Pasaron dos días desde que me escapé y sinceramente estaba disfrutando el viaje.
Decidí parar cuando encontré una pequeña cabaña que parecía deshabitada.
Me acerqué al porche y toqué por si había alguien adentro.
- ¿hola?- dije mientras me asomaba por una de las ventanas.
Parecía vieja. Decidí entrar al no tener una respuesta y me encontré con todo un desastre, parecía que llevaban prisa cuando se mudaron.
Me acerqué a una mesa y asenté mi abrigo en ella, mientras merodeaba por aquella cabaña sentía un frío único, el frío de un espíritu.
- ¿hola?- dije cerrando mis ojos y concentrándome en lo que veía dentro de ellos.
- hola- después de tener esa respuesta abrí los ojos y pude ver con qué trataba. Era una chica pálida y con el cabello rubio y los ojos verdes, traía puesto un abrigo y unos pantalones viejos.- ¿cómo puedes verme?- dijo acercándose y analizándome.
- es la ventaja de ser diferente- dije y una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de aquella chica- ¿cuál es tu nombre?- dije interesada.
- Me llamo Ámbar, Ámbar solance - dijo y soltó una pequeña sonrisa que devolví- No soy un espíritu, soy un ángel.
- mucho gusto Ámbar, mi nombre es Paula.- dije y traté de acercar mi mano a la suya para saludar y pareció no molestarle. Aún no me acostumbraba a la heladez.
- ¿te quedarás esta noche?- dijo aquella chica y yo asentí.
- sé que estás huyendo y tengo un trato para ti- dijo y yo la miré.
- ¿cuál sería ese trato?
- puedo cambiar tu apariencia para que les sea más difícil encontrarte pero tú debes ayudarme a irme de esta casa, desearía descansar.
- ¿y cómo? ¿Puedes hacer eso?- dije sorprendida por aquella oferta, ¿desde cuándo?
- Luna me ayudará a eso y después regresaré, es cansado estar en el mundo mortal- dijo y sonrió
- Lo entiendo- la tomé de las manos y le regalé una sonrisa.
- entonces empecemos- dijo sonriendo de vuelta y de la nada Luna apareció frente a nosotras.
- No tengo palabras para esto, es raro, soy rara- dije y Luna pareció reírse en silencio de mi confusión.
Sólo sentí como un toque helado se apoderaba de mi frente y quedé dormida.
[ale PDV]
Íbamos es el carro de Lupita y no podía creer que me doliera tanto el cuerpo de estar sentada.
-¿no tenías una mejor idea que viajar a otro país en carro?- dije sarcásticamente- ¿es enserio?¿en carro?- me llevé las manos al rostro y me acosté haciendo el asiento para atrás.
- todo sea por Paula- dijo y me golpeó el hombro- vamos a volver las tres a casa- dijo y aceleró.
[pau PDV]
-niña, despierta.
Me desperté de golpe y choqué la cabeza con una rama de árbol y escuché risas.
- ahg, esto no es gracioso- dije y no pude finalizar ya que Luna me interrumpió mostrándome un espejo y quedé perpleja con lo que vi, no bromeaban con lo de "no ser localizada".
Mi cabello era rubio con leves mechas, mi piel era pálida y estaba un poco ruborizada por el frío, tenía pecas y lo que más llamó mi atención fueron mis ojos los cuales eran grandes y grises.
- vaya... ustedes iban en serio, ni yo me reconozco.
- De nada, Arizona- dijeron y yo quedé confundida.
- ¿Arizona?¿ahora igual el nombre?- dije y ellas asintieron.
- si deseas ser irreconocible debes tener todo de otra persona ajena a ti- dijo Luna.
- y por eso te cambiamos el nombre- correspondió Ámbar- pronto sabrás quién eres, Ari.
[5:00 am]
Desperté por algunos ruidos de la madera vieja en la cabaña y decidí que era hora de salir de mi escondite.
Les mentiría si les dijera que el cielo no era hermoso, tenía muchas estrellas y se podía observar la aurora boreal a lo lejos.
Volví a entrar rápidamente por mi abrigo y comencé a caminar bajo el cielo nocturno.
El sol comenzaba a salir cuando llegué a lo que parecía otro pueblo pequeño, aquí podría conseguir algo de dinero y poder comer algo, estaba hambrienta.
Caminé hacia algunos lugares para preguntar si no podía hacer cualquier cosa a cambio de un poco de dinero, me ofrecieron un pequeño puesto de medio tiempo en una tienda artesanal y lo tuve que tomar, no tenía de otra y no pensaba aguantar otra caminata.
Después de mi turno habitual agarré una cabina y llamé al número de Ale.
- vamos, contesta- dije en voz baja- sonreí cuando me contestó.
- bueno- dijo del otro lado del teléfono
- Amor, soy yo- dije y aunque no la podía ver supe que estaba sonriendo.
- Amor quiero que sepas que estamos llendo hacia dónde tú estés, ¿dónde estás?- me preguntó del otro lado de la línea.
- estoy en...- paré en seco. Algo andaba mal
- No te voy a decir dónde estoy- bingo- ya puedes dejar de apuntarle a mi esposa con una pistola, Phillip- dije algo nerviosa, pero no lo demostré.
Esto no se quedaría así.
Era hora de ser valiente.