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Chapter 98 - 98

Una semana después:

Hoy decidimos ir al ginecólogo para que la atendieran. Me sentía muy ansioso y ella estuvo burlándose de eso.

Entramos a un pequeño cuarto y la ayudante la hizo recostar en la camilla, y quitarse la ropa interior. No sabía qué demonios iban hacer, creí que sería en una oficina común. La ayudante salió y Daisy se quitó la ropa interior, y de la nada me la tiró encima.

—¿La sujetas por mi? — sonrió.

—No me estés provocando o voy a olvidar dónde estamos. ¿Por qué te hicieron quitar eso? — miré por debajo del papel blanco que tenía colocado por encima.

—Deja de estar mirando, pervertido. Creo que me harán el sonograma.

—¿Y cómo hacen un sonograma?

—¿Y yo cómo voy a saberlo?

—Al menos no soy el único idiota.

Daisy rio.

El doctor entró con nosotros y se puso unos guantes. Le hizo varias preguntas extrañas y me quedé escuchando. Luego después, se acercó a la camilla y acomodó el papel encima de ella.

Él no pensará mirar debajo del papel, ¿O si?

Daisy me miró y sonrió, como si supiera lo que pensaba. El doctor se sentó en una silla, al lado de una máquina que tenía un televisor y unas teclas. Al ver lo que sujetó en sus manos, me le quedé mirando.

—¿Qué hará con eso? — preguntó Daisy, antes de que lo hubiera preguntado yo.

—Este es el aparato que se utiliza para realizar un ultrasonido.

—¿Eso por dónde va?— pregunté serio.

Ambos me miraron.

—¿Hice una pregunta indebida?

—Es un ultrasonido vaginal.

—¿Me está queriendo decir que frente a mis ojos, usted planea insertar semejante cosa en mi mujer?

—John— Daisy llevó su mano a la cara—. Deja que el médico haga lo que deba hacer. Disculpa a mi novio, él está muy ansioso. Es la primera vez que vamos a ver a nuestro bebé.

—Es comprensible— el doctor sonrió.

Eso fue muy incomodo. ¿¡Por qué demonios tiene que parecer un consolador gigante!?

Al ver que lo llevó por la entrepierna de Daisy, desvié la mirada. Al menos no la miró para hacerlo. Escuché el quejido de Daisy y la miré.

—¿Te duele?

—Solo un poquito.

—Saque eso de ahí. ¿No ve que la está lastimando? Eso le puede hacer daño al bebé.

—Es normal al ser la primera vez, pero no se preocupe, solo será una pequeña molestia y no le hará daño al bebé.

Continuó moviendo esa cosa dentro de ella y Daisy se quedó relajada. Que claven semejante cosa en la mujer de uno, es realmente inquietante. ¿No hay otra forma menos dolorosa?

El doctor nos enseñó en la pantalla a nuestro bebé. Era un cosita bien pequeñita, no se veía claramente y me quedé evaluando toda la pantalla. Lo señaló en el televisor y lo miré detenidamente. Era muy bonito, aunque muy pequeño. Daisy se quedó mirando la pantalla y se veía feliz, tenía una sonrisa muy linda. Me acerqué por la parte superior de la camilla y le di un beso en la cabeza.

—Algo me dice que será igual de topito que tú — comenté.

—Algo me dice que de actitud será como tú— sonrió.

—Que buena tortura para ti— reí.

Me sorprendí al ver como una lágrima bajó por su mejilla.

—No estés llorando, que eso le hace daño al bebé. Eres la llorona del siglo— casi seco su lágrima con la ropa interior que me dio y tuve que ponerla en mi bolsillo.

Soy un completo idiota. Reí por mi estupidez y el doctor me miró fijamente. Sé que no era el momento de reír, pero no pude evitarlo. Daisy me miró y rio, como si se hubiera dado cuenta.

—El doctor pensará que estamos locos— comentó Daisy y traté de retomar mi seriedad.

—Lo siento, doctor— carraspeé.

—Dejándome llevar por el tamaño y lo que me dice el ultrasonido, debe tener aproximadamente unas 7 semanas.

—Eres increíble, eso fue muy rápido, John.

