Chapter 2 - 2

A la mañana siguiente:

Desperté por un olor delicioso, pensé que podría ser Rosalina quién estuviera preparando el desayuno. Me bañé y me vestí para bajar, pero al llegar a la cocina vi a Arianna desayunando en la mesa del comedor. Estaba atento a cualquier movimiento, tenía el temor de que volara un tenedor o un cuchillo a mi dirección.

—Te preparé el desayuno, está en la olla. Espero te aproveche.

—No me hagas reír, tú quemas hasta el agua— abrí la tapa de la olla y había un huevo hervido.

—. Los tuyos son los que estarán en esa olla un día — comentó sonriendo, y llevando el tenedor a su boca. Como la odio.

—Pareces un mapache con esa ojeras, ¿No dormiste bien por el golpe de ayer, brujita?— abrí la nevera buscando leche para prepararme el café, pero no había.

—Si buscas leche, tendrás que conformarte con la que sacas de entre tus piernas, porque acabo de terminarla y no queda más.

—¿¡Rosalina!?— llamé a la empleada.

—Ella se fue. Le di libre para que estuviéramos a solas, cariño. ¿No te agrada la idea? — sonrió maliciosa —. Deberías aprender a cocinar y así podrías preparar tu propio desayuno.

—Se nota que amaneciste de buen humor, pequeño ogro. ¿Estás en tus días?

—Siempre estoy de buen humor — se levantó de la mesa al terminar de comer, y caminó con el plato a la cocina —. Voy a salir con una amiga, y usaré tu auto.

—¿Eres estúpida o qué? No puedes salir sola, y menos sabiendo que estamos recién casados y no hay forma de que te preste mi auto.

—¿Quieres que me quede hacerte compañía, porque te sentirás solo en la casa?

—Estaría aliviado si te largas, pero como ves que no puedes irte sola; además de que necesitarás de mi auto y de mi. ¿Cómo te quedó el ojo, estúpida?

—Yo no te pedí permiso — me mostró las llaves de mi auto y sonrió.

—Dámelas— traté de quitárselas y salió corriendo—. Esta vez no vas a escapar, ogro de mierda — me fui corriendo detrás de ella, y antes de que subiera las escaleras, le agarré la pierna haciéndola caer—. Fui el rayo McQueen en mi otra vida. Esta vez no iba a dejar que te escaparas — le quité las llaves y me dio una patada en los huevos —. Mis hijos… — dejé caer las llaves por sujetarme los huevos, creí que se me caerían al piso.

—Ahora estamos a mano, idiota — cogió las llaves y riendo, subió a su habitación.

—¡No podré tener hijos nunca, maldita bruja! — algún día se las voy a cobrar.

Me fui a la cocina y me preparé el cereal sin leche. Es una molestia. No veo la hora de acabar con este matrimonio. Fue una mala decisión. Al terminar, escuché que ella bajó y me dirigí a la puerta, me paré en la entrada y tapé mis huevos por si acaso.

—Yo iré contigo— le dije.

—Ni en tus sueños.

—Tengo cosas que hacer y mientras tú estés haciendo tus pendejadas, yo puedo irme a divertir también.

—Pues no. Te quedarás aquí como la ama de casa. Permiso — trató de salir y me quedé en el medio —. Que te muevas.

—Ya lo dije, iré contigo. Si te ven sola al otro día de habernos casado, pueden armar un escándalo. Te guste o no, el trato es parecer una pareja normal. No creas que me agrada verte, tengo que hacer el gran sacrificio de soportar tu cara de ogro y actitud de mierda.

—Es lo menos que puedes hacer. Tuve que renunciar a mi libertad para casarme con un bueno para nada como tú. Es agotador soportar eso.

—Ya cuando se acabe el tiempo, podrás hacer lo que te dé la gana, mientras tanto, te va a tocar comportarte como una esposa, quieras o no, cabestra— rechinó los dientes y sonreí.

Salimos los dos y estuvimos en silencio por todo el camino, recogimos a su amiga en su casa y las llevé al centro comercial.

—Sí, él es mi adorado esposo, Michelle — comentó entre dientes.

—No te ves nada mal — me miró por el retrovisor y desvié la mirada. Hasta sus amigas son iguales a ella—. ¿Necesitas mantenimiento? — soltó una risita odiosa, y Arianna le siguió la corriente.

—¿Me lo darás realmente o serás igual a mi esposa, que me calienta y me deja así? — comenté sarcástico, y Arianna me dio un golpe en el pecho.

