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Chapter 597 - Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 123: No confió en ti.

Todo estaba agitado en el campamento.

Akira que había dejado la enfermería para retirarse a Zerzura lo notó de inmediato.

Había comenzado desde muy temprano siendo todo agitado y era a un nivel increíble.

Las personas llegaban de todas partes, para acceder a los suministros de la organización humanitaria protegida por el héroe Richard.

A la vez que las sacerdotisas, médicos y curadores abrieron sus secciones para atender a aquellos enfermos, que no podía pagarse atenciones médicas locales.

El único problema era que muchas personas venían y las colas se volvían largas desde la mañana y no solo eran de esos dos lugares, sino que también de la sección que registraba a los refugiados para Zerzura.

El viaje sería llevado a cabo en un par de días y se registraba aquellos que deseaban viajar, por si era necesario que desde Jartum se enviara otros camiones para una segunda caravana.

Y Akira entendía que iba a ser necesario… La cola de personas empezaba desde el campamento y se extendía más de dos cuadras.

Los paladines estaban patrullando los alrededores y la cola, para evitar conflictos o cualquier percance mientras que la Sumo Sacerdotisa Xaali estaba realizando órdenes con una expresión cansada.

"¿Sumo Sacerdotisa necesita que haga algo por usted?" Preguntó Akira con una sonrisa, buscando querer ayudar.

La Sumo Sacerdotisa Xaali estuvo a punto de aceptar, pero cuando la vio, dio una sonrisa algo difícil y luego suspiro.

"No es necesario. Escuche que volverás a Zerzura. Es mejor que vayas a avisar a Aurora y luego pídele a los paladines que activen los portales portátiles para ti." Respondió esa sacerdotisa con una expresión que llevaba algo de calma y dándole una mirada, añadió. "No necesitas preocuparte."

Necesitaba ayuda, pero no de ella… Eso fue lo que comprendió Akira cuando esa mujer volvió a su trabajo.

Esta no era la primera vez que se ofreció para ayudar y no era el primer rechazo, era más, la mayoría rechazaba cualquier ayuda que ella podría ofrecerle.

¿Fue Aurora? Daba la impresión de que se había ordenado que no se le diera ninguna tarea y los miembros de la expedición se lo tomaban bastante serio.

¿O fue por qué fallo? Aurora no era el tipo de persona, que se enojaría porque ella casi murió por ser ingenua, sino que sería alguien que se preocupara por ella y la protegiera.

Justo como ahora.

Era capaz de ayudar a la gente, atender a las personas y encargarse de otros asuntos pequeños, no era como si de un día para el otro se convirtiera en alguien inútil.

Sin embargo, supo que nadie la pondría a trabajar y el problema era que no se animaba a ir a hablar con Aurora… Estaba avergonzada por su fallo.

Eso era para Akira.

Solo que era incapaz de ir a decirle a Aurora que estaba bien y que era capaz de continuar y la razón era el miedo, que todavía no desaparecía.

"…"

Mordiéndose los labios, al final no tuvo otra opción que caminar a la carpa principal en el centro del campamento, en donde los paladines y milicianos entraban y salían de forma continua.

"Haz que alguien se encargue de los diálogos con las fuerzas locales. Si voy yo me miraran de forma despectiva y no llegaremos a ningún lado. También diles a los sacerdotes que extiendan la voz sobre las caravanas. Vázquez quiero ver si descubres algo más entre los aventureros o mercenarios, he leído que eran bueno para entremezclarte. Y Liam me gustaría que te encargues de dejar un 'ojo' en este lugar. Ve si es posible contactar con una red de información o algo que ofrezca información."

Las órdenes vinieron desde la carpa central y aquellos que recibían las órdenes tras asentir, se retiraron tan solo para que de inmediato sus lugares fueran ocupados por otras personas.

Liam y Vázquez la saludaron al verla pasar y se retiraron notándose no solo algo cansados, sino que, con demasiado trabajo, permitiéndole que ella entrara a la carpa.

Aurora estaba en medio viendo una proyección holográfica de la ciudad y su expresión solemne, demasiado seria, le recordó a Akira cuando esa joven tomó su espada en la presentación de la academia.

Haciéndole una señal a los paladines que estaban por informar que se detuvieran, Aurora le dio una mirada a ella y se acercó.

