Una sombra avanzó mientras que a su espalda cientos y cientos de bestias empezaban a rodear Zerzura.
Subiendo por la muralla, se adentró al lugar a pesar de la barrera y en el otro lado pudo ver como la ciudad estaba agitada.
La alarma estaba sonando y los milicianos, aventureros, mercenarios y héroes estaban moviéndose por toda la ciudad.
A diferencia de la 'ola' que les dio tiempo, este ataque golpeó a todos por sorpresa y solo los milicianos estaban más preparados debido al protocolo de seguridad.
La sombra empezó a dejar salir oscuridad y desde ese lugar salió Alice y César.
Ella dando una mirada a los alrededores, caminó hacia donde estaban los líderes de la ciudad.
Makeba, James, Zhan Tian, Cynda, la Cardenal Brousseau y Turay estaban hablando y dando órdenes.
"Ellos tienen portales y han activado un artefacto que nos ha desconectado de todo tipo de señales. Ya sea magia, tecnología o psiónico, las comunicaciones están inutilizadas. Al igual que han impedido cualquier viaje espacial, inhabilitando nuestros portales." Reveló la Cardenal Brousseau y con una mirada seria, añadió. "Tampoco hay señales de ningún miembro del gremio Los Toros Rojos en toda la ciudad."
La expresión de James se volvió extremadamente fría al escuchar las últimas palabras y él no fue el único.
¿Cómo era posible que no hubiera ningún miembro del Gremio Toros Rojos en la ciudad?
"Ellos estaban a cargo de la guardia exterior." Señaló Makeba y con una voz furiosa, anunció. "Lo aplastaré."
Justo en este momento ningún miembro de los Toros Rojos estaba en la ciudad… Ya no podía considerarse oportuno, fue preparado con anterioridad.
"Es suficiente. Necesitamos prepararnos. Los refuerzos llegarán, pero necesitamos aguantar." Intervino la Cardenal Brousseau y dando una mirada a Zhan Tian y Cynda, anunció. "Cynda encárgate con Turay de llevar a todos los ciudadanos al área bajo la iglesia y a los diferentes refugios."
¿Sin comunicaciones y medidas, como era que los refuerzos iban a llegar? Nadie hizo esa pregunta cuando la persona que dio el aviso era la mayor cardenal de una gran iglesia.
Capaz de conectarse por medio de su dios, era imposible que hubiera un medio de comunicación más efectivo, que usar una deidad.
No obstante, Alice lo sabía.
"Los refuerzos pueden terminar llegando muy tarde." Señaló Alice con una voz simple.
Las miradas que le dieron fueron serias, creyéndole de inmediato, pero la razón empezó a mostrarse.
Fue una presencia que se estaba extendiendo hasta el interior de la ciudad, una bestia poderosa de rango SS que daba la impresión de que era el depredador en la cima de la pirámide.
Tan terrorífica que tan solo por unos segundos, todos en la ciudad quedaron en silencio.
Alice lo había sentido cuando estaba volviendo y ahora que esa bestia se mostrara por completo, estuvo claro la razón.
"¡Están atacando!" Anunció un guardia mientras la alarma volvía a sonar.
La Cardenal Brousseau empezó a dar órdenes de inmediato.
Enviando a Cynda que llevara a la gente al refugio bajo la iglesia y enviando a Zhan Tian con los Orisha Oko a cubrir el lado oeste de la ciudad.
Los mercenarios contratados por James fueron liderados por Abdellah para cubrir el norte y Claus con los paladines de la iglesia fueron al sur.
En la zona este se quedaron los milicianos y algunos héroes, pero todos los demás aventureros fueron a otra dirección.
Era posible que desearan escapar cuando tuvieran la primera oportunidad y cuando uno sentía la presencia que comandaba las fuerzas enemigas, estuvo claro la razón.
Alice dio una mirada detenida y su expresión se hizo cada vez más y más indiferente, como si fuera una observadora.
Sin embargo, al final, aunque no le importaban los presentes, a su querida y amada hermana si le importaban.
Y ella caminó a la muralla.
"¿La situación de Aurora?" Preguntó Alice al ver que James se acercaba.
Su pregunta detuvo que él hablara y su tono dio una seriedad única a ese anciano.
