En un cierto sentido, somos dioses dijo Frigate.
Dioses en una cárcel dijo Burton.
Si se sentían como dioses, sus rostros no mostraban esa enorme seguridad en sí mismos y esa felicidad que debe distinguir a los dioses del resto de la humanidad. La primera zona a la que se dirigieron desde el apartamento de Loga fue a la planta más alta de la torre. Allí, ocupando una enorme cámara, estaba el hangar de los Éticos. Había doscientos aparatos aéreos y espaciales allí, de varias clases, y con cada uno de ellos podrían haber volado hasta cualquier lugar del Valle. Sin embargo, para ello habría que abrir las compuertas del hangar, y la Computadora se negaba a hacer eso. Los mecanismos de las compuertas no podían ser operados manualmente.
El desconocido que había licuado a Loga había insertado una orden prioritaria en la Computadora. Sólo él... o ella... o ellos... tenía el poder de abrir las compuertas del hangar.
Se inmovilizaron muy juntos en un rincón de la inmensa estancia. El suelo, paredes y techo eran de un monótono y abrumador gris, el color de las celdas de una prisión. Sus medios de escape, las máquinas con forma de plato, de salchicha y de insecto, parecían rumiar en el silencio. Aguardaban a ser usadas. ¿Pero por quién?
En la pared opuesta, a unos trescientos metros de distancia, había una nave con forma de grueso cigarro, la más grande de las espacionaves. Tenía ciento cincuenta metros de largo y un diámetro máximo de ochenta metros. Podía ser utilizada para viajar hasta el Mundo Jardín, dondefuera que estuviese aquel planeta. Loga había dicho que tomaría un centenar de años, tiempo de la Tierra, el llegar hasta su destino. Loga había dicho también que la nave estaba tan automáticamente computerizada que una persona de inteligencia media y muy pocos conocimientos científicos podría manejarla. La voz de Burton rompió el silencio.
Tenemos algunos problemas inmediatos y urgentes. Debemos descubrir quién le hizo eso tan horrible a Loga. Y debemos descubrir una forma de cancelar las inhibiciones prioritarias de la Computadora.
Cierto dijo Nur. Pero antes de que podamos hacer eso, debemos determinar exactamente cuánto control poseemos de la Computadora. Cuáles son nuestros límites. Cuando luchas, necesitas conocer tus fuerzas y tus debilidades tan bien como conoces tu rostro en el espejo. Sólo así podremos determinar cómo vencer las fuerzas y las debilidades de nuestro enemigo.
Si es nuestro enemigo dijo Frigate. Los demás lo miraron sorprendidos.
Eso está muy bien dijo Nur. No pensemos en viejas categorías. Estás aprendiendo.
¿Qué otra cosa puede ser? dijo Aphra Behn.
No lo sé dijo Frigate. Hemos sido tan manipulados por Loga que no estoy convencido ni en un uno por ciento de que él esté a nuestro lado o de que sea correcto nada de lo que ha hecho. Este desconocido... puede que esté haciendo todo esto por unas razones justificables. Sin embargo...
Si Loga era su único obstáculo, el desconocido ya lo ha eliminado dijo Burton.
¿Por qué no se deja ver ahora? ¿Qué podemos hacer nosotros para oponernos a él? Realmente, somos como niños. No sabemos cómo utilizar todos los poderes disponibles. Ni siquiera sabemos cuáles son.
Aún no dijo Nur. Pete ha propuesto otra forma de ver las cosas. Pero, por el momento, no es utilizable. Tenemos que suponer que el desconocido es nuestro enemigo hasta que comprobemos lo contrario. ¿Alguien discrepa de esto?
Era evidente que nadie lo hizo.
Lo que dices está muy bien dijo Tom Turpin. Pero creo que la primera cosa que debemos hacer es protegernos a nosotros mismos. Debemos elaborar algún tipo de defensa, de modo que lo que le ha ocurrido a Loga no nos ocurra a nosotros.
Estoy de acuerdo dijo Burton. Pero si este desconocido puede pasar por encima de cualquiera de nuestras órdenes...
¡Debemos permanecer juntos! dijo Alice. ¡Mantenernos juntos, no perdernos nunca de vista los unos a los otros!
Puede que tengas razón dijo Burton, y deberíamos conferenciar al respecto. Primero, sin embargo, propongo que salgamos de este tétrico y opresivo lugar. Volvamos a mi apartamento.
La puerta interior de acceso al hangar se abrió, y condujeron sus sillones corredor abajo hasta el más próximo pozo vertical. El siguiente nivel estaba a unos quinientos metros más abajo, lo cual hacía que Burton se preguntara qué era lo que había entre el nivel del hangar y el siguiente. Tendría que preguntarle a la Computadora qué era lo que contenía.