"Pareces cansada." Murmuró Akira sin poder evitarlo.

De todas las cosas que podría haber dicho esas palabras fueron las primeras en salir y no pudo evitarlo.

Aurora era joven y si bien era bastante guapa, su apariencia delicada era lo que resaltaba con claridad.

Tal vez parecía alguien sería más que una joven energética, pero ahora sus ojos mostraban cierto cansancio y su tez, se notaba un poco pálida.

"Sí. Demasiado trabajo." Respondió Aurora y haciéndole una señal para salir, comentó. "Aunque entiendo la idea de delegar funciones. Esto no es lo mismo como la teoría que enseñan en clases."

La luz del sol en esta mañana algo calurosa la golpeó, logrando que Aurora cerrara sutilmente sus ojos dejándose bañar por los rayos del sol.

"¿Estudias?" Preguntó Akira, sin animarse a decir lo que sentía, ni a profundizar por el cansancio y viendo que la joven le daba mirada, murmuró. "Pensé que ya te habías graduado…"

Un murmullo con vergüenza, que fue dado porque Aurora le dio una mirada profunda que dejo en claro que estuvo despierta toda la noche.

Y por las personas que había visto Akira desde que despertó, Aurora no era la única que estuvo despierta.

Algo sucedió anoche, pero no solo nadie le quería informar, sino que Akira no se atrevía a preguntar.

Su murmullo solo dejo salir su idea de que Aurora ya se había graduado de forma prematura y si Akira era sincera, que a su joven edad fuera un rango S, llevaba a que pensara que todo era posible.

"Oh, no, no soy tan inteligente como crees y siempre he sido alguien promedio en mis notas y si bien ahora estoy trabajando en esto, asisto a una escuela con clases virtuales." Respondió Aurora mientras caminaba a los cuarteles y con una sonrisa, añadió. "Se trata de administración. Muy útil para mis cubrir mis deficiencias en liderazgo."

Akira abrió sus ojos un poco sorprendida al escuchar esas palabras.

"¿Qué? ¿Pensabas que tengo carisma innato? Las personas me obedecen por respeto y porque me conocen, pero por lo general soy muy mala líder y cometo errores… Muchos de ellos." Dijo Aurora y dando una media sonrisa, murmuró. "Mis allegados me ayudan a ver mis errores y con otros me dio cuenta a la fuerza… Y de forma dolorosa."

No estaba aclarando demasiado, pero a la vez dejaba ver mucho.

Buscaba ser objetivo al decir que la gente la seguía por respeto y porque la conocían, sin asumir el hecho de que tal vez era buena en lo que hacía o sus ideales eran atractivos.

Sin embargo, fue sincera en la idea que cometía errores y tales errores podían ser de muchos tipos.

Akira sintió que ella fue uno de sus errores y eso la hizo suspirar un poco, al ver que llegaba al cuartel de los paladines.

"Lo que me sucedió a mí no fue tu culpa." Dijo Akira sin evitarlo y mirándola fijamente notando que había seriedad, declaró. "Yo fui quien cometió el error de no matarlo… De no protegerme como debía. Yo fui quien no estuvo a las alturas de tus expectativas."

Fue ella quien no siguió el consejo que Aurora dio cuando llegó a este lugar y pagó las consecuencias de una forma dolorosa.

Debió haber asesinado a ese tipo… Ese era lo que la lógica le decía y era lo que su mente racional ahora le recriminaba.

Si lo hubiera hecho, podría no haber caído tan fácilmente y podría seguir intentando proteger a los rehenes y detener a los otros, hasta que Alice llegara.

En este punto solo quedaba como arrepentimientos vacíos y Aurora solo le dio una media sonrisa, que estaba en desacuerdo, pero no profundizo en el tema.

"Si necesitas algo, solo comunícate conmigo y me encargaré que tengas algo para hacer." Informó Aurora al ver que el portal se activaba y mirándola, añadió. "Si deseas volver, solo avísame. Me encargaré de enviarte a casa."

Si deseaba volver, lo podría hacer… Tales palabras causaron cierta reacción en Akira, tan solo al pensar en la idea de volver a casa y quedarse en ese lugar, hasta que regresara a sus clases habituales en la academia.

