—Estoy en un apartamento con mamá, pero no sé dónde está ella.
—¿Qué apartamento? ¿Dónde esta ubicado?
—No sé el nombre. Solo sé que el hospital central está al lado derecho del edificio — su voz se escuchaba entrecortada, y al estar llorando se me hacía más difícil comprenderla.
—No cuelgues la llamada. Ya voy para allá.
Me subí al auto a toda prisa. Si uso como referencia el hospital de área central, debe quedar aproximadamente a unos 2 minutos en auto de aquí. Pasé todas las luces rojas, no podía detenerme y perder tiempo. Estaba muy desesperado por llegar y la mantenía hablándome por la llamada.
—Hija, abre la puerta. ¿Qué fue lo que pasó?— escuché la voz de mi mamá a través de la llamada.
—¿Mamá?— preguntó Rachel.
—No le abras la puerta, Rachel. Espera a que yo llegue, por favor.
—Esta bien, Oscar.
—Todo está bien, querida.
—Oscar viene para acá, mamá. Espera a que llegue.
—Solo fue un malentendido, hija. Todo estará bien, solo ábreme la puerta.
—No te atrevas a hacerlo, Rachel. No es seguro que salgas de donde estas— le advertí por segunda vez.
—Esta bien, Oscar.
—¿En qué piso estás? — me bajé del auto y entré al edificio.
—En el segundo piso. Es el apartamento que queda según subes las escaleras.
Subí corriendo y le di una patada a la puerta de entrada y me encontré a mi mamá frente a la puerta del baño. Le hablé por el otro lado de la puerta para que abriera. Según lo hizo me abrazó, su cuerpo estaba temblando y sus ojos se veían muy rojos.
—¿Qué fue lo que pasó aquí?— le cuestioné a mi madre mientras abrazaba a Rachel.
—Un mal entendido, hijo. ¿Verdad, Rachel?— miró a mi hermana y ella seguía llorando.
—Había un hombre que me quiso tocar, Oscar— Rachel me abrazó más fuerte.
—¿Lo dejaste ir?— le pregunté a mi madre.
—No, cuando llegué ya se había ido.
—¿De quién es este apartamento? ¿Por qué trajiste a Rachel aquí?
—Era de un amigo, pero está fuera del país.
—¿Quién estaba con ustedes?
—Era un fotógrafo, ¿Verdad, mamá?— respondió Rachel con su voz temblorosa.
—¿Fotógrafo?
—Estaba ayudando a tu hermana a realizar su sueño— comentó mi madre.
—¿Qué sueño?
—De ser una modelo.
—¿A ti qué mierda es lo que te pasa? ¿Dónde mierdas estabas cuando atacaron a tu hija? Esta será la última vez que permita que Rachel salga contigo. Por tu culpa mi hermana está en este estado. No te quiero cerca de ella— la abracé, y la hice caminar conmigo fuera del apartamento —. Me vas a explicar todo cuando lleguemos a la casa, princesa. Reportaremos esto a la policía.
—No hay razón para eso, todo fue un malentendido, hijo— dijo mi madre acercándose a nosotros.
—¿Por qué estás tan asustada? ¿Estás defendiendo a tu amigo?— le pregunté molesto.
—No peleen más, por favor — rogó Rachel llorando.
—Lo siento, princesa. Estaba tan asustado de que algo malo te hubiera ocurrido.
Estaba lleno de rabia por mi mamá, hubiera querido decirle más, pero no quiero lastimar a mi hermana.
—Me siento muy mareada para caminar. Quedémonos aquí un momento — dijo Rachel sujetándose de mi brazo. No se veía como de costumbre. Su rostro estaba muy rojo.
Toqué su frente y estaba muy caliente.
—Yo te llevaré, mi princesa— la subí a mis brazos y la cargué hasta el auto. Su cuerpo se sentía más liviano que de costumbre.
—Busca una forma de llegar a la casa, porque yo no te llevaré — le dije a mi madre antes de subirme al auto.
No la quiero cerca de mi hermana. Tan pronto sepa lo que realmente ocurrió, la sacaré a la mierda de la casa.
—Oscar, me siento muy caliente — su respiración se escuchaba acelerada. Estaba jadeando como si estuviera excitada.
