El auto se movió por la calle de la Ciudad Atlántida y Aurora, que viajaba en el asiento trasero, miró la proyección de la Cardenal Brousseau, asegurándose de que la ventana del medio del asiento estuviera levantada y los artefactos de sellado activados.
"Tuvimos que aceptar la investigación del gigante del norte. No fue una exigencia, pero sí un pedido. El gobierno del Presidente Batista no quiere darle armas a la oposición para utilizarlas durante las elecciones", dijo la Cardenal con calma.
"Entiendo, ellos están en plena campaña política", respondió Aurora y, mirando la proyección de la cardenal, murmuró, "supongo que la oposición no nos dejará las cosas fáciles".
Estaban a 12 de noviembre y habían pasado unos 3 días desde que Zerzura atacó a la República de África Occidental, causando conmoción a nivel mundial. El trabajo continuaba, pero en este punto las ciudades estaban controladas y aseguradas. La iglesia, el ejército y Érica ayudaban en esa tarea. Todavía existían muchos asuntos a tratar, uno de los mayores era qué se haría con los prisioneros de guerra, especialmente los militares que se habían rendido.
"No, no lo hará. Criticarán que dejemos que la Gobernante de la Luz y la política se encarguen de los prisioneros de guerra, y también hablarán del bajo mundo y del número de muertos", respondió la Cardenal. "Habrá muchos temas a tratar y quieren hacer esa investigación pública".
El bajo mundo había sido barrido por completo y quienes lo habían ordenado eran ellos. No se necesitaba buscar demasiado para saber que el bajo mundo de Zerzura estaba controlado por ellos. Lo que habían hecho no fue 'detener', sino una masacre sin precedentes, y para las naciones y el público, tales acciones no eran bien aceptadas.
"Que la Gobernante de la Luz se encargue de los prisioneros de guerra. Por supuesto, la apoyaremos. En cuanto a los criminales, revelaremos sus historiales y sus acciones para así disminuir las repercusiones en nosotros", murmuró Aurora al pensar en el tema.
El número de soldados que se habían rendido era elevado. No todos ellos eran criminales y muchas personas normales que necesitaban un ingreso para vivir se habían unido al ejército, creyendo que nunca tendrían conflicto. Dentro del ejército, algunos de ellos cometían crímenes atroces por voluntad propia, pero otros seguían órdenes y eran obligados a cometer todo tipo de crímenes.
Zerzura nunca reconoció a la República como una nación, por ende no hubo necesidad de declarar la guerra formal y el ataque fue tratado como acciones militares en contra de terroristas y criminales. Las guerras se declaraban entre naciones, y aquí solamente existía una nación, por ende los capturados no eran prisioneros de guerra y no había ninguna protección para ellos.
No obstante, si ellos hacían lo que querían con los prisioneros, las repercusiones apuntarían a ellos, y era mejor entregarlos a la Gobernante de la Luz, que era temporalmente la única en el nuevo consejo de la nueva nación, y que fuera ella quien realizara un consejo de guerra para juzgar a los verdaderos criminales.
Aurora aceptó matar a los criminales, pero se refería a individuos con historiales aberrantes, y no a personas que robaban para comer o que se aprovecharon de la conmoción para saquear algún negocio. Revelar los historiales mostraría qué clase de criminales fueron eliminados.
"Estás pensando como toda una política", dijo la Cardenal Brousseau riendo y dando una sonrisa. "No te preocupes. Ya hemos preparado todo y estamos eligiendo al embajador y los miembros que participarán en la investigación".
Aurora simplemente dio media sonrisa. Ellos ya estaban preparados y no necesitaban sus consejos. Tal hecho mostraba que ellos estaban trabajando completamente y evitando cualquier consecuencia que pudiera caer sobre Zerzura.
