La respuesta de Marius de que todos habían muerto provocó un silencio espeluznante y a diferencia de los demás, una persona reveló una expresión seria.
"Preguntaré otra vez… ¿Qué sucedió con Aurora?" Preguntó Alice en un tono serio.
Una mirada fría y asesina mientras ella liberaba una presencia temible.
La sombra baja de sus pies que se retorcían y temblaban como si algo estuviera por salir era lo que provocaba un mayor miedo.
La presencia lentamente se estaba despertando y era una presencia fría y siniestra que generaba terror.
No como enfrentarse un oponente difícil, sino que a algo más siniestro y espeluznante.
Esa presencia apuntaba a Marius que tembló de manera visible.
"Todos han muerto… Yo los vi morir." Murmuró el hombre luego de controlarse.
Marius estaba pálido al hablar en una mezcla de la perdida de la sangre, de las heridas y el miedo y su respuesta atrajo las miradas de los demás.
La presencia se elevó y Alice actuó.
Un brazo negro salió de su espalda y atrapó por el cuello a Marius sin darle tiempo para que reaccionara.
"¡¿Qué estás haciendo?!"
"¡Está herido!"
El primero grito fue de Theodore que se sorprendió y la siguiente fue Adala que entró en pánico.
Urfin por su parte, recibió la mirada de Siba, Meden y Alros que tenían sus manos en sus armas sin darse cuenta.
Él mismo era similar al reaccionar instintivamente a la defensiva por la presencia que liberaba Alice.
La presencia era de alguien que estaba en el límite del rango S… Alice tenía un rostro inexpresivo y sus ojos negros mostraban que estaba perdiendo cualquier límite que tuviera.
Fuerte y peligrosa, la siniestra y fría aura simplemente revelaba que mataría a cualquiera que se interpusiera en su camino.
Urfin reaccionó a la defensiva instintivamente al sentir la presencia de Alice.
"Aurora no puede morir… Así que dime. ¿Qué sucedió?" Preguntó Alice acercándose a Marius.
Alice se dio cuenta de que ellos estaban actuando a la defensiva y los brazos negros que salieron de su espalda, empezaron a apuntarles a ellos.
Esa pregunta llena de confianza hizo que algunos lo miraran con dudas y pena… Pareciendo una persona que trataba de mantener la esperanza ante la cruel realidad.
Sin embargo, Urfin notó confianza… Una extrema confianza que lo llevó a señalar a los demás para que no intervinieran.
Alice en este momento no era aquella joven mujer que podía ser apaciguada por comida, ella era la mujer que podía ser extremadamente peligrosa y que no le importaba ensuciarse de sangres.
Alguien sin límites para actuar… Ahora había perdido a la única persona que la equilibraba y eso significaba que podía iniciar un conflicto y lo siniestro era que no se arrepentiría de sus acciones.
Lo más importante para una persona tan indiferente ante la vida de los demás como Alice era una persona que le importara, como este era el caso de su hermana Aurora.
Para algunos podría ser una debilidad, pero para otros sería el interruptor que podría desencadenar un peligro mayor… Un peligro sin límites.
"Murió…" Respondió Marius.
Esas palabras hicieron que Alice chasqueara la lengua y lanzara a Marius al suelo mientras cerraba los ojos.
"¿Estás loca? ¡Él está herido!" Gritó Adala al ir a ayudar a Marius usando pociones y mirando a los demás, preguntó. "¿Por qué nadie hace nada?"
Hubo un silencio y finalmente Theodore habló.
"No podemos quedarnos más en este lugar. Es hora de volver al escondite… Luego podemos hablar con más calma." Dijo Theodore al ver que Urfin no se movía y mirando a Alice, señaló. "Luego podemos ir a verificar lo sucedido."
Estaba tratando de calmar la situación y actuando de la forma más racional.
La noche estaba por llegar y eso significaba que la situación se volvería peligrosa.
Si bien ellos habían eliminado un gran grupo de monstruos, si las cosas se volvían a agitar era muy posible que monstruos llegaran desde lejos y las batallas serian aún más difíciles debido al efecto nocturno.
Sin embargo, a la persona que le hablaba ya había ignorado a todos los presentes… Todos perdieron importancia ante sus ojos.
Alice abrió los ojos y la sombra a su espalda liberó una gran masa negra cubriendo su cuerpo por completo hasta transformarse en una gran criatura.