—¿Qué te sientes, Rachel?
—No sé, mi cabeza da vueltas y siento un calor en mi cuerpo.
—Te llevaré al hospital.
—No, yo quiero ir a la casa.
—Estas muy roja y tu cuerpo está ardiendo. Te llevaré.
—No, por favor. Se me pasará tan pronto me dé un baño. No quiero ir al hospital.
—Eres demasiado necia— suspiré molesto.
Según llegamos a la casa la llevé al baño. Busqué sus cosas y quería ayudarla a bañar. Se veía muy mal como para dejarla hacerlo sola. Quité su ropa mirando que no tuviera ningún tipo de herida. Al bajar su ropa interior la vi muy húmeda. Por lo regular lo está, pero no de esta forma. Sus dulces fluidos recorrían por su entrepierna y eso en vez de excitarme, me hizo preocupar más.
—¿Te dieron algo, Rachel?
—¿De qué hablas?
—¿Te dieron alguna bebida o algo?
—¿Por qué? — desvío su mirada y me hizo dar cuenta que algo así sucedió.
—¿Qué te dieron, Rachel?— luego de un rato en silencio respondió.
—Una pastilla.
—¿Qué pastilla? ¿Aceptas pastillas de cualquiera? ¿Qué pasa por tu cabeza?
—Fue mamá.
—¿Qué?
—Mamá me dio un calmante porque me sentía muy nerviosa para la sesión de fotos.
—A esa perra la voy a matar.
—No, Oscar. ¿Qué estás diciendo? Escúchame— Rachel me agarró el brazo impidiendo que me fuera —. Por favor, no le hagas nada a mamá.
—Te acaba de drogar, Rachel. ¿Sabes lo que pudo haber pasado si te hubieran dado estos síntomas antes? Te juro que si me entero que todo esto fue planeado por ella, la voy a matar yo mismo.
—Es nuestra madre. No creo que haya tenido nada que ver, ella solo quiso ayudarme.
—¿Cómo puedes defender lo indefendible? ¿A eso le llamas ayudar? ¿Drogando a su propia hija?
Me sentía tan alterado que no podía evitar gritarle. Ella no tiene la culpa, pero me sentía muy molesto y frustrado por no haberme dado cuenta antes. La arriesgué demasiado y la dejé sola. Bajé la cabeza y respiré hondo tratando de calmarme. No me siento bien tratándola así. Me molesta más cuando defiende a mi madre, en vez de darse cuenta de lo que está mal.
—Lo siento, Oscar — comenzó a llorar más y peor me sentí.
—Perdóname a mi por dejarte sola y por alzar mi voz hace un momento. Quiero que entiendas que me importas mucho y no quiero que nada te pase. Hay mucha maldad en este mundo y tú eres muy inocente. Cuando hablo de maldad, también me incluyo a mi mismo — la abracé llevándola a mi pecho—. Eres muy importante para mí y quiero cuidarte. Te ayudaré a bañar, ¿De acuerdo?
Mientras la bañaba cada vez que la tocaba, su cuerpo se estremecía y soltaba suaves jadeos. Saber que en mis narices la drogaron de esta forma, me hace sentir más molesto e impotente. Esto no se va a quedar así.
Salí del baño y la ayudé a secarse el pelo. La dejé en el cuarto mientras le preparaba algo liviano de comer. Necesito que se le pase esos síntomas ya, de no mejorar, la llevaré al hospital.
Ella bajó las escaleras y escuché sus suaves pasos.
—Te debiste quedar acostada, Rachel. No debiste haber bajado las escaleras así como estas.
—No quiero seguir esperando— puso sus brazos alrededor de mi cuello y besó.
—Rachel, entiendo que te sientas así, pero no es el lugar ni el momento. En cualquier momento llega mamá y si nos ve así, tendremos serios problemas.
—Tócame, Oscar— ver su rostro rojo y escuchar esa dulce voz, no me ayuda en nada.
—No me pidas eso así, Rachel.
—Por favor.
—¿Qué es lo que están haciendo? — alejé a Rachel al ver a mi madre parada en una esquina de la cocina. En su expresión pude darme cuenta que tuvo que haber notado su acercamiento.
—A ti te quería ver — traté de acercarme a mi madre con la intención de encararla, pero Rachel me aguantó el brazo.