"¿Deseas que asista como miembro a la investigación? Es preferible que de todos los altos mandos sea yo quien sea el foco de atención", dijo Aurora luego de pensarlo detenidamente. Fue ella quien llevó la información a ellos. Lo hicieron parecer como si Liam lo hubiera encontrado, y se trató de dejar a Érica de lado. Aunque fue Alice quien lo quiso de ese modo, al final fue ella quien entregó todo y también fue parte de su culpa que Zerzura atacara a la República.
Después de todo, el ataque fue llevado a cabo como un todo de Zerzura, pero si ella no hubiera obtenido apoyo, lo hubiera realizado por su cuenta y con Alice y Érica a su lado.
"No necesitas asumir la culpa de nada", dijo la Cardenal Brousseau, pero viendo su mirada, suspiró y comentó: "Bien. Prepararé un equipo para que te apoye. No es como si tengas que hacer demasiado, pero se nota que no serás convencida".
Aurora simplemente dio media sonrisa al ver cómo Fiona suspiraba. Ella quería asumir parte de la carga de ellos en este asunto y en parte lo hizo por su consciencia culpable de haberlos puesto a ellos en esta situación y otra parte era que, en vez de enviar un embajador o que James, la Cardenal o alguien más fuera, era mejor ella.
Los miembros de los altos mandos tenían organizaciones a sus espaldas. El Ministro Turay tenía al gobierno administrativo, el General McLean al ejército, la Cardenal Brousseau a la iglesia, James a la Empresa Apicius y Zhan Tian al gremio Orisha Oko. Sin embargo, ella, al no tener ninguna organización que dirigía, no afectaba a nadie más que a sí misma.
"Gracias por entender. Ya he pedido demasiada ayuda y es difícil pagar todo". Dijo Aurora en calma.
"Nunca pides pago por tu ayuda. Los demás son iguales a ti." Respondió la Cardenal Brousseau y, dando una sonrisa, añadió: "Si me disculpas, debo seguir con el trabajo".
Aurora la despidió y la llamada terminó. Luego miró el asiento trasero del coche en el que iba. La ventana a la mitad evitaba que el conductor escuchara y también activaba artefactos para evitar cualquier tipo de escucha, ya fuera tecnológica, mágica o psiónica.
El asiento era cómodo y cuando ella desactivó los artefactos, vio cómo la ventana revelaba el exterior, mostrando la brillante ciudad. Ella estaba en el centro, pasando por la sede del gobierno, y Aurora vio algunos carteles y una multitud de unas trescientas personas reunidas al frente del edificio.
"¡No queremos guerra!" "¡Basta de guerra!"
Al escuchar los gritos, Aurora bajó el vidrio del coche a la mitad.
"¿Es normal?" preguntó al conductor.
"Sí. Son individuos que desconocen cómo funciona la ciudad... o creen que ellos, como ciudadanos, tienen derecho a dirigirla", respondió el conductor en calma.
Ella estaba viajando en un auto de la Empresa Cosmos y el conductor era un militar de rango S de la empresa. Aurora agradeció la respuesta y, al levantar la ventanilla, vio cómo el auto se alejaba de la multitud.
"Es probable que en el Bosque Mágico también se hayan reunido, aunque pidiendo más guerra", murmuró en voz baja. Ella se rió y luego suspiró. Ella no solo involucró a Zerzura, sino también a Amnestria y a Kairos, y los poderes que estaban detrás de ellos.
Kairos movilizó tanto la Empresa Cosmos como los militares de la Ciudad Atlántida, y Amnestria hizo lo mismo movilizando al Bosque Mágico y sus rangos SS. Los noticieros hablaban de la alianza que ellos tenían y lo cercanas que eran esas dos naciones con Zerzura, pero ella sabía que la ayuda no fue solamente por la relación con Zerzura, sino también por la relación que ella tenía con ambos líderes de esas naciones.
Aurora reflexionó en un modo de recompensar a su novio y a Amnestria, y se dejó llevar por sus pensamientos viendo los gigantescos edificios pasar. Luego, de repente, vio una muralla y unos árboles al otro lado.
