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Chapter 196 - DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (6)

Cerca de sus apartamentos había una habitación conteniendo una piscina de setenta metros de largo por treinta metros de ancho. Cuando no había nadie en ella estaba a oscuras, pero los detectores de calor conectaban la luz si una sola persona entraba allí. La luz era un sol simulado en el cenit de un cielo azul sin nubes. Las paredes mostraban un bosque rodeando la piscina y unas montañas con las cimas cubiertas de nieve muy lejos en la distancia. Aunque una persona se detuviera a un par de centímetros de la pared, los árboles parecían reales. Tan reales como los árboles, los pájaros volaban por entre las ramas o se posaban en ellas, y sus cantos resonaban agradablemente. En ocasiones, los nadadores podían ver un conejo o un zorro por entre los árboles y, raramente, un animal más grande parecido a una pantera o un oso moviéndose silenciosamente en la penumbra bajo los árboles.

El agua era fresca en una atmósfera de unos 20 grados y tenía una profundidad de doce metros en su parte más honda. Allí se reunían normalmente los ocho inquilinos, a media mañana, para nadar durante una hora o así.

Burton había estado estudiando la lista de límites operativos hasta las 11:00 A.M. Entró en la enorme cámara llena con el sonido de los ecos de gritos y chapoteos y se detuvo por un momento. Estaban todos excepto Nur. Los hombres llevaban breves bañadores y las mujeres bikinis. No parecían estar preocupados y no habían apostado ninguna guardia. Los lanzadores de rayos, no obstante, estaban esparcidos por todo el borde de la piscina, y vio algunos otros alineados al fondo, contra el mural rojo, negro y verde.

Burton se echó al agua y nadó varias veces la longitud de la piscina. Luego se izó fuera y aguardó hasta que de Marbot nadó junto a él. Lo llamó; el francés se volvió, avanzó hacia el borde, y alzó la vista. Burlón estudió sus alegres ojos azules, su liso pelo negro, su redondo rostro y su nariz respingona.

Burton se acuclilló en el borde de la piscina y dijo:

Voy a realizar una vuelta de exploración por toda la torre. ¿Quieres venir conmigo?

Eso suena divertido dijo de Marbol. Achicó los ojos y sonrió. ¿Esperas sorprender al Snark?

Hay pocas posibilidades de eso dijo Burton. Pero... bueno... podemos estimularlo a tomar alguna acción. Seremos señuelos humanos.

Soy tu hombre dijo el francés, y se izó fuera del agua. Medía tan sólo metro sesenta de altura y compartía con Nur la distinción de ser el hombre más bajo del grupo.

Burlón lo había elegido como compañero, sin embargo, por su enorme valor, y porque poseía más experiencia en acción marcial que todos los demás. Sirviendo a las órdenes de Napoleón, había estado en la mayor parle de las grandes batallas del conquistador, había resultado herido diecisiete veces, había luchado en centenares de pequeñas escaramuzas, y había llevado una vida tan aventurera que A. Conan Doyle había escrito una serie de historias basadas en sus hazañas. Era un excelente espadachín y un tirador de élite, y su serenidad bajo el fuego no tenía parangón.

Se secaron en una antecámara, se pusieron ropas secas, camisas sin mangas y pantalones cortos, enfundaron sus lanzadores de rayos y volvieron a la piscina. Burlón hizo una pausa de un minuto para decirle a Turpin que iban a explorar un poco.

¿A qué hora pensáis volver? dijo Turpin, con la boca llena de urogallo de Montana al horno relleno con gaylussacias.

Hacia las seis de la tarde dijo Burton, mirando a su reloj.

Quizá deberíais informar cada hora.

No lo creo necesario dijo Burton en voz baja, mirando hacia la pared como si tuviera oídos. Lo cual era cierto. No voy a darle facilidades al desconocido para que nos encuentre.

Turpin sonrió.

Sí, eso es cierto. Espero verte de nuevo. Lanzó una carcajada, salpicando carne y pan.

Burton estaba preocupado por Turpin. El hombre había perdido mucho peso durante el agotador y peligroso paso por las montañas hasta el mar del polo norte. Ahora parecía estar empeñado en volver a ponerse tan gordo como había sido en la Tierra, cerca de los cien kilos. Siempre estaba comiendo, y no andaba muy lejos de Li Po bebiendo.

Iremos por ahí al azar dijo Burton. No tengo ni la menor idea de dónde vamos a estar.

