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Chapter 127 - 127

No lo sé, esos dos no me inspiran confianza. No me gusta estar en medio de personas en las cuáles no confío. Primero está Kwan, su gente, y ahora esos dos. Debo tener cuidado, si les da con traicionarme, me las veré feo. Tengo que llevar a Daisy a un lugar seguro, y a donde no pueda interferir en la búsqueda de la niña. Me va a odiar por esto, pero debo hacerlo. Si le da con hacer una necedad de las de ella, por la forma en que está actuando hoy, le puede pasar algo, y eso sería algo que jamás me perdonaría. No quiero tenerla en medio de gente que podría también traicionarnos.

—Nos encontraremos en la dirección que me envió Alfred, yo llevaré a Daisy a un lugar seguro—le dije a Kwan.

—Yo voy a ir contigo. Es mi hija, John.

—Nuestra hija, y no pongas resistencia.

—¿Haces todos esto por qué estás molesto todavía?

—No, y no me hagas molestar más. Te quedarás en otro lugar, donde estés completamente segura, al menos por ahora. Que vayas conmigo, sería una imprudencia. Haz caso a lo que te digo.

—Tú no me puedes prohibir nada, John. Eres mi esposo, no mi papá. En esto no estás solo, es mi hija quién está en peligro ahora.

—Tú también estarás en peligro, si te llevo conmigo. Estamos con gente no confiable, y aceptar esto, sólo hará que si nos traicionan, a ti también te agarren.

—Iré contigo y punto— quiso caminar, y le agarré la mano.

—Te dije que no, no me hagas repetirlo o te llevaré a un lugar y te encerraré.

—Atrévete, y no te lo perdonaré nunca. Ya tuve suficiente con que me hayas tratado de matar en el avión.

—Yo no traté de matarte.

—Estás irreconocible, John. Me das miedo.

—No tienes que decírmelo en la cara, ya puedo notarlo. Hablaremos de eso después, ahora iremos a otra parte.

—Suéltame, John. Ya te dije que iré contigo, y si tratas de evitarlo, voy a golpearte —se soltó de mi agarre, y caminó.

Necesito paciencia, porque la estoy perdiendo muy rápido con ella, y no quiero lastimarla otra vez. Trato de hacer todo por su bien, y ella nunca comprende nada.

—Vámonos—le dije a Kwan.

Nos subimos a la camioneta de Akira y el tal Lin. Daisy se subió conmigo y no me miró en ningún momento. Ya luego arreglaré las cosas con ella, si es que existe arreglo para esto.

Manejaron hasta la dirección que me envió Alfred, pero no se veía por ninguna parte.

—¿Estás seguro de que era aquí? — le preguntó Akira al chófer.

—Sí, señor, esa es la dirección que me mostraron.

Busqué mi teléfono y le marqué a Alfred, pero no respondió. Planeaba bajarme de la camioneta, pero Lin me puso la mano en el hombro.

—No es seguro que te bajes tu— dijo Akira—. Si te están buscando a ti, y esto resulta ser una trampa, serás presa fácil. Le avisaré a mis hombres para que los busquen.

—John, esa es la manta de Mia— Daisy señaló a un callejón, y sí, parecía a la manta que le compré a la niña.

Ella trató de abrir la puerta y le agarré el brazo.

—Te dije que no compliques las cosas. Yo iré. No sabemos cuán peligroso sea ahí afuera— abrí la puerta, y caminé al callejón.

No se veía ni un alma en esta área. Quizás estén cerca.

Daisy

Yo no quería que él fuera solo. A pesar de todo lo que ha pasado, yo sé que lo que hizo hoy fue porque por mis nervios lo provoqué; no lo justifico, pero él está muy cargado, y aunque trate de aparentar que está bien, sé que en el fondo no lo está. Yo sé que John hubiera sido incapaz de lastimarme, él a cambiado mucho, pero hemos estado pasando por demasiado y todo viene junto. Quiero que todo esto se acabe de una vez.

—¿Tu esposo ha pensando en entregarse?— preguntó el tal Akira.

—¿Entregarse? ¿Por qué haría algo como eso?

—Es una buena opción, al final, a quien quieren es a él. Luce muy preocupada, no es fácil para una madre el que se metan con un hijo. A veces por ellos somos capaces de hacer muchas cosas, que en nuestro sano juicio, jamás se haría, ¿No lo cree? —su mirada es intimidante, es como si pudiera ver detrás de mí. Ni siquiera John ha tenido una mirada tan escalofriante como esa.

—¿Está tratando de decir, que planea que John se entregue a esa gente?

—Solo estoy dando una buena opción. Ellos no quieren matarlo a él. Si entra en la organización de los Roberts, ellos están tan desesperados, que pueden cometer un error, y de ahí podemos ganar esta guerra que tanto les está mortificando. Tu esposo se nota que no quiere ceder, por la actitud que asumió en el aeropuerto, puedo suponer que no será capaz de entregarse por su cuenta; quizá tiene miedo a morir o a dejarlas sola.

¿Quién demonios es este tipo? No me agrada para nada.

—¿Quieres recuperar a tu hija y vivir una vida tranquila? Esa es la mejor opción. ¿Qué tal si le damos un empujoncito a tu esposo? —miré en dirección al callejón, pero John no se veía.

-—¿Eso qué significa, señor?— pregunté, buscando la forma de abrir la puerta, pero sentí un arma en mi cabeza y me quedé quieta.

—No te asustes, no te mataré, pero si debo tomarte prestada por un tiempo indefinido. Encárgate, Lin.

—Sí, Akira.

—Daremos un paseo, espero no te moleste. Vámonos, Phil— ordenó Akira.

—¡No pueden dejar a John!

—¿Te preocupa más tu esposo, que la situación en la que estás? Él estará bien, su amigo Kwan se quedará con él.

—¡Ellos no son amigos!

Kwan tampoco es de fiar. Si lo dejo solo, pueden hacerle daño. Traté de forzar la puerta y tocar la ventana con desespero, pero no abría.

—Akira te lo dijo anteriormente, «Por un hijo a veces hacemos cosas, que en nuestro sano juicio jamás haríamos» esta es una de ellas. Ahora pórtate bien, no quiero que se vaya a disparar y termines herida— Lin sonrió.

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