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Chapter 6 - Los Tres Coros

El Templo se mantenía activo aún después de 3 días, daba la sensación de estar cada vez más lleno, la luz del amanecer haría despertar a Azazel, los demás ángeles seguían descansando. Azazel saldría en completo silencio e iría rumbo al comedor, daría varias vueltas, aún le confundía el templo, después de un tiempo llegaría al comedor y allí vería a Annan junto a Alastor hablando en la entrada, no se percatarían de su presencia; Azazel avanzaría en silencio.

- Buenos días chico.

Annan alcanzaría a verlo.

- Hola viejo. Buenos días, Alastor ¿verdad?

- Así es.

- Es un placer.

Alastor le daría la mano a Azazel.

- ¿Tratabas pasar desapercibido entre la multitud?

Preguntaría Annan en un tono burletón.

- Qué fastidio...

Azazel se mostraba un poco molesto, Alastor dejaría escapar una sonrisa.

- Hoy los llamarás ¿verdad?

- Así es

El ambiente cambiaría completamente.

- Entonces el asalto será en breve.

Alastor no se veía convencido respecto al asalto en contra de los demonios, muy pocos de los altos mandos lo deseaba, aún así, la orden del Gran Sabio era definitiva y nada podría cambiarlo.

- ¿Por qué hay tanto alboroto hoy?

Azazel aún estaba extrañado por la gran cantidad de aprendices y maestros Orokin, las múltiples bibliotecas estaban llenas y gran cantidad de las salas de reuniones también lo estaban.

- "Cuando entremos no vamos a estar seguros de que lleguaremos todos juntos al final" diría Annan.

- ¿Ustedes no planificarán nada?

- Claro que si, te estábamos esperando

- ¿A mí?

- Así es, el Gran Sabio nos pidió quedarnos cerca de los ángeles.

- ¿No iremos todos juntos? ¿Qué pasará con los demás?

Annan sonreiría.

- Los altos Orokin van con nosotros.

Azazel se llevaría una gran sorpresa.

- ¡¿QUÉ?!

- Así como oyes, estaremos seguros, ninguno de nosotros correrá peligro, al menos no al principio.

En la mente de Azazel no cobraba sentido el que los Altos Orokin fuesen al frente de batalla, sus actitudes no concordaban con sus acciones.

Por todo el templo se escucharía un sonido de estática, después de un tiempo la voz de una mujer.

- Azazel y los capitanes presentes, por favor presentense en la entrada principal junto a los Altos Orokin.

Alastor, Annan y Azazel se mirarían.

- Ahí está nuestra señal de entrada.

Los 3 marcharían hacía la puerta principal, los nervios crecían en Azazel, al llegar al salón de entrada una cantidad aún mayor de personas estaba presente y a las entradas se escuchaban gritos llenos de emoción y energía, saldrían a la puerta principal y las extensas escaleras del templo estaban llenas de personas, la multitud se extendía aún más allá del propio templo; pequeñas cámaras giraban en torno de Azazel y la gente enloquecería.

- Eres muy querido chico.

Annan no se inmutaba.

- Ésto es insano.

La fascinación de la multitud casi parecía obsesión, veían a Azazel como un dios, alguien divino, Azazel no dejaba de sentirse incómodo.

- Bien, supongo que ellos ya están aquí.

Alastor miraría hacia atrás y se podría ver a los Altos Orokin, el Gran Sabio en el centro, con su característica vestimenta y a su lado los 6 Altos Orokin restantes, todos con un casco plateado y una túnica que parecía estar hecha exclusivamente para asuntos diplomáticos, los 7 se pararían frente a toda la multitud ignorando a los 2 capitanes y Azazel, el ruido era aún más intenso que antes, el Gran Sabio levantaría la mano y un profundo silencio inundaría toda la ciudad.

Una vez todos en silencio, empezaría a hablar con un tono grueso.