Buena suerte dijo Turpin.

Burton echó a andar, alejándose, pero se dio cuenta de que el francés no estaba con él. Mirando a su alrededor, lo vio hablando con Aphra. Evidentemente, estaba explicándole por qué iba a estar ausente durante un tiempo. De Marbot era envidiado porque tenía una compañera, pero eso tenía también sus desventajas. Tenía que compartir su tiempo con ella, y a juzgar por sus expresiones y gestos ahora estaban seguramente discutiendo acerca del porqué ella no podía ir también. En otra ocasión Burton no hubiera puesto demasiadas objeciones a que les acompañara; era fuerte y fría y hábil. Pero en esta ocasión no deseaba más que un compañero.

De Marbot, con aspecto ligeramente irritado, regresó junto a Burton.

Nunca había oído esa expresión inglesa: «Vete a joder con un ganso aleteante» dijo. Luego, con esa rapidez mercurial tan propia de él, se echó a reír y añadió: ¡Vaya cosa! ¿Cómo puede uno conseguir algo así?

Es sólo asunto de sincronización dijo Burton, sonriendo.

Abandonaron la piscina, y la puerta se cerró tras ellos. El ruido desapareció; el corredor estaba ominosamente silencioso. Era fácil imaginar a alguien algo aguardándoles tras un recodo, agachado, lisio para saltar.

Burton señaló a de Marbot que había llenado las bolsas de los lados de ambos sillones con cápsulas de energía para los lanzadores de rayos. Montaron en sus sillones y los hicieron elevarse en el aire. Burton delante, de Marbol unos cuatro metros detrás, avanzaron hacia el pozo vertical al extremo del pasillo. Con la habilidad adquirida durante las últimas tres semanas, Burton giró en la embocadura del pozo de tal modo que entró en él disminuyendo apenas su velocidad, y se lanzó hacia arriba.

Salió del pozo en el siguiente nivel a tal velocidad que su cabeza se situó apenas a unos centímetros del lecho. Hizo descender el sillón hasta que sus pies estuvieron a treinta centímetros del suelo, y se lanzó por entre los murales de las paredes hasta

alcanzar el extremo del corredor. Entonces se detuvo, hizo girar en redondo su sillón, y dijo:

Ve tú delante ahora.

El francés abrió camino por todos los pasillos de aquel nivel. Las puertas de todas las habitaciones estaban cerradas. Por todo lo que Burton sabía, su enemigo estaba detrás de una de ellas. Pero no creía demasiado en aquello. Seguro que la Computadora le habría notificado ya al Snark su presencia tras detectar el calor desprendido por los dos hombres. Seguro que el Snark le habría advertido a la Computadora que le avisara si cualquiera de ambos se acercaba demasiado al lugar donde se encontraba. También podía haber activado las pantallas murales, de modo que era posible que estuviera observándoles.

Cuando hubieron recorrido todos los corredores, de Marbot detuvo su sillón junto a un pozo.

Esto es divertido dijo. El viento en tu rostro, el pelo agitándose, los decorados moviéndose a tu alrededor. No es tan bueno como cabalgar en un caballo, pero la sensación es muy parecida. Y por supuesto, ningún caballo podría saltar a este pozo.

Burton se puso delante ahora y ascendió por el pozo hasta llegar al nivel superior de la torre. Al fondo del corredor estaba la entrada al hangar, visitado algunos días antes. Penetraron por la enorme puerta a la gran zona con sus inmóviles vehículos. Burlón los contó y comprobó que había el mismo número que la otra vez. El desconocido seguía aún en la torre. Es decir, a menos que tuviera alguna nave oculta en algún otro lugar. Siempre había un a menos que.

Supongo que podríamos sacarle las cintas de navegación dijo, y que eso impediría al Snark utilizar la espacionave. Pero estoy seguro de que deben estar grabadas en algún otro sitio. Todo lo que tendrá que hacer es pedirle a la Computadora que introduzca otras cintas nuevas.

¿Por qué debería querer usar una espacionave?

No lo sé. Pero me gustaría poder arrojarle alguna llave inglesa a sus planes, atosigarle de alguna manera.

La picadura del mosquito.

Sí, me temo que eso es todo lo que iba a conseguir. De todos modos, un mosquito puede matar a un hombre si le transmite la malaria.

No estaba expresando una simple bravata. Estaba convencido de que debía haber alguna debilidad, un orificio, por pequeño que fuera, en algún lugar en las defensas del Snark.

