Agosto del año 2037, en alguna parte de la costa de Camerún, un hombre desnutrido estaba ayudando a las personas que lo rodeaban.
"Muévanse. Los barcos esperan." Dijo el hombre mientras ayudaba a los jóvenes a mover sus equipajes.
Las personas no tenían demasiado equipaje y solo traían mochilas con uno o dos objetos valiosos, algo de ropa y comida.
No eran refugiados provocados por los conflictos de jugadores y señores de la guerra que deseaban volverse reyes, eran refugiados que provenían del centro de África.
Refugiados que huían de la naturaleza.
Agatha que estaba observando como cientos de personas subían a los barcos, le dirigió una mirada a una jovencita de catorce años que estaba también ayudando.
La jovencita se acercó al hombre que había estado ayudando a los demás y le tocó el hombro.
"Señor, debería ir también usted." Dijo Esmeralda que se había unido a las fuerzas de ayuda de la iglesia.
Esmeralda tenía catorce años, pero nadie la había obligado a venir a estas tierras, sino que ella decidió venir por su cuenta y la razón era sus habilidades.
Al hombre de piel oscura, al cual le estaba hablando y que había estado ayudando a los demás, no solamente estaba desnutrido, agotado y pálido por la situación en la que se encontraba, sino que tenía grandes cargas a su espalda.
Agatha que activó su magia espiritual, pudo ver que detrás del hombre varias almas y espíritus lo seguían.
"Ve… Ve…"
Una remanente de un alma le susurraba al oído del hombre que se moviera y que fuera a este barco como los demás viajeros que iban a los países que decidieron aceptarlos.
Algunos viajarían a norte América, otros viajarían a Europa y gran parte de ellos viajarían a la Ciudad Atlántida que aceptaba a todas las personas.
También otros barcos irían al este a Tailandia, en donde un nuevo grupo de políticos estaba reformando el país.
"Vive, padre…"
Los que más destacó de todas esas figuras fantasmales fue la figura de una joven niña que le rogaba para que se moviera mientras lo abrazaba.
Las almas eran figuras traslúcidas, con ojos huecos y de color gríseo, cuyos únicos objetivos era trasmitir su preocupación constante.
A diferencia de otros que cargaban con el rencor de aquellos que asesinaron o traicionaron, el hombre cargaba con la preocupación de las almas que deseaban apoyarlo y ayudar, pero esos remanentes solo pensaban en su objetivo.
No tenían consciencia para darse cuenta del efecto que sus constantes susurros podían tener en la mente de los vivos y el hombre era un ejemplo claro de alguien afectado por esos susurros.
Aquellas almas que se afirmaban en este mundo o cuyas voluntades habían permanecido en la tierra se guiaban por objetivos, pero con el tiempo esos objetivos podían distorsionar su naturaleza y causaban más daño que bien.
Esmeralda, como una maga espiritual natural, no solamente era capaz de ver esas almas, sino que era capaz de ayudarlas.
"Deberían descansar." Dijo Esmeralda en un tono serio.
La jovencita no era de sonreír y siempre permanecía, sería casi fría, pero su voz llevaba una calidez única que se extendió no solamente al hombre, sino que a las almas.
La magia espiritual fue usada y las almas fueron enviadas al Río de la Reencarnación, obteniendo finalmente descanso y liberando al hombre de su carga.
El alma de la mujer dio un susurró antes de desaparecer, pero solo una persona lo escuchó entre los alrededores y Esmeralda observó al hombre.
"Sus muertes no fueron su culpa, señor." Dijo Esmeralda antes de retirarse, dejando al hombre en blanco por un segundo, entonces sonrió suavemente en silencio.
La jovencita, que había entregado el mensaje de las almas que permanecieron para ayudar a la persona que amaba, se acercó hacia Agatha que estaba observando entre la multitud.
