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Chapter 10 - INFIERNO CANTO VIII

Digo, para seguir, que mucho antes de llegar hasta el pie de la alta torre, se encaminó a su cima nuestra vista, 1

3 porque vimos allí dos lucecitas,y otra que tan de lejos daba señas, que apenas nuestros ojos la veían.

6 Y yo le dije al mar de todo seso:«Esto ¿qué significa? y ¿qué responde el otro foco, y quién es quien lo hace?»

9 Y él respondió: «Por estas ondas sucias ya podrás divisar lo que se espera,si no lo oculta el humo del pantano.»

12 Cuerda no lanzó nunca una saeta que tan ligera fuese por el aire, como yo vi una nave pequeñita

15 por el agua venir hacia nosotros, al gobierno de un solo galeote,gritando: «Al fin llegaste, alma alevosa.»

18 «Flegias, Flegias, en vano estás gritando 19

díjole mi señor en este punto-;tan sólo nos tendrás cruzando el lodo.»

21 Cual es aquel que gran engaño escucha que le hayan hecho, y luego se contiene, así hizo Flegias consumido en ira.

24 Subió mi guía entonces a la barca,y luego me hizo entrar detrás de él;y sólo entonces pareció cargada.

27 Cuando estuvimos ambos en el leño, hendiendo se marchó la antigua proa el agua más que suele con los otros.

30 Mientras que el muerto cauce recorríamos uno, lleno de fango vino y dijo:«¿Quién eres tú que vienes a destiempo?»

33 . Y le dije: « Si vengo, no me quedo; pero ¿quién eres tú que estás tan sucio?»Dijo: «Ya ves que soy uno que llora.» 36 Yo le dije: «Con lutos y con llanto, puedes quedarte, espíritu maldito,pues aunque estés tan sucio te conozco.»

39 Entonces tendió al leño las dos manos; mas el maestro lo evitó prudente, diciendo: «Vete con los otros perros.»

42 Al cuello luego los brazos me echó, besóme el rostro y dijo: «!Oh desdeñoso, bendita la que estuvo de ti encinta!

45 Aquel fue un orgulloso para el mundo;y no hay bondad que su memoria honre:por ello está su sombra aquí furiosa.

48 Cuantos por reyes tiénense allá arriba, aquí estarán cual puercos en el cieno, dejando de ellos un desprecio horrible.»`

51 Y yo: «Maestro, mucho desearía el verle zambullirse en este caldo,antes que de este lago nos marchemos.»

54 Y él me repuso: «Aún antes que la orilla de ti se deje ver, serás saciado:

de tal deseo conviene que goces.»

Al poco vi la gran carnicería 57 que de él hacían las fangosas gentes;a Dios por ello alabo y doy las gracias. 60 «¡A por Felipe Argenti!», se gritaban, y el florentino espiritu altanerocontra sí mismo volvía los dientes. 61

63 Lo dejamos allí, y de él más no cuento. Mas el oído golpeóme un llanto,y miré atentamente hacia adelante.

66 Exclamó el buen maestro: «Ahora, hijo, se acerca la ciudad llamada Dite,

68 de graves habitantes y mesnadas.» 69 Y yo dije: «Maestro, sus mezquitas en el valle distingo claramente, rojas cual si salido de una fragua 70

72 hubieran.» Y él me dijo: «El fuego eterno que dentro arde, rojas nos las muestra, como estás viendo en este bajo infierno.»

75 Así llegamos a los hondos fosos que ciñen esa tierra sin consuelo; de hierro aquellos muros parecían.

78 No sin dar antes un rodeo grande, llegamos a una parte en que el barquero«Salid -gritó con fuerza- aquí es la entrada.»

81 Yo vi a más de un millar sobre la puerta de llovidos del cielo, que con rabia decían: «¿Quién es este que sin muerte

84 va por el reino de la gente muerta?» Y mi sabio maestro hizo una señade quererles hablar secretamente.

87 Contuvieron un poco el gran desprecio y dijeron: « Ven solo y que se marche quien tan osado entró por este reino;

90 que vuelva solo por la loca senda; pruebe, si sabe, pues que tú te quedas, que le enseñaste tan oscura zona.»

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Piensa, lector, el miedo que me entró al escuchar palabras tan malditas,que pensé que ya nunca volvería.

96 «Guía querido, tú que más de siete veces me has confortado y hecho librede los grandes peligros que he encontrado,

99 no me dejies -le dije- así perdido; y si seguir mas lejos nos impiden, juntos volvamos hacia atrás los pasos.»

102 Y aquel señor que allí me condujera«No temas -dijo- porque nuestro paso nadie puede parar: tal nos lo otorga.

105 Mas espérame aquí, y tu ánimo flaco conforta y alimenta de esperanza,que no te dejaré en el bajo mundo.»

108 Así se fue, y allí me abandonóel dulce padre, y yo me quedé en duda pues en mi mente el no y el sí luchaban.

111 No pude oír qué fue lo que les dijo:mas no habló mucho tiempo con aquéllos, pues hacia adentro todos se marcharon.

114 Cerráronle las puertas los demonios en la cara a mi guía, y quedó afuera, y se vino hacia mí con pasos lentos.

117 Gacha la vista y privado su rostro de osadía ninguna, y suspiraba:« ¡Quién las dolientes casa me ha cerrado!»

120 Y él me dijo: «Tú, porque yo me irrite, no te asustes, pues venceré la prueba,por mucho que se empeñen en prohibirlo.

123 No es nada nueva esta insolencia suya, que ante menos secreta puerta usaron,que hasta el momento se halla sin cerrojos.

126 Sobre ella contemplaste el triste escrito: y ya baja el camino desde aquélla, pasando por los cercos sin escolta,

129 quien la ciudad al fin nos hará franca.