—Oscar, no.
—Deja de seguir defendiéndola. Me vas a dar una explicación en este momento, si no quieres que te lleve a la cárcel por drogar a mi hermana.
—¿Drogar a tu hermana?— preguntó haciéndose la estúpida.
—¿Te harás la pendeja?
—No me hables así. No seas tan cruel con tu madre. Yo no la drogue.
—¿Me dirás quién lo hizo entonces?
—Yo solo le di un calmante. Estaba muy nerviosa en la sesión de fotos y eso la ayudó, ¿No es así, Rachel.
—Muéstrame ese calmante— le pedí.
—Era el último que quedaba.
—¿Me dirás que un calmante va a ocasionar que mi hermana se sienta caliente?
—¿Caliente?
—¿Ves cómo está o es que te estás haciendo la ciega? — mi madre se trató de acercar a mi hermana, pero me detuve en medio de ella —. No te atrevas a acercarte a mi hermana.
—No todos tenemos la misma reacción a las medicinas — añadió.
—Deja de hacerte la estúpida.
—Oscar, no le hablas así a mamá — dijo Rachel.
—Confiesa a la buena o te haré hablar por las malas.
—Ya te dije la verdad, ¿Qué más quieres?
—Eres una perra mentirosa— iba a ir para encima de ella, pero el grito de mi hermana me detuvo.
—¡Oscar, ya detente! ¡No trates a mamá así!— Rachel se fue del lado mi madre —. Ella no tuvo la culpa.
—Ella se supone que haya estado a tu lado en todo momento. ¿Cómo deja a un hombre a solas con su hija drogada? ¿No te está claro lo que está pasando aquí? Tu estupidez a veces me molesta, Rachel — no quería ofenderla, pero estaba muy molesto. Su expresión cambió por completo luego de haberle dicho eso.
—Me voy al cuarto — se veía triste.
—Vamos, hija — mi madre la sujetó para llevarla al cuarto.
—Rachel… — le llamé, pero no respondió, solo siguió caminando.
¡Maldita sea! Otra vez pierdo el control. No quería hacerla sentir mal, pero ¡maldición! ¿Cómo no se da cuenta de que algo raro está pasando? No puedo entender, ¿Cómo sigue defendiendo a nuestra madre luego de esto?
Le di un puño a la pared de la rabia. Necesitaba descargar la rabia en algo. Siempre que la hiero, es como si me lo estuviera haciendo a mi mismo. La amo demasiado y quiero cuidarla, no quiero que nadie la lastime, y soy el primero en hacerlo.
Esperé a que mi madre saliera del cuarto para enfrentarla.
—Vamos abajo— le ordené bajando las escaleras.
—¿Vas a seguir con esta pelea sin sentido?
—Escúchame bien; el hecho de que Rachel te defendió, no significa que yo vaya a patrocinar tu maldito comportamiento. Hay varios puntos que quiero aclarar contigo y espero los respetes, digo, si quieres seguir viviendo bajo este techo.
—Esta casa también me pertenece, Oscar. No creas que eres el único que ha invertido en ella.
—Que yo recuerde el que ha mantenido esta casa he sido yo, desde que tengo 15 años he estado manteniéndola con ayuda de nuestro padre. Que por cierto, ese es otro tema que vamos a tocar.
—Veamos a ver qué piensa Rachel de tu actitud hacia tu madre.
—A ella la haré entrar en razón. No dejaré que siga creyendo que eres su amiga, cuando al parecer eres su más grande enemiga. Creí que eras diferente a nuestro padre, pero eres peor. Habías dicho que nos abandonó, pero casualmente me lo encontré hoy, y para el colmo, en buena salud física el condenado — su rostro palideció, y comenzó a rasguñar su brazo—. ¿No vas a decirme lo que estás ocultando o tengo que averiguar por mi cuenta?
—Ya te dije lo que sucedió. Él se fue de la casa por ustedes. No quería tener más responsabilidades.
—Oh, ¿Será que se cansó de tenerte a su lado y no vio de otra que largarse?
—Cuidado con lo que dices.
—Cuidado tu con colmar más mi paciencia. Esta familia está rota hace mucho, no sé por qué te cuesta hablar con la verdad por una vez en tu puta vida.
