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Chapter 28 - INFIERNO CANTO XXIII

Callados, solos y sin compañía caminábamos uno tras del otro,lo mismo que los frailes franciscanos.

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Vuelto había a la fábula de Esopo mi pensamiento la presente riña, donde él habló del ratón y la rana, 4

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porque igual que «enseguida» y «al instante», se parecen las dos si se comparael principio y el fin atentamente.

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Y, cual de un pensamiento el otro sale, así nació de aquel otro después,que mi primer espanto redoblaba.

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Yo así pensaba: «Si estos por nosotros quedan burlados con daño y con befa, supongo que estarán muy resentidos.

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Si sobre el mal la ira se acrecienta, ellos vendrán detrás con más crueldadque el can lleva una liebre con los dientes.»

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Ya sentía erizados los cabellos por el miedo y atrás atento estaba cuando dije: «Maestro, si escondite

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no encuentras enseguida, me amedrentan los Malasgarras: vienen tras nosotros: tanto los imagino que los siento.»

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Y él: «Si yo fuese de azogado vidrio, tu imagen exterior no copiaríatan pronto en mí, cual la de dentro veo;

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tras mi pensar el tuyo ahora venía, con igual acto y con la misma cara,que un único consejo hago de entrambos.

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Si hacia el lado derecho hay una cuesta, para poder bajar a la otra bolsa, huiremos de la caza imaginada.»

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Este consejo apenas proferido,los vi venir con las alas extendidas, no muy de lejos, para capturarnos.

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De súbito mi guía me cogiócual la madre que al ruido se despierta y ve cerca de sí la llama ardiente,

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que coge al hijo y huye y no se para, teniendo, más que de ella, de él cuidado, aunque tan sólo vista una camisa.

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Y desde lo alto de la dura margen,de espaldas resbaló por la pendiente, que cierra la otra bolsa por un lado.

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No corre por la aceña agua tan rauda, para mover la rueda del molino, cuando más a los palos se aproxima,

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cual mi maestro por aquel barranco, sosteniéndome encima de su pecho, como a su hijo, y no cual compañero.

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Y llegaron sus pies al lecho apenas del fondo, cuando aquéllos a la cima sobre nosotros; pero no temíamos,

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pues la alta providencia que los quiere hacer ministros de la quinta fosa,poder salir de allí no les permite.

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Allí encontramos a gente pintadaque alrededor marchaba a lentos pasos, llorando fatigados y abatidos. 58

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Tenían capas con capuchas bajas hasta los ojos, hechas del tamañoque se hacen en Cluní para los monjes:

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por fuera son de oro y deslumbrantes, mas por dentro de plomo, y tan pesadas que Federico de paja las puso.

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¡Oh eternamente fatigoso manto! Nosotros aún seguimos por la izquierda a su lado, escuchando el triste lloro;

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mas cansados aquéllos por el peso, venían tan despacio, que con nuevos compañeros a cada paso estábamos.

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Por lo que dije al guía: «Ve si encuentrasa quien de nombre o de hechos se conozca, y los ojos, andando, mueve entorno.»

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Uno entonces que oyó mi hablar toscano, de detrás nos gritó: « Parad los pasos,los que corréis por entre el aire oscuro.

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Tal vez tendrás de mí lo que buscabas.» Y el guía se volvió y me dijo: «Espera,y luego anda conforme con sus pasos.»

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Me detuve, y vi a dos que una gran ansia mostraban, en el rostro, de ir conmigo, mas la carga pesaba y el sendero.

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Cuando estuvieron cerca, torvamente, me remiraron sin decir palabra;luego a sí se volvieron y decían:

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«Ése parece vivo en la garganta;y, si están muertos ¿por qué privilegio van descubiertos de la gran estola?»

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Dijéronme: «Oh Toscano, que al colegio de los tristes hipócritas viniste,dinos quién eres sin tener reparo.»

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«He nacido y crecido -les repuse- en la gran villa sobre el Arno bello,

95y con el cuerpo estoy que siempre tuve. 96

¿Quién sois vosotros, que tanto os destila el dolor, que así veo por el rostro,y cuál es vuestra pena que reluce?»

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«Estas doradas capas -uno dijo-

son de plomo, tan gruesas, que los pesos hacen así chirriar a sus balanzas.

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Frailes gozosos fuimos, boloñeses; yo Catalano y éste Loderingo llamados, y elegidos en tu tierra, 103

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como suele nombrarse a un imparcial por conservar la paz; y fuimos talesque en torno del Gardingo aún puede verse.»

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Yo comencé: «Oh hermanos, vuestros males » No dije más, porque vi por el sueloa uno crucificado con tres palos.

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Al verme, por entero se agitaba, soplándose en la barba con suspiros; y el fraile Catalán que lo advirtió,

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me dijo: «El condenado que tú miras, dijo a los fariseos que era justo ajusticiar a un hombre por el pueblo. 115

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Desnudo está y clavado en el camino como ves, y que sienta es necesarioel peso del que pasa por encima;

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y en tal modo se encuentra aquí su suegro en este foso, y los de aquel concilioque a los judíos fue mala semilla.» 121

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Vi que Virgilio entonces se asombraba por quien se hallaba allí crucificado,en el eterno exilio tan vilmente. 124

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Después dirigió al fraile estas palabras:«No os desagrade, si podéis, decirnos si existe alguna trocha a la derecha,

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por la cual ambos dos salir podamos, sin obligar a los ángeles negros,a que nos saquen de este triste foso.»

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Repuso entonces: «Antes que lo esperes, hay un peñasco, que de la gran rocasale, y que cruza los terribles valles,

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salvo aquí que está roto y no lo salva. Subir podréis arriba por la ruina

que yace al lado y el fondo recubre.»

El guía inclinó un poco la cabeza: 138dijo después: « Contaba mal el casoquien a los pecadores allí ensarta.» 141

Y el fraile: « Ya en Bolonia oí contar muchos vicios del diablo, y entre otros que es mentiroso y padre del embuste.»

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Rápidamente el guía se marchó, con el rostro turbado por la ira;y yo me separé de los cargados,

147detrás siguiendo las queridas plantas.