—¡Idiota!

Caminamos por el centro comercial y creí que no se cansarían de mirar en las tiendas. Tuve que caminar cerca de ella y lucir como el hombre más feliz del mundo, que acompaña a su esposa hacer sus estúpidas compras. Para completar con mi tarjeta de crédito, es una aprovechada. Ella y su padre tienen mucho dinero, ¿Por qué no usa el de ella?

Me separé de ellas para detenerme en un Kiosko de comida, y escuché una voz conocida a mi espalda.

—¿Bruce? —al girarme vi a Valentina. La última vez que la vi fue una semana antes de mi boda. Siempre me ha gustado, pero nunca he dado un paso más allá con ella. Es hermosa, es todo lo contrario a la serpiente venenosa que me tocó de esposa. Incluso en este momento ando pensando en ella. Es el maldito colmo.

—Valentina, ¿Cómo has estado?

—Bien, ¿Y tú? ¿Qué tal tu matrimonio? Creí que estarías en la luna de miel.

—Es que mi esposa vino hacer unas compras— reí nervioso.

—Entiendo. ¿Será que algún día podemos ir a tomarnos un trago o cenar? No te olvides de tus amigos ahora que te casaste— jamás podría olvidarla.

—No me olvidaré de eso, me encantaría un día poder hacerlo.

—Amor, ¿Qué haces? — Arianna me agarró el brazo y se acercó.

—Es un gusto conocerla. Soy Valentina, amiga de Bruce— añadió Valentina, amablemente.

—Sí, es un placer. Otro día hablamos, ahora tengo prisa — Arianna me hizo caminar con ella, no me dio tiempo ni a despedirme.  

—¿A ti qué te pasa? ¿No te enseñaron a tratar a la gente?

—¿Podrías respetar al menos que estás en un lugar público, idiota?

—Solo estaba saludando a una amiga.

—Amiga mis ovarios. Esa es la Valentina que te trae babeando. Eres muy fácil de interpretar. Debes respetarme y no lo estás haciendo.

—¿Respetarte? ¿Y cuándo me has respetado tu? Tú tienes a tus novios y yo no te digo un comino. Con quién hable o salga, no es tú maldito problema.

—Pues sí lo es, estamos casados y te guste o no, debes comportarte como mi esposo. Toma las bolsas

— me puso las bolsas en la mano y siguió caminando. Es muy insoportable.

Estuvo largas horas comprando de todo lo que se le antojó y me quedé observándola desde lejos. Parezco más un esclavo que su esposo. Aún faltan dos días más para que se acabe este tormento de luna de miel.

—Nos vamos — me dio dos bolsas más y siguió caminando con su amiga.

Caminé detrás de ellas y al llegar al auto, guardé todas las bolsas en el baúl para luego subirme.

Estaba cansado de esperar tanto y me sentía algo mareado. Padezco de anemia y cuando no me alimento bien, tengo esos mareos. Llevé a su amiga a la casa y luego dejé a Arianna en la nuestra.

—Baja las bolsas— me ordenó y la miré mal.

—Hazlo tú, ya tuve suficiente por hoy— luego que bajó traté de cerrar la puerta, pero la aguantó.

—¿Qué crees que haces? — me gritó molesta.

—Ya te divertiste lo suficiente, ¿no? Ahora quiero salir yo. Si no bajas las bolsas tú, me las llevaré y las voy a tirar por ahí.

—¡Eres un idiota!—abrió la puerta del baúl y cogió las bolsas—. Gracias por nada — cerró el baúl de mala gana y entró a la casa.

Fui a la tienda a comprar leche y regresé, esa fue mi divertida salida. Al llegar, ella estaba cocinando. Pasé por su lado y metí la leche en la nevera.

—Espero esta vez no la uses o te cortaré los pechos caídos que tienes — salí de la cocina y ella no dijo una sola palabra.

Ahora sólo tenía que esperar que ella saliera para preparar algo. Moría de hambre. Si ella no me hubiera alejado de Valentina, hubiera podido comprar algo de comida allí. Le envié un mensaje de texto a Valentina, pidiéndole disculpas y en pocos segundos respondió. Al menos no se sintió mal por lo sucedido. Cuando la bruja terminó en la cocina, logré entrar y tenerla para mí solito.

—Te preparé algo— me dijo sentándose en la silla.

—No caeré en ese truco de nuevo.