Sonaba bien y fue su lado empujado por el miedo que la llevo a pensar en que su vida volviera a hacer como antes, pero Akira se mordió los labios.

"Me quedaré en la ciudad un poco más… Todavía necesitas convertirte en mi guía turística para que me guíes y acompañes a todas partes." Dijo Akira y tratando de encubrir sus pensamientos, añadió. "Pasar de directora a guía turística no parece un muy mal trato y más si es para tan buena estudiante, ¿no?"

Estaba tratando de bromear, buscando no pensar en su idea de irse y el miedo que sentía que a su vez le impedía decirle a Aurora que volvería.

Y por eso quedo en la línea del medio.

Sin retirarse en su totalidad, pero sin tratar de volver… Y no importa cuánto le molestara a ella misma tal estado, eso fue lo único que pudo hacer.

"Parece interesante, así que aceptaré." Respondió Aurora simplemente haciéndole una señal al portal.

Akira suspiro… Tenía mucho de que pensar, pero la idea de ir de compras con esa joven y que la guiara a diferentes partes de la ciudad, parecía emocionante.

Después de todo, sentía que había alguien que se sabía divertir oculto en la seriedad que Aurora siempre llevaba.

******

Dos hombres lucharon entre ellos en el campo de entrenamiento, solo utilizando sus puños como armas.

Agatha que veía a su esposo luchar con el nuevo Coronel Wiyghan Makeba, dio una sonrisa al ver a su esposo divertirse.

Antón era un luchador feroz y si bien por lo general tenía una sonrisa agradable en su rostro, una vez que luchaba era poderoso y por, sobre todo, salvaje.

Su forma de moverse, de protegerse y de golpear mostraba experiencia y unos instintos espléndidos.

Lo curioso era que media lo mismo que su oponente, lo que llevo a que el combate fuera en un tamaño muy similar.

El artefacto para disminuir de tamaño estaba funcionando… Ese pensamiento pasó por la mente de Agatha mientras asentía con calma, viendo como Makeba era presionado.

No solo se trataba de que su esposo era un rango SSS, cuyo cuerpo era perfecto para la batalla directa, sino que era por los movimientos y los instintos.

Su esposo comprendía donde golpear, cuando golpear y lo hizo de forma perfecta, suprimiendo al nuevo Coronel del ejército recién formalizado.

A la vez que buscaba enseñarle, que era enfrentarse a un veterano.

"Un cuerpo que oculta una gran fuerza…"

Un murmullo vino de su lado y Agatha le dio una mirada al General McLean, cuyo título ahora era oficial.

El cuerpo de su esposo ocultaba una gran fuerza y ahora estaba soltándose, probando las capacidades de su cuerpo y adaptándose a un tamaño bajo de vuelta.

A la vez que probaba el artefacto que ella le había creado para que su tamaño se redujera.

"Lo hace." Dijo Agatha y mirando a ese hombre que parecía querer ir a practicar con su esposo, añadió. "Antes de que vaya a divertirse, me gustaría entregarle algo."

Junto a esas palabras, ella sacó un cristal redondo como una pequeña gema que tenía finos grabados en el interior.

"Este pequeño cristal puede ser usado para traer lo que hay del otro lado o llevándolo a usted al otro lado." Informó Agatha y con calma al ver que ese hombre lo recibía, explicó. "Lo que traerá serán dos bestias no-muertas de rango SS, capaces de ser usadas como escudos de carne para cualquier situación peligrosa que lo requiera... De cierta forma sería un artefacto de invocación."

La expresión del General McLean se volvió seria, tal vez pensando en quienes podrían ser las bestias.

Xaro realizó un excelente trabajo y Agatha tras encerrarlas en un lugar apartado, creó este artefacto para que sirviera como una medida de emergencia.

Una vez que sea activado con la intención de que trajera refuerzo, esas dos bestias de rango SS serian movidas espacialmente y obedecerían las órdenes de ese hombre.

"Ya debe saber por qué te lo estoy dando. Al oeste Raiden y otras personas se están preparando para fundar una nueva nación… Una república." Informó Agatha y con calma, explicó. "Es un chiste por supuesto, pero lo hacen para evitar las acciones de la iglesia, de mí y digamos que, si bien no se atreverán a nada durante un tiempo, en el futuro puede que actúen."