En sus aposentos, con la puerta de entrada cerrada con su código particular, empezó a actuar como anfitrión. Una sección de la pared se deslizó, revelando una mesa muy ancha apoyada verticalmente sobre uno de sus extremos. Salió de la cavidad, giró sobre sí misma hasta que estuvo horizontal, flotó hasta el centro de la estancia, extendió sus patas, que habían permanecido dobladas contra su parte inferior, y se apoyó en el suelo. Colocaron sillas a su alrededor, y se sentaron los ocho. Por aquel entonces habían obtenido ya sus bebidas de la batería de conversores energía-materia alineados contra una pared. La mesa era redonda, y Burton se sentó en lo que hubiera sido el sillón del rey Arturo si la habitación hubiera sido
Camelot.
Tomó un sorbo de negro café y dijo:
Alice ha tenido una buena idea. Pero que implica el que todos deberemos vivir en un sólo apartamento. Este no es lo suficientemente grande. Propongo que nos traslademos a uno de los que hay cerca del pozo ascensor. Tiene diez dormitorios, un laboratorio, una sala de control, y una gran sala de descanso y comida. Podemos trabajar juntos y mantenernos vigilados los unos a los otros.
Y ponernos nerviosos los unos a los otros dijo Frigate.
Yo necesito una mujer dijo Li Po.
Eso es lo que necesitamos todos, excepto Marcelin, y quizá Nur dijo Turpin.
¡Amigos, ha sido un tiempo largo y duro!
¿Y qué hay de Alice? dijo Aphra Behn. Ella necesita un hombre.
No habléis por mí dijo Alice secamente. Burton dio un puñetazo sobre la mesa.
¡Lo primero, primero! exclamó. Luego, más suavemente: Debemos presentar un frente común, mantenernos unidos, no importan los inconvenientes. Debemos echar a un lado los demás asuntos, que en este momento me atrevería a decir que son insignificantes. Hemos pasado mucho juntos, y podemos cooperar. Formamos un buen equipo, pese a algunas diferencias que recientemente han causado una cierta abrasión. Debemos trabajar juntos, estar juntos, o seremos eliminados de uno en uno. ¿Hay alguien que no quiera cooperar?
Si alguien insiste en vivir aparte dijo Nur, ese alguien será inmediatamente sospechoso.
Todos empezaron a hablar a la vez, hasta que Burton dio un nuevo puñetazo contra la mesa.
Ese confinamiento será duro, no lo dudo. Pero hemos pasado por cosas peores, y cuanto más unidos trabajemos, más pronto nos veremos libres para proseguir adelante con nuestros propios intereses.
Alice frunció el ceño, y Burton supo lo que estaba pensando. Desde su última separación, ella lo había evitado tanto como le había sido posible. Ahora...
Si estamos en una cárcel, estamos en la mejor cárcel de dos mundos dijo Frigate.
Ninguna cárcel es buena dijo Turpin. ¿Has estado alguna vez en chirona, Pete?
Sólo en la que me construí yo mismo a lo largo de toda mi vida dijo Frigate. Pero era portátil.
Aquello no era cierto, pensó Burton. Frigate había sido hecho prisionero varias veces en el Mundo del Río, llegando a convertirse incluso en uno de los esclavos de Hermann Goering. Pero estaba hablando metafóricamente. Frigate era un hombre más bien metafórico. Evasivo, un tramposo verbal, ambiguo, cosa que admitía alegremente, citando a Emily Dickinson para justificarse.
«El éxito reside en trazar círculos.» Citándose a sí mismo, decía:
El hombre literal dispersa la realidad.
Bien, capitán, ¿qué hacemos ahora? dijo Frigate.
La primera prioridad era ir a sus apartamentos individuales y recoger sus escasas posesiones para trasladarlas al apartamento más grande junto al pozo. Lo hicieron en grupo, puesto que no era prudente hacerlo solos, y luego tomaron posesión del nuevo apartamento y escogieron sus dormitorios. Alice escogió uno tan alejado del de Burton como le fue posible. Peter Frigate eligió el apartamento contiguo al de ella. Burton sonrió ferozmente al observarlo. Era un hecho aceptado en silencio por todos que el americano estaba «enamorado» de Alice Pleasance Liddell Hargreaves. Lo había estado desde que, en 1964, había visto sus fotografías a la edad de diez y dieciocho años en una biografía de Lewis Carroll. Había llegado incluso a escribir una historia de misterio, El ladrón de corazones, en la cual una Alice de treinta años jugaba a la detective particular. En 1983, había organizado una suscripción pública para erigir un monumento a su memoria en su tumba sin ninguna inscripción en el cementerio de la propiedad de los Hargreaves en Lyndhursl. Los tiempos eran duros, sin embargo, y se recogió muy poco dinero. Entonces Frigate murió, y seguía sin saber si su proyecto había llegado a realizarse. De ser así, sobre el cuerpo de Alice habría ahora un monumento de mármol tallado con Alice tomando el té ante una mesa con la Liebre de Marzo, El Lirón, y el Sombrerero Loco, con la cabeza del Gato de Cheshire asomándose por encima y detrás de ella.
