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Chapter 178 - 178

Tres meses después:

Han sido los mejores meses que hemos tenido y, más, porque hemos estado con nuestros tres hijos. Cada día que pasa están más grandes, y Mia más energética que nunca. Por otra parte, Daisy está mucho más bella. Quisimos cerrar con broche de oro y, ahora se está protegiendo para que no venga otra bendición. Esa cuarenta fue del demonio, hasta los síntomas los tenía yo. Me sentía como antena digital, cualquier señal, y ya mi cuerpo y cerebro la captaba. Fue difícil esa etapa, al menos para mí en ese aspecto.

—¿Vas a trabajar ahora?— le pregunté a Daisy. 

—Sí, pero quiero hacer unas cosas primero.

—Cuando dices cosas, ¿A qué te refieres?

—Sabes muy bien de lo que hablo, querido.

—Es muy temprano para que andes provocando al león, cosita.

—Tengo que hacer unas cosas en la oficina, ¿Qué te parece si llevamos a los niños?

—¿Estás segura de querer hacerlo? Puedes hacer las diligencias acá.

—Pero quiero sacarlos a que estén en otro ambiente, no es bueno que siempre estén en la casa. Estás demasiado sobreprotector con todos.

—Claro, tengo que protegerlos.

—Oye— colocó sus brazos alrededor de mi cuello—, mi esposo se ve muy atractivo con este gabán y esa camisa abierta, pero te prohíbo que vayas así a la oficina— sonrió, y bajó su mano a cerrar los botones.

—¿Sigues con tus celos, preciosa?

—No son celos, solo cuido lo que es mío.

—Te has vuelto muy celosa últimamente.

—¿Y no te gusta?

—Me encanta, tanto que, estoy a punto de tirarte contra la cama y hacértelo, pero sería una lástima que luego no puedas levantarte ni para el trabajo. No deberías provocarme desde tan temprano, ya sabes de lo que hablo.

—Eres mi esposo, deberías cumplirme— me encaró y, cuando tenía la intención de callarle la boca, Mia le dio unos golpes a la puerta y quedé derecho.

—Luego me encargo de ti, por lo pronto, disfruta de tu victoria temporal— sonreí, y caminé a la puerta para abrirla—. ¿Qué hace la niña de papá? ¿Andas investigando todo tu alrededor desde tan temprano? — Mia asintió con su cabeza, y rio—. Vamos a buscar a tus hermanos para que vayamos a la empresa.

Buscamos a los niños y nos pusimos en marcha a la empresa. Luego de haber tenido a los niños, Daisy no había venido. Estuvo haciendo todo desde la casa, porque los niños en realidad, son bastante activos y apegados a ella.

Al llegar a mi oficina, Daisy se fue a la suya con Joey y Joe, mientras que me traje a Mia conmigo. La cuna que hay en su oficina es la adecuada para ellos; también como son más pequeños y Mia más grande, no creo que sea adecuado dejar a Mia en la misma cuna, pues estarían incómodos. Ellos comparten en todo momento, pero Mia duerme en una cuna aparte, donde queda justo al lado de la de ellos. Daisy necesita concentrarse en su trabajo, pero ellos por suerte cooperan con ella.

—Buenos días, Sr. Frost— me dijo la asistente.

—No soy el único, ¿Lo sabía? — me senté en el escritorio con Mia en la falda, y la asistente se acercó.

—Disculpe por eso. Bienvenida, y buenas días, Srta. Mia— trató de tocarla para saludarla, y la alejé.

—No la toques.

—Lo siento, solo quería saludarla.

—Con lo que dijo era suficiente, además no me gusta que desconocidos la toquen, ya sabe, las bacterias y ese tipo de cosas. Vaya a hacer su trabajo, si la necesito la llamaré.

—Permiso— bajó la cabeza, y salió de la oficina.

—Pequeña, tenemos que darle un regalo a mamá de aniversario, pero estoy indeciso. Me ayudarás a escoger algo para sorprenderla, estoy seguro que le va a encantar lo que escojamos.

Me senté a buscar línea, pero no quería que fuera una joya porque ya la he llenado de ellas, y quiero darle algo que le guste mucho. Son muchos años que hemos estado juntos y, aún no sé qué pueda gustarle. Sé que aún falta una semana para eso, pero me gusta adelantarme a los hechos.

En los anuncios que miraba, me encontré con varias motos y recordé que ella tenía una. No sabía si eso le iba a gustar, pero es algo distinto para ella. Podría mandarle a hacer un diseño que le guste, quizás añadir el mismo corazón que tengo dibujado en el pecho, algo así que nos conecte de alguna manera.

Daisy entró a la oficina, y cerré la computadora de golpe.

—¡John!

—¿Qué sucede?

—No estás viendo porno durante el trabajo, ¿Verdad?

—¿De qué estás hablando, cielo?

—Curiosidad.

—¿Por qué entraste a la oficina de esa manera? ¿Ibas a decirme algo?

—No, solo quería...— tocaron la puerta, y ella se quedó muda.

Mi asistente entró con el café, y Daisy se le quedó viendo.

—Permiso. Aquí le traje su café, Sr. Frost— se inclinó hacia mi escritorio, y el semblante de Daisy cambió.

—Déjalo ahí y vete— solté serio.

Sabía que Daisy iba a explotar en cualquier momento.

Ella bajó la cabeza, pero tardó en irse y Daisy no lo soportó más.

—¡Te dijeron que te largues!— le gritó, y me quedé en silencio.

Que tigresa de mujer tengo. Eso es una maravilla.

—Lo siento, Sra. Frost. Permiso— salió de la oficina, y Daisy suspiró.

—Vengo enseguida, amor— salió de la oficina, y se veía extraña.

Algo me dice que algo está pasando.

Daisy:

—Ven a mi oficina ahora— le ordené a la asistente de John.

No le quedó de otra que entrar a mi oficina.

Me senté en la silla de mi escritorio, y junté mis manos.

—Imagino que sabes la razón por la cual te llamo, ¿Cierto?

—No, Sra. Frost.

—Te lo diré claro, para que claro me entiendas; quítale tus repugnantes ojos a mi marido de encima. De lo contrario, luego no quiero lamentos.