"Detente…" Dijo Urfin y al momento recibió la mirada de esa gran criatura.
La criatura tenía cinco metros de alto y era enorme comparada a ellos.
Sin embargo, cuando uno miraba el rostro creado de masa de oscuridad que pulsaba de manera rara, notaria que los ojos se formaba y esos ojos observaron a Urfin.
Una mirada que le decía que si se interponía en su camino, ella iba a actuar en contra de ellos y Alice era lo suficiente peligrosa para llevar a cabo esas acciones.
"Si intentas detenerme para que no vaya a buscar a mi amiga… A mi hermana. El resultado no será bueno para ustedes." Dijo Alice con una voz fría e indiferente, que parecía tranquila.
La calma, junto a su presencia de rango S en el límite del ascenso, era lo que hizo que todos pusieran miradas serias.
Alice estaba liberando su presencia y lo hizo de manera amenazante y cada uno de los que la sentían podían sentir la amenaza de un enemigo peligroso.
Tal vez era imprudente, pero Alice ahora mismo tenía la fuerza para ser imprudente.
"Iré a por mi hermana y no necesito ayuda para lograrlo." Dijo Alice mientras avanzaba entre medio de los árboles.
Con cinco metros de alto y su cuerpo robusto derribaba los árboles a su paso y a pesar de que era grande también era rápido.
Las pocas criaturas que trataron de atacarlo, fueron derribadas por lanzas que salía de cualquier parte del cuerpo de esa criatura.
Urfin suspiró al no haberla dejado espacio para hablar, pero dio una señal al equipo imperial y señaló. "Ustedes vuelvan al escondite, nosotros la seguiremos."
"¡Esto es una locura!" Gritó Adala con pánico.
La expresión de Theodore y Amanda también se volvieron seria, mientras que Marius palidecía.
"Iremos todos." Respondió Amanda con seriedad.
Esas palabras llevaron a Theodore a poner una expresión molesta, pero asintió entendiendo que era mejor no separarse.
Urfin le hizo una señal a su grupo y observó a Alice que ya estaba alejándose, luego devolvió su mirada a Marius.
"Vamos, tenemos que acelerar el ritmo." Ordenó Urfin al ver que las heridas de Marius se estaban curando.
Quizás Urfin no era tan decidido como Alice, pero no iba a abandonar a sus compañeros.
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Zrag observó a su gente.
Se le había permitido acercarse a ellos e interactuar para traer calma y tranquilidad.
Había reunido a todas las tribus a través del miedo… La fuente por la cual todos los goblins se movían.
Especialmente la casta inferior.
Criaturas salvajes y poco inteligentes que seguían sus instintos y se dejaban llevar por su naturaleza.
Aquellos que lograban adquirir inteligencia solo la usaban para su propio beneficio, siempre actuando con astucia para obtener lo que deseaban.
Tales criaturas únicamente podían obedecer temiendo a alguien superior a ellos… Y eso fue lo Zrag hizo.
Tuvo que dar muchos ejemplos para demostrar que él, era el individuo que debían seguir.
La casta media eran individuos promedios y gracias a Wozikas su líder fue que lograron adaptarse con rapidez, pero al final no todos eran inteligentes y estaba en su naturaleza seguir a los fuertes.
Los únicos que lo seguían lealmente era la casta superior a la cual Zrag pertenecía, todo por el simple hecho de tener más músculo que cerebro.
Zrag volvió a mirar a su gente, quienes estaban descansando en este campamento.
Todos aquellos que fueron ocultados bajo el túnel antes de la batalla, ahora estaban en este lugar mientras por los alrededores humanos estaban vigilando.
Zrag había designado aquellos individuos que parecían más calmados al aceptar la influencia humana y eso eran los chamanes a las órdenes de Wozikas.
Los chamanes eran lo suficientes inteligentes para saber que no podían hacer mucho cuando se enfrentaran a los humanos.
Se le había hablado del 'Santuario' que la supuesta Iglesia del Tiempo y el Espacio estaba preparando.
¿Cuáles eran los objetivos y razones de esa iglesia para ayudar?
De la misma forma que Zrag quería que su raza sobreviviera y ese era su objetivo final, algunos humanos deseaban que los goblins no murieran en vano y fueron ellos quienes trataron de abrir un tercer camino.
Las autoridades de la iglesia le habían hablado a Zrag a donde serían enviados y si era sincero todo parecía demasiado bueno para ser verdad.