Ella reaccionó al reconocer el muro de la Primera Mansión y, al igual que hace años cuando vino por primera vez, al frente de la entrada vio a los turistas sacando fotos.
Cuando el auto estacionó, ella agradeció al conductor mencionando que no lo esperara y luego, al caminar hacia la entrada, vio que las turistas sacaban fotos con mayor fuerza. Esta vez no era a causa de que ella entrara a la mansión, sino que le sacaban fotos a ella.
"¡La Protectora de Zerzura!" Aurora, al escuchar su título, simplemente abrió la entrada y al pasar, la cerró a su espalda.
En el interior, vio el jardín y el patio con sus árboles, que habían crecido cada vez más alto, pero también notó que había más seguridad que problabamente su madre o padre habían agregado, si es que la persona que actualmente vivía allí no lo había hecho.
Tal pensamiento la hizo caminar hacia la entrada y, en el interior, vio todos los muebles cubiertos por frazadas y sin nada de polvo.
"Es raro que nadie haya intentado robar la mansión", dijo Aurora en voz alta.
"En realidad sucede. La policía de la ciudad tiene cámaras que graban el área y detienen a cualquier infractor. Es una pena que nadie más fuerte haya tratado de entrar a la fuerza", respondió una voz que vino de la nada, y luego el fuego se reunió en medio de la sala y una pequeña niña apareció. "¡Bienvenida a casa!"
La niña era pequeña, de once o doce años, de cabello rubio, mejillas sonrojadas y regordetas. El vestido que llevaba era de color rosa y los zapatos eran del mismo color con encajes.
Era linda, adorable e inocente, pero Aurora, al mirar los ojos rojos de la pequeña, vio a la mujer que se ocultaba detrás.
"Esta no es mi casa, pero dicen que el hogar es donde está la familia", respondió Aurora, y acercándose a la pequeña, le acarició el cabello como a una niña, y ahí se congeló.
Su cuerpo actuó de esa manera inconsciente, y si bien con sus palabras dejó en claro que la aceptaba como parte de su familia, al tocarla dio la impresión de que la trataba como a una niña.
"Ehm… Lo siento", murmuró Aurora al sacar la mano con rapidez.
Jezabel sonrió y se cubrió la boca con su mano de tal manera que Aurora quiso pellizcarle las mejillas. ¡No era su culpa!
"No te pongas nerviosa. No es que mate a todos los que me tocan. Bueno, si lo hago, pero no si es familia", dijo Jezabel, y riéndose al ver que Aurora estaba incómoda, le hizo una señal para que la siguiera.
Aurora suspiró y siguió a la pequeña. Ella se había tomado un tiempo de su trabajo y había venido hoy con un objetivo claro, y estaba extremadamente nerviosa. Aceptaba que su cuñada fuera una Diosa, pero si Jezabel se presentaba en su forma pequeña, era fácil olvidarse ya que ella era muy encantadora.
¿Quién creería que una pequeña niña adorable fuera una Primordial?
"Es una buena forma de bajar la guardia, ¿no lo crees? También ayuda a limitar mi poder para que nadie note mi presencia y no afectar este mundo", dijo Jezabel cuando ambas estaban entrando a la torre mágica. Agregó: "También es más fácil estar en los brazos de mi amado. Algún día deberías intentarlo con el tuyo".
Aurora, al ver la espalda de la pequeña, se imaginó a sí misma en los brazos de Kairos y…
"No suena tan mal", murmuró en acuerdo.
A ella le encantaría ser llevada como princesa, pero en cierto modo, tampoco sonaba mal ser el príncipe que llevara a Kairos como princesa.
"No, no yo hablo de ser pequeño", dijo Jezabel.
Aurora imaginó el escenario y al instante siguiente se congeló al darse cuenta de que Jezabel estaba leyendo sus pensamientos.