Estaban en el puerto de la Ciudad Duala en Camerún y ella estaba aquí para evitar que los señores de la guerra tuvieran ideas estúpidas.
También estaban muchos paladines entre la multitud, sacerdotes y organizaciones humanitarias que vinieron con ellos para acompañarlos.
Esmeralda era una de las que vino queriendo no solamente practicar su magia espiritual, sino que liberar a las almas y también identificar aquellos criminales que se ocultaban en la multitud.
Si alguien tenía cientos de almas persiguiéndolos, significaría que había cometido muchos crímenes.
"Buena trabajo." Dijo Agatha mientras veía a la jovencita acercarse.
"Solo estaba practicando magia." Respondió Esmeralda con un tono indiferente.
Su expresión era plana y sus ojos sin emociones, pero los espíritus que la seguían y la protegían demostraba que ella no estaba aquí para solamente practicar magia.
Esmeralda purificaba algunas almas y a otros la ayudaba a cumplir la última voluntad y al hacerlo muchas almas se quedaban a su lado convirtiéndose en espíritus que la ayudaban.
"¿Es así? Yo podía ayudarte." Dijo Agatha observando a la jovencita.
El cabello gris cada día que la veía se volvía más intenso en la jovencita y era extraño, pero no parecían canas, sino que le daba una rareza única.
Al final no importaba cuan indiferente Esmeralda quisiera parecer, Agatha todavía podía ver a través de ella.
"Yo…" Dijo la jovencita y al girarse para buscar al hombre, vio que no estaba y comentó. "¿Puede ayudarlo? Ese hombre había estado ayudando a los demás desde que llegamos. Creo que sería bueno ofrecerle apoyo."
En vez de ocultar sus emociones y sus deseos habló abiertamente y Agatha al observarla, le hizo una señal a un sacerdote cercano.
"Hay un hombre que ha estado ayudando a otros. Escuché que los demás lo llamaban Turay, creo que sería bueno contratarlo para que nos ayude." Dijo Esmeralda al ver que Agatha esperaba que hablara.
El sacerdote le dirigió la mirada a ella y luego a la jovencita, pero Agatha asintió para que fuera a completar el trabajo.
Cuando el sacerdote se fue, Agatha volvió a observar a Esmeralda.
Era mayor que su hija y a pesar de que siempre tenía una expresión seria, ella era una jovencita amable.
"Sabes que ese hombre no ira en el barco, ¿cierto?" Preguntó Agatha y al recibir la mirada de la jovencita, añadió. "El estado del hombre se debía a que las almas de su esposa e hija lo instaban a estar a salvo mientras que él tenía otras intenciones."
¿Qué pasaba si el deseo de los espíritus y esas almas que permanecían en este mundo era contrario al deseo de la persona que las almas querían ayudar?
En algún punto esas almas no causarían ningún bien y dañarían a las personas que querían proteger y si bien las almas no podían ser notadas por personas normales, al permanecer en la tierra la energía mágica las podía cambiar.
Al final, los susurros que antes no eran escuchados podían finalmente ser oídos o incluso afectar la mente y la vitalidad de la persona que ayudaban… Justo como en este caso.
Un hombre que no parecía tener intenciones de viajar estaba siendo empujado para que viajara.
Sintiendo una oleada de calor, Agatha observó a la jovencita.
"A veces los últimos deseos de los espíritus no pueden ser cumplidos." Dijo Agatha y…
"Lo sé. La voluntad de los muertos no debe afectar a los vivos." Murmuró Esmeralda y en voz baja, añadió. "Ya he terminado de leer ese libro."
Agatha le había dado muchos libros para que leyera y si bien ella no era una maga espiritual, su hijo si lo fue.
No obstante, su hijo se centró en temas considerados por muchos como prohibidos, como era la creación de almas, la eliminación e incluso como usar las almas para crear nuevas… Temas que estaban prohibidos por profundizar la esencia de los seres vivos como lo era el alma.
