— Bueno... Veamos, yo abrí el portón. — Dice Paul, algo confuso por su situación.
— Si ¿Y qué más? — Pregunta Infinia.
— Luego cargué con el cañón.
— Y empujaste a tu compañera, causando que cayera y soltara una amenaza, que por cierto aún estamos viendo qué hacemos con eso.
— ¿Puedo preguntar qué opciones están considerando? — Pregunta Paul con curiosidad.
— Regresarlo a su línea temporal o darle un empleo administrativo. Al parecer mis ondas de tiempo aceleraron su desarrollo cognitivo.
— Cool. — Dice Paul, asombrado. Infinia simplemente le clava una mirada incómoda. — Está bien, respecto a ésta criatura quiero aclarar que ayudé a detenerla.
Infinia niega con la cabeza. — Causando, en el proceso, más daño a sus aliados. En comparación, la señorita Makarova con un tobillo torcido y menos tiempo pudo aportar mucho más a la investigación que usted. En fin, luego hablamos.
— Pero... — Paul intenta defenderse nuevamente.
— Dije, en fin, luego hablamos. — Le dice Infinia con cierto enfado. — Ahora, Onion y Gail, ustedes dos no están en una mucho mejor situación.
— ¿Cómo? — Pregunta Elliot, alterado. Aunque parece ser que Ikaro no se sorprende.
Infinia camina un poco para colocarse en un lugar donde los vea mejor a ambos, mientras tanto, les dice — Gail, no es la primera vez que te llamo la atención por intentar atacar a Onion. Además, tus acciones contra mí son, en el mejor de los casos, cuestionables.
Ikaro suspira. — Honestamente, mi comportamiento en contra de Onion es inexcusable.
Infinia le clava una mirada de reproche, mientras verifica sus acciones del examen mirando hacia su pasado.
— Pero mi ataque contra usted se debió a que Apfel y Onion estuvieron a punto de estropear el examen para todo el resto. — Sigue diciendo Ikaro.
— Sabías que me habían estado robando. — Señala Infinia. — Pregunta seria. ¿Sabes por qué el Protectorado puede actuar sin restricciones en la mayoría del Multiverso?
— Porque usted es poderosa e influyente, supongo. — Responde.
— No trate de halagarme, señor Gail. Y no, de hecho soy de las supremas más débiles.
Infinia hace aparecer en el centro de la mesa una proyección de una muestra de cierta área del Multiverso. Se ve cómo una masa espumosa de azul, morado, negro y algunos puntos blancos. Se ve muy similar a otras fotografías del espacio profundo, pero mucho más intrincada y compleja.
— Hay varios motivos por lo que los supremos nos permiten actuar dentro de sus territorios. Unos cuantos nos ven cómo potenciales aliados. — Dice Infinia, mientras señala un punto de la proyección, haciendo que ésta haga un zoom hasta mostrar a un supremo cuya descripción más fiel sería la de un planetoide en forma de cerebro con extremidades de una forma entre la de neuronas y tentáculos, con más reminiscencia a éstos últimos que a los primeros.
— Otros nos ven cómo ayudantes. — Ahora Infinia acerca la imagen a un enorme dragón cósmico que Elliot inmediatamente reconoció cómo Alkos, el ancestro común de todos los dragones.
— Pero la verdad es que la gran mayoría nos dejan a nuestra suerte en tanto no rompamos las leyes de sus territorios, porque aunque respetan nuestros esfuerzos, también nos subestiman. Ahora, supongamos que uno de nuestros agentes le quita la vida a un supremo a pesar de sospecha que está actuando sin malicia. ¿Qué pasaría, Gail?
— Perderíamos el poco respeto de los supremos, supongo... Y eso no nos permitiría operar en paz.
— Exactamente, has dado en la tecla. Siguiente, Onion.
Elliot mira a Infinia con un cierto aire de preocupación. Infinia entonces mira hacia su pasado. Entonces hace un silencio largo.
— ¿Sí, quería preguntar algo? — Pregunta Elliot ante la ausencia de alguna palabra de parte de la cronofenix.
— Si, pero... Ya he disipado mis dudas. Creo que ha hecho lo correcto dentro de la medida que pudo. No diré más por respeto a su privacidad, sólo que admiro su resiliencia y su autocontrol al no responder a la agresión de Gail.
Elliot casi se echa a llorar, pero se contiene.
— Si se me permite decir algo — Dice Makarova parándose de su asiento repentinamente — quisiera pronunciarme a favor de Geiss.
— Adelante, ya he terminado con lo que quería decir. — Le responde Infinia.
— Gracias. Cómo sabrá, el agente Geiss y yo tenemos historia juntos. — Empieza a contar Makarova. — Antes de que ambos nos inscribieramos al Protectorado sin saber que el otro hacía lo mismo, éramos enemigos acérrimos, importantes agentes de campo de organizaciones rivales, afiliadas a naciones en conflicto.
— Lo sé, pero continúa.
Makarova suspira. — Geiss y yo intentamos matarnos mutuamente en más situaciones de las que puedo recordar. Pero en éstos últimos meses nos hemos acercado y ha sido gracias a él. No le importó la cantidad de veces que luchamos, me perdonó cada una, y no sólo eso, a pesar de sus errores, al final se arriesgó para corregirlos y ponernos a salvo. Si me lo pregunta a mí, éste examen ha demostrado que está a la altura.
Se puede ver que Infinia está conmovida por las palabras de Makarova. Entre sollozos y con una sonrisa, la cronofenix dice. — Está bien, está bien, lo tomaré en cuenta. Regresen por última vez a sus camarotes y prepárense para la ceremonia. ¡Todos pasaron!