A la mañana siguiente partimos apenas salió el sol. No lleve muchas cosas, solo una pequeña mochila con mi ropa hecha de lana, un saco donde dormir, un poco de comida y mi látigo.
Desde que volví del bosque me obsesione con aprender a cómo defenderme, por lo que, después de insistirle mucho a mi padre logre que me enseñara a luchar. En la tribu, las mujeres no se supone que sepan cómo hacerlo, sin embargo, con mi insistencia logre persuadirlo. Al principio comencé a practicar con lanza y arco, pero la verdad soy muy mala en eso, por lo que opte por un látigo, que para mi sorpresa logre dominarlo fácilmente.
Supongo que cada uno tiene lo suyo, mientras que Quinn usa un arco, Avon domina su lanza y Lena… Se la pasa coqueteándoles. No se si es mis celos de hermana o lo que sea, pero me fastidia su obsesión con mis dos hermanos. Cuando llego a la casa me daba mucha lastima, sabía que mis hermanos la odiaban por lo sucedido, yo por mi lado nunca la culpe, sentía que ella no tenia por que pagar por los pecados de su madre y que ella era una víctima más. Sin embargo, a medida que paso el tiempo empezó a molestarme su comportamiento, pasa todo el día pendiente de que hacen mis hermanos, y aunque Quinn sea indiferente con ella, como es con todos, ella le sigue a todos lados y no lo deja tranquilo. Avon por su parte… no se que pensar al respecto, el es muy amable con ella, pero no se si es por su personalidad o por qué siente algo por ella. De igual forma, ella sintió que eso le dio el derecho a seguirlos a todos los días y a actuar como la dueña de la casa o como la princesa de la tribu. Yo hago lo posible por soportarla.