Sin embargo, su hijo tenía muchos libros y Esmeralda los estaba leyendo y aprendiendo, guiándose por un camino de ayudar a las almas que lo necesitaban y no siempre podía dar esa ayuda.
No cuando los vivos elegían que hacer con sus vidas.
"Bien, sigue con el trabajo. Si necesitas algo, pídelo a los sacerdotes." Ordenó Agatha y al verla asentir, desapareció totalmente usando magia espacial.
El espacio se retorció y apareció en medio de un bosque en donde vio ruinas de una ciudad.
Las raíces crecían por las paredes de los edificios, destruyéndolos a todos, luego se encontraban árboles que habían crecido desde el suelo, rompiendo la base de edificios.
Lo más aterrador era que las raíces se movían, lenta, pero contantemente y continuaban avanzando, ocupando estas tierras.
La naturaleza se había hecho con el control de las ciudades de naciones enteras y no importaba cuanto los humanos trataran de cortar los árboles e incluso incendiarlos… La naturaleza era imparable.
"La naturaleza no tiene compasión…"
La voz de una niña vino de los alrededores y Agatha levantó la ceja.
"¿No es ese el título del último libro publicado por Su Chin?" Cuestionó Agatha.
"Sí. También lo he leído. Es un libro interesante. Me gusta el pesimismo que se le da a la hora de enfrentar a la calamitosa naturaleza." Respondió Jezabel apareciendo al frente de ella y con una sonrisa, preguntó. "¿Lo has escuchado? Las montañas en china se extendieron y provocaron un terremoto en una gran ciudad. Antes de que los edificios se derrumbaran, personas con ojos púrpuras aparecieron y evitaron la destrucción."
La pequeña reveló una sonrisa.
El Plano Astral estaba tranquilo y se lo estaba limpiando constantemente por aquella que Jezabel había traído.
Lo que significaba que al no tener trabajo podía intervenir en este mundo y al parecer la guardiana lo estaba haciendo… Ya fuera por voluntad propia o por la recomendación de una Primordial.
"El Monte Paektu en Corea del Norte se convirtió en una zona volcánica. El elemento fuego se descontroló, pero antes de que el daño fuera demasiado, una criatura de rango SS hizo su nido allí. Lo bueno de esto es que la amenaza ha llevado a que Corea decidiera unirse." Dijo la pequeña y sonriendo, agregó. "En Australia, el desierto…"
Ella empezó a contar noticias de lo que sucedía en diferentes partes del mundo.
Desde Alaska, la Cordillera de los Andes y las Amazonas en América del Sur, la naturaleza en la India, el Desierto de Australia o el Este de Rusia.
El mundo estaba cambiando con desastres naturales y en algunos lugares el resultado terminaba de maneras curiosas.
"Australia y países vecinos buscan unirse. En la península arábiga las naciones se están uniendo en contra de las amenazas de los gremios de jugadores. La región de la India está poniendo todo bajo un solo gobierno y la Bestia Santa. En Tailandia, un hombre de rango SS busca unificar la región atrayendo los países vecinos." Dijo Jezabel y sonriendo, comentó. "Me gusta la mezcla de destrucción y unión de esta era."
La destrucción provenía de los elementos que algunas veces se descontrolaban o estaban poco equilibrados, provocando fenómenos extraños en el mundo.
También causaban miles de muertes o como situaciones como la que estaba ocurriendo aquí, en donde varias naciones enteras quedaron en ruinas y millones de vidas fueron arruinadas.
Algunas naciones podían tratar de vivir en esa clase de nuevo ambiente, pero otras veces era imposible.
Y en medio de todo este desastre había naciones que buscaban unirse como lo había estado haciendo la nueva Unión Europea, que mostraba un gobierno unido.
¿Cuántos de esos movimientos estaban siendo dirigidos por alguien más? Agatha miró a la niña que probablemente intervino en varias de esas naciones.