Conocerla personalmente no había mitigado su amor hacia ella, como cualquier cínico hubiera esperado, sino que aún lo había alentado más. La atracción literaria se había convertido en camal. Sin embargo, nunca le había dicho una palabra ni a ella ni a Burton acerca de su pasión. Apreciaba, o había apreciado, demasiado a Burton como para emprender lo que él mismo hubiera calificado como un deshonroso avance hacia ella. Alice nunca había mostrado el menor signo de sentir hacia él del mismo modo que él sentía hacia ella. Eso no significaba nada, sin embargo. Alice era maestra en ocultar sus pensamientos ante determinadas situaciones. Estaba la Alice pública, y estaba la Alice privada. Era probable que existiera incluso una Alice que ni la propia Alice conociera. Que ella no deseara siquiera conocer.
Dos horas antes de la comida estaban ya instalados, inquietos todavía por los acontecimientos de la mañana. Burton había decidido no utilizar la consola de control, que podía ser extraída de una cavidad en la pared. En vez de ello, había pedido a la computadora que simulara la pantalla y el teclado en la pared. Estos podían ser reproducidos luminosamente en el lecho o en el suelo, si se pedía así. El suelo, de todos modos, estaba cubierto con una densa moqueta, que cualquier lego hubiera pensado que era una muy costosa y elaborada alfombra persa. De hecho, su modelo había sido tejido en el Mundo Jardín, y una grabación de ella había sido traída a la torre, y la Computadora había reproducido el original por conversión energía-masa.
Burlón se detuvo de pie ante la pared, la simulación a la altura de su cabeza. Si caminaba de un lado a otro, la simulación seguiría obedientemente su paso.
Burton dio el nombre y el código de identificación de Loga y preguntó a la
Computadora, en inglés, dónde estaba el cuerpo material de Loga.
La respuesta fue que no podía ser localizado.
¡Entonces está muerto! murmuró Alice.
¿Dónde está la grabación del cuerpo de Loga? preguntó Burton.
La Computadora necesitó seis segundos para registrar los treinta y cinco mil millones de grabaciones profundamente enterradas debajo de la torre.
No puede ser localizada.
¡Oh, Dios mío! ¡Borrado! dijo Frigate.
No necesariamente dijo Nur. Puede que exista una orden prioritaria de darnos esta respuesta.
Burton sabía que era inútil preguntarle a la Computadora si ése era el caso. Sin embargo, tenía que hacerlo.
¿Ha ordenado alguien que no obedezcas una orden prioritaria? dijo Burton rápidamente. Nur se echó a reír. Frigate dijo:
¡Oh, muchacho! No.
Te ordeno que aceptes todas mis futuras órdenes como órdenes prioritarias dijo
Burton. Todas ellas pasarán por encima de cualquier otra orden prioritaria anterior.
RECHAZADO. No FUNCIONAL.
¿Quién tiene autoridad para ordenar prioridades? preguntó Burton. LOGA. KHR-12w-373-N.
Loga está muerto dijo Burton. No hubo respuesta.
¿Está muerto Loga? dijo Burton. NO EN MI CONOCIMIENTO.
Si Loga está muerto, ¿quién te da órdenes?
Los nombres de los ocho, seguidos por sus códigos identificadores, aparecieron en al pantalla. Bajo ellos, parpadeando: AUTORIDAD LIMITADA.
¿Cuan limitada? Ninguna respuesta. Burton refraseó:
Indica los límites de autoridad de los ocho operadores cuyos nombres acabas de exhibir.
La pantalla permaneció en blanco durante unos seis segundos. Luego se llenó con una secuencia de órdenes que la Computadora aceptaría de ellos. Las resplandecientes letras permanecieron en la pantalla durante un minuto, y luego fueron sustituidas por otra lista. Al cabo de otro minuto, apareció una tercera lista. En el momento en que el Número 89 surgió a la luz en la parte inferior de la pantalla, Burton se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Esto puede seguir durante horas dijo. Nos está dando una lista detallada de lo que podemos hacer.
Le dijo a la Computadora que detuviera la enumeración en pantalla, pero que imprimiera una lista completa para cada uno de los ocho.
