–¿Aceptaría ser mi acompañante por ésta noche?–.
¿Eh?
No tenía ni la menor idea de que responder. Ni siquiera esperaba tal pregunta proviniera de él.
–Ehmm.. Yo...– En muy pocas ocasiones en la vida, como ésta, me quedé sin palabras.
Él seguía teniendo una sonrisa de seguridad pasmada en sus labios. ¡Sí! Acepta. Sentía al animal en mi interior, feliz de que le hicieran esa pregunta.
–Sobre escuché la conversación que tenías. No tienes una pareja que te acompañe ésta velada–. No me estaba preguntando. Estaba afirmando el hecho de que veían sin un compañero. Se agacha un poco y baja ligeramente más la voz. –Da la casualidad que yo también vengo solo–.
Sus palabras tenían tal calidez adictiva. Una sensación de ser tan tersas y sedosas. Fácilmente puedo imaginarlo hablando de cosas tan eróticas mientras me sometía bajo él en la cama... Ciara, basta. Sí que era malo escucharlo con demasiada atención. Me enredaban la mente. Vamos, veía con Damian. Sí, no venía sola. Estaba con mi familia.
Al parecer él notó el cambio en mis pensamientos. Se acercó aún más, teniendo que echar la cabeza hacia atrás, para verle bien.
Sin previo aviso, tomó mi mano y se la llevó a sus labios, besándola por el dorso. Sentía el calor emanado por sus labios esparcirse por todo el cuerpo. Mis piernas perdían toda fuerza, eran como de gelatina.
–Mi nombre es Darius y, ¿tendría tener el placer de tenerle de compañía el resto de la velada como mi acompañante? Si acepta, ya no tendrá que estar en situaciones incómodas, como la de hace un rato–.
Su mirada era penetrante y dominante. Era evidente, deseaba que aceptara. Su esencia se hizo aún más intensa. Lo percibía a mi alrededor. Me relamí los labios en necesidad de saborearlo.
– Sí–. No sé quién de las dos hablamos, pero ambas queríamos lo mismo.
Su sonrisa se hizo más amplia. Tanto que eran visibles sus colmillos de Alfa. Algo que eran muy orgullosos de tenerlos. Mostraban la madurez del Alfa.
Soltó mi mano, al pasarla detrás de mi espalda. Me mostró el camino, me guiaba a otra zona.
–Primera vez aquí...–. Ladeo su cabeza. La sorpresa era enorme, no esperaba verlo hacer tal movimiento. Se veía de cierta manera ¿inocente? Oh, pero lo había olvidado.
–Ciara. Mi nombre es Ciara–. Había evitado mi apellido, no estaba segura de como sentirme si Darius supiera más sobre mí. Presentía que no podría escapar.
–Es un placer Ciara–.
La forma que pronunciaba mi nombre, con un acento de un idioma distinto, dejaba tal marca en mi interior. Mis parejas pasadas cuando me llamaban por mi nombre, sonaba bien, pero con éste Alfa, era algo más... profundo.
–El gusto es mío Darius–. Darius, un nombre con poder, le sentaba bastante bien. –Si me preguntas sobre Ziawan, no. No es mi primera vez aquí. De hecho nací y he crecido en esta ciudad. Pero, si lo dices por el edificio. Sí, es mi primera vez dentro del Nox Caelo–.
Jugueteaba con el anillo que me prestó Nia. Trataba de ignorarlo lo más que podía. Era tan atrayente.
–¿Ah sí? Y eso, ¿a que se debe?–. Sonaba realmente interesado.
–Pues, más que nada es porque se encuentra muy lejos de donde vivo. Tal vez, también porque no me gusta estar en esta clase de eventos–.
Un risa ronca emergió de su pecho. Deliciosa, adictiva. Necesito más de eso. –Es cierto, pueden ser un tanto... Reclamantes–.
Le sonreí, había hecho una perfecta elección de palabras.