"Según las últimas noticias de Zinder, ella estaba avanzando a Niamey." Respondió James y con una expresión dudosa, murmuró. "Usted…"
"Me encargaré de esa bestia de rango SS, si la dejamos suelta, la barrera caerá antes que los refuerzos lleguen y las bajas, serán demasiado grandes." Informó Alice con un tono plano.
Incluso si la Cardenal Brousseau se comunicaba con el exterior, si el artefacto de interrupción espacial estaba activo, los refuerzos se retrasarían en llegar.
Y ese retraso era lo suficiente como para que una bestia de rango SS y un enorme ejército de bestias hiciera lo que deseara.
"…"
Silencio.
Nadie pudo refutar su razonamiento.
Incluso César abrió y cerró su boca mientras sus músculos se tensaban y Makeba por su parte también parpadeaba atónito.
La Cardenal Brousseau que los estaba siguiendo, le dio una mirada a James, como si lo instara a detenerla.
Alice vio cada emoción que ellos ocultaban y en el fondo… No sintió nada.
Si alguien no detenía a la bestia de rango SS, la ciudad sufriría un gran daño antes de que los refuerzos llegaran y Alice no iba a dejar que eso sucediera.
No le importaba la gente que estaba en el interior, pero a su hermana, si… Y eso era todo para ella.
"Joven señorita, es mejor…"
Volviendo a caminar, James se interpuso en su camino con una expresión temblorosa y una mirada preocupada por su seguridad, pero el efecto que tuvo en ella fue contrario a lo que ese anciano buscaba.
"James no te estoy pidiendo una opinión." Anunció Alice y con una voz fría, ordenó. "Ahora mueve a un lado y no te interpongas en mi camino."
Esas palabras dominantes y autoritarias salieron de forma natural y cuando Alice se dio cuenta de que lo había dicho cuando había gente que miraba, también se dio cuenta de que su sed de sangre había salido.
Tanto James como la Cardenal Brousseau estaban algo pálidos, pero César y Makeba como rangos A eran quienes temblaban de forma inconsciente.
Aunque ellos lo trataran de ocultar, la miraban con miedo al igual que los milicianos que estaban más lejos… Esa era la mirada a la que estaba acostumbrada.
"Yo lo entiendo, Su Excelencia." Respondió James arreglando su expresión y haciéndose para un costado, de forma muy servil.
Alice caminó a la muralla mientras que por su lado los milicianos estaban corriendo a la muralla y por el cielo, los drones empezaban a moverse.
La gente al verla le hizo un lugar y cuando ella subió a la muralla con sus brazos negros, los que estaban arriba le abrieron un espacio.
La mirada de respeto y reconocimiento que le daban, fue insignificante para Alice.
Ante sus ojos estaba un enorme ejército de criaturas que estaban dividiéndose para rodear la ciudad y en medio de ello, algunas criaturas estaban corriendo para atacar la ciudad.
Eran unas pocas para probar las defensas de la ciudad, pero Alice mantuvo su mirada en ese enorme ejército de bestias, buscando a su objetivo.
No estaba entre las enormes aves, ni entre las serpientes o los gigantescos mamuts, tampoco estaba entre las grotescas arañas.
Su mirada se detuvo en los felinos, identificando la bestia que buscaba y cuando la vio, pudo sentir como dos individuos se ponían cerca de ella.
"Te apoyaré… No con esa bestia gigante, pero al menos haré que dos o tres de los otros no te molesten." Declaró César mientras su cuerpo temblaba.
El temblor no era por el miedo, era por la emoción… Que sus puños estuvieran rodeados llamas, era la prueba de ello.
Era un rango A y entendió que ni siquiera podía derrotar un rango S y menos intentar defenderse de un rango SS.
No obstante, la confianza en su voz como para apoyarla por más mínimo que fuera y la voluntad de arriesgarse, era inquebrantable.
Alice al ver ese gorila, dio una risa despectiva.
"Eso es mejor, ni siquiera servirás como bocadillo ante esa criatura." Dijo y volviendo a mirar al frente, ordenó. "Al menos no mueras. No quiero que mi esfuerzo por entrenarte acabe tan rápido."
César dio una sonrisa salvaje mientras sus llamas rojas aumentaban en intensidad.
No dio respuesta, él quería mostrar la respuesta con sus puños y eso fue suficiente para Alice.
Prestarle atención al invitado iba a ser una molestia, que en este momento no necesitaba.