—Si no me crees, ¿Para qué me preguntas? Le hubieras preguntado a él directamente.
—Si hubiera podido, lo hubiera hecho, pero corrió como una rata asustada. Lo buscaré y lo encontraré, de eso me voy asegurar — su cuerpo se veía tembloroso.
—Haz lo que quieras. ¿Terminaste?
—No, te dejaré los puntos claros y las nuevas reglas en esta casa. No vas a sacar a Rachel a ninguna parte, te quiero lo más lejos posible de ella. Segundo, nada de salidas o de entrar hombres a la casa, si necesitas abrir las piernas que te paguen el Hotel o váyanse al monte, ahí sería mucho más económico. Tercero, nada de visitas extrañas a mi casa. Si me entero que mientras no estoy intentas hacerlo, te sacaré a patadas de aquí y no me importará que seas mi madre, ¿He sido claro hasta ahora?
—Si te escuchara Rachel, ¿qué diría?
—Si lo hace se dará cuenta la clase de madre que tiene. Te daré una última advertencia; si a mi hermana le llega a pasar algo por tu culpa, sea lo que sea, no importa donde te metas, te buscaré y te llevaré a la cárcel. Estoy seguro que estás detrás de lo que le pasó. ¿Qué planeabas? ¿Regalar a tu hija o que la violaran de gratis?
—¿Qué estas diciendo? Jamás haría eso.
—Voy averiguar la verdad y si me entero que tuviste que ver, prepárate, porque voy a hundirte en la cárcel, si no es que te mato antes, ¿Te quedó claro?
—Lo que digas. Yo no tuve nada que ver.
—El tiempo dirá. Ahora lárgate. No te quiero ver la cara — subí a mi habitación y la dejé sola.
Me acerqué a la puerta de Rachel y la abrí lentamente tratando de hacer el mas mínimo ruido posible. Estaba con sus ojos cerrados y se escuchaba fatigada. La toqué y aún estaba caliente. Bajé de vuelta a la cocina y preparé un pequeño balde de agua y un paño para ponerlo en su frente.
Si despierta y me ve aquí lo más probable se moleste, pero no quiero dejarla sola. Pediría el día de mañana libre también para cuidar de ella, pero hoy ya lo hice y puedo tener problemas en el trabajo. No quiero que vaya a la escuela así, pero tampoco quiero dejarla sola con mi madre. Que situación tan complicada.
No sé en qué momento me quedé dormido con mi cabeza recostada de la cama. Al escuchar el despertador me levanté y Rachel estaba vistiéndose.
—No pensarás ir a la escuela así, ¿verdad?— pregunté al verla.
—¿Qué hay de malo? Ya me siento mejor— respondió indiferente.
—Tu no puedes ir a ninguna parte así. Ayer estabas muy mal y aún tu mirada está estraviada.
—Ya me siento mejor. ¿Me llevarás a la escuela, o no?
—Aún hay tiempo demás.
—Quiero irme ahora — cogió la mochila y se la llevó.
Necesito llenarme de paciencia con ella. Realmente me hace molestar fácilmente. Necesito que me explique luego lo sucedido con lujo de detalles, pero dado el caso que ayer no pude hacerlo, tendré que hacerlo hoy.
Me bañé y me alisté para llevarla. Mi madre no estaba ya en la casa. Ese cuento del trabajo que se lo crea otro.
Antes de Rachel bajarse tuve que advertirle:
—No saldrás nunca más con mamá y si notas algo extraño llámame, no importa la hora. Espérame esta noche despierta, tenemos que hablar.
—Como quieras — respondió fríamente y se bajó del auto.
Supongo que aún sigue sumamente molesta conmigo. Tengo que comprenderla, ha estado pasado por muchas cosas últimamente.
Me fui al trabajo y estuve pendiente al teléfono casi todo el día. No recibí ni una llamada o mensaje de parte de ella, a pesar de haberle preguntado cómo estaba todo por la casa. Estaba ansioso por salir para llegar.
Según llegué a la casa me di un baño y me fui a su cuarto. Tenía que investigarla. Estaba aún despierta mirando su teléfono y escuchando música en sus audífonos. Me senté al lado de su cama y traté de llamar su atención llamándola, pero no hacía caso. Le toqué el brazo y me miró de reojo, al notar que ya se había percatado de mi presencia, le quité uno de los audífonos para que pudiera escucharme.
