2/2»
Muy a mi pesar, si fue un día productivo.