—Pues no comas nada entonces —  desvió la mirada y siguió comiendo en la mesa. Miré encima de la estufa y si había comida.

—¿Y qué te dio con cocinar para tu esposo? ¿Está envenenada?— pregunté sarcástico.

—Prefiero hacerlo antes que vayas a morirte por no comer bien, ¿Te has visto en un espejo? Estás más blanco que un papel.

—¿Acaso te estás preocupado por mi?— arqueé una ceja y reí.

—Ni en tus sueños. Solo preparé sin querer demás, pero si no la quieres, no tienes que comértela. No vaya a ser que te caiga mal y termines con diarrea.

—De ti no dudo nada, pero me la comeré.

En realidad, la comida no se veía mal, solo esperaba que realmente no esté envenenada, pues no es normal que haga este tipo de cosas por mi. Me senté en la mesa y no quiso mirarme, comimos ambos en silencio. Callada es como único puede verse distinta, a la que abre la boca, acaba con todo. Su actitud siempre ha sido la misma hacia mí. Con los demás los trata de maravilla, es como si me odiara demasiado, pero yo nunca le he hecho nada. De pequeños siempre hemos peleado como perros y gatos, somos totalmente diferentes. 

La comida estaba muy deliciosa. Hace mucho no como comida de la casa. Por el trabajo, casi siempre termino comiendo comida chatarra o lo primero que encuentre. No tenía idea de que ella supiera cocinar.

—La comida te quedó deliciosa.

—¿Mi esposo halagándome? ¿Se estará acabando el mundo?— puso los codos sobre la mesa y sonrió.

—Todo está bien hasta que abres la boca, deberías ponerte una cinta todo el día, a ver si así puedo soportarte.

—Y yo a ti una venda en los ojos, a ver si respetas a tu esposa frente a los demás y dejas de comerte a otra con la mirada, así no podrás conseguir una novia nunca, solo pareces un pervertido.

—Siempre te molestas cuando eso pasa, ¿Estás celosa?— reí divertido.

—¿Celosa de ti? No te creas la gran cosa. Jamás estaría celosa por lo que hagas, al final de cuentas, no estamos saliendo realmente.

—Entonces ¿Por qué sigues mencionando el tema?

—¿Qué te importa? — se levantó de la mesa y miró a la cocina —. Ahora te toca fregar — sonrió y subió a la habitación. Cada día la entiendo menos.

Llamé a mi papá, pero quién respondió fue mi madre.

Llamada telefónica:

—¿Cómo va todo, hijo?

—De mal en peor, mamá. Oye, ¿Cuánto tiempo tendrá que durar esta farsa?

—No te desesperes, hijo, solo será aproximadamente un año.

—¿¡Un año!?

—Sí, ya luego que tú padre arregle todo, podrán anunciar su divorcio sin problema.

—No soporto un segundo más, es muy insoportable, malcriada y odiosa.

—Traten de entenderse, ustedes estuvieron juntos desde pequeños. Busquen llevarse bien para que puedan soportar ese año.

—No soy el único que debe poner de su parte, ella no ayuda.

—Sabes que ella siempre ha sido así, Bruce. Luego de todo lo que ha pasado recientemente, es normal que se comporte de esta forma. Deberías ser un poco más comprensible y apoyarla. Debe sentirse muy sola. Tú nos tienes a nosotros, pero ella solo tiene a su padre. 

—No te prometo nada, mamá.

—Espero pasen una feliz luna de miel.

—Ojalá — colgué la llamada. 

Julissa

—¿Qué pasó con nuestro hijo?— preguntó Arnold.

—Enfrentando problemas matrimoniales, pero ya verás que terminarán enamorados esos dos — reí.

—En cualquier momento.

—Creo que necesitarán otro empujoncito.

—Así es.

Bruce

Fui a tocar la puerta de Arianna para invitarla a salir, estaba aburrido y ella ha estado toda la tarde dentro de ese cuarto, además de que me quedé pensando en lo que me dijo mi madre. Su mamá falleció hace dos meses, y sé que debe sentirse sola.

—¿Quieres jugar cartas o ver una película?— le pregunté, y abrió rápidamente la puerta.

—Quiero tomar, ¿Me llevarás, niño virgen?

—Para eso sí abres rápido la puerta, borracha. Alístate y salimos.

—De acuerdo.