¿Era una trampa? ¿O los humanos se movieron por misericordia y bondad?
Para Zrag no importaba cuál era la respuesta, ahora mismo había cumplido parte de su objetivo.
Salvar a su raza… Si a donde serían enviados terminaban como esclavos o en una situación peor, no importaba.
Su raza sobreviviría.
"¿Aliviado por verlos?" Preguntó una mujer adulta.
Llevando una túnica de sacerdote, la mirada de la mujer humana tenía parte, curiosidad y seriedad… Esa mujer se había presentado como la Cardenal Brousseau, quien en términos de rango estaba en un nivel superior que aquella que salvó su gente, la Cardenal Najjar.
¿Zrag estaba aliviado por verlos? ¿Por haber realizado su misión?
No.
Sacrificó a muchos para llegar a este punto y había abandonado a otro montón.
Su objetivo siempre fue salvar a su raza y empujarlos para que sobrevivieran, pero no todos tenían la fuerza para entrar al portal abismal y no todos aceptaron hacerlo.
A nivel general había abandonado a buenos individuos al otro lado junto a muchos bastardos que se negaban a seguirlo.
Zrag volvió a mirar el campamento otra vez.
A diferencia de todos los militares y soldados que pudieron sobrevivir cuando la grieta se abrió, los 'civiles' como los humanos lo llamaban, eran tratados muy bien.
Se le daba ropa, un lugar cómodo para dormir y bastante comida, hasta se realizaban revisiones médicas.
"Antes de llevarlos a sus destinos se necesita verificar si no traen alguna enfermedad que pueda ser mortal para humanos y verificar su resistencia a las enfermedades para que no sufran por enfermedades terrícolas. Estamos pensando en llevarlos a Zerzura y su clima es caluroso, así que hay que verificar eso." Explicó la Cardenal Brousseau.
Zrag ya conocía esa información y si bien hubo veces que no entendía incluso cuando se lo explicaban con más seriedad, los chamanes seleccionados entendieron lo importante.
"La maldad y la bondad son uno, siempre hay equilibrio." Murmuró Zrag recordando las palabras de esa voz que lo guio hasta ese punto, y notando la mirada de la Cardenal Brousseau, reveló. "Nunca dijo su nombre, solo su 'voz' sonaba en mi mente."
La expresión de la Cardenal Brousseau se volvió seria… Esa pregunta se la había preguntado ambas cardenales, pero no la había respondido.
"Su género era indefinido… Andrógino. Su intención siempre fue clara, señalando un camino sin dar ninguna exigencia. Era bondad." Explicó Zrag y mirando a la Cardenal Brousseau, preguntó. "Si la bondad y la maldad son uno, ¿entonces en donde está la maldad?"
Zrag volvió a quedar en silencio y la Cardenal Brousseau también, pero ambos miraron hacia la misma dirección a lo lejos… Era en donde estaba la grieta y el portal abismal.
Su gente recibió la 'bondad' de esa existencia y en cuanto a la 'maldad' no era muy difícil encontrar la respuesta cuando los mismos humanos estaban enfrentando una grieta ocasionada por la aparición del portal abismal.
Ambos se quedaron en silencio y luego de un tiempo, Zrag siguió a un mago espacial que lo llevo a un sitio extraño con su magia.
Paredes de piedra reforzadas por magia y altamente sellado… Este sitio era una prisión temporal en donde una fuerza intangible los presionaba y restringía para que no causaran problemas.
Zrag caminó por los pasillos hasta que llegó a una sala subterránea en donde estaban los sobrevivientes militares.
De todo su ejército sobrevivieron cerca de quinientos soldados y de sus veintiocho rangos S murieron veintidós… Dejando a seis sobrevivientes de ese rango, incluyéndose.
Los tres jefes a sus órdenes.
Bogas que había sido capturado por los humanos y Jarka la hija de Wozikas que había logrado escapar aliándose con humanos.
En esa dura batalla contra el Caos en donde la muerte sucedía en cada momento, ella fue una de las pocas que pudo lograr una cooperación tacita en el campo de batalla.
Era por eso que fue seleccionada para dirigir la situación entre los civiles y cooperar con los humanos.
Mirando a los soldados y a los jefes de jefes que se acercaban, Zrag ocultó sus pensamientos.
¿Había terminado su misión?
¿Su gente estaba a salvo?
