Basta el instante de un cerrar de ojos para hacer de un hombre pacífico un guerrero.
-Samuel Butler (novelista)
Un inconsciente Alexander yacía en su cama en posición fetal. Pero pronto, un olor extraño invadió sus fosas nasales, ocasionando que despertara con grandes ganas de vomitar. Dirigiéndose al baño, sacó todo lo que tenía su estómago en el inodoro.
Mirándose en el espejo, vió unas grandes bolsas debajo de sus ojos, un rostro pálido y su cabello desaliñado, con baba seca en su boca. Con pesadez en sus movimientos, Alexander abrió el grifo del agua y se limpió su cara, echándose también un poco de agua en el cabello, y posteriormente secarlo con una toalla que había encontrado cerca.
Pronto se dió cuenta que no había ningún alma en su casa. La casa seguía exactamente igual como el día anterior, pero la diferencia era que ahora estaba totalmente sola y un silencio rondaba en el lugar.
"¿Mamá? ¿Papá?" gritó Alexander, pero no hubo respuesta.
"Supongo que mi padre no llegó otra vez a la casa, pero, ¿dónde estará mi madre? ¿habrá ido al mercado?" dijo para sí mismo, evitando caer en la preocupación y soledad.
*¡BOOM!*
De la nada, un gran estallido se escuchó cerca de la casa de Alexander, el cual se vió espantado y lanzó un grito ahogado.
"¿¡Qué vergas fue eso!?"
Corriendo directamente hacia la ventana de su habitación, lo que vió fuera de su casa estaba a otro nivel de lo que podría llamar cualquier persona "apocalipsis".
"¿Q-q-qué ocurrió aquí?" preguntó mirando los horrores de la guerra.
La casa de Alexander se encontraba en una colonia, cerca del centro de la ciudad donde se deberían ver edificios enormes, parques llenos de vida, y casas con increíbles vistas. Pero ahora lo que estaba fuera de su ventana, eran edificios en llamas o parcialmente destruidos; casas totalmente destruidas hechas añicos; autos o autobuses prendidos en fuego, volcados y quemados totalmente; tanques de guerra destruidos y aviones estrellados en edificios. La escena se veía del típico apocalipsis zombie de las películas.
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
Más explosiones se escuchaban fuera, a unos metros de la casa de Alexander, lo cual causó que la casa temblara.
"¡M-maldita sea! ¿¡dónde está mamá!? ¿¡papá estará bien!?"
Preso del pánico, Alexander solo se podía preguntar eso. Pensando en el bienestar de su familia, buscó por toda la casa alguna señal de vida, sin resultado alguno.
*¡BOOM!*
"¡Ahhhggghh!"
Una explosión había sucedido a tan solo tres metros de la casa de Alexander, ocasionando que la onda expansiva destruyera la pared que la cercaba. Los escombros salieron volando en dirección a las ventanas y puertas, rompiéndolas en el proceso por el impulso con el que venían.
"¿¡Porqué está pasando esto!?"
Las preguntas en la cabeza de Alexander no tenían respuesta alguna, después de todo esto no era un ataque terrorista. Mirando una vez más por la destruida ventana, el olor con el que había despertado una vez más lo atacó. El origen de éste se debía a los diversos cadáveres regados de las personas fuera de su casa; el olor a sangre y carne quemada o descompuesta se colaba por las fosas nasales de Alexander.
Haciendo un gesto de asco, contuvo sus ganas de vomitar y procedió a tapar su nariz con una prenda de ropa que había en el suelo. Cazas bombarderos, interceptores, helicópteros pequeños con torretas por ambos costados libraban una batalla aérea, ocasionando daños colaterales como las explosiones anteriores.
Alexander al ver tal espectáculo, seguía sin poder creerlo. Su vida de paz y prosperidad, dónde el país estaba en su punto más fuerte de la historia después de la desaparición del modelo económico desarrollo estabilizador, se había ido.
Alexander quería llorar, y nadie lo culparía. Un joven acostumbrado a la paz, y de un día para otro está en medio de una guerra, podría traumar a cualquiera. Aún así, el corazón de Alexander no flaquearía ante tal situación.
"No...no es momento para esto. Debo encontrar a mis padres, no quiero creer que estén muertos...debo irme de aquí"
Con esas palabras, Alexander tomó su mochila y corrió directo a la cocina, agarrando comida enlatada, barras de cereal, fruta, agua, un cuchillo, y un revólver que escondía su papá en una caja en el sótano.
También tomó una bufanda negra junto a un suéter negro, y vistiéndose con sus jeans, sus tenis y una playera negra, salió de su casa cubriéndose la nariz con la bufanda.