—Yo no tuve la culpa. Me habías tenido hambriento por muchos años.

El doctor nos miró y sonrió.

—Lo siento, doctor. Está mocosa me provoca.

—¿Ahora soy yo? Fuiste tú el que me atacó varias veces.

—¿Lo ve, doctor? Es ella la que está provocando.

El doctor rio.

—Ver a una pareja de jóvenes divertirse así, es realmente relajante. Son muy pocas las personas que están de buen ánimo en situaciones como esta.

—¿Escuchaste eso, cosita? ¿Tú y yo jóvenes? Si supiera — reí y Daisy sonrió.

Nos entregó una copia del ultrasonido y se veía un poco más claro que en el televisor. Es la primer foto que tenemos de nuestro bebé. Me pregunto si será una pequeñita como Daisy o será un varón como papá.

—Aún no se puede saber el sexo del bebé, ¿Verdad? — pregunté.

—Muy pronto se podrá, Claro, si se deja.

—Yo espero que sí.

Luego de que nos dieran las indicaciones y los medicamentos, salimos de su oficina.

—¿Ya se te fue la ansiedad? — preguntó Daisy, sujetando mi mano.

—Ya estoy mejor. Esa foto deberíamos comprarle un marco y ponerla en la mesa de noche, ¿Qué te parece?

—Me parece bien. ¿Estás feliz, John?

—Sí, lo estoy. Tengo a una linda y pequeña mujer a mi lado, acabo de ver a mi hijo y se respira tranquilidad. Tengo muchas razones para estarlo. Hoy es un día muy especial. Tenemos que buscar las medicinas a la farmacia y de paso comer algo. Debes tener mucha hambre.

—Estoy muerta de hambre.

—¿Por qué demonios no me lo dijiste antes?

—Dame un beso, John.

—Eso no se pide.

—Hay una mujer que ha estado mirándote desde que llegamos y no soporto que lo haga. Dame un beso o no volveré a abrirte las piernas— desvió la mirada.

—¿A quién hay que cortarle el cuello? — miré alrededor.

—¿Prefieres cortarle el cuello y no besarme? — frunció el ceño.

—Esos cambios te tienen alterada. No te desquites conmigo y mi comida.

—¿Ahora me llamas histérica? — se tapó la cara y bajó la cabeza.

—Por lo que veo soy bueno cagándola contigo. Creo que me pondré tu tanga en la boca, a ver si dejo de decir pendejadas— la abracé—. Ya no estés llorando, tonta. No me interesa ninguna otra mujer. ¿Crees que cambiaría a mi pequeño topito? — la despeiné.

—¿Realmente creíste que estaba molesta?— rio.

—Eres un caso serio. Debería restregar la tanga en tu cara por estar haciéndome sentir mal. Acabas de romper mi corazón. ¿Sabes qué? Por haber jugado con mis sentimientos, ahora el que se hará el difícil soy yo. No voy a besarte nunca más.

—Es el momento de tener migraña y decir, no puedo hacerlo porque me duele la cabeza.

Abrí mis ojos en asombro.

—Eres la persona más cruel que pueda existir en el mundo. Esto ya se pasó de una broma, a una tragedia. No hay que ser tan drásticos. Estaba fingiendo, tonta.

—¿Te asusta tanto estar sin sexo?

—Te voy a castigar cuando lleguemos. Vas a desear no haber jugado conmigo.

Daisy sonrió y se me quedó viendo.

—Eres tan lindo.

—No pierdes una, ¿Eh? — desvié la mirada

Se puso de puntillas y me dio un beso en la mejilla.

—Eso no se da ahí— la agarré por la cintura y le di un beso, pero procuré hacerlo lo más intenso posible usando mi lengua y luego sonreí—. Tienes prohibido volver hacerlo así. Si vas a robarme un beso, que sea en la boca, porque yo no soy tu abuelo o tu padre.

—¿Y qué eres?

—Tu futuro esposo.

—¿Lo estás admitiendo? — abrió sus ojos en sorpresa.

—No sé de qué hablas, yo no he dicho nada— seguí caminando.

—¡Ven aquí, cobarde!

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