–No podría haberlo explicado mejor. Aún así me arrepiento de no haber venido antes. Es una obra de arte en sí todo el edificio. Es tan hermoso. No por nada le llaman el corazón de la ciudad–.
Observé la arquitectura e iluminación ideal del lugar. Hasta en el menor de los rincones, todo estaba perfectamente planeado para atraer armonía visual.
Me detuve por un momento. No había notado lo relajaba que ya me encontraba; claro, en lo que cabía al estar con tal espécimen a mi lado. De alguna manera estaba teniendo una conversación "normal". Algo que no esperaba para nada en este tipo de eventos.
–Sí es un trabajo ejemplar la arquitectura y decoración, pero cuando lo visitas demasiado, se vuelve monótono–. Le volteé a ver con una ceja levantada. Tenía curiosidad de saber cuántas veces ya había estado en un evento así. –Inclusive las personas se vuelven planas. Todas son iguales. Ni hay nuevas que se incluyan, y cuando lo hacen, son demasiado jóvenes como tomarles en serio–.
Solté una ligera risa y le miré los ojos.
–Entonces que, ¿de alguna manera te saque del aburrimiento monótono de los eventos?–.
Su risa segura sonó. –Oh, no tienes ni idea. Hace mucho que no disfrutaba tanto de la compañía, se ha vuelto mi salvadora–.
No le creía nada ese comentario. ¿O tal vez sí? Mi madre, en su momento, ni yo frecuentamos ésto, aún podía percibir la falsedad de las personas. Observé con detenimiento al Alfa a mi lado. El aura a su alrededor inspiraban respeto, sumisión. No se necesitaba ser una gran genio para saber que Darius era alguien importante.
A pesar de estar consciente sobre ello, me sentía segura a su alrededor. Se notaba que no necesitaba ser hipócrita alrededor de los demás. La sola reacción del rubio había sido más que suficiente para dejarlo en claro.
–Por favor, no le creo ni una palabra de aquello–. Seguí caminando, tal vez un poco más rápido para crear una distancia entre nosotros. –Aún así diré que igualmente agradezco de su compañía. Es cierto que no quiero que se vuelva a repetir lo de hace un momento. Por lo que debo de aprovecharme de esta habilidad–.
Era muy obvio, las personas nos evaden y se alejan mientras caminábamos por la sala.
Enarcó una ceja y en un tono burlón se quejó: –¿Te estás aprovechando de mí? Por algo no vienes a este tipo de eventos–.
–¿Ahora va a quejarse que soy demasiado directa? Puedo actuar como los demás si lo desea–. Le volteé a ver de reojo, no dejaba de verme. Sin poder con la presión de su mirada, regresé la vista en el camino.
De repente sentí su mano sobre mi espalda. –Nop, yo no he dicho nada al respecto–. Su tono juguetón en su voz no quedaba con su semblante. Le miré extrañada. Aún así le deje mantener su mano, al no hacer nada incorrecto. Solamente me mostraba una dirección. –Bueno, ya que no conoces el lugar, te daré un recorrido–.
¿Ni preguntarme si estoy de acuerdo? Alfa dominante. Sí. Pero de alguna forma, también había algo muy relajado respecto a su actitud. Tal vez no lo había hecho consciente. No estaba segura. Comencé a caminar al nuevo sentido señalado, no perdía nada en tener un guía privado.
Recorrimos la amplia aula, hasta llegar a las escaleras que subimos. En la segunda planta, una amplia ¿pecera? No, eso era un acuario privado, se hallaba al centro. Era precioso.
La sorpresa era real cuando ví al gran espécimen moverse dentro del agua. Sujeté la tela del vestido, y como pude, caminé apresuradamente hasta el vidrio.
–Un dragón marino–.
Una serpiente azulada de gran tamaño nadaba tranquilamente dentro del tanque. Su movimientos sutiles y gráciles, lograban hipnotizarme completamente. Ni había notado que ya tenía a mi lado a mi "acompañante".
