Eramos un total de siete personas las que estábamos allí, siendo Jair el que nos reunió a todos.
Si hiciera grandes presentaciones, y me pusiera a describir a los 7 que eramos me resulta aburrido y estresante, aunque quizás lo haga más adelante.
Entre los siete, Jair era el extrovertido, aquel joven que hacía amigos rápidamente y era por ende el más parlanchín. Luego estaba Fabiana, quien era muy orgullosa debido a ser de la nobleza. Santos un joven humilde, Cinthia, la jóven inteligente y algo gordita. Ronald un peleador nato, hijo de uno de los caballeros más fuertes de la ciudad. Anais quien era la más callada de todos y por último yo, Vetgod, quien era el más centrado, al menos eso dicen todos los que nos conocieron como grupo.
Mientras más conocíamos la ciudad, más impresionados estábamos. Resulta que en aquella ciudad todos eran magos, desde los más niños hasta los más viejos. Por supuesto ellos sólo eran pobladores y sus casas no figuraban para los intercambios, pero ellos si podían entregarnos misiones a los estudiantes.
Pero para recibir una misión de ellos debíamos de haber aprendido mínimo dos hechizos básicos.
Lo que si nadie nos decía era como fue posible que hubiera una ciudad en el interior de un edificio.
Mientras seguíamos nuestro recorrido apareció frente a nosotros un grupo de estudiantes que ya tenían más tiempo en la ciudad y fue con ellos que aprendimos que en cualquier lugar la belleza y el orgullo causan muchos problemas si van juntos. Lo digo porque dichas personas se acercaron con intenciones de llevarse a Fabiana con ellos, pero esta los ignoró desde el principio.
A nosotros por un momento, bueno a mí, se me hizo divertido, pero mientras más eran rechazados más insistentes se ponían ellos. Uno de ellos, el que parecía ser su líder, era llamado «Relámpago Rojo», y era el que más trataba de impresionar a Fabiana.
Fabiana intento de todo para que se alejé, lo ignoró, le respondió groseramente y esto no funcionó. Entonces salió Ronald al rescate de aquella situación. Recuerdo que se puso en medio de Fabiola y los jóvenes, dió una sonrisa y procedió a lanzar un puñetazo al llamado «Relámpago Rojo» haciendo que él saliera volando unos metros y caiga pesadamente al piso.
—La señorita ya los rechazó desde hace mucho tiempo. ¡váyanse!
Lo que me sorprendió mucho más que la fuerza demostrada por Ronald fue la actitud de ese grupo, por un momento pensé que «Relámpago Rojo» se levantaría furioso y nos devolvería el golpe, pero sorprendentemente se fue de inmediato.
—Eso es raro. —dijo Ronald
—No mucho —respondió Cinthia —. Quizá tenga miedo a matarnos. Después de todo tiene más tiempo aquí que nosotros.
—¿Acaso lo conoces? —cuestionó Jair
—Mi hermano me habló de él, es el primero de los de segundo año en alcanzar el Rayo Rojo. Y lo logró cuando recién llevaba tres meses en esta Academia.
Y hablando rayo rojos, el elemento de rayo tiene una peculiaridad, cada color representa una escala diferente de daño. el Rayo azúl es el más común, y si le asignamos un número de daño sería 10, le sigue el naranja, con un 25, El rojo con 100, el púrpura con 500, el dorado con 3000 y el blanco con 10000. La cuestión es que la gran mayoría de magos sólo llega a alcanzar el Rayo púrpura en toda su vida, por lo tanto que él haya alcanzado el Rayo Rojo a tan temprana edad es un gran logro.
Cuando llegamos al mercado del pueblo, me sorprendió lo ordenado que estaba. A diferencia de otros mercados donde no respetan turno y hay demasiado bullicio, en este el orden era muy respetado.
Al momento de estar en una tienda rápidamente eramos atendidos por unas cuántos pequeños que eran muy habilidosos y de pasó rompieron mi orgullo como hijo de un gran mercader.
Ni bien nos vieron sabían que eramos estudiantes y nos ofrecieron productos a cambio de puntos. Lo más barato que pudimos comprar fue una varita mágica a un total de 15 puntos. Casi todos la compramos excepto por Fabiana que compró una varita avanzada y la pagó con su propio dinero, esa gracia le costó 2000 tals, algo que es suficiente para vivir un par de meses para cualquier familia, pero para ella era solo un sencillo pues era hija de nobles. Ella también compró un manual llamado «Introducción a la magia básica del Rayo». Aunque nunca supe cuanto le costó.
Cuando nos regresamos a nuestras «casas» nos volvimos a encontrar con "Relampago Rojo" y su grupo, pero esta vez se le habían sumado dos niños de entre diez a doce años, quienes lo llamaban «Hermano».
Resultó que aquellos dos niños estaban allí para darnos la golpiza que «Relámpago Rojo» no podía. Y vaya paliza que nos dieron. Ese par no diferenció entre hombres y mujeres, simplemente lanzaron bolas de rayos desde el principio por todo el lugar y sólo se fueron cuando ya no podíamos movernos.
Al final del día unos compañeros que por allí pasaban nos llevaron a una enfermería donde tuvimos que pagar 15 puntos para ser sanados de lo contrario íbamos a pasar una semana o dos sin poder salir de casa.
Al día siguiente la novedad de toda el aula fue que fuimos brutalmente golpeados por unos niños se extendió por todo el grupo y empezaron a decirnos «Los siete golpeados» aunque con el pasó del tiempo nos llamaron simplemente «Los siete», y lo que en su principio era algo de vergüenza al final quedó simplemente de anécdota.