- Para todos los acá presentes y para los que nos siguen con total fidelidad, hoy es el día de la salvación humana, nuestros hermanos, los gloriosos ángeles bajarán de los cielos y se juntarán con nosotros una vez más para desterrar a los demonios, aquellos que se atrevieron a pisar nuestras tierras y matar a los nuestros. Se cosecha lo que se siembra y es hora de cobrar lo que por derecho es nuestro, les mostraremos el poder de la humanidad y lo que pasa a todo aquel que osa atentar en contra de la paz y seguridad de nuestro imperio, no dejaremos que se pierdan más vida en vano, a partir de ahora los demonios sentirán la ira de los humanos.

La multitud volvería a enloquecer, aplausos y gritos se juntaban y hacían retumbar todo el lugar, frases de rencor y tiranía salían del Gran Sabio y chocaban con los ideales de Azazel.

- LARGA VIDA AL IMPERIO OROKIN.

- "LARGA VIDA AL IMPERIO OROKIN" responderían todos al unísono.

Azazel sentía confusión, dudaba del imperio y dudaba de los humanos, el Gran Sabio se giraría hacia el, una gran cantidad de Orokins saldría adelante, todos de alto rango, Azazel sacaría sus bellas alas blancas y se alzaría al vuelo, todos apreciaban su belleza y quedarían fascinados, lo miraban como si de un ente divino se tratase. Azazel alzaría sus manos y los cielos se abrirían, la energía de todos los presentes empezaba a emerger y una gran onda de choque sacudiría el lugar, tal era su potencia que se sentiría en todo el universo; la gente miraba el cielo, expectante ante lo que podría suceder, después de un largo silencio se verían una gran cantidad de siluetas bajando, eran los ángeles, uno por uno sobrevolaban la zona, el primer coro había llegado, ángeles, arcángeles y principados se posicionarían sobre toda la ciudad y se extendían más allá, habían millones de ellos, todos miraban hacia Azazel.

La multitud y los capitanes Annan y Alastor estaban impactados.

Aún más en el fondo iba llegando el segundo coro de ángeles, todos vestían tunicas enormes, en sus cabezas habían coronas de oro y en su mano derecha portaban un libro mientras que en la izquierda llevaban un lucero, Dominaciones, Virtudes y Potestades, cada uno de ellos desprendían una luz radiante, su belleza e imponencia era absoluta y su bondad se sentía en los corazones de las personas, se posicionaría sobre el primero coro.

Trompetas sonarían y junto a ellas cantos que venían de lo más alto de los cielos, Azazel se elevaría poco a poco y frente a él bajaría el tercer y último coro, 5 entes 3 veces del tamaño del templo saldrían cargando con un trono enorme sobre ellos, tenían alas enormes hechas de luz y sus cuerpos eran de metal, tenían glifos a lo largo de su cuerpo, se llamaban Los Tronos, Azazel se posaría en la gran plataforma hecha de oro, adornada con la incandescente luz que la cubría, de los cielos bajarían los querubines, seres hechos de luz que volaban a la velocidad del relámpago, solo podían ser vistos si así lo querían, habían cientos de miles y cada uno de ellos bajaría sobre la plataforma de oro y se arrodillarían ante Azazel, portaban armaduras blancas, tan blancas como la misma nieve y reflejaban la luz del gran trono.

Los cielos se empezarían a cerrar y de ellos bajarían 5 ángeles más, los Serafines, los guardianes del Rey Angelical, 2 tenían aspecto femenino y 3 masculino, cubrían sus rostros con cascos de oro y portaban vistosas armaduras, sus alas resaltaban más que las de cualquier otro ángel, pues cada una de ellas era única, alas hechas del más duro metal de la creación, alas nacidas del fuego del más antiguo volcán, alas hechas con todos los colores existentes del universo, alas enormes del tamaño del árbol más antiguo de los cielos y alas hechas con intangibilidad de las nubes. Los cinco aterrizaría frente Azazel y se arrodillarían.

