Chereads / Alma Negra / Chapter 76 - 76

Chapter 76 - 76

Fui al lugar a encontrarme con Juliana, pero no habían rastros de nada. Esto no puede estar pasando. Si son las mismas personas, Daisy puede estar en peligro. ¿Cómo la dejé sola sabiendo que esa gente estaba aquí? Dejé a Juliana con la palabra en la boca y me subí al auto. Necesito saber si hay cámaras por ese lugar que puedan ayudarme a dar con ella. Que no le hagan nada, por favor. Llegué al Hotel e hice todas las llamadas que pude, necesitaba averiguarlo todo.  

Estuve una hora en el Hotel, haciendo todo lo que podía y les pedí a mis empleados que vinieran de volada para acá. Mi teléfono sonó y era un número desconocido, respondí sin pensarlo dos veces.

—¿Quién es?

—Alma, Almita, ¿Cuánto tiempo sin hablar?— al escuchar la voz de Johnny Roberts, le di un golpe a la pared.

—¿Dónde la tienes, cabrón?

—¿Qué te pasa, Almita? Te escuchas alterado.

—Deja de rodeos y habla.

—Veo que estás perdiendo facultades por esta chica, así de importante debe ser. Recordé una frase que decías mucho, "Hay que atacar a los enemigos por su debilidad". Me parece que esta mujer es la tuya. Yo que creí que tenías el alma tan negra para no sentir nada por nadie, pero veo que era un disfraz barato. Incluso pensé en contratarte para que trabajaras para mí.

—¿Dónde la tienes?

—Te enviaré la dirección y quiero que vengas personalmente, ya sabes el protocolo, nada de armas, ni guardaespaldas — escuché el quejido de Daisy y se me agitó el corazón.

—No le hagas nada, cabrón.

—Eso depende de ti, John. Te esperamos— colgó la llamada.

Esperé el mensaje de texto con la dirección para ir directamente allá. El edificio estaba distante y abandonado. Al llegar, me rodearon y me pusieron un arma en la cabeza. Caminé dentro y ahí vi a Daisy, tirada en el suelo y temblando. Su rostro estaba lleno de lágrimas. Su ropa estaba puesta, así que asumí que no le habían hecho nada. Johnny se paró delante de mí y me pusieron de rodillas.

—Hasta que al fin nos vemos en persona. Hace tanto tiempo quería este encuentro y no me lo habías permitido. Siempre huyendo, hombre.

—Déjala ir, y arregla las cosas conmigo, Johnny.

—Sabes que las cosas no se solucionan así. Quiero hacer un trato contigo.

—¿Qué trato?

—Quiero que trabajes para mí.

—¿Tanta mierda para eso?— me dieron un puño en la cara y giré mi rostro.

—Cuidado con lo que dices. Mis hombres son muy impacientes y poco tolerantes. El trato es muy sencillo, trabaja para mí.

—No creo que sea tan sencillo, cuando tienes que meterte con mi hermana.

—¿Sigues con el mismo cuento ese de que es tu hermana? Me importa poco lo que sea. Para todo hay que hacer sacrificios, y este será uno de ellos. Me gusta tu forma de ser, muchacho. Eres único, pero te has vuelto muy débil últimamente. Esa debilidad que está ahí, te está condenando. Te está evitando brillar como siempre has hecho, Alma. Todo tenemos deslizes, pero tú aún estás a tiempo. Tu padre no hubiera querido ver en esto que te has convertido. Ya no eres el mismo, John. ¿Dónde está el hombre fuerte, directo, decidido y con el corazón podrido? ¿Dónde está ese hombre que mató a su propio padre? Este que tengo enfrente no es el mismo.

—¿Eso es lo único que quieres? Está bien, trabajaré para ti, ahora deja a ir a mi hermana.

—Creo que no has entendido. Tu padre quería a tu hermana muerta, porque pensaba que ella era tu debilidad, acabo de confirmar que así es. Ahora que insistes en que es tu hermana, entonces es momento de hacer un sacrificio y acabar con tu debilidad.