La pequeña, ignorándola por completo, le hizo una señal para que se sentara en el sofá de la sala, y Aurora finalmente suspiró.
"Siento que mi privacidad se ha visto comprometida", murmuró sin saber qué decir y, suspirando de vuelta, se sentó en el sofá.
Vio a la pequeña ir a la cocina y traer tazas de té con tortillas y servirla a ella. Luego, la pequeña se sentó en el sofá al frente de ella.
"A tu madre no le gustaba que leyera sus pensamientos y le gustaba desorganizarlo. Era lindo como una niña ocultando los secretos a sus padres", dijo Jezabel y, mirándola a ella, comentó: "Es difícil evitarlo para mí. Desde que nací, encontré molesto averiguar lo que mortales piensan".
La pequeña le dio una sonrisa y tomó un sorbo del té sin apartar la mirada de ella.
Aurora se dio cuenta de que su cuñada ya sabía la razón por la cual vino y conocía todo lo que ocultaba y todos sus secretos.
"No todos son así. Soy la Primordial más invasiva entre todos. Más que Aión, que puede ver muchas cosas", dijo Jezabel y, como si tuviera una idea, señaló: "Por ejemplo, vi a tu amiga la maga luchando contra esa mujer. Es bastante interesante lo que logró con el regalo que le di. Se llevaría muy bien con tu hermano. Ambos tienen ese gusto por la magia".
Al escuchar cómo Jezabel hablaba de Érica, Aurora tomó un sorbo de té y suspiró ligeramente.
Lo hizo porque entendía que Jezabel le estaba dando tiempo al hablar sobre Érica para que ella reflexionara sobre las preguntas que tenía en mente, pero fue difícil.
Aurora no vino aquí por la biblioteca ni para hacerle preguntas teóricas a su cuñada, y la verdad era que detrás de su pregunta estaban sus verdaderas intenciones y planes. No temía que sus planes se revelaran, pero no era lo mismo tener en mente un plan que podía cambiar, que hablarlo directamente con otro, momento en el cual el plan pasaba de pensamientos a hechos.
"Puedo responderlas sin necesidad de que hagas la pregunta", dijo Jezabel dándole una sonrisa.
Aurora miró a los ojos de su cuñada y vio cómo las llamas ardían en el interior de las pupilas, también vio la sonrisa entretenida que mostraba al verla luchar.
"Para detener una apoteosis es necesario saber el camino que se está tomando", dijo Jezabel al leer su respuesta antes de decirla. Y la pequeña, al ver que ella estaba prestando atención, explicó: "Por ejemplo, si alguien quiere convertirse en un dios del tipo destrucción, puede hacerlo destruyendo el planeta y matando a todos los seres vivos del mundo. El método para destruirlo dará diferentes resultados. Y lógicamente se lo detiene evitando que destruya el planeta".
La primera pregunta que Aurora tenía era averiguar el modo en que se evitaba que un mortal ascendiera a la divinidad, es decir, evitar la apoteosis. Las preguntas estaban centradas en los peores resultados, y esta era uno de ellos. Uno en donde ella no podía encontrar a las verdaderas mentes maestras que la querían eliminar y en donde ella tenía que detener la apoteosis.
"Algunas apoteosis requieren rituales, y para detenerlo es suficiente con destruir los rituales. Todo depende del camino que se toma. En cuanto a tu segunda pregunta…" Jezabel se detuvo, y viendo que ella estaba prestando toda atención, reveló: "Matar a un dios siendo un mortal es difícil. No imposible, pero sí extremadamente difícil".
Aurora tragó con dificultad al escuchar la respuesta. Si se hablaba de los peores resultados, entonces uno de ellos sería que ella no pudiera detener la apoteosis, y a quien se enfrentaria sería un dios. En su mente, matar a un dios era imposible, y más aún cuando en el portal de los Zarquianos vio el poder de la Guardiana, y ella veía imposible asesinar a un dios de ese tipo. Aun así, en la historia de la humanidad y en Terra nova se contaban las leyendas de un mortal que había asesinado a dioses.