Por todo el camino estuvimos en silencio. Al llegar a la barra que tanto quería, ella se bajó antes que yo y entró, ni siquiera pudo esperar por mi. No suelo venir a estos lugares solo, mayormente vengo con amigos.  Al entrar, vi que había una pareja en una mesa y ella estaba hablando con ellos, tal parece que le avisó a más gente. Esa era la razón por la cual aceptó venir rápidamente sin protesta. ¿Cómo no me lo imaginé?

—Ven, mi amor— me trató con supuesta dulzura y no tuve de otra que sonreír.

Nos sentamos en la mesa con esa pareja y ella se veía sonriente. Si supieran el demonio que en realidad es, no la trataría igual. Es un ogro insoportable.  

—Él es mi esposo Bruce, Liliana — Arianna me presentó.

—Mucho gusto, él es mi novio Daniel — dijo Liliana.

—Un placer — sonreí entre dientes y ellos sonrieron. Ya quiero irme de aquí y acabo de llegar.

—¿Qué ha sido de tu vida, Arianna? ¿Ya te comiste el postre?— preguntó Liliana riendo, y Arianna sonrió.

—Más que eso, ¿Cierto, cariño? — me miró y sonrió. ¿Estás dos de qué mierda hablan?

—Sí, amor.

Nos quedamos hablando de temas sin importancia y tomando cerveza.

—¿Hoy van a jugar con nosotros?— preguntó Liliana.

—¿Jugar qué?— pregunté.

—Verdad o reto — respondió.

Trajeron una botella de ron a la mesa y pusieron una línea de copas para servirlo.

—Si no responden y quieren pasar el reto o la pregunta, deberán tomarse un trago — dijo Daniel. 

No hay forma de que acepte esto. El Ron y yo no somos buenos amigos. No soy de tomar ron, pues se me sube rápido la borrachera. Miré a Arianna y ella sonrió.

—Yo no… — dije, y puso su mano en mi pierna.

—No dañes la noche, cariño.

Quedamos en tomar, ¿No? —suspiré molesto.

—Ni modo— sonreí para no mostrar mi disgusto.

La botella la giraron sobre la mesa y le tocó el turno a Liliana, al menos me salvé de ser el primero.

—¿Verdad o reto? — preguntó Arianna.

—Me voy con verdad.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?— preguntó Arianna y me miró. Este tema es demasiado incomodo.

—Hace unas horas — los tres rieron y me quedé sorprendido, no pensé que realmente respondería eso.

Giraron la botella y le tocó el turno a Arianna, suspiré aliviado de que no fui yo.

—¿Verdad o reto?— preguntó Liliana.

—Verdad.

—¿Cuándo fue la última vez que te tocaste? — la miré fijamente, esperando su respuesta, Arianna sonrió y se tocó el brazo.

—Ahora.

—Eres una tramposa— los tres soltaron una carcajada.

—Es tu culpa, no fuiste más directa.

—Para la próxima te vas arrepentir— sonrió, girando la botella otra vez. Le tocó el turno a Liliana de nuevo.  

—¿Verdad o reto?— volvió a preguntar Arianna.

—Reto.

—Muerde la oreja de tu novio— lo hizo sin pensarlo dos veces y Daniel se estremeció. 

Giraron de nuevo la botella y le tocó el turno a Daniel.

—¿Verdad o reto?— preguntó Liliana.

—Verdad — respondió. Los tres me miraron, esperando a que dijera algo. ¿Qué demonios se supone que diga? Pensando en eso, Arianna se acercó a mi oído.

—¿Cuándo fue la última vez que se masturbo viendo revistas? — soltó una carcajada y se alejó. Esta bruja se está burlando de mi.

—¿Cómo se siente tener una novia linda e inteligente? —pregunté sarcástico. 

—¿Le estás tirando a mi novia? — Daniel sonrió.

—No, más bien es curiosidad.

—Se siente genial — respondió.

Arianna no le pareció gustar mi pregunta y al ver su fingida expresión, reí.

Giraron la botella y me tocó el maldito turno.

—¿Verdad o reto? — preguntó Daniel. Con las preguntas que están haciendo, sería un problema responderlas, pues se burlarán de mi.

—Reto.

—Muerde el cuello de tu esposa — pidió Daniel.

—¿Eh?— Arianna soltó una carcajada y me pasó la copa. Se cree saberlo todo, se cree que no me atrevería hacerlo; quizás, tiene razón, pero no voy hacer lo que ella diga. Me acerqué a ella y se giró hacia mí.

—¿Qué haces, virgen?— preguntó en un tono bajo y sorprendida.

