Cuando nos estábamos yendo apareció el niño que hace unos días había estado en mi casa, si mal no recuerdo se llamaba Helge. Se veía bastante avergonzado mientras se nos acercaba, era extraño que no hiciera parte de un grupo de niños como lo hacían el resto de los niños.
-yo… eh… ¿me puedo ir con ustedes? - Dijo Helge, parecía que había requerido toda su fuerza de voluntad para decir esas pocas palabras. Se veía sonrojado y tenia los ojos llorosos.
Se me hizo muy tierno y no pude evitar dedicarle una sonrisa. Siempre me habían gustado los niños pequeños. Era de las nietas mayores en mi familia y muchas veces tenia la responsabilidad de cuidar a mis primos pequeños. Por lo que, sin pensarlo mucho agarre la mano del pequeño niño y empecé a caminar hacia mi casa.
Mis hermanos no dijeron mucho, pero nos siguieron silenciosamente. Pronto la situación se puso algo tensa, aun recordaba el problema en que me había metido y seguía pensando que debía de hablar con Quinn. Sin embargo, no era el momento… Por lo que, decidí empezar a hablar con el pequeño Helge.
Por lo que entendí, era hijo único, su madre había tenido problemas para quedar embarazada y él había sido el único que había sobrevivido del parto. Por lo que, su familia cuidaba mucho de el y desde que tuvo su ceremonia de nacimiento no había vuelto a ver a nadie hasta ahora. Por lo tanto, no sabia como comunicarse bien con los demás y se sentía intimidado al ver a tantos niños de su edad.
Entre más hablaba con él más cariño le tomaba, pude notar que entre más cosas le preguntaba menos apanado se veía. El no parecía notar que de un momento a otro empezó a caminar dando pequeños saltos que lo hacían lucir muy lindo. ¿Sera de tipo conejo y por eso le gustara saltar? En realidad, no lo sé, pero me gustaría conocerlo un poco más.