Ese era el 'Enemigo de la Humanidad' y su hermano, cuyas historias hablaban de él asesinando a dioses.
"Él es un ejemplo especial, pero existen otros ejemplos. Existen semidioses que han enfrentado a dioses recién ascendidos. Estos dioses no están estables y sus conceptos no se han formado al igual que sus Reinos Divinos. El punto es que son dioses debilitados que han alcanzado la divinidad hace poco tiempo y como tal no pueden mostrar el verdadero poder de los dioses", dijo Jezabel y señaló en calma. "Consigue armas que maten a dioses, desarrolla una magia que lastime a dioses o conviértete en una semidiosa. Al ser una semidiosa, posees cierto grado de divinidad y puedes causar daño a dioses".
Aurora ya había aprendido acerca de los 'Semidioses' y, en términos de rango, era superior a un rango SSS en la Tierra. Eran mortales que habían tocado la divinidad y podían utilizarla en cierto grado, pero no tenían todas las ventajas de ser un ser divino capaz de dividir la consciencia y cuyas voluntades no afectaban al mundo como lo hacían los dioses.
Para Aurora, uno de los peores escenarios en su mente era tener que matar a un dios que acababa de ascender y, antes de venir, no tenía idea de cómo hacerlo. Tal escenario parecía descabellado. Por esa razón, no podía hacer esa pregunta en voz alta porque, al decirla, significaba que ella se estaba preparando para una situación que hace meses o años le parecería una idea irrazonablemente imposible.
Si bien su hermano tenía historias sobre asesinar dioses, para Aurora parecían leyendas y mitos que estaban inventados o manipulados. Después de todo, él tenía de novia a una Primordial que podría hacer todo el trabajo.
"Tu hermano es un caso especial y no lo es porque yo lo haya ayudado", dijo Jezabel. Sonriéndole al ver que ella no decía nada, comentó: "De todas formas, si tienes problemas con dioses, el mejor método es convertirte en un dios".
Aurora no le importó que Jezabel estuviera leyendo sus pensamientos sobre su hermano y, en vez de eso, tragó al escuchar las últimas palabras.
"Un dios mata a otro dios. Un plan simple. Si te conviertes en una Diosa, podrás protegerte contra otros dioses y también puedes proteger a tus seres queridos e incluso ayudar a quien desees sin tener que preocuparse por las consecuencias", reveló Jezabel y, con una sonrisa, preguntó: "¿Quieres convertirte en una Diosa, Aurora?"
Aurora había estado estudiando mucho sobre los dioses y también había reflexionado sobre las peores situaciones.
Aquella situación en la que ella tendría que detener una apoteosis o a un dios y la verdad era solo una idea vino en respuesta para encontrar una solución.
Convertirse en una Diosa... Tal idea era descabellada en extremo y Aurora le parecía tan irreal como imposible.
En este mundo existían los dioses, pero entender la existencia de ellos era una cosa, y otra muy diferente era pensar en cómo convertirse en uno de ellos. Y ella nunca había reflexionado sobre los dioses.
Apenas estaba en el rango SS y pensar en cómo convertirse en un Dios era adelantarse de manera extrema y, aun así...
"No lo sé", respondió Aurora.
Si le hubieran hecho esa pregunta antes, ella la habría rechazado de inmediato, pero esta vez dudó. Lo hizo porque esos bastardos que la buscaban y que querían lastimarla de cualquier forma no pararían.
Los interrogatorios fueron realizados con la Marquesa y Raiden y lo que encontraron fue mínimo y casi ninguna información aparte de algunas ideas generales que no eran útiles.
La organización que la quería eliminar la veía a ella como una candidata en esta carrera y, por ende, como alguien que podía convertirse en una Diosa.
Y si ella era una candidata, entonces podía participar y ganarles y de ese modo obtendría un poder incuestionable.