No me atrevo a pedirle una lista de lo que no podemos hacer. Podría no terminar nunca.
Burton pidió un registro de las 35.793 estancias en la torre, y obtuvo lo que había esperado. Todas estaban vacías de seres sentientes vivos. O muertos.
Pero sabemos que Loga tenía algunas estancias secretas cuya existencia no conocía ni siquiera la Computadora dijo Burton. O al menos no nos dijo donde estaban. Sabemos donde hay una. ¿Dónde están las otras?
¿Crees que el desconocido podría estar en una de ellas? dijo Nur.
No lo sé. Es posible. Debemos intentar encontrarlas.
Podemos comparar las dimensiones de la torre con los circuitos dijo Frigate. Pero Dios mío, ¡eso nos tomaría muchos meses! Y las estancias podrían seguir estando tan hábilmente camufladas que no llegáramos a encontrarlas.
Eso suena tan interesante como limpiar escupideras dijo Turpin. Se dirigió a un gran piano, se sentó, y empezó a tocar «Ragtime Nightmare».
Burton lo siguió y se quedó de pie a su lado.
A todos nos gusta oírte tocar dijo (no era cierto, a él no le gustaba, jamás había apreciado la música de ninguna clase), pero estamos en conferencia, una conferencia muy importante, vital, ya lo sabes, en todo el sentido de la palabra, y éste no es momento de divertirnos ni distraernos. Necesitamos centrar todos nuestros talentos en el problema. De otro modo, todos podemos morir porque alguien no haya realizado su parte.
Sonriendo, sus dedos corriendo como arañas sobre las teclas, Turpin alzó la vista hacia Burton. El largo, agotador y peligroso viaje hasta la torre lo había enflaquecido hasta los setenta kilos. Pero desde que se instalaron en la torre, se había atiborrado de comida y licor, y su rostro estaba creciendo de nuevo hacia una luna llena. Sus grandes dientes resplandecían muy blancos contra su oscura piel no tan oscura como la de Burton, y su pelo castaño oscuro era ondulado, no ensortijado. Hubiera podido pasar por blanco, pero había elegido quedarse con el mundo negro en la Tierra.
Has sido educado como negro, piensas como negro decía a veces. Como explica el Buen Libro, no sirve de nada lanzar patadas contra los mosquitos. Entonces se echaba a reír suavemente, sin importarle el si su oyente comprendía o no que por
«mosquitos» quería decir «blancos».
Pensé que a vosotros pensadores os gustaría un poco de música de fondo. Yo no soy bueno en ese tipo de cosas.
Tienes una buena mente dijo Burton, y la necesitamos. Además, tenemos que actuar como un equipo, como soldados en un pequeño ejército. Si cada cual hace lo que quiere, ignora esta crisis, nos convertiremos simplemente en una turba desorganizada.
Y tú eres el capitán, el jefe dijo Turpin. De acuerdo. Dejó caer sus manos sobre el teclado, los acordes resonaron, y se levantó.
Condúcenos jefe.
Aunque se sentía furioso, Burton no mostró ningún signo de ello. Regresó junto a la mesa, con Turpin siguiéndole demasiado cerca, y se detuvo de pie junto a su silla. Turpin, aún sonriendo, ocupó otra silla.
Sugiero que aguardemos hasta que nos hayamos aprendido el contenido de eso dijo Burton, señalando con una mano el mecanismo que estaba apilando, clasificando y uniendo los papeles que brotaban de una ranura en la pared. Una , vez comprendamos exactamente lo que podemos y no podemos hacer, podremos trazar nuestros planes.
Eso tomará algún tiempo dijo de Marbot. Será Como leer una biblioteca, no un libro.
Debe hacerse.
Estás hablando de límites dijo Nur. Y eso es necesario y conveniente. Pero dentro de lo que llamarnos límites tenemos más poder del que ninguno de los más grandes reyes de la Tierra hubieran podido llegar a soñar nunca. Ese poder será nuestra fuerza, pero también será nuestra debilidad. Es más, me atrevería a decir que el poder nos tentará a utilizarlo erróneamente. Ruego a Dios que seamos lo suficientemente fuertes como para superar nuestra debilidad... si lo conseguimos.
Somos, en un cierto sentido, dioses dijo Burton. Pero humanos con poderes de dioses. Semidioses.
Semidioses de mierda dijo Frigate. Burton sonrió y dijo:
Hemos pasado por mucho allá en el Río. Eso nos ha flagelado, nos ha extraído de entre la masa, espero. Veremos.
El mayor enemigo no es lo desconocido dijo Nur. No necesitó explicar lo que quería significar.