Haber visto por la ventana era una cosa, pero estar totalmente fuera de la casa todavía era peor. El cielo azul de siempre ahora tenía un extraño color gris con verde, los ruidos ensordecedores de las explosiones se escuchaban a kilómetros de dónde Alexander estaba, y los cadáveres eran todavía más de los que él había observado antes.
Conteniendo las ganas de vomitar por el nerviosismo y la preocupación, Alexander siguió corriendo por las calles, con la intención de buscar ayuda o información sobre lo que estaba ocurriendo. Pero conforme más avanzaba, más destrucción, caos y sangre encontraba.
"¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda! ¿¡qué está pasando!?" se preguntaba así mismo desesperado.
Perdiéndose en sus pensamientos mientras dejaba caer un par de lágrimas, un gran estallido se escuchó detrás de él, y con la onda expansiva Alexander salió volando a unos metros, cayendo en el duro concreto. El origen de la explosión provenía del lugar donde antes estaba el hogar de Alexander, que ahora era solo un gran cráter con fuego por todas partes.
Alexander, con un dolor punzante en su brazo izquierdo, se levantó como pudo con sus piernas débiles y temblorosas.
"Mi...casa..." murmuró con voz quebradiza.
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
Más explosiones se comenzaron a escuchar por diferentes lugares, y Alexander con una mezcla de sentimientos de temor, miedo, angustia, desesperación, preocupación, no podía mover las piernas. Su mente estaba centrada en el caos y la destrucción, no pensaba claramente y solo un recuerdo se le vino a la mente: el juego que un día antes había comprado, "World War: Emergency Call".
Con su lado Otaku pensando en la situación, solo doa cosas le pudieron haber ocurrido:
1.- Haber sido invocado a un mundo paralelo.
2.- Estar todavía dentro del juego, y jamás haberse quitado el casco apesar de que el juraba haberlo hecho.
Para no quebrar su mente, el prefirió lo segundo.
"Esto no es real...no pasa nada, ¡esto solo es el juego de ayer! ¡Inventario!...nada. ¡Status!...nada aún. ¡¡Armas!!"
...
Nada. Intento tras intento, nada aparecía frente a él que le diera indicios de estar en el juego. Tenía ahora que aceptar la realidad, y eso lo aprendería a la mala.
Un dolor mucho más fuerte que el del brazo izquierdo invadió su pierna derecha, haciendo que Alexander cayera al suelo. Un agujero del tamaño de un gijarro había sido hecho en su pierna; una bala había sido disparada.
"¡¡¡AHHHHGGGHGHHH!!!" gritaba de dolor agarrando su pierna.
"Ha...ha...¿porqué...?"
Con un pequeño charco de sangre saliendo de su pierna, Alexander intentaba ver el origen de la bala, pero debido al dolor, la visión de Alexander se tornaba borrosa.
Pronto, unos pasos se escucharon cerca de donde él estaba. De entre las sombras de un pequeño callejón, un hombre vestido de un traje totalmente negro; de gran tamaño, complexión musculosa y tez blanca, se acercaba despacio hacia el caído Alexander, mientras sostenía un fusil de francotirador con una mano.
Sonriendo maliciosamente, el hombre empujó la cara de Alexander al suelo, haciendo que su cuerpo estuviera totalmente en el suelo. Perdiendo poco a poco la vida mientras se desangraba, Alexander miraba a aquel hombre que ahora sostenía un cuchillo de caza. El hombre sonriendo como un psicópata, habló en un idioma diferente al de Alexander, pero aún así, el entendía lo que decía.
"Последние слова? (¿Algunas últimas palabras?)"
"Ha...ha...chinga tu madre...y ¡Твоя мама - мужчина! (tu mamá es hombre)"
Habiéndole dicho eso al ruso, el rostro del ruso se tornó en un furioso rojo, y alzando su cuchillo para rematar a Alexander, un disparo atravesó la frente del ruso, esparciendo su materia cerebral y sangre en la cara de Alexander. Si él hubiera estado en todos sus sentidos, automáticamente hubiera vomitado, pero ahora la vida de Alexander pendía de un hilo.
La persona que había salvado la vida de Alexander, era una chica rubia de ojos azules y tez blanca pálida, mirando con desagrado y apatía el cuerpo del ruso.
La chica acercándose a Alexander examinó su herida, y ella pronunció unas palabras que ya no llegaron a oídos de Alexander. El ya había perdido el conocimiento.
"Sword Base" fueron aquellas palabras.