—No me jodas. ¿Estás realmente diciendo eso? Si es así, no voy a trabajar para ti entonces.

—No creo que estés en posición de decir eso. ¿Ya ves como ella es tu debilidad? Si no estás dispuesto a ese sacrificio, haré que lo consideres.

Miró a sus hombres y ambos se pusieron delante de mí, comenzaron a golpearme, una y otra vez. Eso no era nada diferente a lo que estaba acostumbrado. Jamás aceptaría algo tan estúpido como eso. Miré en dirección a Daisy y ella aún estaba en el suelo. Aguanté hasta que se cansaron de golpearme. Me dolía todo el cuerpo y mi cara estaba llena de sangre, esos hijos de puta sí que daban duro.

—Esto es muy aburrido, creo que deberemos buscar a la chica— comentó mirando a Daisy.

—¡A ella no te atrevas a tocarla!— le grité, sentándome en el suelo.

—¿Aún puedes hablar y moverte? Sí que eres fuerte, Alma.

—A ella déjala. Resuelve las cosas como se deben, pero conmigo. Ya te dije que trabajaré para ti, pero no voy a sacrificarla a ella para eso.

—Necesito alguien capacitado, y una debilidad como esa, no es favorable para el negocio y para lo que busco; además de que tengo ese encargo de parte de Leonardo.

—No voy hacerlo, hay otras formas.

—No para mi— sacó el arma y me apuntó—. No me gusta dar dos oportunidades, pero te voy a dar una segunda, porque sé que vales la pena para ella.

—No la voy a sacrificar a ella. Si no estás dispuesto a aceptar esa única condición de dejarla ir, no voy a ceder.

—Entendido, supongo que me toca enviarte con Leonardo — cargó el arma, y justo cuando iba a dispararme, Daisy se paró frente a mi y Johnny le disparó a ella en el abdomen. Su cuerpo iba a caer al suelo y yo la agarré antes de que eso sucediera.

—Daisy… — estaba en shock.

—Ya no más — musitó, y una lágrima bajó por su mejilla. Sangre salió de su boca.

—Decidiste muy bien, niña. Le hiciste un bien a John. Felicitaciones. No voy a matarte a ti, solo cumplo el encarguito que me dejaron. Si te decides, ya sabes dónde encontrarme. Espero consideres mi propuesta y tomes una decisión que nos favorezca a los dos — guardó el arma y salió con todos sus hombres.

—¿Por qué mierda hiciste eso? ¿Cómo te atreves a ponerte en medio, estúpida?— sentía un dolor muy fuerte en el pecho.

—Por primera vez pude hacer algo por ti, al fin puedo pagarte todo lo que por mi has hecho— su voz se escuchaba pausada y débil.

—¡Maldita necia! ¡Eres una imprudente!

—Hasta que por fin vas a deshacerte de tu dolor de cabeza — sonrió, y se quejó.

—No digas pendejadas. Ya te lo dije varias veces, de mi no vas a librarte tan fácilmente — presioné su herida, pues estaba perdiendo mucha sangre.

—Creo que es muy tarde.

—No te esfuerces, aguanta un poco. Vamos a salir de aquí y te llevaré al hospital— puse su brazo en mi hombro y la levanté para llevarla al auto.

Estaba sangrando demasiado, si no llego rápido, no podrá lograrlo.

—John…

—No hables, Daisy.

La senté en el asiento del auto y me subí, no había rastro de los hombres de Johnny por todo el lugar.

—¿Puedo pedirte una cosa, John? — cada vez que hablaba más sangre salía.

—No hables más, maldita sea. Hazme caso por una vez en tu vida.

—Solo quiero oírte diciendo que me amas. Eres bueno mintiendo, al menos dime esa dulce mentira, por favor — su respiración estaba agitada.

—Vas a estar bien, aguanta un poco.

—No puedes, ¿Verdad?

—Solo no quiero que hables. Voy a llevarte al hospital y te vas a poner bien—  mis manos estaban temblando, y quería ir lo más rápido posible.

—No quiero verte triste, prefiero verte molesto, John.

