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Chapter 10 - Capítulo nueve: Alaska

Pasaron dos días desde que me escapé y sinceramente estaba disfrutando el viaje.

Decidí parar cuando encontré una pequeña cabaña que parecía deshabitada.

Me acerqué al porche y toqué por si había alguien adentro.

- ¿hola?- dije mientras me asomaba por una de las ventanas.

Parecía vieja. Decidí entrar al no tener una respuesta y me encontré con todo un desastre, parecía que llevaban prisa cuando se mudaron.

Me acerqué a una mesa y asenté mi abrigo en ella, mientras merodeaba por aquella cabaña sentía un frío único, el frío de un espíritu.

- ¿hola?- dije cerrando mis ojos y concentrándome en lo que veía dentro de ellos.

- hola- después de tener esa respuesta abrí los ojos y pude ver con qué trataba. Era una chica pálida y con el cabello rubio y los ojos verdes, traía puesto un abrigo y unos pantalones viejos.- ¿cómo puedes verme?- dijo acercándose y analizándome.

- es la ventaja de ser diferente- dije y una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de aquella chica- ¿cuál es tu nombre?- dije interesada.

- Me llamo Ámbar, Ámbar solance - dijo y soltó una pequeña sonrisa que devolví- No soy un espíritu, soy un ángel.

- mucho gusto Ámbar, mi nombre es Paula.- dije y traté de acercar mi mano a la suya para saludar y pareció no molestarle. Aún no me acostumbraba a la heladez.

- ¿te quedarás esta noche?- dijo aquella chica y yo asentí.

- sé que estás huyendo y tengo un trato para ti- dijo y yo la miré.

- ¿cuál sería ese trato?

- puedo cambiar tu apariencia para que les sea más difícil encontrarte pero tú debes ayudarme a irme de esta casa, desearía descansar.

- ¿y cómo? ¿Puedes hacer eso?- dije sorprendida por aquella oferta, ¿desde cuándo?

- Luna me ayudará a eso y después regresaré, es cansado estar en el mundo mortal- dijo y sonrió

- Lo entiendo- la tomé de las manos y le regalé una sonrisa.

- entonces empecemos- dijo sonriendo de vuelta y de la nada Luna apareció frente a nosotras.

- No tengo palabras para esto, es raro, soy rara- dije y Luna pareció reírse en silencio de mi confusión.

Sólo sentí como un toque helado se apoderaba de mi frente y quedé dormida.

[ale PDV]

Íbamos es el carro de Lupita y no podía creer que me doliera tanto el cuerpo de estar sentada.

-¿no tenías una mejor idea que viajar a otro país en carro?- dije sarcásticamente- ¿es enserio?¿en carro?- me llevé las manos al rostro y me acosté haciendo el asiento para atrás.

- todo sea por Paula- dijo y me golpeó el hombro- vamos a volver las tres a casa- dijo y aceleró.

[pau PDV]

-niña, despierta.

Me desperté de golpe y choqué la cabeza con una rama de árbol y escuché risas.

- ahg, esto no es gracioso- dije y no pude finalizar ya que Luna me interrumpió mostrándome un espejo y quedé perpleja con lo que vi, no bromeaban con lo de "no ser localizada".

Mi cabello era rubio con leves mechas, mi piel era pálida y estaba un poco ruborizada por el frío, tenía pecas y lo que más llamó mi atención fueron mis ojos los cuales eran grandes y grises.

- vaya... ustedes iban en serio, ni yo me reconozco.

- De nada, Arizona- dijeron y yo quedé confundida.

- ¿Arizona?¿ahora igual el nombre?- dije y ellas asintieron.

- si deseas ser irreconocible debes tener todo de otra persona ajena a ti- dijo Luna.

- y por eso te cambiamos el nombre- correspondió Ámbar- pronto sabrás quién eres, Ari.

[5:00 am]

Desperté por algunos ruidos de la madera vieja en la cabaña y decidí que era hora de salir de mi escondite.

Les mentiría si les dijera que el cielo no era hermoso, tenía muchas estrellas y se podía observar la aurora boreal a lo lejos.

Volví a entrar rápidamente por mi abrigo y comencé a caminar bajo el cielo nocturno.

El sol comenzaba a salir cuando llegué a lo que parecía otro pueblo pequeño, aquí podría conseguir algo de dinero y poder comer algo, estaba hambrienta.

Caminé hacia algunos lugares para preguntar si no podía hacer cualquier cosa a cambio de un poco de dinero, me ofrecieron un pequeño puesto de medio tiempo en una tienda artesanal y lo tuve que tomar, no tenía de otra y no pensaba aguantar otra caminata.

Después de mi turno habitual agarré una cabina y llamé al número de Ale.

- vamos, contesta- dije en voz baja- sonreí cuando me contestó.

- bueno- dijo del otro lado del teléfono

- Amor, soy yo- dije y aunque no la podía ver supe que estaba sonriendo.

- Amor quiero que sepas que estamos llendo hacia dónde tú estés, ¿dónde estás?- me preguntó del otro lado de la línea.

- estoy en...- paré en seco. Algo andaba mal

- No te voy a decir dónde estoy- bingo- ya puedes dejar de apuntarle a mi esposa con una pistola, Phillip- dije algo nerviosa, pero no lo demostré.

Esto no se quedaría así.

Era hora de ser valiente.