Aceleraron en sus sillones hasta el pozo central y se dejaron caer hasta el nivel inmediatamente debajo del superior. Entraron en una zona circular con un diámetro de cincuenta metros y paredes de 150 metros de altura. Doce puertas metálicas cuadradas estaban situadas de forma equidistante en las paredes. Cada una de ellas, de acuerdo con los diagramas de la Computadora, daba entrada a una cámara triangular, en forma de tajada de pastel, que media 8,6 kilómetros de largo y 120 metros de alto. La punta de cada una de ellas estaba en cierto modo cortada, terminando en las paredes del círculo central.

Cuando Burton había visto los diagramas, pretendió preguntarle a la Computadora acerca del contenido de las enormes cámaras. Un asunto urgente lo había interrumpido antes de que pudiera hacerlo, y así había olvidado volver a la cuestión. Ahora, estando allí, podría ver por sí mismo lo que contenían.

Cada puerta mostraba en su centro un símbolo dorado indicando la identidad del miembro del Consejo Etico de los Doce propietario de lo que había al otro lado de la puerta. El símbolo directamente frente a Burton consistía en dos barras horizontales cruzadas por dos barras más largas verticales. Aquel a el símbolo de Loga. Una doble

cruz, pensó Burton. Burton pronunció el código que lo identificaba a él, y una brillante pantalla se formó encima de las barras.

Deseo entrar en la habitación que hay detrás de esta puerta dijo Burton.

¿Necesito algún código para abrir la puerta?

La pantalla mostró: Sí.

¿Cuál es el código necesario para activar la puerta? preguntó Burton.

Esperó que la Computadora respondiera que esa información no estaba disponible para él. En vez de ello, mostró, en caracteres éticos: LOGA DICE.

No puede ser más sencillo murmuró de Marbot.

Burton, esperando que las palabras no estuvieran codificadas en el tono de voz de

Loga, pronunció meticulosamente la frase ética.

La puerta se abrió hacia afuera, revelando una pequeña, desnuda y bien iluminada habitación. En la pared del fondo había una corta escalera conduciendo a una pequeña plataforma. Los dos subieron a ella, y Burton empujó la convencional puerta oblonga. La zona más allá estaba brillantemente iluminada, con una luz que se había conectado en el momento mismo de abrir la puerta. Permanecieron allá parpadeando durante un momento antes de captar lo que estaban viendo.

Aunque debían estar de pie cerca de las paredes que se proyectaban hacia afuera, la ilusión era de que las paredes se alejaban kilómetros y más kilómetros a derecha e izquierda. El horizonte parecía muy lejano.

La distancia frente a ellos no era una ilusión, sin embargo. Aquella enorme estancia tenía 8,6 kilómetros de largo.

Es un pequeño mundo dijo de Marbot suavemente.

No tan pequeño.

En su mayor parte parecía ser un gran parque bien cuidado con muchos árboles y recién cortada hierba. Ante ellos, aparentemente a unos cinco kilómetros de distancia, había una suave ladera en cuya parte superior un edificio brillaba al sol del mediodía. La villa era probablemente real; el sol era indudablemente simulado.

Parece romana dijo Burton. Apostaría, sin embargo, a que si nos acercamos lo suficiente veremos diferencias en los detalles.

Sus sillones hubieran pasado a través de las puertas, pero Burton decidió no explorar. Regresaron a la zona central, y preguntaron a la Computadora el código de la cámara contigua a la de Loga. Había pertenecido a la esposa de Loga, y poseía el mismo tipo de antesala. Pero se abría a una vista que los asombró. Toda la gigantesca área era un laberinto de pequeños y anchos espejos en una compleja disposición cuya planificación no pudieron imaginar. Sus imágenes fueron atrapadas por los espejos más cercanos y reflejadas hacia adentro hasta tan lejos corno podían ver. La fuente de la luz no era visible; parecía proceder de todos lados. Muy lejos, apenas entrevisto, había un círculo de columnas. Esas también eran reflejadas por los espejos, pero la disposición era tal que veían sus propias pequeñas figuras de pie en el interior de las columnas.

¿Cuál es el propósito de todo esto? dijo de Marbot. Burton es alzó de hombros.

Tendremos que descubrirlo dijo. No ahora, sin embargo.

