Así bajé del círculo primeroal segundo que menos lugar ciñe,
2 y tanto más dolor, que al llanto mueve. 3 Allí el horrible Minos rechinaba. A la entrada examina los pecados; juzga y ordena según se relíe. 4
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Digo que cuando un alma mal nacida llega delante, todo lo confiesa;y aquel conocedor de los pecados
9 ve el lugar del infierno que merece:tantas veces se ciñe con la cola,cuantos grados él quiere que sea echada.
12 Siempre delante de él se encuentran muchos;van esperando cada uno su juicio, hablan y escuchan, después las arrojan.
15 «Oh tú que vienes al doloso albergue-me dijo Minos en cuanto me vio, dejando el acto de tan alto oficio-;
18 mira cómo entras y de quién te fías:no te engañe la anchura de la entrada.» Y mi guta: «¿Por qué le gritas tanto?
21 No le entorpezcas su fatal camino;así se quiso allí donde se puedelo que se quiere, y más no me preguntes.»
24 Ahora comienzan las dolientes notas a hacérseme sentir; y llego entonces allí donde un gran llanto me golpea.
27 Llegué a un lugar de todas luces mudo, que mugía cual mar en la tormenta,si los vientos contrarios le combaten.
30 La borrasca infernal, que nunca cesa, en su rapiña lleva a los espíritus; volviendo y golpeando les acosa.
33 Cuando llegan delante de la ruina, allí los gritos, el llanto, el lamento; allí blasfeman del poder divino.
36 Comprendí que a tal clase de martirio los lujuriosos eran condenados,que la razón someten al deseo.
39 Y cual los estorninos forman de alas en invierno bandada larga y prieta,así aquel viento a los malos espiritus:
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arriba, abajo, acá y allí les lleva;y ninguna esperanza les conforta,no de descanso, mas de menor pena.
45 Y cual las grullas cantando sus lays largas hileras hacen en el aire,así las vi venir lanzando ayes,
48 a las sombras llevadas por el viento. Y yo dije: «Maestro, quién son esas gentes que el aire negro así castiga?»
51 «La primera de la que las noticias quieres saber --me dijo aquel entonces- fue emperatriz sobre muchos idiomas.
54 Se inclinó tanto al vicio de lujuria, que la lascivia licitó en sus leyes, para ocultar el asco al que era dada:
57 Semíramis es ella, de quien dicenque sucediera a Nino y fue su esposa:mandó en la tierra que el sultán gobierna. 58
60 Se mató aquella otra, enamorada, traicionando el recuerdo de Siqueo; la que sigue es Cleopatra lujuriosa. 61
63 A Elena ve, por la que tanta víctima 64 el tiempo se llevó, y ve al gran Aquiles 65 que por Amor al cabo combatiera; 66 ve a Paris, a Tristán.» Y a más de mil sombras me señaló, y me nombró, a dedo, que Amor de nuestra vida les privara. 67
69 Y después de escuchar a mi maestro nombrar a antiguas damas y caudillos, les tuve pena, y casi me desmayo.
72 Yo comencé: «Poeta, muy gustoso hablaría a esos dos que vienen juntos y parecen al viento tan ligeros.» 73
75 Y él a mí: «Los verás cuando ya estén más cerca de nosotros; si les ruegasen nombre de su amor, ellos vendrán.»
78 Tan pronto como el viento allí los trajo
alcé la voz: «Oh almas afanadas,hablad, si no os lo impiden, con nosotros.»
81 Tal palomas llamadas del deseo, al dulce nido con el ala alzada,van por el viento del querer llevadas,
84 ambos dejaron el grupo de Didoy en el aire malsano se acercaron, tan fuerte fue mi grito afectuoso: 85
87 «Oh criatura graciosa y compasiva que nos visitas por el aire perso
89 a nosotras que el mundo ensangrentamos; 90 si el Rey del Mundo fuese nuestro amigo rogaríamos de él tu salvación,ya que te apiada nuestro mal perverso.
93 De lo que oír o lo que hablar os guste, nosotros oiremos y hablaremosmientras que el viento, como ahora, calle.
96 La tierra en que nací está situadaen la Marina donde el Po desciende y con sus afluentes se reúne.
99 Amor, que al noble corazón se agarra, a éste prendió de la bella personaque me quitaron; aún me ofende el modo.
102 Amor, que a todo amado a amar le obliga, 103 prendió por éste en mí pasión tan fuerte 104 que, como ves, aún no me abandona. 105 El Amor nos condujo a morir juntos,y a aquel que nos mató Caína espera.»
107 Estas palabras ellos nos dijeron. 108 Cuando escuché a las almas doloridas bajé el rostro y tan bajo lo tenía,que el poeta me dijo al fin: «tQué piensas?»
111 Al responderle comencé: «Qué pena, cuánto dulce pensar, cuánto deseo,a éstos condujo a paso tan dañoso.»
114 Después me volví a ellos y les dije, y comencé: «Francesca, tus pesares
llorar me hacen triste y compasivo;
dime, en la edad de los dulces suspiros 117 ¿cómo o por qué el Amor os concedióque conocieses tan turbios deseos?» 120 Y repuso: «Ningún dolor más grande que el de acordarse del tiempo dichoso en la desgracia; y tu guía lo sabe.
123 Mas si saber la primera raízde nuestro amor deseas de tal modo, hablaré como aquel que llora y habla:
126 Leíamos un día por deleite, cómo hería el amor a Lanzarote;
128 solos los dos y sin recelo alguno. 129 Muchas veces los ojos suspendieron la lectura, y el rostro emblanquecía, pero tan sólo nos venció un pasaje.
132 Al leer que la risa deseadaera besada por tan gran amante,éste, que de mí nunca ha de apartarse, 133
135 la boca me besó, todo él temblando. Galeotto fue el libro y quien lo hizo; no seguimos leyendo ya ese día.»
138 Y mientras un espiritu así hablaba, lloraba el otro, tal que de piedad desfallecí como si me muriese;
141 y caí como un cuerpo muerto cae.