—Ya cállate— le dije tratando de no mostrarle mis nervios, moví su pelo y me acerqué. Su perfume era muy dulce y suave, es lo único en ella que podría ser así. Me acerqué lentamente a su cuello y suavemente lo mordí.

—Con eso no enciendes a nadie, creo que deberé enseñarte— dijo riendo. En realidad quién estaba encendido era yo. Esto se está saliendo de control, no pude evitar esa reacción. Es la primera vez que le hago eso a una mujer, no es porque sea ella. 

Giraron la botella y le tocó el turno a Liliana.

—¿Verdad o reto?— preguntó Arianna.

—Reto.

—Tócate los senos por encima de la ropa— Arianna no dejaba de mirarme y de sonreír, esto lo está haciendo a propósito, se cree que no me doy cuenta. Liliana lo hizo sin dudarlo y traté de no mirarla.

Giraron la botella y le tocó el turno a Arianna.

—¿Verdad o reto?

—Reto — le hizo un guiño a Liliana, y me di cuenta de que algo estaban tramando.

—Besa en la boca a tu esposo— al escuchar su reto, le alcancé la copa y ella la sujetó en la mano.

Estaba seguro que pasaría ese estúpido reto. Al ver que se dio el trago, me calmé. Repentinamente sus manos acariciaron mi mejilla, y al mirarla, me besó. Quedé sorprendido por unos segundos. En su boca aún tenía del ron y lo pasó a la mía, ese ardor bajó por mi garganta y se detuvo. Sus labios eran muy suaves; ese beso que tuvimos al casarnos, no fue nada comparado a este. Pensar en eso, me produjo un escalofrío constante en mi cuerpo. 

—¿Estaba delicioso, cariño? — esbozó una sonrisa maliciosa, y desvié la mirada. Otra vez se está burlando de mi.

El pantalón me estaba molestando, mi erección se estaba notando y quise taparme, poniendo las manos ahí. Es el colmo que me pase esto con ella.

Nos quedamos jugando por varias horas y tomando, ya me sentía al límite, no podía seguir tomando más. Los retos empezaron a ser más fuertes y tuve que negarme hacerlos. Ella seguía tomando y se veía relajada, era yo el único preocupado. Nos despedimos y caminamos al auto.

—Tendrás que manejar tú —le dije.

—Lo sé, es que ni para tomar sirves.

—Eres tan insoportable, bruja.

—Y tú un pervertido.

—Habló la que me toca el pene cada vez que puede.

—Cuidado con lo que dices, eso fue parte del juego.

—¿No me digas? ¿Y la vez que lo hiciste para quitarme la tarjeta?

—Tuve que buscar la forma de quitártela, de otra forma jamás lo hubiera hecho — aceleró el auto y sentí náuseas.

—No manejas tan rápido, loca.

—No vayas a vomitar. Veamos si ahora se te quita la borrachera.

—Te voy a matar, estúpida.

—Sería una pena que te quedes viudo habiéndote casado hace unos días. No creo que me odies tanto cuando te la pasas mirando mi cuerpo.

—¿Quién mierda va a querer ver tu cuerpo?

—Tú.

—Presumida.

Llegamos a la casa y me ayudó a bajarme, me llevó a mi cuarto y me tiró en la cama bruscamente.

—Debes bañarte para que se te pase un poco la borrachera, mira a ver cómo lo haces solo — trató de irse y le agarré el brazo.

—¿Por qué me besaste en el juego? Podías haber tomado el trago y pasar el reto. Para ti todo es un maldito juego. No dejas de molestarme y humillarme frente a los demás. Me robaste todo; mi libertad, mi primer beso y solo me has traído problemas.

—No sabía que eso te desagradaba tanto, pensé que lo estabas disfrutando, pero veo que no.

—¿Cómo podría disfrutar algo que venga de ti?

—Eres orgulloso, es por eso que no diré nada más. No voy a pelear con un borracho, así que voy a mi cuarto.

—No soporto que siempre seas tú quien haga esas cosas y esté bien, mientras que si lo hago yo, es porque soy un maldito pervertido— la jalé hacia la cama y me subí sobre ella.

—¿Qué estás haciendo?— la besé y me acomodé entre sus piernas, solo quería darle a probar de su propia medicina.

Ella correspondió mi beso y traté de imitar lo que ella hacía. Al sentir su lengua jugando con la mía, mi cuerpo reaccionó muy rápido, quería suponer que el alcohol empeoró las cosas. Nunca nos habíamos besado de esta forma, algo en ese beso, me provocó demasiado.