Quizás no lo hizo directamente, pero sin duda ella estaba presente y tenía algún tipo de participación similar a lo que sucedió en la Unión Europea.
Aunque preguntarse en esos temas, también era cuestionarse cuanta participación ella tuvo en estos desastres naturales.
Desastres que, si bien provocaban un alto daño, no era tan grande como debería haber sido.
Sin embargo, una sola cosa importaba.
"¿Que tienes preparado para este bosque?" Preguntó Agatha mirando a la pequeña.
Jezabel sonrió y el fuego las rodeó antes de aparecer en el centro del bosque al frente de un árbol.
"Haremos que ese árbol reúna la energía mágica de los alrededores. De ese modo el bosque dejará de extenderse, aunque como consecuencia ese árbol crecerá." Dijo Jezabel en calma.
Agatha observó el árbol y lo reconoció como algún tipo de Adansonia común en estas regiones, pero también notó rastros de alguna bestia.
"¿Es la guarida de alguna bestia mágica?" Preguntó Agatha con curiosidad.
"No te preocupes. Es solo una linda gatita." Respondió Jezabel.
Agatha simplemente la observó y la dejó estar.
Cada movimiento de su nuera provocaba ondas que ella no podía comprender, pero mientras todo terminara bien, ella podía ignorarlo.
******
Veinte de septiembre del año 2038 en la ciudad Kōchi capital de la prefectura de Kōchi, Japón.
Agatha estaba volando sobre la ciudad, explorando el área.
Hace meses esta ciudad era bulliciosa y llena de personas, pero ahora estaba completamente desolada.
El agua cubría la mitad de los edificios y había tragado las calles y los autos que se encontraban por el área, extendiéndose hacia el centro de isla de Shikoku, llevando a que todos los habitantes emigraran y fueran trasladados.
Este evento venía sucediendo desde hace meses y si bien al principio empezó lentamente, en este punto la misma isla se estaba hundiendo.
Lo que la causaba no era solamente la densidad del elemento agua y el descontrol, sino que era la baja densidad del elemento tierra que llevaba a que la misma isla se hundiera.
Esto era lo que sucedía cuando no había un equilibrio en los elementos y tal desastre era una prueba de que el mundo estaba cambiando.
La energía mágica trajo grandes desastres y ahora esta ciudad iba a ser tragada por el mar y en unos meses toda la isla de Shikoku lo sería y como si fuera poco, esta no era la única isla que estaba sufriendo este destino.
La isla de Kyūshū también estaba sufriendo el mismo destino, al igual que otras pequeñas islas en el Océano Pacífico.
Tal evento trajo que muchas personas ayudaran y ofrecieran apoyo a Japón, que estaba sufriendo una de las más grandes catástrofes de la tierra.
Similar a la catástrofe que de vez en cuando seguía sufriendo China con la expansión de las montañas al oeste o Rusia con el este de su territorio que estaba siendo cubierto de hielo.
"Espero que termine pronto." Murmuró Agatha en voz baja.
Tantos desastres causaron que la iglesia que estaba solamente en Europa pudiera extenderse por todo el mundo dándole una autoridad sin precedente, no obstante, el trabajo que tenía era enorme.
También las personas inocentes estaban sufriendo en estos desastres, pero ella no era de preocuparse demasiado, aunque sí lo era su esposo y su hija.
Aurora tenía diez años y el próximo año cumpliría los once, sin embargo, debido a que pasaba mucho tiempo en el espacio ilimitado entrenando, ella había maduro antes y pronto no podría ser detenida.
Era un rango B, todavía sin lograr manifestar su aura y el problema era que tenía deseos de salir al mundo y ayudar con su fuerza.
Por ahora la estaban deteniéndole diciendo que era demasiado pequeña y la preocupación paternal la limitaba, pero sus palabras no dudarían demasiado y no importaba cuanto su hija la respetara, era una niña que podía vencer a muchos adultos.