¿Quién podía ser más fuerte que un dios? Si ella lo lograba, ya no tendría que buscar métodos para asesinar dioses o detener las apoteosis y no necesitaría esos métodos, porque ella sería suficiente.
"Uf..." Aurora suspiró de vuelta, frotándose el rostro.
¿Qué significaba ser un dios? ¿Era alcanzar cierto nivel de fuerza o ser adorado? ¿Qué se necesitaba para lograrlo? ¿Qué clase de dios quería convertirse y qué camino necesitaba tomar para lograrlo? Pensar en esa pregunta llevó a que aparecieran decenas de preguntas una sobre otra y la dejara completamente perdida.
A pesar de ello, Aurora no podía dejar de tener esa pregunta.
¿Quería convertirse en una Diosa?
Si lo hacía, ella sería fuerte. Lo suficientemente fuerte como para que nadie pudiera detenerla y esa fuerza no necesitaba venir de otra persona, objeto o grupo.
No necesitaba depender de dioses, su familia, amigos o cualquier otro. No se trataba de dejar de pedirles ayuda, sino de no depender de ellos como actualmente dependía de Alice.
Alice era fuerte y la ayudaba en todo lo que hacía y la seguiría ayudando a enfrentarse a cualquier enemigo o dificultad, pero Aurora no quería depender para siempre de su hermana. Y en otro sentido, tampoco quería depender de sus padres, de su sistema o de su cuñada.
Ella esta vez aceptó la ayuda de Kairos y Amnestria, pero ella quería en el futuro aceptar la ayuda sin tener la necesidad de depender de ellos y, más importante aún, no forzarlos a hacer cosas que los pusieran en situaciones complejas. Por más que ellos estuvieran dispuestos a tomar cualquier riesgo para ayudar, para Aurora no era agradable tener que depender tanto de ellos, especialmente cuando se trataba de sus problemas.
"¡Tengo la respuesta a tus problemas!", exclamó Jezabel, asustando a Aurora. Cuando ella levantó la cabeza, la pequeña hizo aparecer un planeta entre ellas y anunció: "Un pasaje a las tierras de las oportunidades. Un viaje que responderá todas tus dudas. Un mundo de dioses, seres de fantasía y oponentes poderosos para entrenar. Un mundo donde no te aburrirás".
Aurora miró el planeta. Era una esfera gigantesca, muy diferente a la Tierra, con grandes porciones de tierra, mares, bosques y otras áreas que se podían ver desde el exterior. Había zonas rojas quemadas por lava, oscuras y enormes torbellinos en el mar, un árbol de gran escala en un continente y otros fenómenos que se podían ver desde el exterior mientras el mundo giraba.
"Terra Nova responderá tus dudas. Es más, seguro tienes conocidos que te darán respuestas detalladas", agregó Jezabel, jugando a ser misteriosa. Y con una sonrisa, exclamó: "¡Solo para ti incluiremos un viaje especial totalmente gratis!".
Aurora cruzó miradas con la pequeña y parpadeó, para luego suspirar.
"Así que Alice vino a hablar antes contigo", murmuró Aurora en voz baja.
"No sé a lo que te refieres", respondió Jezabel, desviando la mirada con complicidad. Y poniendo una expresión seria, reveló: "¡No podemos revelar información de nuestros clientes! ¡Así que por favor no nos obligues!".
Aurora dio una media sonrisa al ver a la pequeña adorable actuar como la dueña de un centro de viajes. Y luego se rió al darse cuenta de que Alice no estaba bromeando con su plan. Desde que ella fue asesinada, Alice mostraba un fuerte deseo de protegerla y siempre la vigilaba o dejaba a Amnestria para que la vigilara.
Sin embargo, la intención de su hermana iba más allá… Ella la quería lejos y su deseo iba a tal extremo que la quería lejos de este mundo. Una de las partes del plan de Alice era que ella dejara este mundo.
