Tengo que deshacerme de este hijo de puta, el problema es que si hace otro ruido, las cosas se van a complicar.
—Estamos bien— traté de cambiar la voz.
—Es que escuché varios ruidos y pensé que algo andaba mal— no terminó de decirlo, cuando escuché que se cortaron sus palabras.
Kwan entró con el cuerpo del hombre y lo tiró sobre la cama.
—Eres la persona más escandalosa con la que haya trabajado alguna vez.
—Hace mucho tiempo no hago este tipo de trabajo sucio.
—No disfraces tu incompetencia, con esa excusa barata.
—Vámonos.
—¿Ni un gracias puedes decir?
—Yo no te pedí que hicieras nada, además ya él se iba ir— me acerqué a la puerta.
—Solo falta la habitación del viejo.
—¿Ya te encargaste de las demás?
—Amarré a dos niños, y los dejé en el baño encerrados.
—También tienen que morir.
—Sí, pero no será aquí. Los llevaremos junto al viejo al yate. Quiero ver cuando vuelen por los aires.
—Me parece bien.
Salimos al pasillo y caminamos hacia la puerta de la habitación. La abrí lentamente y lo vi teniendo sexo con una mujer.
No comprendo, tiene a la mujer abajo, ¿y él divirtiéndose aquí con otra?
Abrí la puerta lentamente, pero hizo algo de ruido, haciendo que ambos miraran hacia nosotros. Ambos le apuntamos a la vez con el arma, y ellos abrieron sus ojos de par en par.
—¿Alma negra?— preguntó, tapándose con la sábana.
—Que rápido me reconociste, debías estar bien informado.
Kwan cerró la puerta y caminé al otro lado de la cama.
—No te atrevas a gritar, ni tú tampoco, perrita—el viejo estiró su mano a la gaveta, pero le puse el arma en la cabeza—. No te aconsejo que hagas eso—tragó saliva.
Kwan haló a la mujer por el brazo para sacarla de la cama.
—Calladita te ves más bonita—le puso el brazo alrededor del cuello, y le apuntó con el arma en el costado.
—Levántate de la cama lentamente y arregla tu ropa interior, no quiero verte en pelotas—le ordené e hizo lo que le dije—. Ahora arrodíllate— le señalé con el arma al suelo y volví apuntarle.
Cogí la corbata que estaba en el suelo y le amarré las manos a la espalda.
—Esto te va a salir caro, Alma.
—¿No crees que ya lo he pagado lo suficiente? Harás todo lo que te diga, y si tratas de hacer una tontería, tus hijos pagarán las consecuencias. Los tengo en la otra habitación.
—No sabía que también estabas en ese bando, Kwan— lo miró.
—Yo tampoco lo sabía — rio.
—No saldrán fácilmente de esta. A la que se enteren mis hermanos, los harán pedazos.
—Ellos son los que deben cuidarse. Se metieron con mi familia y eso no lo perdono. Ya sé que no me dirás dónde encontrar a los demás, así que no voy a perder mucho tiempo. Vamos a dar un paseo en tu yate, digo, si no te molesta—le agarré el brazo y lo levanté, él quiso gritar, pero le di un golpe con el arma en la frente y se quejó—. Vuelves a tratarlo, y dile adiós a tus hijos. ¡Camina! — lo empujé a la puerta, y Kwan se encargó de darle de baja a la mujer.
—Iré por los niños— dijo Kwan, caminando a la habitación donde estaban.
Me quedé en el pasillo vigilando cualquier movimiento y solo se podía oír el televisor de la sala encendido.
Kwan salió con los dos niños, estaban amordazados y atados de manos.
Se escuchó el sonido de la puerta de entrada, la abrieron bruscamente y nos pegamos a la pared. Se escuchó el sonido de un disparo, pero casi silencioso.
¿Daisy?
Me asomé por la escalera a mirar en dirección a la puerta, y vi a Daisy y Alexa, ambas tenían un arma y apuntaron en dirección a la sala, cuando escuchamos los gritos de la madre y la hija.
—¿Estás mujeres están locas?
—Nuestras chicas, ¿Cierto?— rio—. Parece que no te hicieron mucho caso.
—¡Esta mujer es una imprudente!—bajé las escaleras con el viejo y lo puse de rodillas al bajar.
Daisy me vio y suspiró.
—Que bueno que estás bien, estaba tan preocupada.
—¿Por qué demonios nunca escuchas lo que te digo? —alcé mi voz molesto.
Alexa se quedó apuntado a las dos mujeres, y Kwan vigilando a los niños y al viejo.
—Lo siento, pero tenía miedo de que no regresaras. Ya todo pasó. Nos encargamos de todos afuera. Quisimos ayudarlos para que pudieran salir. ¿Qué hay de malo en eso?
—¡Tú no comprendes nada! ¿Qué hubiera pasado si algo te llega a ocurrir? ¡Eres una necia e imprudente, Daisy!
—Pero no pasó nada.
—Tuvieron suerte, pero ¿qué hubiera pasado si te ocurre algo? ¿Acaso no te importa lo que yo piense o sienta? ¿Acaso no piensas en nuestra hija? Lo que hiciste fue algo arriesgado. Eres la mujer más imprudente que he conocido en mi vida. Parece que a ti no te importa dejarnos a Mia y a mi solos. Solo has hecho una imprudencia, detrás de la otra. No te hubiera traído. Me arrepiento de haberlo hecho.
—John, creo que estás exagerando un poco las cosas— comentó Kwan.
—Tú no te metas en lo que no te han llamado, Kwan. Este asunto es entre mi mujer y yo, aquí sobras— volví a mirarla—. Definitivamente arreglaremos esto en la casa—bajó la cabeza, y me sentí algo mal regañandola, pero si supiera el miedo que siento de perderla, puede ser que pueda comprenderlo.
A ella parece que no le importa nunca su vida, siempre está arriesgándose. Esta vez no me dejaría solo a mi, también está Mia de por medio. ¿Qué demonios es lo que pasa por su cabeza?