La mejor forma de limitar a una autoridad tan grande como la iglesia era por medio de jugar con las mismas reglas.

Formalizar una nación en este lugar en donde las tierras estaban gobernadas por peligrosos señores de la guerra, llevaría a que el mismo público tuviera una buena imagen de esa nación y si la iglesia intervenía, sería mala publicidad.

Una poderosa iglesia con una mala imagen siempre era algo malo y ahora que la iglesia era tan grande, era necesario cuidarse con algunas acciones.

Sin embargo, el problema no era ese…

"Eres un rango SS y eres fuerte. ¿Nunca nadie se te ha acercado hablándote de forma agradable, ofreciéndote formas de cooperar y queriendo que te unieras a sus pequeños grupos?" Preguntó Agatha y viendo que la expresión de ese hombre se volvía solemne, añadió. "Digamos que has hecho bien en rechazarlos."

La expresión de ese hombre se volvió seria, no solo ante su acierto de que algunas personas se le acercaron ofreciéndole formas de cooperar, sino que ante la idea segura que tenía de que lo rechazo.

Y Agatha sabía que lo rechazo, porque a quien le había rezado para formalizar su trato, se lo informó a ella.

"Dejando de lado los objetivos de esas personas y la verdadera intención que hay detrás de esos grupos de idiotas, el tema es que pueden resultar peligrosos y en mi caso no creo que estaré siempre pendiente de mis hijas." Dijo Agatha y con calma, señaló. "Y por eso creo que es bueno tener una fuerza secreta. Si alguien un día se atreve a molestar a mis hijas, puedes soltar a las bestias y dejar que hagan un desastre… Ya sea sin informar o no de ellas a los demás."

"Tú…" El General McLean abrió sus ojos ante la idea que expresaba.

Una bestia no-muerta de la cual ella, él, su esposo, Melorrill y Xaro sabían… Tal bestia si era liberada en un lugar que era considerado 'molesto' y se le ordenaba hacer un desastre, podría causar muchos problemas y al final nadie lo conectarían con ellos.

A eso estaba apuntando Agatha.

Sus hijas iban a estar bien incluso si ella se retiraba y no era porque ambas eran fuertes, sino que tanto la iglesia como Zerzura las protegerían.

La ciudad ahora tenía al General McLean y si bien las bestias que había pedido que revivieran podían usarlas para proteger la ciudad, también podían ser usadas para solucionar problemas en secreto.

Las bestias eran inteligentes lo que significaba que podrían llevar a cabo sus objetivos de forma sabia y si tenían suerte, hasta eran capaces de asesinar a un rango SS… O destruir todas sus tierras y su gente.

Sin que estuviera relacionado con ellos y ahora ese hombre que había entendido su significado, se sorprendió por la idea que expresaba.

Podía soltarlas en un cuartel militar de algún Gran Señor de la Guerra y dejar que matara a miles y miles de personas… Esa era la idea que le causó sorpresa al General McLean.

"¿Qué? Has sido un criminal, un asesino y aquellos que ven tu historial de Terra nova dirían que genocida. Hacer el trabajo que Zerzura no se atreve debe ser fácil para alguien que fue capaz de matar niños… O niños lobos, da lo mismo." Dijo Agatha causando que ese hombre diera una expresión cada vez más seria y mirara a los alrededores, para ver si alguien lo escuchaba y fue esa reacción lo que le causó gracia y comentó. "No te preocupes, no te juzgo."

Como jugador participó en el genocidio a la raza de los hombres lobos en Terra nova y fue uno de los clásicos jugadores que se ocultaban en sus seudónimos y se soltaban dejando salir su verdadera naturaleza cuando estaban en el otro lado.

Todo mientras que, en la vida real, era un criminal, un asesino, un mercenario y algunos dirían que un señor de la guerra local, antes de que la magia llegara a este mundo.

Luego cambio, queriendo arrepentirse, pero era innegable que hizo cosas muy pesadas, que seguramente si su hija se enteraba lo miraría de otra forma.

No, toda Zerzura lo miraría de otra forma.

"Y tampoco necesitas preocuparte porque alguien lo descubra. Sabes cubrir bien tus huellas y lo suficiente como para que nadie pueda descubrir tu pasado… Al menos que reces a una existencia poderosa." Dijo Agatha con una risa entretenida al ver seriedad en el hombre.

