—¿Y qué harás para que hable? Estás golpeando a una pobre e inocente mujer en medio de la acera, donde todo el mundo te está viendo. Llamarán a la policía y te llevarán arrestado.
—Pero te llevo conmigo, perra.
—No pensé que te pondrías así por un beso.
—Dime dónde tienen a mi mujer.
—Ya te lo dije la última vez. Yo no la tengo, la tiene mi amo.
—¿Esa era ella?
—Sí, está huyendo de ti porque está rendida a los pies de su nuevo hombre— rio, y agarré su pelo, levantándola del suelo—. Anda golpéame, pero que sea fuerte. Desquita esa frustración conmigo. Me gusta que un hombre tan sexy como tú me maltrate, se siente excitante— rio como una demente, y realmente tenía ganas de matarla, pero ella sabe que no puedo hacerlo ahora.
—¿Quién es ese tipo?
—No te diré una sola palabra, lo único que te puedo decir es que ella ya no te pertenece, ahora es de mi amo.
—Si no hablas, te mataré.
—No puedes hacerlo, estás en medio de la calle, acompañado de Allan Roberts, y en la vista de muchos. ¿Ves ese lindo punto rojo en tu hombro? — miré mi hombro, y efectivamente me estaban apuntando, pero del techo de uno de los edificios—. ¿Entiendes en la posición que estás? — sonrió maliciosamente.
—¿Qué es lo que quieren de mi?
—Contigo nada, el amo solo quería llevarse a su mujer con él.
—¡Daisy es mi mujer! Como me entere que ese infeliz le ha puesto una mano encima, lo mataré, y tú estás incluida en esa lista.
—Me gusta tu forma de ser, Alma negra. ¿Por qué no solucionamos nuestras diferencias en un lugar privado, donde no nos estén aguando la fiesta? — rio.
—Contigo no voy ni a la esquina. Dime quién es ese hijo de puta, ¿O es que tiene miedo de que lo encuentre?
—El amo no le tiene miedo a nadie, y mucho menos a ti. Será mejor que no sigas buscando a su mujer o serás eliminado. Es muy celoso con ella, la cela hasta del viento. Si se entera que la viste, te mandará a matar, así que valora tu vida y olvídala. Yo puedo ayudarte con eso.
—Me das asco, bruja. Según llegue deberé desinfectarme, tu suciedad acaba de contaminarme— la empujé—. Ahora no podré hacer nada, pero yo no olvido, y me gusta pasar factura. Voy averiguar quién es tu amo y voy a matarlo a él, y a todos los que se atrevan a tocar a mi familia.
—¿Familia? Él solamente la tiene a ella— sonrió—. Ella no es tu familia ya, deberías aceptarlo de una vez. Jamás podrás encontrarla, y de eso me encargaré yo. Estoy segura que el amo también. Fue un placer haberte encontrado, sigues igual de lindo que siempre— me hizo un guiño, y siguió caminando.
Miré al edificio y el hombre se había ido. No puedo atacarla ahora, esa mujer será quien me ayude a encontrar a ese hijo de puta que se atrevió a arrebatarme a mi mujer y a mi hijo. Tarde o temprano lo encontraré y lo haré pedacitos. A mi familia nadie la toca.
Llamé a mi amigo para que investigara la placa de la motora donde se subió Daisy, y quedó en avisarme cuando tuviera la información. Lo que me calma un poco es que, sé que está viva. No me agrada que haya querido huir de mí, aunque puedo entender sus razones. La he puesto en riesgo otra vez, debe estar odiándome.
Dos días después:
Mi amigo me avisó que la motora estaba registrada bajo un nombre falso, ya sabía que eso iba a ser así, pero lo bueno de todo es que, él se encargará de vigilar las cámaras de seguridad cerca de esa zona y si logra encontrarla, podré enfrentarla.
Estábamos a segundos de limpiar y adueñarnos de un negocio, los hombres estaban esperando mis órdenes. Allan no vino con nosotros, pero estaba en línea en el micrófono.
—¿Están todos listos? — pregunté al grupo de hombres.
—Sí, señor.
—Acaben con todo a su paso— les ordené.
Esperé que fueran ellos quienes hicieran el trabajo sucio, yo no iba a arriesgar mi pellejo por nadie. Estuvimos investigando este lugar por más de dos meses y, hoy por fin, íbamos a acabar con todo.
Al finalizar la balacera que se había formado, me avisaron por el micrófono.
—Encontramos a una mujer, señor. ¿La matamos?
—¿Cómo que una mujer? Explícate.
—No estaba en el edificio al entrar, pero estaba afuera espiando. Iba a tratar de huir en la motora, pero la capturamos.
—¿En una motora? Ya voy para allá.
Fui al lugar donde estaban, y la mujer no era Daisy. Desde que la vi, no he dejado de verla en todas partes.
Pensando en eso, se escuchó el sonido de otra motora arrancar y todos apuntamos a esa dirección. Se estacionó justo al frente de nosotros, y mis hombres le apuntaron. Por el casco y la apariencia, me di cuenta de que posiblemente era ella, pero no podía saberlo del todo porque no podía ver su rostro.
—Bajen las armas— ordené a los hombres, quienes a base de protesta las bajaron.
La mujer señaló a la chica que teníamos, pero no dijo una sola palabra. Quité el micrófono de mi oreja, y lo alejé de mi.
—¿Eres tú, Daisy? — no dijo una sola palabra, solo negó con la cabeza.
Quise acercarme, pero sacó un arma y me apuntó.
—¿Qué estás haciendo?
—Exijo permiso para disparar, alma negra— dijo uno de mis hombres.
—No, no lo harán— miré hacia ella—. Daisy, ¿Qué significa todo esto? Hablemos— con su otra mano señaló a la chica, mientras continuaba apuntándome con el arma, y suspiré—. Está bien. Suelten a la chica— ordené.
—¿Qué?— cuestionaron.
—Suelten a la chica, no me hagan repetirlo— bajo protesta, la soltaron y ella caminó hacia la chica de la motora y se subió.
La mujer guardó el arma y aceleró. Al ver la placa, era la misma.
No puedes ser Daisy, ¿Verdad? La verdadera Daisy, mi mujer, mi esposa, la madre de mis hijos, no sería capaz de apuntarme, ¿Verdad que no?