"¿Qué más tiene oculto, Alice?", murmuró Aurora al pensar en los planes de su hermana.
¿El plan que le contó era todo lo que Alice tenía planeado? Para Aurora, su hermana era cada vez más difícil de entender y lo único que sentía era que el plan tenía como objetivo alejarla a ello lo máximo posible.
Lo peor era que, a pesar de ser un plan cuestionable, Aurora no era capaz de rechazarlo y no lo hizo porque no tenía ninguna idea o plan que sirviera para refutar lo que su hermana quería hacer.
"Piénsalo", dijo Jezabel sacándola de sus pensamientos y, en calma, señaló: "Terra Nova tiene de todo. ¿Quieres aprender conocimiento secreto? ¿Obtener armas legendarias? ¿Luchar y entrenar con seres de decenas de miles de años? ¿Matar monstruos de leyendas? En ese mundo podrás hacerlo".
"¿Alice te paga mucho por ayudarla?" preguntó Aurora con una sonrisa entretenida al ver lo insistente que era su cuñada.
"Me prometió que me llamaría cuñada, ¡pero ese no es el punto!" respondió la pequeña y, mirándola con cierta seriedad, reveló: "Ella no se equivoca. En Terra Nova obtendrás una experiencia mayor que en cualquier otro lugar. Es hasta tal punto que superarás a cualquier rango SS e incluso rango SSS de la tierra en experiencia de batallas. Y, por supuesto, obtendrás una respuesta exacta a tus preguntas y no solamente una teoría dada por mí. Hasta podrías ver tu respuesta directamente y de cerca".
Aurora recibió la mirada de Jezabel y no tuvo cómo responder. Todavía quería fortalecerse y entendía que Terra Nova era perfecto. Un mundo con monstruos, usuarios de habilidades y seres que tenían experiencia de años, fuerza y poder llevaría su destreza a un nuevo límite, y más ahora que no tenía a sus maestros.
La experiencia que obtendría en ese mundo y en el entrenamiento sería tal que, una vez que volviera, ninguno de su mismo rango podría hacerle frente, y si tenía la oportunidad, entonces podría entrenar con calamidades o más. Mientras que los pocos rangos SS y SSS de la tierra no tenían ningún oponente, ella tendría cientos, si no es que muchos más.
En cuanto a lo último, Aurora sintió que se refería a Cithrel, y si era sincera, su hermana también había estado apuntando a su amiga de otro mundo.
"Si quieres, puedo decirte lo que tienes que hacer para ascender. Es más, hasta puedo ser la respuesta para todos tus problemas", dijo Jezabel y, chasqueando sus dedos, reveló una torre en medio del mar de la tierra y explicó: "Obligamos a que todos los seres vivos me adoren. De ese modo, estaré al tanto de todas las malas acciones y enviaremos a los malos a la torre para que la escalen. Esto último no tiene sentido, pero si hago este tipo de trabajo, quiero que cualquier voluntad que deje tenga algo para hacer".
La pequeña mostró la torre con una sonrisa brillante y emocionada, y luego al recibir su mirada, bajó la cabeza.
"O podemos tomar el camino aburrido y hacer que todos me adoren. Entonces les lavo la mente y creamos una utopía insípida sin crímenes ni malos, y tú tienes tiempo para fortalecerte", dijo la pequeña.
Aurora la miró y, por más que se preguntara si estaba bromeando y mintiendo, no sintió que fuera así. La sonrisa de diversión por su idea de la torre era tan genuina como su aburrimiento al hablar de manipular la mente de todos sus adoradores.
Lo peor de todo era que ella sentía que podía tratar de hablar para conseguir un punto medio, y el problema era que ese punto medio podría ser tan malo como lo que fuera que su cuñada quisiera hacer.
Después de todo, ella no era capaz de detener a su cuñada si ella se le ocurría hacer algo tan alocado como crear una 'torre' para que criminales escalaran con el objetivo de entrenamiento personal. La diferencia de pensamiento y razonamiento era abismal.
