Me dirigía a la salida de esta ridícula fiesta.
Vale, entiendo que sea emocionante graduarse pero, esto es ridículo ¿enserio soy la única sobria aquí?
Trozos de un espejo esparcidos en el suelo me muestran mi reflejo, para nada uniforme, pero impecable.
Fuera del club en donde se desarrolla la fiesta, el frío me incita a abrazarme a mi misma, más lo ignoro completamente ajustando mis guantes dejándolos a la altura de mis codos.
Mis pasos resuenan por toda la cuadra abrazada por la silenciosa obscuridad de la madrugada. Una sensación familiar de mareo vuelve a mi, algo se acercaba, eso es seguro.
Pasando por un callejón escucho un gato maullar, de alguna forma me sentí arrastrada hacia ese callejón. Como si fuertes manos invisibles tomaran mi brazo y me arrastraran con cierta delicadeza. Dentro de este, un pequeño gato perseguía una bolita de humo marfil, cuando entré, la bolita desapareció dejando al gato decepcionado. Me incliné para acariciar al felino pero un agudo alarido me detuvo; la misma fuerza me prohibió salir. Se escucha un golpe seco, luego sirenas de ambulancias y policías, finalmente pasos corriendo.
De un momento a otro, todo era un caos. Divisé a una mujer de unos 40 tumbada en una camilla mientras los paramedicos hacían su trabajo en ella. Jefes dando órdenes de persecución a sus agentes, y yo, pasmada en mi lugar.
Mí mente fue completamente incapaz de pensar por todo un minuto. Esta es una sensación que aparece cada que me salvan de una grande, y en esas estoy.
— Me debes una princesita.
•∆•
Despierto y suelto un suspiro.
Los recuerdos de la noche anterior, mi noche de graduación, llegan con todo detalle a mis sueños.
Giro mi cabeza y enfoco mis ojos en el reloj de la mesita de noche, 5:38am.
Mis pies tocan el frio suelo dándome un escalofrío, me dirijo con pereza hacia mi baño, dentro de mi típico miedo a que el agua fría me despierte correctamente.
— ¿Acaso quieres otro año más en esa secundaria, princesita? —Su tono burlón me saca de mi rutina dormida.
Suelto un gruñido y me dispongo a volver a la cama, pero me detiene tomando mi brazo.
Maldigo sus frías manos, y en el espejo repaso lo poco de mi reflejo que la oscuridad me deja ver; mi cabello se alza indomable como una bola de algodón negro, pero, es todo menos algodón. Aunque nada podría superar mi ridícula pijama de neko.
Ríe y me sube la capucha de orejitas, dejándola a mitad de mis párpados.
— me veo ridícula así... — Murmuro torciendo mi labio.
— Te vez adorable — Ríe — ¡Deja de hablar en minúsculas!
— ¿Minúsculas? ¡No hablo en minúsculas!
— Claro que sí
— ¿Es eso acaso posible?
— Por lo que veo, si —me suelta y escucho sus pasos dirigirse a mi cama y sentarse en ella.
Suelto un bufido e imito sus acciones sentándome a su lado.
— ¿Me dejas dormir? —Pregunto somnolienta.
— Emm... ¿Es Pregunta?
— ¡No! —Gruño — ¡Dejame dormir Àaron!
— No grites. — Dice luego de soltar un Chist.
— No estoy gritan...
— ¿Hablando de nuevo con tu ridículo amiguito imaginario, Evie? — Me interrumpe mi hermano, bueno, si es que así lo puedo llamar — ¡Pensé que ya lo habías dejado!
— Largate Jhosep — Fijo mis ojos en él.
— ¿Sabes todo lo que ocasionaste por tu idiotez? ¡No pudimos mudarnos! — Chilla apretando sus puños.
— ¿Que jodidas te sucede? —Le cuestiono ya impacientada.
— ¿Tanto te cuesta comprender? —Su tono sarcástico me hace fruncir el ceño. —Tan solo debes de ir...
— ¡No iré! ¿Vale?
— ¡Estas Loca, Evie! ¡LO-CA! ¡Nos estas desgraciando la vida, entiendelo ya! —Grita y yo trago hondo —Hablas sola, corres sin razón, te congelas, Evie eso no es normal.
— Yo...
— ¿Iras a ver un especialista? —Cuestiona gruñendo.
— No. —Corto cruzando mis brazos sobre mi pecho.
— Tu lo has pedido a gritos... — Exclama Jhosep extendiendo sus brazos como esperando que algo cayese —mañana mismo te largas a un internado o, como debería decírsele: manicomio en beta.
Y sin esperar más, cierra la puerta a sus espaldas dando un portaso ya hubo salido.
•♦•
— Ya ha alcanzado la edad límite, — La voz socarrona del líder de "El Alto Mando Superior" resonó en la sala — la antesala ya ha acabado — continúa haciendo énfasis en antesala — .Que el juego comience.
La sombría sonrrisa embozada por el jefe de "El Alto Mando Superior" tras las últimas palabras, logró que el peliverde de más baja estatura, aún siendo el representante de "El Alto Mando Inferior", se hundiera en el cuero negro del asiento.
«Es ahora o nunca » pensó
«Que el juego comience »