La iglesia era incapaz de descubrir la información de ese hombre y la única forma que lo supo, fue porque él se conectó a una entidad que no debía y ella fue informada por ese mismo medio.

Pero de por sí, no lo estaba juzgando y sería imposible hacerlo cuando pensaba en la persona que era su hijo mayor… Y su nuera.

"¿Es por eso que me dejas estas bestias a mí y no a tus hijas?" Preguntó el General McLean más como una confirmación que como una pregunta.

Pensaba que se lo estaba dejando a él, para que pudiera hacer cosas que sus hijas no se atreverían a realizar, cuando la situación requiriera medidas excesivas… Como soltar las bestias para usarlas y asesinar algún gran señor de la guerra, sin pensar en las vidas humanas.

Y de cierta forma estaba en lo correcto.

"Aurora no verá dos herramientas que pueden ser utilizadas para cumplir sus objetivos. Las veras como cargas y responsabilidades, armas de las cuales tiene que tener cuidado y llevara a que tenga dificultades de utilizarlas, limitándose demasiado. Y Alice…" Dijo Agatha y deteniéndose un poco al pensar en su linda hija que le gustaba comer, sonrió y comentó. "Ella lo usaría apenas su hermana estuviera en problemas y podría ir al extremo de una forma desmedida."

No compartía los intereses de Aurora por ayudar a las personas y de cierta forma era similar a su pequeña glotona, a la hora de actuar.

No obstante, eso no significaba que no las entendiera a ambas y no supiera que iban a hacer si les dejaba estas bestias.

Era probable que Aurora tratara estas bestias no-muertas como 'personas', buscando tratarlas como su igual, cuando eran solo herramientas, que fueron resucitadas para cumplir objetivos.

Por otra parte, Alice una vez que alguien pasara la línea en contra de su hermana, podría ser muy extremista y si tenía dos bestias, podría utilizarla de forma excesiva.

Así que prefirió dejárselo a alguien que había hecho cosas terribles y ahora buscaba reparar los errores del pasado, pero que no se dejaría llevar por ideales y haría lo que tuviera que hacer.

"Por supuesto, estoy hablando de casos hipotéticos y algo apocalípticos. Pero mi punto es que, eres la persona indicada para utilizar dos herramientas en caso de necesidad… Una necesidad para Zerzura más que para mis hijas." Comentó Agatha y volviendo a mirar a su esposo, añadió. "No confió en ti. Confió en quien nombraste para hacer el contrato."

Le había pedido que hiciera un contrato cuando se unió a Zerzura y la idea fue limitarlo, pero la verdadera razón era controlarlo y mantenerlo bajo vigilancia.

No por medio del Dios del Tiempo y el Espacio por el cual hizo el voto, fue por medio de una entidad más peligrosa, invasiva y que le importaba una mierda los contratos a su nombre.

Esa clase de existencia ya se había acercado a ese hombre sin que se diera cuenta y le ayudó a obtener la información que necesitaba… Información que le daba confianza para dejarle estas herramientas, que serían usadas sabiamente.

Aunque de cierta forma, los escenarios que pensaba siempre eran hipotéticos y eso se debía a que era improbable que algunos Grandes Señores de la guerra se unieran y atacaran a Zerzura o que otro Malik apareciera.

No obstante, estaban presente y pese a que a ella no le interesaba este mundo, amaba a sus hijas.

El General McLean asintió.

Sabía en qué lugar se metía cuando ella le pidió el contrato y entendió que, si no hubiera hecho ese contrato con ella en nombre de esa existencia de gran terror, su cuerpo en este momento sería un cadáver o hubiera sucedido algo peor.

Y tal sabiduría era algo que le agradaba de ese individuo, ya que, si bien era sincero con su idea de reparar sus errores, seguía teniendo una mentalidad fría a la hora de actuar y de decidir.

Agatha no tenía interés en seguir cuidando a la tierra en su conjunto o ser alguna clase de 'protectora' o incluso 'vigilante', que mantuviera el orden, pero si deseaba que sus hijas tuvieran una vida tranquila.

Al menos hasta que crecieran y fueran lo suficiente mayor, como para meterse en temas más profundos y pesados por su cuenta, pero para ese momento faltaba.