Si no fuera por Alice, que era una buena niña y delataba a su hermana en secreto cuando hacían algo mal, Agatha vigilaría a cada hora a sus hijas.
"¿Hasta cuándo podré detenerla?" Murmuró Agatha al aterrizar en la cima de un edificio.
Observando los edificios cubiertos por el agua y luego al mar que se extendía a la lejanía con edificios medio tragados, ella soltó un largo suspiro.
Aurora en este momento era una niña con demasiado poder y como Alice no le gustaba quedarse detrás de su hermana, ella también estaba mejorando… O lo que Alice describía como 'mejorar'.
Básicamente dándose banquetes por su cuenta.
"¡Ayuda!"
Un grito de ayuda la sacó de sus ideas y Agatha frunció el ceño antes de volar en dirección de la voz.
La ciudad debería estar deshabitada y eso era porque ella y todos los que participaron en la evacuación se llevaron a todos los habitantes.
Varias naciones de todo el mundo, incluyendo nuevos países que se estaban unificando, habían ayudado.
Uno de ellos era la Alianza que Tailandia hizo con los países vecinos con los cuales planeaba formar un imperio, pero no solo naciones apoyaron, sino que también empresas.
La Empresa Cosmos trajo portales permitiendo llevar a las personas con rapidez, mientras que la Empresa Apicius apoyó con los suministros y las iglesias junto a organizaciones humanitarias y el ejército japonés dieron la mano de obra.
Así que nadie debía quedar en esta zona y Agatha levantó la guardia en caso de una emboscada.
"¡Por favor! ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude!"
"¡Nadie te ayudará!"
Agatha que se estaba acercando al edificio, escuchó las dos voces y con una expresión extraña se adentró por la ventana.
El edificio a donde había ido fue tragado por el mar hasta el último piso y estaba parcialmente destruido, así que Agatha notó a la niña al frente del ascensor y también percibió la presencia del otro lado del ascensor.
Sus sentidos habían avanzado tanto que ella estaba al límite del rango S y si bien había personas que ya ascendieron, ella no quería dar el paso, al menos no en este momento.
Aun así, podía darse cuenta con sus sentidos que el ascensor estaba derrumbado y la otra persona únicamente podía salir por la puerta que ahora estaba siendo cerrada por una niña de mejillas sonrojadas.
"¡Haz un final harem!"
La niña infló sus mejillas y gritó en voz alta, provocando que la expresión de Agatha volviera a temblar por un momento antes de suspirar y acercarse.
La pequeña niña llevaba un libro en su mano mientras se notaba enfadada.
"¡No! ¡No voy a cambiar la obra!"
Una respuesta decisiva vino del otro lado y la voz femenina dejaba ver determinación mezclada con el miedo.
Agatha al acercarse notó el título del libro y luego miró a la niña.
"Así que tuvo un final malo." Murmuró Agatha observando a su nuera.
Se juntaban de manera seguida y charlaban entre ellas disfrutando de aperitivos y Agatha supo que el libro que su nuera tenía en la mano era el que había estado leyendo.
El libro trataba de una historia con un triángulo amoroso bastante reconocida y que curiosamente había atraído a Jezabel.
"¿Mal final? Fue lo peor. El protagonista eligió a una en vez de quedarse con ambas." Dijo Jezabel con un tono enfadado.
"¡Es imposible que se quedara con ambas!"
"¡Será posible o morirás aquí!"
Agatha vio como la niña gritaba a la puerta del ascensor y asintió dándose cuenta de quien estaba al otro lado era la autora.
La otra parte estaba hablando japonés, pero probablemente fue raptada y traído aquí y ahora estaba siendo amenazado para cambiar la historia.
Si fuera antes, Agatha hubiera tomado esto como una broma creada por una primordial extremadamente aburrida, pero luego de tantos años, ella había logrado comprender parcialmente a su nuera.
