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Chapter 3 - Real Academia Mágica parte 2

—Las cosas nunca son como aparentan —nos dijo un señor de casi 60 años, cuyo pelo ya estaba volviéndose blanco.

Y es cierto.

Aquel señor que nos dijo eso era el que estaba esperando que llegarán los nuevos aprendices de la magia del rayo.

—Un claro ejemplo de mis palabras es esta Academia, incluso este edificio. Tan sencillo que ven, pero en cuyo interior...— El hombre dejo esa frase inconclusa para que todos descubrieran el significado de sus palabras.

Lo que esperaba adentro de ese edificio fue un mundo nuevo, por así decirlo. Era una ciudad dentro de un edificio de casi diez pisos. Había una enorme plaza, casas de todo tipo, de las rupestres, algunas que parecían que el techo se iba a caer, hasta lujosas mansiones que hacían la vista parpadear de tanto que brillaban.

—Sean bienvenidos a la Real Academia Mágica. Desde este momento este es su nuevo hogar.

Aquel hombre nos dió una hora para encontrar una casa de las más destartaladas y nos instó a ser rápidos, que no les hagamos ningún cambio a la que sería nuestra casa.

Por fortuna para mí encontrar una casa que se adecue a mis gustos no fue un problema pues desde pequeño acompañe a mi padre en sus viajes de negocios y puedo decir con orgullo que he dormido incluso en la intemperie, aunque puedo dar fé que habían unos cuantos con expresiones de disgusto.

Después de que todos habían escogido una casa, el señor cuyo nombre es Romeo empezó a informarnos las reglas de la Academia.

—Las reglas de esta Academia son las siguientes —pronunció Romeo cuando ya todos estaban presente.

—Regla 1: Prohibido matar a un miembro de la Academia.

Regla 2: No se permiten cambios en la infraestructura de la Academia.

Regla 3: Todos inician con 100 puntos acumulados, si bajan a menos de 50 serán automáticamente expulsados.

Regla 4: Se ganan puntos al completar misiones y aprobando exámenes.

Regla 5: Avanzar de rango les permite cambiar de casa.

Regla 6: Si derrotan a alguien en un enfrentamiento pueden hacerse de su cada si así lo desean.

Regla 7: Cada 500 puntos te permite cambiar de casa.

Regla 8: Solo reciben una clase por semana, si hay algo que no entiendan pueden cambiar puntos para que se les expliqué mejor.

Regla 9: Todos los que son expulsados se les hará hacer un juramento para no revelar nada de lo aprendido y visto en esta Academia.

Regla 10: Ni los amigos ni los enemigos son para toda la vida.

Regla 11: La comida cuesta, y si quieren algo gratis pueden hacerla por ustedes mismos.

En ese momento creí que habían algunas reglas un tanto absurdas o sin sentido, pero con el pasó del tiempo pude ver que todas tienen un objetivo preciso que sirve para la vida.

Aún recuerdo la primera lección que recibimos. Estábamos todos en una plaza, escuchando al maestro muy atentamente pues nadie quería gastar sus puntos aún.

—¿Qué es la magia? —pronunció Romeo, mientras miraba a todos y añadió —La magia es el acto de hacer posible lo imposible. Es la acción de volver real lo irreal. Pero más que nada la magia es la manifestación del sueño, deseo y ambición de un ser.

La magia se compone de tres elementos para que pueda suceder.

El mana, que viene a ser la energía necesaria para que funcione.

El canto o hechizo, que es el interruptor de arranque para que la magia se realice.

El elemento, que es lo que le da la propiedad a la magia, ya sea agua, aire, fuego, entre otros.

Para realizar la magia se requiere que esas tres "cosas" estén juntas y en armonía.

El mana es la energía que se encuentra en la naturaleza y en el mismo ser, pero varía en proporción. Detectar el mana es necesario de entre una semana a un mes, y el método más usado es conocer el cuerpo propio. Identificar el mana es como identificar la sangre, los ojos, el corazón, y para identificar el mana es necesario estar en un estado determinado. Se necesita estar sumamente concentrado.

La clase continuó durante una horas en las que nos enseñaron las distintas formas de identificar el mana y el como empezar a usarlo a voluntad.

Allí aprendimos que el mana en su forma pura no causa ningún daño al cuerpo y es en realidad muy beneficioso para nosotros mismos.

Por mi parte ya estaba aburrido de dicha clase. Por fortuna para mí, mi cerebro tiene la capacidad de hacer distintas cosas a la vez, e incluso soy captar la información más importante en una conversación.

Así que empecé a tratar de identificar el mana que hay en mi propio cuerpo, algo que no logré hacer porque no estaba bien concentrado.

Al término de dicha clase el profesor nos dió la primera misión, identificar el mana. Las primeras 10 personas en lograrlo recibirían 10 puntos y a los últimos diez se les iba a restar diez puntos.

El profesor nos dijo que podíamos encontrarlo todos los días en esa misma plaza hasta que el sol se oculte.

Cada uno se fue por su lado a recorrer aquel pueblo. Yo tenía planeado quedarme en casa pero Jair se me acercó para invitarme a recorrer el pueblo junto a unas personas más que estaban con él.