Si decidía creer en esas dos cardenales y ellas estaban en lo correcto, entonces significaba que los había apoyado de una manera que nunca imaginaria.
Había escuchado sobre el santuario, pero el nivel de su apoyo y el de la Iglesia del Tiempo y el Espacio fue demasiado increíble… Literalmente no podía creerlo.
La verdad era que en este momento no había demasiado en que pensar y solo había un camino.
Si las palabras de esas dos cardenales eran ciertas, entonces su trabajo no había terminado.
Con su poca interacción con esos humanos se dio cuenta de muchas cosas… La naturaleza salvaje de la casta inferior no podía ser aceptada.
Se necesitaba eliminar toda la animosidad futura y se necesitaba que su gente se adaptara a la cultura de los humanos, siguiendo sus reglas y asimilando su sentido de moral.
Para lograr tales objetivos, Zrag tenía que hacerse cargo otra vez, aunque que con una diferencia.
Esta vez no se estaba moviendo para sobrevivir, sino que para vivir… Tratar de que su gente viva bien.
"¿Qué dijeron? ¿Tenemos que luchar a su lado en contra del Caos?" Preguntó Wozikas con un tono serio.
Esa era una condición que se le había ofrecido para demostrar que era posible la cooperación… No, a Zrag se le había mencionado que ese, era el mejor movimiento si deseaban vivir en esta tierra.
Necesitaban mostrar que estaban cooperando con los humanos, que era posible la paz y especialmente que era posible vivir con humanos.
La mejor forma era luchar lado a lado para dejar las diferencias atrás.
Pero Wozikas tan inteligente como era, solamente podía pensar que serían usados como vanguardia para que sufrieran el mayor peso del ataque y sus números mermaran.
Era una posibilidad que Zrag no lo negaba… Pero si él pensara en todas las posibilidades y dudara de todo, nunca hubiera llegado a este lugar.
No hubiera seguido la guía de esa voz y nadie habría sobrevivido.
"Esa es una posibilidad." Respondió Zrag sin negarlo.
"¡NO! ¡No podemos luchar con ellos! ¡Esos bastardos asesinaron a muchos de los nuestros!" Gruño Ragas con ira.
Su voz fue fuerte y elevada, logrando que muchos de los soldados que escuchaban estuvieran de acuerdo.
Zrag recordó todos sus rostros y luego observó a Goras quien era el 'jefe' de Ragas.
Ragas había sido capturado y encerrado hasta que se reunieron, no había visto lo que había sucedido durante esa cruenta batalla y tampoco había sentido la fuerza de esos individuos poderosos.
Ahora era un ignorante que, debido a su perdida, había perdido el miedo y el respeto por él… Zrag podía verlo y no solo en Ragas, sino que en esos soldados que animaban por la guerra.
"No podemos mantenernos de esta manera… No podemos confiar en esos humanos." Dijo Goras con una mirada llena de ferocidad y malicia.
Esa pequeña criatura que lideraba la casta inferior, ahora no le importaba su gente, solo estaba aprovechando la oportunidad para ir en contra de él, tratando de derribarlo y quizás tomar su lugar.
El panorama que podía ver era tan pequeño como su tamaño… Zrag dio una gran sonrisa y lo tomó por el cuello levantándolo en alto.
"¡Haremos lo que yo diga!" Rugió con fuerza logrando que todos temblaran.
Era un miedo que grabó en lo profundo de sus mentes… Lo grabó cuando asesinó y torturó a quienes lo desobedecían.
La expresión de esa criatura verde se llenó de miedo, pero en el fondo de sus ojos había malicia y animosidad.
Zrag lo notó y simplemente lo lanzó al suelo.
"¡Obedecerán mis órdenes al pie de la letra y me seguirán!" Ordenó Zrag mientras se dirigía a su celda.
Su trabajo no había terminado.
Era imposible que terminara.
Había reunido a las peores escorias, ya que eran esas escorias la que siempre tenían una gran fuerza y había abandonado a muchos buenos goblins en sus antiguas tierras, pero ahora era contraproducente.
Fueron útiles en su momento, aunque en este punto era necesario eliminar esas escorias antes de que corrompieran a los demás y causaran problemas con lo que estaba por venir.
Zrag iba a tomar ese trabajo.
Eliminaría a quienes tuviera que eliminar para lograr que el resto vivan bien en este mundo tan extraño.