—¡Cállate te dije!

—Perdóname por todo, fui egoísta y — hizo una pausa—, quise obligarte a que me amaras, como yo lo hago. Solo por esta vez quiero aprovechar y decírtelo, John.

—Por favor, cállate, no sigas — esas punzadas en el pecho continuaban y más al escucharla hablar.

Estaba tratando de concentrarme en el camino. Tenía que llegar pronto y que la atendieran. Su mano la puso en mi brazo y apretó mi traje.

—Sigue tu vida y lucha por esa mujer que amas, eres un buen hombre. Gracias por todo lo que hiciste por mi — seguía perdiendo mucha sangre, y su voz cada vez estaba más ronca y débil.

—No te estés despidiendo, maldita sea. Vamos a llegar y te pondrás bien, solo aguanta, por favor.

—Te amo, John. Te amo con cada parte... — guardó silencio y dejó caer su mano. Al mirarla tenía sus ojos cerrados.

—Daisy, háblame. No juegues conmigo, por favor. Ahora no. ¿Daisy?

Al ver que no se movía y tampoco abría sus ojos, detuve el auto y me giré hacia ella.

—Daisy, háblame, por favor. Al menos abre tus ojos— acerqué mi mano a tomar su pulso, pero no pude sentir nada—. No, tu no puedes hacerme esto. ¿Daisy? — acaricié su mejilla y no respondía—. ¿Mocosa?— acariciaba su mejilla con la esperanza de que despertara, pero no lo hacía —. ¿Cosita? Despierta, ¿Si? No me hagas esto. Tú no puedes dejarme solo, tienes prohibido hacerlo— sentí un nudo en mi garganta y lágrimas bajaron por mis mejillas. Toqué mi rostro sin creer que lo que realmente bajaban por mis mejillas eran lágrimas. Esa presión en el pecho seguía ahí, tan fuerte que sentía que me faltaba el aire.

Recuerdos

—Tienes esa alma podrida, John— las palabras de Aquiles se cruzaron por mi cabeza.

—¿Así que los hombres también lloran? — reí.

—Vas a tener tu merecido algún día y vas arrepentirte de todo lo que has hecho, Alma. De mi te vas acordar — las palabras de Keny también cruzaron por mi cabeza.

—Destruyes todo lo que tocas.

—¡Eres un animal!

—Te aseguro que nada te va a pasar. Yo voy a protegerte, ¿Cuándo no lo he hecho?

—Y si muero algún día, ¿Me extrañarías, John?                     

—¿Para qué me quieres al lado tuyo, si no sientes nada por mí?

—Yo te amo, ¿No lo entiendes?

—¡Ya no más!

—Perdóname. Fui egoísta y quise obligarte a que me amaras, como yo lo hago.

—Solo quiero oírte diciendo que me amas.

Recosté su cabeza de mi pecho

—Yo te amo, Daisy. ¿Me escuchas? Te amo más de lo que imaginaba. Perdóname por ser un idiota y no haberme dado cuenta antes. Perdóname por no decírtelo cuando me pediste que lo hiciera. Yo te amo. Te ordeno que despiertes. Tú no puedes dejarme solo. ¿Qué voy hacer ahora sin ti? ¿A quién voy a cuidar? ¿A quién voy a molestar? Tú no puedes dejarme, te lo suplico. Eres lo único que tengo. Me dijiste que querías casarte conmigo,  que ibas a permanecer a mi lado siempre. Tienes que cumplirme, mocosa. Hago lo que quieras, pero no me abandones. Tengo que llevarte al hospital. Tú no puedes morirte. Tu deber es quedarte conmigo. ¿¡Me oyes!?— mis lágrimas no se detenían y mis manos estaban temblando, como nunca antes habían estado. Aceleré el auto y aún guardaba las esperanzas de que ella despertaría.

Dios, si realmente existes, no me la quites. Nunca te he pedido nada y debes odiarme por todo lo malo que he hecho, y por ser esto que soy, pero solo te pido que no te la lleves. Te doy lo que quieras, pero a ella déjala a mi lado, te lo ruego.