–Llamarlo un dragón no creo que sea lo correcto. Esa cosa es solo una serpiente marina–. Ni le volteé a ver. No valía la pena... Bueno tal vez sí, pero no quería darle la razón. Seguí viendo la criatura. –Aunque es cierto que fue un regalo del dragón marino. Esas cosas solo habitan en el mar del dragón–.
Está bien, con eso obtuvo mi atención por completo. Le miraba de reojo, mientras trataba de mantener mi interés en la serpiente marina.
–Lamento no saber cómo se ve uno. No es algo que te se vea cotidianamente. Además no creo que haya mucha diferencia entre esto y un dragón. Son solamente serpientes con alas–.
Su mirada se volvió pesada y dominante. –Ten cuidado por donde estás dirigiendo la conversación. Los dragones son muy orgullosos de su aspecto–.
Tragué las demás palabras que quería decir. Tal vez su tono había sido de lo más tranquilo, pero el pesar en su mirada denotaba el poder de sus palabras. Dí un paso hacia atrás en inercia.
Cerró los ojos y respiró fuertemente. En seguida la atmósfera se calmó. –Lamento aquello, pero hay muchos oídos a nuestro alrededor. Debes de cuidar un poco más en lo que dices–.
Se me acercó y se agachó a mi nivel y casi en una conversación íntima explicó: –Nunca sabes dónde estarán estas serpientes con alas. Posiblemente haya más de una en este evento–.
Le miré sorprendida. También, ¿les acaba de llamar de esta manera? Con una mano cubrí mi rostro y traté de contener la carcajada que quería salir. Traté de respirar los más normal posible, con largas inhalaciones. En cuanto sentí que estaba más controlada, me giré hacia él.
– Y ¿qué te da a ti la ventaja de poder llamarles de esa manera?–.
– Hmmm... Tal vez, será–. Se acercó aún más hacia mí. Sus penetrantes ojos avellana me miraban directamente. – Que a diferencia de ti, yo sí tengo una posición que me respalde–.
¡Ja! Cómo si eso me importarse. –Oh mira, eso...–
–Disculpe señor–. Ambos volteamos a ver la nueva voz. Era un Beta de mediana edad, serio y de buen aspecto. –Lamento interrumpirlo, pero el asunto debe de ser atendido–.
Darius me miró y le dí un asentimiento. Por mi no había problema. Regresé mi atención total al acuario, mientras escuchaba su conversación a la lejanía. En el transcurso de ella pasaron a otro idioma y ahí fue cuando perdí el interés.
A los poco minutos sentí la presencia en mi espalda. –¿Ya quedó todo resuelto?–.
– Lamento informarle que no.–. Me dí la vuelta y me topé con una sonrisa depredadora posada en sus labios. ¿Al parecer había conseguido algo que quería? –Y tengo la mala noticia de avisarle que no podré seguir acompañando el resto de la vela–.
Le di una sonrisa y negué con la cabeza.
–No hay problema. Entiendo que es alguien con una posición–. Se rió roncamente al escuchar sus palabras de regreso. Tomó una de mis manos entre las suyas, y se las llevó a los labios para darle un ligero beso.
–Fue una agradable velada gracias a usted. Ciara. Si me disculpa–. Hizo una pequeña reverencia con la cabeza y partió.
No dejaba de ver su complexión caminar entre las demás personas. Hasta que lo perdí de vista, me relajé por completo.
Hmmm Qué espécimen de Alfa me había encontrado. Me relamí los labios y aún tenía su aroma encima. Sonreí un poco más.
Ya con mi mente despejada, recordé de Damian. Tenía un rato ya separada de él. Regrese la mirada hacia donde Darius había partido, pero no había rastro alguno de él. Bueno, de regreso voy. Caminé de nuevo a la terraza, donde estaba Damian con otros.
–Ciara, ¿dónde has estado? ¿Todo bien?–. Me preguntó y yo le dí una respuesta ambigua.
Así me pasé el resto de la velada. De regreso a un lado de mi tío, conociendo nuevas personas que no me interesaban. Aun con lo aburrida que estaba, mi sonrisa en mis labios no se borraba.