El doctor había llegado y terminó de atender la herida de Daisy, le recetó medicinas para el dolor y ella no tardó en quedarse dormida. Ha sido una noche larga y ella no está acostumbrada a esto. Deberé enseñarle a usar un arma, creo que está enfrentando algún tipo de culpa o miedo por haber matado a esos dos. Supongo que es normal que ella sienta eso, el hecho de que yo no haya sentido nada cuando maté por primera vez a una persona, no implica que ella sea como yo. No sé cómo lidiar con ese tema.
Luego de atender a Daisy, el doctor me atendió a mi. Solo fue un raspón, aún así dolía como un demonio y estaba perdiendo mucha sangre. Supongo que haber pasado tiempo luego de la última vez que me dispararon, ha influido en eso.
—¿Cuáles son sus planes ahora, Señor? — me preguntó Alfred.
—Primero contratar a más hombres, segundo, ir por la cabeza de Keny y de toda su familia. Le advertí lo que pasaría si me traicionaba, y aún así lo hizo.
—¿Cómo está tan seguro de que haya sido él?
—Primero, tu dijiste que los hombres se retiraron de la nada y ellos estaban siguiendo ordenes de él. Segundo, él no ha aparecido luego de lo que sucedió. Tercero, los únicos que sabíamos de ese sub éramos nosotros tres, a menos que hayas tú tenido algo que ver…
—Jamás lo traicionaría, señor.
—Para mi está muy claro. Su actitud había estado extraña, y jamás confíe plenamente en él, aún así le di la oportunidad de estar a mi lado y acaba de traicionarme. Acaba de venderme y quien sabe a quién.
—¿No crees que haya sido el Sr. Kwan?
—No, ese está enamorado de mi hermana y no creo que le mande hacer algo que la arriesgue; aparte de que a pesar de nuestras rivalidades, él tiene palabra. Hicimos una tregua, y sé que la va a mantener. Otras personas están involucradas y haré cantar a Keny, cueste lo que cueste.
—¿Cuánto más planea llamar a la señorita su hermana?
—¿Qué dijiste?
—No es de mi incumbencia, pero me he estado preguntando porqué la hace pasar por su hermana. Para mí y para muchos, está claro que ella no lo es.
—¿Qué te hace pensar eso?
—No creo que con una hermana haya ese tipo de acercamientos, de problemas y peleas, que parecen más de un matrimonio que de otra cosa; además nunca se ha preocupado por nadie más que usted, y he sido testigo de cómo la ha defendido hasta ahora. Incluso jamás se rendiría frente a un enemigo, aunque le cueste la vida y me pareció verlo rendirse hoy.
—Cuidado con lo que dices, Alfred.
—Lo siento, señor, solo digo lo que me parece. No lo hago para molestarlo, pero me gustaría saber quién es ella. Si no es su hermana, entonces ¿Por qué la protege tanto?
—Estás haciendo preguntas que pueden hacerme pensar que eres un infiltrado.
—No, señor, es solo que ella me agrada, y le sirvo tanto como a usted. Lo menos que podría saber al menos, es quién es en realidad.
—Mi esclava.
—Ese término es muy cruel, Señor. Por una esclava no creo que alguien como usted, sea capaz de protegerla.
—Dejemos el tema aquí y deja de hacer preguntas innecesarias. Dile al médico que te atienda, creo que deberían hacerte un trasplante de cerebro—Alfred sonrió, y subí a la habitación.
Al día siguiente:
Alfred bajó con Daisy a la mesa del comedor, y ella se sentó.
—No deberías estar bajando las escaleras, te vas a seguir lastimando, mocosa.
—¿Estás preocupado por mi? — sonrío—. No iba a quedarme encerrada en el cuarto todo el día.
—Te vas a quedar sola hoy. Tengo que resolver unos asuntos y no estaré en la casa.
—Eso es lo que se hace en un matrimonio, John. El esposo se va de la casa a trabajar y se lo dice a su esposa, estamos adelantando algo.
—¿Tú y Alfred se pusieron de acuerdo o algo?
—¿De qué hablas?
—Sabes muy bien de lo que hablo.
—No seas tan amargado, sé un poco más cariñoso con tu futura esposa.
—Así que estás buscando la forma de hacerme enojar desde temprano, ¿Eh?
—Dime algo que no te moleste. Siempre te molestas por todo, se supone que quien tenga cambios de humor sea yo.
—Y siempre los tienes. Si tanto te quieres casar conmigo, al menos esfuérzate en no hacerme enojar.
—Con esa me estás diciendo que no hay esperanzas.
—Eres desesperante.
—Pero me adoras — sonrió, y comenzó a comer.
—¿Por qué tienes tanto interés en casarte conmigo? ¿No dijiste que soy lo peor, y que me odias?
—Porque no sería justo que luego que me robaste la primera vez, no te hagas cargo por ello.
—Otra vez con el tema, tu fuiste quien me abrió las piernas.
—Y tú no tuviste compasión por más que te pedí que te detuvieras.
—¿Por qué eso significa tanto para ti? Si no hubiera sido yo, hubiera sido otro.
—Pero te escogí a ti, y ahora sigo aquí. ¿Es malo querer a la persona que me ayudó?
—Tu misma lo acabas de decir, esa es la razón, no es porque sientas algo realmente por mi. ¿Es la forma de pagarme todo lo que he hecho por ti?
—En parte.
—Pues no me interesa— me levanté de la silla dispuesto a largarme.
—Espera — Daisy se levantó sujetando su pierna y caminó lentamente hacia mí—. ¿Por qué te enojas tanto, John? ¿Esperabas que dijera que era por amor? Aún si lo digo, ¿Cambiaría tu forma de pensar?
—Por supuesto que no.
—Entonces no tienes que mostrar esa expresión de decepción.
—¿Decepción? — pregunté irritado.
—Si no sientes nada por mí, no te decepciones por yo querer pagarte lo que haces de esta manera, porque no tienes derecho. Que tengas un lindo día, cariño — sonrió, y siguió caminando.
¿¡Cómo se atreve a decir que me sentí decepcionado!? ¿¡Por qué me sentiría así por ella!? ¿¡No sabe diferenciar entre irritado y decepcionado!? Esta mujer me está volviendo loco en todos los sentidos. Es el colmo que sus putas palabras me estén afectando ahora. ¿¡Qué demonios me está pasando!?