Al detenernos, cruzamos mirada; nuestra respiración estaba agitada y era como si mi cuerpo estuviera en fuego. Así no parece tan amargada. Por un instante me pareció bonita. Me dejé llevar por las ganas que sentía y agarré su seno por encima de su blusa y me empujó.

—¡Pervertido! — se levantó de la cama y salió del cuarto. Comencé a reír al ver su expresión; lucía algo avergonzada, no sabía que también tenía ese lado.

A la mañana siguiente: 

Desperté con mucho dolor de cabeza. Al recordar lo que había ocurrido anoche, me sentí algo incomodo. Ahora tendrá motivo de burlarse de mí. Me bañé y me vestí para luego bajar a la cocina, ella no había despertado, así que me puse hacer una llamada.

—Voy a regresar antes de tiempo, papá.

—¿Por qué?

—No soporto estar viviendo con ella y no quiero desatender la empresa.

—¿No llevas ni tres días casado con ella, y ya estás actuando así? No puedes hacerle un desplante de esta forma.

—Tu sabes que ella y yo no somos compatibles, si nos casamos fue por ustedes.

—Haz un esfuerzo, hijo.

—¿Esfuerzo? No puedo. Yo no la quiero, papá.

—¿Sigues pensando en esa Valentina? ¿Es eso lo que pasa? Tu relación con ella no iba a funcionar y tú lo sabes.

—Sí, aún pienso en ella. Hubiera preferido casarme con Valentina, que tener que soportar a Arianna— escuché los pasos de Arianna en la cocina y me giré hacia ella, tuvo que haberme escuchado—. Yo te llamo más tarde, papá— colgué la llamada.

—Siento mucho que hayas tenido que casarte conmigo, pero no tendrás que soportarme más. Yo hablaré con tus padres y te enviaré los documentos del divorcio con mi abogado. Ya no seré esa molestia— dio la espalda para irse.

—Arianna... — iba a irme detrás de ella, pero me detuve. No se veía molesta, al contrario, se veía triste. Nunca había visto esa expresión en ella. Creo que la hice sentir muy mal, y lo peor es que, me siento como un monstruo en este momento. Sé que nunca nos hemos llevado bien, pero yo no quería herirla.

Subí a su habitación y le toqué la puerta.

—Adelante— me dio permiso y entré, me di cuenta que estaba empacando sus cosas—. ¿Querías algo?— preguntó tranquilamente.

—Arianna, quería disculparme por lo que dije. Perdóname si te lastimé.

—No pasa nada, ¿Por qué me voy a sentir mal? Al final de cuentas, no somos esposos realmente.

—Sí, pero lo que dije estuvo mal.

—Puedes estar tranquilo, ahora vas a tener la libertad que querías, ya todo estará bien. Poco a poco las cosas van a caer en su sitio. Sabía que era un error desde un principio, pero todo lo hice por nuestros padres. Hablaré con mi papá para que ayude al tuyo sin necesidad de esta tontería, aún no entiendo la razón por la que mi madre quería este requisito tan estúpido. Haré que mi padre entre en razón y acepte nuestro divorcio.

—Eso va a traer problemas a ambas empresas, Arianna.

—No es cierto, y si así fuera, sé que mi papá no los dejará en la ruina. Tú padre y el mío son buenos amigos; y aunque tuvieron esa diferencia hace un año, sé que buscarán la forma de arreglarla de otra manera, sin que nadie tenga que renunciar a su felicidad. Por lo pronto, le diré que tuvimos intimidad, aunque no haya sido así, o de lo contrario pensará que eres marica —terminó de guardar todo y puso la maleta en el suelo.

—Arianna, perdóname por no esforzarme para que las cosas funcionaran.

—Somos incompatibles, tú mismo lo dijiste; era imposible que las cosas funcionaran. Ya no te sientas mal, no es como que me vaya a morir— sonrió y eso es extraño en ella, luego caminó a la puerta y se detuvo.

—Déjame recoger mis cosas y te llevo.

—No hace falta, mi amiga me viene a recoger — se dio la vuelta y añadió algo más —. Espero puedas ser feliz con Valentina, virgencito.

No sé porque verla ir me dolió, no quería que las cosas terminaran así. Sé que es insoportable y no nos caemos bien, pero no deseaba lastimarla. No puedo dejar de sentirme como un idiota.