Era parcial, ya que era imposible entender a su nuera cuando era tan cambiante y tan irracional.
"¿Irracional? Que agradezca que no traje a toda su familia." Murmuró la pequeña niña frunciendo el ceño con enojo.
Tal berrinche por solamente una historia que no fue a su gusto y tal hecho era la prueba de que Jezabel lentamente estaba aburriendo de este mundo.
Y cuando una inmortal se aburría, significaba peligro.
"Es mejor que cumplas la tarea. Te ayudaré hoy, pero si el libro no termina de la forma que ella quiere, dejaré que haga lo que quiera contigo y tu familia." Dijo Agatha lanzando un hechizo de magia espacial para mover a la persona del otro lado.
Era imposible detener a una Primordial y lo único que podía hacer era distraerla con algo nuevo… Una tarea que cada vez se estaba volviendo más difícil cuando la pequeña niña era cada vez más difícil de complacer.
"Si él estuviera aquí sería fácil." Murmuró Jezabel en un tono que mezclaba molestia con honestidad.
Si la persona del cual estaba enamorada estuviera en la tierra, ella sería como un cachorrito adorable… Algo difícil de imaginar cuando lo que Agatha estaba viendo era una extremadamente poderosa mujer con un temperamento problemático y un sentido del humor tan retorcido como extraño.
"Pensé que la estabas pasando bien guiando a las personas para que unifiquen sus países." Dijo Agatha en calma.
"Fue agradable al principio. Presente un senador ambicioso a un hombre que tiene grandes ambiciones y también ayude a que algunos políticos fueran más decididos. Sin embargo, ahora todo es aburrido." Respondió Jezabel, esta vez con una mirada aburrida.
¿Cuántas personas en este mundo fueron guiados por Jezabel? Agatha le había pedido que la ayudara hace mucho tiempo y su nuera se tomó la tarea con seriedad.
Trajo cambios en medio del caos y también caos que daba inicio al cambio y si bien no solucionaba todo en un instante, movía los hilos para que las cosas terminara de la mejor manera y ahora lentamente estaba llegando a aburrirse y a perder el interés.
Antes podía distraerse diciendo que iba a buscar un alíen para alguna locura que se le ocurriera, pero ahora era probable que le quedara pocas ideas para realizar.
"Todavía quiero ser una amiga de mis cuñadas. Ir con ella a la escuela, hablar de los chicos que nos gustan y hacer trampa en los exámenes." Murmuró la pequeña sonriendo de manera brillante tan solo por la idea.
"Prefiero que te tomes vacaciones y vuelvas a tus asuntos." Respondió Agatha y viendo la sonrisa en la pequeña, agregó. "¿No querías prepararle un espectáculo a mi hijo? Concéntrate en eso."
Estaba vendiendo a su hijo mayor para proteger a sus hijas más pequeñas, pero probablemente a su hijo mayor le gustara el sentido de humor y los juegos de Jezabel.
Si no fuera de esa manera, no se hubiera enamorado de una primordial tan problemática.
Jezabel sonrió divirtiéndose al leer sus pensamientos y Agatha desordenó sus pensamientos otra vez a pesar de que era inútil.
"Bien, bien. Volveré a mis asuntos." Dijo Jezabel y observándola con curiosidad, agregó. "No me acercaré a mis cuñadas. Por ahora. Cuando ellas me necesiten responderé."
A Agatha no le gusto escuchar esas palabras, pero Jezabel desapareció evitando de esa forma su enojo
Agatha suspiró.
No sabía si su hijo algún día volvería y era probable que no lo hiciera durante mucho tiempo y si bien no le gustaba la idea de que alguien como Jezabel se acercara a sus hijas… No podía negar la posibilidad de que en algún momento sus hijas se acercaran a esta diosa.
Sin embargo, si ese momento llegaba esperaba que lo hicieran por su cuenta y por su propia decisión.