—Al menos aprende a ignorarme, pequeña.
—No te estoy ignorando— apagó la música y se sentó en la cama.
—Quiero que me digas qué fue lo que pasó ayer y qué hacías en ese lugar con mamá.
—Era un secreto que tenía con mamá. Me pidió no decirte nada para sorprenderte.
—¿Qué secreto?
—Mamá quería que me inscribiera para ser modelo. Me dijo que con mi físico podía llegar muy lejos y que tú estarías feliz por eso. Te imaginé así feliz como estuviste al verme jugar ayer, pero no me sentía cómoda haciéndolo.
—¿Y por qué seguiste haciéndolo si no estabas cómoda, Rachel?
—Porque mamá me daba ánimos al mencionarte. Quería que me vieras modelar.
—¿Cómo eran las fotos? ¿Te desnudaste frente a la cámara?
—No, nunca. Era en ropa interior.
—¿Y eso te pareció correcto?— le pregunté molesto por la forma despreocupada y tranquila que lo dijo.
—Mamá dijo que todas las modelos lo hacen y que tu te pondrías feliz de verme así.
—¿Y tú le haces caso a todo lo que diga mamá? Jamás me pondría feliz al ver a mi hermana estar en ropa interior frente a otro.
—Yo creí que sí.
—¿Tienes las fotos?
—Tengo unas copias—se levantó de la cama y me las dio.
—¿Este tipo de fotos era lo que te estaban tomando? ¿Cómo te pudiste dejar hacer esto, Rachel? ¿En qué mierdas estabas pensando? — se las arrebaté de las manos.
—¿Se ven mal?— cuestionó nerviosa.
—Horribles. ¿Cómo te mostraste de esa forma a alguien más?
—Lo siento— bajó su cabeza.
—No me bajes la cabeza, Rachel. Si tengo que aplaudirte por hacer algo bien, lo hago, pero si tengo que regañarte por hacer algo mal, también lo haré. Esto que hiciste fue una tontería. Ya no eres una niña. No puedes ser tan confiada como eres, ni tan inocente o en el futuro te puede traer consecuencias.
—Yo solo quería que estuvieras orgulloso de mí.
—Lo estoy, pero no con esta basura— rompí las fotos y las tiré al suelo.
Ella comenzó a llorar y peor me sentí, pero no puedo dar mi brazo a torcer como siempre hago. Todo esto lo hago por su bien.
—¿El hombre que te trató de tocar era el mismo que te tomaba las fotos antes? — asintió con su cabeza—. ¿Había tratado de prospasarse contigo antes?
—No.
—¿Dónde estaba mamá cuando sucedió esto?
—Ella estaba al lado mío cuando me empecé a sentir mal y me ayudó acostarme. Luego no la vi más. Me encontraba sola con ese hombre, que al sentir sus asquerosas manos encima de mí, me dio tanto asco, que me levanté de la cama para ir al baño, pero trató de evitar que me fuera y lo terminé golpeando en la cara con mi bolso. En ese momento fue que pude llamarte.
—Dios mío. En el puto peligro que te pone mi madre. Es obvio que con ella no te quiero más. No saldrás a ninguna parte, sin importar lo que ella te diga, ¿Quedó claro?— asintió con su cabeza—. Quita esa cara, princesa. Todo esto lo hago por tu bien. Si te pasa algo yo no sé qué pasaría. Nada más de imaginarlo se me eriza la piel.
—No lo volveré a ser, te lo prometo—la abracé fuertemente contra mi pecho.
—Perdóname por haberte tratado así ayer. Estaba muy alterado. Lo menos que quiero es herirte. Eres todo para mí y te amo demasiado, pequeña. No quiero que nada malo te pase nunca. Si tú me llegas a faltar, no podría seguir. Eres lo único y lo más preciado que tengo. No te sigas alejando de mi, por favor.
—No lo haré, Oscar— dejó de abrazarme y fue ella quien esta vez me besó.
Es tan hermosa, quiero que sea solo mía.
—Sabía que algo pasaba entre ustedes dos —escuché la voz de mi madre y quedé petrificado. Joder, ¿Por qué?