"¿Por qué no te acercaste cuando yo era más joven?", preguntó Aurora, cambiando de tema.
Fue el primer pensamiento que tuvo para cambiar de tema y de ese modo no tener que responder a los planes de la pequeña.
"Agatha no quería que me acercara. A mí me hubiera encantado acercarme y ser tu amiga de la infancia. Tampoco se me ocurrió la idea de hacerme pasar por un sistema", dijo Jezabel. Al verla temblar sutilmente, la ignoró y murmuró: "Hubiera sido interesante que tu madre me adoptara".
Lo único en lo que Aurora se concentró fue en la parte de 'sistema', y ella vio cómo Jezabel se reía al notar que estaba tensa. Ella no solamente había cambiado de tema, sino que tenía una pregunta en su mente y…
"¿Por qué él lo hizo?", preguntó Aurora, sin poder contenerse.
¿Por qué ese ser tan respetado y misterioso se convirtió en su sistema? ¿Qué ganaba? ¿Qué obtenía? ¿Cuál era su objetivo?
"Esa es una respuesta que él tendría que darte", respondió Jezabel, sonriendo de tal modo que fue sospechoso.
Dio la impresión de que ella sabía algo que Aurora no, y tal sonrisa la hizo dudar. ¿El gran y poderoso ser que era capaz de ver el futuro vio algo que lo hizo convertirse en un sistema? La idea era tonta, porque si ella hubiera querido averiguar más de su sistema, hubiera encontrado la respuesta con facilidad.
Parte de la razón por la cual nunca quiso aprender teología era por las advertencias continuas de que no confiara en las voces en su mente y ella siempre había tenido texto en su mente.
Jezabel se rió al verla tan dudosa.
"Déjame decirte algo. Aión no puede ver el futuro cuando otro Primordial interviene. Yo lo hice durante Terra Nova, ya que no quería spoiler de mi romance con tu hermano, pero lo he dejado de hacer cuando él se fue", dijo Jezabel y, sonriendo, comentó: "Y, aun así, él no es capaz de ver el futuro, aunque no haya primordial que lo detenga."
¿Cuál era la razón? Aurora había escuchado hace tiempo que se hablaba de que Aión no era capaz de ver el futuro ni tampoco parecía controlarlo de ningún modo.
Era hasta tal punto que existía un profeta que, si bien daba las profecías a medias, seguía viendo un futuro en el cual siempre estaba ella.
Aurora tuvo decenas de preguntas, pero se detuvo. No quería desconfiar de su sistema y dudar de él, porque por más que ahora supiera la verdadera identidad, sus recuerdos con él no habían desaparecido.
"Dicen que no hay peor enemigo que uno mismo", dijo Jezabel riéndose.
Aurora frunció el ceño al no entender a qué se refería.
¿Aión se detenía a sí mismo a ver el futuro? ¿O era algo más complejo? Quizás era su yo del futuro… Aunque sonaba irreal, la verdad era que Aurora únicamente podía dar teorías sin entender nada más.
Al menos…
"Tendré que ir a preguntarle", dijo Aurora en voz alta.
Al menos que le preguntara y, al igual que ella estaba aquí haciéndoles preguntas a su cuñada que jamás se imaginaba haber hecho, ella creía que era hora de hablar con su sistema de todo.
"Ten paciencia con mi tío. Él ha existido más de lo que ha vivido", dijo Jezabel y al ver que ella se levantaba, añadió: "Y dime el día. Estaré esperando."
Aurora tembló al escuchar la última parte.
Jezabel no preguntó si lo haría o no y no lo hizo, porque ya había leído su mente y la decisión que ella había tomado en el fondo de su mente.
"Ahora entiendo por qué madre odiaba que leyeras su mente", murmuró Aurora dirigiéndose a la salida.
Ella simplemente ignoró la risa a su espalda.