La siguiente cámara los admitió a lo que parecía ser un desierto árabe. Bajo un tórrido sol había una extensión de arena y rocas, en su mayor parte una llanura pero con pequeñas colinas aquí y allá. El aire era mucho más seco que en los dos primeros lugares. A unos cinco kilómetros de distancia había lo que parecía ser un gran oasis. Altas palmeras crecían entre la hierba, y las movientes aguas de un lago entre la bruma de los árboles resplandecían a la luz del sol de media mañana.

Cerca de ellos estaban los esqueletos de tres animales. Burton recogió un cráneo y dijo:

Un león.

C'est remarquable murmuró de Marbot, volviendo en su maravilla a su lengua natal. Luego, en inglés: Tres mundos distintos. Liliputienses, sí. Pero lo suficientemente grandes para todos los propósitos prácticos, aunque no acabo de comprender su practicalidad.

Aventuraría que esos mundos liliputienses son... eran... retiros para los miembros del Consejo dijo Burton. Una especie de, esto, zonas de vacación. Cada una creando un mundo de acuerdo con sus deseos, sus inclinaciones temperamentales, para que pudieran retirarse a ellas en busca de satisfacción espiritual y, por supuesto, física.

De Marbot deseaba mirar en todas las enormes estancias, pero Burton dijo que tendrían mucho tiempo para ello más tarde. Debían proseguir con su patrulla.

El francés abrió la boca para decir algo. Burton lo cortó:

Sí, ya lo sé. Pero lo que quiero hacer es ver todo lo que podamos tan rápidamente como podamos. Es mejor que tener a la Computadora mostrándonoslo todo mientras permanecemos ociosos en nuestras habitaciones. Además, ¿cómo sabríamos que la Computadora está mostrándonoslo todo? Puede eliminar todo lo que el Snark desee, y no podemos estar seguros de que no lo esté haciendo. Tenemos que efectuar una visita in situ. Efectuaremos una patrulla volante, seremos pájaros, echaremos un vistazo por encima a todo. Luego podremos tomarnos nuestro tiempo y ocuparnos de los detalles.

Me has interpretado mal dijo de Marbot. Simplemente iba a comentarte el estado de mi estómago. Está quejándose de que está vacío.

Llevaron sus sillones a través del tubo en el centro del suelo al siguiente nivel, recorrieron un corredor hasta la puerta más cercana, la abrieron, y entraron caminando. Era una suite vacía de mobiliario excepto un conversor contra una pared. De Marbot seleccionó para comer escargots bourguignonne con pan francés y un vaso de vino blanco. Treinta segundos más tarde, retiró los platos y los cubiertos y el vaso y la servilleta. Sus azules ojos se abrieron admirados mientras olía el delicado aroma.

Sacrée merde! ¡Nunca en la Tierra conseguí una tal perfección, un tal éxtasis! ¡Y sin embargo, seguro que los Éticos obtuvieron el original de algún chef parisino y lo copiaron!

¿Cuál pudo ser el nombre de ese genio? ¡Me gustaría resucitarlo, aunque sólo fuera para darle las gracias!

Algún día ordenaré una comida deliberadamente mal cocinada, simplemente para variar dijo Burton. ¿No encuentras toda esta exquisitez, esta perfección, fastidiosa? Cada comida es un triunfo gustativo.

¡Nunca! dijo de Marbot. Lanzó un gemido cuando vio la ecléctica elección de Burton, galletas de mantequilla y pichones escabechados con crema y una jarra grande de cerveza.

¡Bárbaro! Creí que no te gustaba la cerveza.

Me gusta cuando como jamón o pichones.

De gustibus non disputandum. Quienquiera que fuera el que lo dijo, era un idiota. Una sección de la pared se dobló para formar una mesa, y comieron.

Délicieux! exclamó de Marbot, e hizo chasquear audiblemente sus labios.

Hasta hacía tres semanas, sus labios eran finos. Ahora su rostro estaba adquiriendo una cualidad lunar, y en torno a su cintura se estaba formando un rollo de grasa.

Hay un glacé de viande que debo probar dijo de Marbot.

¿Ahora?

No. No soy un cerdo. Más tarde. Esta noche. Como postre, el francés pidió un soufflé de higos y un vaso de vino tinto.

¡Soberbio!

Se lavaron en el cuarto de baño y regresaron a los sillones.

Deberíamos caminar un poco para eliminar estas toxinas dijo Burton.

Las eliminaremos haciendo un poco de esgrima después de la cena.