Azazel solo mostraba desinterés, más concretamente, tristeza, su miedo por dañar a la raza contraria crecía y no sabía qué creer..

- ¿Cuáles son sus órdenes jóven amo?

Azazel se pararía imponente con su característico uniforme blanco bordado en oro.

- Azrael del amor...

Azrael se levantaría con sus imponentes alas llameantes.

- Sariel de la piedad...

Sariel junto a sus fuertes alas metálicas se levantaría.

- Raziel de la verdad

Raziel con sus intangibles alas blancas se levantaría.

- Haniel de la fe...

Haniel se levantaría delicadamente junto a sus enormes alas de energía.

- Micaela del reposo...

Micaela extendería sus coloridas alas y se levantaría.

- Nuestro deber es unirnos a la raza humana una vez más para protegerla de los demonios.

- "Sí señor" dirían todos juntos.

- ¿Pide un exterminio contra los demonios?

Preguntaría Raziel

- No, no vamos a exterminar a los demonios, yo trataré de llegar a un acuerdo con el Señor de Hel, ustedes solo estarán a la defensiva.

- Cómo ordene.

Haniel y Micaela irían juntas hacia la entrada del templo, Azrael se alzaría a vuelo y se posicionaría frente a todo el ejército Angelical, Sariel y Raziel se pararían a cada lado de Azazel.

Por su mente solo pasaba la idea de tratar de salvar a los demonios, todos los coros angelicales esperaban las órdenes de Azazel, Annan y Alastor estaba fascinados con el inmenso ejército, la multitud estaría sin palabras, se escuchaban murmullos, muchos se sentían intimidados, y no era para menos, con una simple orden Azazel podría destruir toda la ciudad en un abrir y cerrar de ojos.

- Espero que acepten negociar, si tan solo el consejo hubiese venido, todo sería más fácil -

Azazel se llevaría la mano a la cabeza. Su corazón empezaría a palpitaría fuertemente.

- ¿Qué es ésto? Siento un aura familiar.

De los ojos de Azazel empezarían a correr lágrimas.

- ¿Qué? ¿Por qué?

No sabía lo que pasaba, un sentimiento de felicidad y nostalgia lo había invadido sin saber el por qué, a su vez sentía alivio, Sariel y Raziel se alertarían, Azazel secaría sus ojos.

- No se preocupen, no pasa nada.

Después de un tiempo llegarían Micaela y Haniel confirmando la veracidad del pacto, Azazel se levantaría y los querubines abrirían paso cantando alabanzas.

- Ya déjenlo, no soy ninguna deidad.

Diría Azazel en voz baja.

Una vez al borde de la plataforma se dejaría caer y al estar cerca del suelo extendería sus alas amortiguando el impacto.

- ¿Tú controlas eso?

Alastor estaba impactado.

- Si, así es.

- ¿Esas 2 mujeres eran ángeles?

- Si.

- Cómo se llama ese tipo de...

- Pasemos a lo importante, el plan de ataque.

- Bien, primero vamos dentro del templo, trae contigo a esos ángeles, necesitamos aprovechar lo máximo posible su poder.

- ¿Te refieres a los serafines?

- Así es.

- Tss, está bien.

Azazel chasqueria los dedos y detrás de el aparecerían los serafines en un instante.

- ¿Cuáles son sus órdenes?

- Acompáñenme dentro del templo, planificaremos el ataque contra los demonios, pasen un informe completo de las capacidades de cada coro.

- Si señor.

- Éstos tipos no cambian, que todo termine pronto, tengo más cosas qué hacer, solo espero que nada se me complique, aún así el consejo deje de molestarme por un tiempo están los Altos Orokin que seguramente estarán siguiendo mis pasos todo el tiempo, aunque, si entro al imperio no me tendrán vigilado... ahh, qué problema, ya tendré tiempo para pensar, de momento hay que centrarnos en lo que tenemos en frente... el Señor de Hel -