Salí de la casa y me dirigí a la estación de policía como habíamos quedado.
- Buenos días. Busco al Oficial Castillo.
- Buenos días Señorita, en un momento la comunico con el agente, tome asiento por favor.- dijo aquella chica pelirroja antes de tomar el teléfono y marcar. Yo tomé asiento.
Saqué mi celular ya que tenía un mensaje de Lupita, el cual abrí.
["¿Dónde estás? ¿Ya estás en la estación? Voy para allá"]
Contesté el mensaje y lo cerré ya que la señorita del teléfono me llamó.
- Señorita... Navarro? El agente Castillo la invita a pasar a su oficina.
- Claro, gracias- dije y me dirigí hacia donde la chica me llevó.
[En la oficina]
Entré en aquella oficina nerviosa y esperando algo bueno para hoy.
- buenas tardes.
- buenas tardes, tome asiento por favor.
- me llamó por el caso de mi esposa...- dije mirándolo
- así es. He estado revisando el expediente y me puedo dar cuenta de que tiene cabos sueltos.
- ¿cuáles serían esos? Solamente quiero asegurarme de que esta vez no lo tomará como un caso "imposible" de resolver. -dije en respuesta.
- le prometo encontrar a Paula, señorita.- dijo para tomar el expediente y abrirlo.
Veía que lo leía con mucho detenimiento y empecé a ponerme nerviosa.
Habrán pasado dos horas de tratar de armar el caso de nuevo, dos horas eternas.
Salí de la oficina y me dirigí a la casa ya que Lupita no había llegado, tal vez se quedó haciendo algunas compras, yo que sé.
- ya llegué dije y Lupita salió de la cocina y me sentó en la sala.
- Volvió a llamarme.
- ¿quién?- dije- ¿mi esposa?
- si, se oía muy agitada y parecía que estaba corriendo...
[pau PDV]
Tenía que desatarme de esta maldita camilla, estaba harta de todo esto. Me quería escapar y era ahora o nunca.
- mierda- maldije en voz baja tratando de sacar mis manos de aquella soga recordando mi antiguo entrenamiento, servía en estos casos.
- bingo- dije cuando logré sacar mis manos no sin antes llevarme unas cuantas raspadas y moretones en las muñecas por la presión de tres días amarrada.
Salí del cuarto terminando de desatarme completamente tropecé levemente con un tubo pero lo tomé en manos.
Era espeluznante afuera, las luces no servían muy bien así que tuve que ingeniármelas para saber a dónde ir y estar muy atenta.
Gracias a que estuve en silencio pude salir de esa habitación y proseguí a abrir una de las ventanas, más bien a romperla.
- bueno Paula, tú puedes- dije y rompí aquella ventana con el tubo de metal. Una alarma comenzó a sonar, voltee hacia atrás y vi a alguien venir a lo lejos, mierda.
Salí lo más rápido que pude llevándome algunas cortadas eso no me importaba.
Corrí como nunca antes en mi vida y no miré atrás. Era como un ave en libertad. Extrañaba esto.
Seguía corriendo por aquel bosque nevado y oscuro, era un poco difícil pero lo valía, ¿al fin libre? No lo creo, mierda.
Algunas lágrimas cayeron de mi rostro y se congelaron en el aire mientras seguía con mi cometido.
Me detuve cuando no me sentí perseguida y traté de ubicarme bien, había ese bosque y una carretera, si la seguí saldría a algún pueblo cerca de donde vivía.
- ahora tengo que encontrar un teléfono, grandioso...- dije recobrando un poco el aliento cuando escuché un sonido por mi espalda.
- joder ustedes no se cansan- dije y salí corriendo al ver a los guardaespaldas de aquel hombre venir hacia mi.
Esa carretera se me hizo eterna. Casi me alcanzan dos veces pero yo no estaba dispuesta a regresar a aquel infierno. La fuerza de un ser humano puede llegar a ser impresionante en situaciones de riesgo, pero para alguien como yo era mayor. Media hora después los perdí de vista pero no me detuve. No ahora que era libre, correría hasta hartarme y hasta desmayarme.
No pasó más de una hora cuando llegué a un pequeño pueblo.
Me acerqué a algunas personas preguntando por un teléfono, nadie me podía prestar, no los culpo, parecía una ladrona con estas pintas que tenía.
Sin embargo después de dos horas de caminar logré encontrar una cabina casi a las afueras de ese pueblo.
- ¿cuál era el número de Lupita? Vamos piensa, te lo sabías- dije marcando algo en el celular- eso es vamos- dije feliz cuando empezó a soñar el tono de llamada.
- bueno- dijo mi amiga, yo respondí lo mejor que pude.
- Lupita soy Paula y me acabo de escapar- dije algo feliz.
- espera, ¿que tú acabas qué? ¿Y dónde estás?- dijo sorprendida.
- No tengo idea pero los dejé atrás- dije
- cuando Alejandra lo sepa se va a poner feliz- escuché del otro lado del teléfono.
Después de reportarme con Lupita decidí que lo mejor era seguir caminando. Salí de aquel pueblo y seguía habiendo bosques nevados, era precioso.
Ahora sólo faltaba llegar a casa.
El tiempo corre...