"Makeba quiero que priorices la defensa ante todo y tengan cuidado cuando lleguen a salir." Ordenó Alice al sentir que la tierra temblaba.
Literalmente desde todas partes, cada uno de las bestias corrieron para avanzar a los muros y mientras que los milicianos temblaban y se ponían pálidos por el número, ella sacó brazos negros de su espalda.
Seis brazos negros empezaron a cambiar llenándolo de cuchillas por todas partes y garras extremadamente afiladas.
Con tan solo eso, ella saltó desde la muralla mientras escuchaba gritos de sorpresa y empezó a moverse a donde sentía la presencia.
El enorme ejército estaba al frente de ella y las bestias felinas que iban adelante, gruñeron al verla queriendo despedazarla.
Alice mantuvo su mirada y solidifico al extremo su oscuridad mientras usaba sus brazos para moverse más rápido.
La oscuridad en el interior de su sombra estaba temblando y daba la impresión de que tenía hambre… Una enorme hambre que solo sería saciada devorando todo a su paso y ella eso hizo.
"Gra…"
"Ggh…"
"Ga…"
La primera bestia que rugió saltando a su cuello fue atravesada por un brazo y la siguiente, fue cortada por otro, luego el tercero fue atravesado por su boca por una lanza negra.
El cadáver de esa bestia fue devorado desde adentro por su brazo volviéndose parte de la oscuridad y ella sacó más brazos.
El número de bestias era demasiado alto, pero Alice no tenía miedo y era porque podía igualarlos.
Cuando cincuenta brazos salieron de su espalda convirtiéndola en un tipo de criatura bizarra, las partes de los animales empezaron a caer al suelo.
Cortando, atravesando, devorando y desgarrando.
Desde adelante, atrás, en los costados o arriba, los brazos se movieron extendiéndose por decenas de metros y Alice que controlaba todo, mantuvo su mirada en su objetivo.
Entre medio de las aves que bajaban, los felinos que saltaban y la sangre y entrañas que se esparcían, estaba un poderoso Xenosmilus.
Seis metros de alto y trece metros de longitud, era una enorme bestia con un cuerpo musculoso.
Era su objetivo… Y su enemigo.
******
Corriendo en medio de la Ciudad Zinder en dirección al campamento local de Zerzura, Aurora al aterrizar en el campamento, tembló.
Rodeando el portal que no podía conectarse al otro lado, se encontraban sacerdotes y miembros del gremio Orisha Oko alarmados al ver que el portal no funcionaba.
Aurora revisó su reloj holográfico, pero al no encontrar ningún mensaje de Zerzura y al ver que nadie leía sus mensajes, su interior se retorció.
Escenas de la peor situación llegaron a su mente y en ella hubo una en donde solo llegaba para ver ruinas… Las ruinas de aquello que tanto quiso proteger.
Sin su amiga, sin que nadie quedara y al imaginar todos esos escenarios, Aurora se mordió sus labios hasta que sangraron.
El dolor le impidió que los recuerdos de un pasado en donde algo parecido a lo que se imaginaba sucedió, volvieran para atormentarla y ella volvió a activar su artefacto espacial.
El espacio fue distorsionado a su alrededor y al llegar a un nuevo lugar, ella volvió a activar su artefacto y entonces lo hizo otra vez y otra… Hasta que el artefacto no pudo hacerlo más.
Su respiración se hizo agitada y Aurora al estar en medio del bosque volvió a correr más y más rápido mientras que su mente se llenaba de desesperación.
¿Llegaría tan solo para ver las ruinas de Zerzura y sus cadáveres?
Un suelo lleno de sangre, edificios destruidos, lleno de cadáveres y muerte.
Su hermana estaría allí sin vida y…
"Uga…"
Ese pensamiento que dibujo un cruel escenario, hizo que Aurora no pudiera pisar bien una rama y cayera al suelo golpeando la tierra debido a la velocidad.
Su cuerpo temblaba de miedo y desesperación mientras que la soledad la envolvía.
Ella no se volvió a levantar, simplemente se mantuvo de rodillas, temblando ante el miedo, la desesperación y la impotencia.
Y…
"Yo no soy de pedir demasiado, pero… ¿Podrías ayudarme?"
Su suave y temblorosa voz sonó en medio de un bosque en donde ella era la única que se encontraba.