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Chapter 175 - 175

—¿Embarazada? — mordí mi puño, tratando de controlar las ganas de reír como un demente.

Sentí mi pecho oprimido, pero era de la emoción. No quería lucir como un loco, así que traté de controlar la gran emoción que me invadía, y de no patear todo a mi paso.

—¿Te encuentras bien, John?

—Habías tardado en darme la noticia, preciosa. Luego de todos los ejercicios que hemos estado haciendo diariamente, era inevitable— reí, y las abracé a las dos fuertemente—. ¿Escuchaste eso, Mia? Vas a tener una hermanita, o quizás un hermanito. ¿Estás feliz, princesita? Yo sí lo estoy, y creo que es el momento de agradecerle a una personita por ahí, que hizo esto posible.

—Cualquiera diría que estás haciendo un discurso luego de haber ganado algo.

—He ganado mucho; soy muy afortunado y rico, y no hablo solo de dinero— llevé mi mano a su barriga—. Este bebé lo vamos a cuidar nosotros tres, esta vez las cosas van a ser diferentes. No dejaré que nada les pase a ninguna; las protegeré de todo, esta vez te juro que será así. No puedo describir lo feliz que me siento de esta noticia. Una vez te dije que contigo quería todo y, eso no ha cambiado, cosita. No sabes cuánto las amo; Mia, este bebé que estamos esperando y tú, lo son todo para mí. Lucharé para ser mejor, te lo juro.

—¿Y quién dijo que no lo eres, John? Eres el hombre más cariñoso que existe; un buen padre, esposo, buen compañero, amigo, lo eres todo para nosotras. No sabes cuánto te amamos.

—Gracias, Daisy.

—¿Por qué?

—Por todo; por aceptarme así como soy, tan imperfecto, tan jodón, insoportable, gruñón, burlón; por estar conmigo en todo momento, y quererme así. Has estado acompañándome por muchos años; hemos tenido muchas altas y bajas, más bajas que altas, pero siempre has estado ahí apoyándome, insultándome y, diciéndome que soy un infeliz, un hijo de puta, pero que aún así, puedes ver algo más allá de eso. Hiciste que una parte de mi, pudiera experimentar y sentir, me hiciste ver las cosas desde otra perspectiva, me has dado la oportunidad de conocer lo que es ser padre. Ya van muchas ocasiones que pasamos por esto, pero sé que todo pasa por un propósito y, sé que duele todo lo que ha pasado, pero te juro que nada malo va a volver a pasarles. No dejaré que nos arrebaten otro hijo más.

—John…

—Yo supe que el culpable de que hayas perdido el primero, fui yo.

—¿Cómo supiste sobre eso?

—No importa, pero lo importante es que ahora las tengo aquí. Daisy, sé que te he prometido muchas cosas, y ninguna te las he cumplido, pero créeme, que cuando te digo que voy a protegerlas, lo digo en serio. No dejaré que nada ni nadie, nos empañe la felicidad. Tú eres mi esposa, la madre de mis hijos, la mujer con la que veo un futuro, con la que puedo ser yo, sin necesidad de ocultarme o fingir; yo haré todo para que podamos salir adelante, y tengamos una mejor vida.

—Esa es una de las cosas que amo de ti, ¿Sabías? Esa forma de protegernos, esa manera de expresarte, esa seguridad que emites, no sabes lo feliz que soy de tenerte en mi vida y, no importa lo que haya sucedido en el pasado, ahora debemos pensar en el futuro, en nuestros hijos y en destruir a cualquiera que trate de hacerles daño.

—Eso suena tan sexy de tu boca, hermosura— reí, y me arrodillé, recostando mi cabeza en su barriga—. Te amo, pequeñín, no veo la hora de conocerte.

Jamás me arrodillaré por alguien más que no sean ellas. Eso de haber sido la marioneta de todos y, de haber sido humillado por tanto tiempo, se acabó. A las únicas personas que pueden verme caer y levantarme, que puedo mostrarle esta parte de mi, son ellas. Jamás permitiré que sigan lastimando a mi familia, primero los acabo yo.

Al día siguiente, llamé a un ginecólogo para que la atendiera; moría de ganas de ver a mi pequeño.

La cita fue al mediodía, y la atendieron. El médico fue bastante amable con nosotros y nos llevaron al cuarto para realizarle un sonograma. Miré el objeto parecido a un consolador gigante y, es como si me hubiera estado mirando a mi desde que llegué. No me agrada esa mierda; sigo pensando que deberían usar la otra cosa.

Para mi sorpresa, el doctor no usó el consolador gigante, y suspiré aliviado; supongo que es porque Daisy debe tener unos meses, o eso dejó a entender por el último periodo que tuvo.

Mientras le realizaba el sonograma, me quedé a su lado, sujetando su mano y ambos mirando la pantalla.

—¿Y qué, doctor? ¿Cómo está nuestro bebé?— el doctor se giró hacia nosotros, y sonrió.

—Felicitaciones, premio doble.

—¿Cómo qué premio doble, doctor? No estamos hablando de lotería ni nada parecido.

—Lo que quiero decir es que, están esperando gemelos.